Recorrido a lo largo de diferentes teorías y exposiciones teóricas para explicar los aspectos globales y concretos propios de la cultura.
“El juicio, la valoración, la pretensión no son experiencias vacías que la conciencia tiene, sino experiencias compuestas de una corriente intencional”
Edmun Husserl
¿Específico o global?
En Antropología siempre ha estado presente el debate entre lo global y lo específico. Algunos de los paradigmas teóricos más célebres (y clásicos) se basan en la cercanía a uno y otro extremo; mientras que Boas (y especialmente más tarde sus seguidores) revolucionó esta ciencia adhiriéndose de modo radical al especifismo, otros como Levi-Strauss basaron su trabajo en los universales, base de su estructuralismo.
Lo universal está íntimamente ligado a lo global, a aquello que todos poseemos. Una de estas capacidades es la que nos habilita para atribuir pensamientos e intenciones a otras personas. De este modo no solo somos conscientes de nuestro estado mental propio si no que también del ajeno.
Las canicas, las cestas y los complejos de ToM
En un famosísimo experimento, además de ingenioso, Simon Baron-Cohen, psicólogo miembro de la British Academy, recibió la ayuda de dos muñecas, Sally y Anne, para crear una pequeña escena: Sally tiene una canica que introduce en una cesta, se marcha y Anne abre la caja, coge la canica y la guarda en una caja que lleva. Sally no está en la escena, pero vuelve y quiere jugar con la canica. En ese momento preguntaba a los niños: ¿Dónde buscará Sally la canica?
Todos sabemos que buscará en primer momento en la cesta debido a que cuando fue cambiada de lugar Sally no se encontraba en la escena. Nosotros sabemos que está en la cajita, pero nos hemos metido en la mente de Sally y sabemos de la información que dispone ella (y de la que disponemos nosotros).
El límite que marca que la respuesta sea correcta o no parece estar situada en torno a los cuatro años, si era superior sabía donde buscaría Sally en primer lugar y porqué, es más, si al investigador se le ocurriera preguntar: “Pero… nosotros sabemos que está dentro de la cajita”, el niño respondería: “nosotros lo sabemos claro, pero ella no lo sabe”. Sin embargo si era inferior responderían que buscaría en la cajita debido a que ellos saben que se encuentra allí.
Este estudio nos hace ver cómo en torno a la edad citada, cuatro años, sucede algo que hace que tomemos conciencia de nuestra mente y de la de los demás, de ahí que todo esto de lo que venimos hablando sea conocido como Teoría de la mente (ToM del inglés Theory of Mind).
Sin embargo, para que lleguemos hasta ToM han tenido que suceder una serie de cosas, veamos de que se trata.
Freud es uno de los autores más controvertidos de la historia y pese a que muchos de sus partidarios ya han sido superados por la ciencia, su influencia es innegable. Una de sus teorías más famosas son el complejo de Edipo y Elektra, es decir, que el niño siendo apenas un bebé alterna hacia sus progenitores tanto deseos amorosos como hostiles dependiendo del género.
Para comprender a donde se quiere llegar con esto tenemos que dar un salto en la historia de la ciencia y llegar hasta la teoría “Like me”, cuya traducción al español es “como yo”, es decir que el niño desde bien pequeño refleja sus deseos en los demás niños, debido a que él también es un niño “como yo”. Si yo como niño deseo una pelota que veo intuyo que aquel otro niño también la querrá, del mismo modo que hace no mucho tiempo atrás ese mismo niño deseaba a mamá, del mismo modo en que papá también la desearía.
Por tanto, a través de estas tres ideas hemos trazado el mapa cronológico para llegar a comprender a los demás (y con ello a nosotros mismos); primero papá desea a mamá tanto como yo y se convierte en mi enemigo, tal vez porque también sea un niño, como yo, y después, algo más tarde, creemos que los demás al ser como nosotros también desean lo mismo que nosotros.
De este modo solo necesitamos seguir construyendo estas habilidades un poco más para tratar de llegar a comprender de qué modo piensan los demás, meternos en su mente, y así podremos negociar, convencerles, conmoverlos, jugar al poker o crear instituciones culturales.
La cultura; es universal, es concreto
Lo descrito anteriormente sucede en todo tiempo y lugar, sea cual sea la religión y sistema político, raza o cultura y siempre en torno a los cuatro años y cuando no se adquiere su resultado es tan letal, tan grave, que se diagnostica como autismo. Un dato importante a tener en cuenta es que uno de los mayores exponentes de las teorías de la mente es Gregory Bateson, antropólogo y… esposo de la mismísima Margaret Mead.
Está claro, pues, que no somos una tabula rasa y que tenemos ciertas capacidades “de serie”, el último que pensó que éramos un folio en blanco a escribir a lo largo de una vida murió en 1990 y basaba su conductismo radical en asumir que éramos moldeables como cuerpos de cera, se llamaba BF Skinner y Noam Chomsky se convirtió en un peso pesado de la ciencia del siglo XX tras someterle a una crítica feroz y fundar de ese modo la corriente innatista.
Se puede llegar a asumir que la cultura es un universal porque siempre necesitamos una forma de hacer, un modo característico de interactuar, porque comprendemos bien pronto, hacia los cuatro años, la mente de los demás. Sin embargo ¿Por qué no todas las culturas emergen del mismo modo y todas tienen características específicas y únicas?
Del mismo modo que todos poseemos ToM- los autistas como ya se ha dicho nunca llegan a adquirir esta capacidad- nos desarrollamos de modo diferente y por ello los pueblos, y las culturas, que surgen en su seno también se van desarrollando de modo distinto y sus circunstancias históricas no son exactamente iguales, pese a que probablemente se encuentren en una misma corriente global.
Por ello las características que hacen de una cultura lo que es son diferentes entre sí, así como las interacciones de las propiedades que posee cada característica provoca que como resultado emerjan resultados diferentes.
Debido a ello podemos concluir que la emergencia de la cultura es universal, es global, pero las características propias de cada una de ellas son específicas, locales, por la naturaleza aleatoria de su propia construcción.