Mi lucha
Karl Ove Knausgård (Oslo, 1968) es un escritor noruego que con su serie de seis volúmenes titulada Min Kamp (My Struggle o Mi lucha) cerró uno de los proyectos más interesantes en la literatura escandinava: registrar su propia vida. Este artículo revisa y comenta algunos fragmentos de My Struggle: Book 1. A Death in the Family y My Struggle: Book 2. A Man in Love, donde los conceptos memoria y olvido se entrelazan.
«’My life.’ Thinking these words, I see before me a streak of light. On closer inspection it has the form of a comet, with head and tail. The brightest end, the head, is childhood and growing up. The nucleus, the densest part, is infancy, that first period, in which the most important features of our life are determined. I try to remember, I try to penetrate there. But it is difficult to move in these concentrated regions, it is dangerous, it feels as if I am coming close to death itself.» — Tomas Tranströmer, Memories Look at Me
Zim Zum es una pintura del artista alemán Anselm Kiefer que, entre otras interpretaciones, hace referencia a la contradicción. Es el lienzo que abre este artículo como imagen de portada. Al leer la obra de Karl Ove Knausgård (Oslo, 1968) y tomar en cuenta la interpretación del trabajo de Kiefer, me es imposible no compararlas en su búsqueda del significado, porque en ambas expresiones artísticas la necesidad de enfrentar la contradicción se erige como un paisaje por descubrir. En el caso de Knausgård, la cuestión adquiere la forma de un proyecto macro, extenso, inabarcable.
Contar una vida. ¿Existe acaso algún método a través del cual seamos capaces de retener todos y cada uno de los momentos que transcurren a lo largo de nuestra existencia? Nacer, crecer, vivir bajo la experiencia constante, padecer, enfermar, morir. ¿Es esto acaso una posibilidad, y, de serlo, valdría la pena llevarla a cabo? Porque, pensándolo bien, ¿qué hace de mi vida una vida digna de ser contada y leída por millones de personas? ¿Qué podría apartarla de un ejercicio embebido en lo egocéntrico y situarla en un plano de trascendencia literaria, de oblicuidad? Nada. Lo cierto es que no existe nada que haga que una vida sea más especial que otra, y es justamente esa nada la que lo hace posible, porque ¿a quién le importa si la cuento o no si es eso, al fin y al cabo, lo que necesito hacer para continuar con mi existencia?
Karl Ove Knausgård sostiene que Min Kamp, su serie autobiográfica de seis títulos que abordan diferentes etapas de su vida, se desarrolló como un esfuerzo por tratar de vaciarse de la cotidianidad del diarismo, por su obsesión de revisar y autodocumentar su niñez y su relación con su padre, por romper con un bloqueo literario que lo apartaba, en definitiva, de escribir la llamada buena literatura. El resultado de aquel intento acabó en tres mil quinientas páginas publicadas en Noruega entre los años 2009 y 2011, que poco a poco han sido traducidas, entre otras lenguas, al inglés [i] y al español [ii]. Quizá ese método que permita rescatar una vida del ostracismo es el que supo aprovechar Knausgård en su intento por no dejarse absorber. Surge así la escritura como herramienta de vaciado. En las páginas 495-6 de A Man in Love, dice:
We have access not only to our own lives but to almost all the others lives in our cultural circle, access not only to our memories but to the memories of the whole of our damn culture, for I am you and you are everyone, we come from the same and are going to the same, and on the way we hear the same on the radio, see the same on TV, read the same in the press, and within us there is the same fauna of famous people’s faces and smiles. Even if you sit in a tiny room in a tiny town hundreds of kilometers from the center of the world and don’t meet a single soul, their hell is your hell their heaven is your heaven, you have to burst the balloon that is the world and let everything in it spill over the sides.
Karl Ove Knausgaard en la biblioteca de la ciudad de Lund, Suecia. Robin Linderborg
La restitución, la forma. El párrafo rescata una noción importante: el valor de la literatura como tabla de salvación, como la llamaría Bolaño en varias ocasiones. Pero también, dentro de esa figura, la voluntad de lo literario como método para preservar la memoria, para combatir el olvido. Si algo tiene el lenguaje, y el texto literario como una de sus tantas variantes, es su habilidad de crear vínculos, de brindarnos existencia, en un sentido cuasi bíblico, a través del verbo:
Language is shared, we grow into it, and the forms we use in it are also shared, so irrespective of how idiosyncratic you and your notions are, in literature you can never free yourself from others. It is the other way around, it is literature which draws us closer together.
En este sentido, pues, tanto A Death in the Family como A Man in Love siguen una línea similar: la de la literatura y el lenguaje como espacio de cercanía y pertenencia; y, dentro de ésta, la de la memoria como argumento. Aunque la historia en ambos casos varía de acuerdo a la etapa de la vida del autor, el texto sólo puede existir a través de la persecución de aquel recuerdo lo suficientemente anclado –sea desde un punto de vista sentimental, emocional o experencial– para perdurar en la vida del autor y ser contado. La lectura sumerge al lector en su cotidianidad –en la del autor y en la suya– e invita a establecer similitudes, teniendo como resultado una de las cuestiones esenciales de la ficción literaria: el encuentro de las variaciones del mundo.
El texto de Knausgård fluctúa. A veces en digresiones sobre el arte, la literatura, la identidad nacional y masculina; otras sobre el diarismo en nuestras vidas, las rutinas y las repeticiones que se condensan a lo largo de nuestra existencia: alimentarnos, cuidar a los niños, intentar escribir, amar si es que se ama. Todas y cada una de éstas como eventos que se repiten a lo largo del ciclo de vida. En este punto la memoria existe como mapa. Para Knausgård, evocarla permite hacernos, situarnos y existir, en tanto hay una visualización del yo en un pasado, presente y posible futuro. Sigue así, en A Death in the Family, páginas 468-9:
The unabsorbed memories evoked by my surroundings on the way to the chapel with Yngve now hit me with full force. I recognized them from two periods: the first, when I had been visiting grandma and grandad in Kristiansand as a boy and every tiny detail of the town had seemed like an adventure, the second, when I lived here as a teenager. I had been away for a number of years now, and ever since I arrived I had noticed how the stream of impressions the place left me with was partly tied to the first world memories, partly to the second, and thus existed in three separate time zones at once.
Portada de My Struggle. Book 1. A Death in the Family
Por otra parte, la memoria no sólo se sirve del recuerdo para trazar el mapeo metafísico de la vida. También se vale de lo mundano, algo que está muy presente a lo largo de Min Kamp porque resulta ser lo que, a fin de cuentas, le otorga a la memoria su valor como ejercicio de restitución de una vida, de vuelta atrás, de revisión al cometa, como diría Tranströmer, que nos acerca literalmente a la muerte –revisitar el pasado mientras envejecemos–. La escritura, en este sentido, intenta darle cabida a la memoria, la materializa. Quizá no existe una mejor aproximación a esta idea que a través de dos conceptos vitales que pululan el trabajo de Knausgård. El primero, expresado por el mismo autor, que destaca la función de la escritura constante como trabajo y, finalmente, como estado de satisfacción tras alcanzar el punto más álgido del oficio: cuando lo que se escribe logra contener el mundo. Este concepto es inherente al texto al ser el texto en sí.
Y la segunda: la fuerza, y a la vez fragilidad, de la memoria contenida en la vida y la muerte del individuo frente a los otros. Así sigue en la página 215 de A Death in the Family:
Chaos is a kind of gravity, and the rhythm you can sense in history, of the rise and fall of civilizations, is perhaps caused by this. It is remarkable that the extremes resemble each other, in one sense at any rate, for in both immense chaos and in a strictly regulated, demarcated world the individual is nothing, life is everything. In the same way that the heart does not care which life it beats for, the city does not care who fulfills its various functions. When everyone who moves around the city today is dead, in a hundred and fifty years, say, the sound of people’s comings and goings, following the same old patterns, will still ring out. The only new thing will be the faces of those who perform these functions although not that new because they will resemble us.
La necesidad de sortear el olvido, de hacer de nosotros un alguien –un nombre, una persona diferente, destacada– también está solapada al hecho de la memoria en tanto el olvido se posiciona como su contraparte obligatoria, necesaria: obviando el oxímoron, el uno y el otro sólo pueden existir en dependencia. En la página 110 del mismo título antes citado, Knausgård alude a esta necesidad cuando, en su adolescencia, se percata de su incapacidad para dominar expresiones artísticas como la música o la pintura, situación que lo obligaba a ser, simplemente, alguien más:
The thought of this could sometimes weigh me down because I wanted so much to be someone. I wanted so much to be special.
Portada de My Struggle. Book 2. A Man in Love
Memoria y olvido representan un conglomerado de significados que, en definitiva, archivan la vida. Nuestra identidad se sirve de la memoria para permitirnos ser. Quizá lo más interesante de Min Kamp no sea el hecho de narrar una vida, sino apreciar la finura de la línea que separa memoria y ficción. ¿Hasta qué punto estamos hablando realmente de ficción cuando nos ceñimos a la memoria? No sólo en el texto de Knausgård, sino en nuestra propia preservación del recuerdo. En A Man in Love proliferan diálogos, reflexiones, análisis que son resultado del recuerdo, pero que, a su vez, suponen la alianza estética de lo que el texto, y no la memoria, le pide al autor que exprese pues, valdría preguntarnos, hasta qué punto somos realmente capaces de registrarlo todo con exactitud. ¿Cuál es, entonces, el método que nos permite tal aproximación, que nos lleva a solapar verdad, ficción, memoria, olvido? Aunque estas preguntas suelen suscitar debate e implican un razonamiento más detallado, lo cierto es que estos conceptos –memoria y olvido, memoria y ficción– son inherentes y característicos de la esencia humana, y es lo que justamente hace tan sugestiva la prosa en Min Kamp. Esquivando el formalismo, cierro con un párrafo de My Struggle: Book 3. Boyhood Island, libro que no he mencionado a lo largo del artículo y que, sin embargo, puede ser el que más juega con la idea de la memoria al ser tan alusivo. Dice Karl Ove Knausgård en la página 10 de su texto:
Memory is not a reliable quantity in life. And it isn’t for the simple reason that memory doesn’t prioritize the truth. It is never the demand for truth that determines whether memory recalls an action accurately or not. It is self-interest which does. Memory is pragmatic, it is sly and artful, but not in any hostile or malicious way; on the contrary, it does everything it can do to keep its host satisfied. Something pushes a memory into the great void of oblivion, something distorts it beyond recognition, something misunderstands it totally, something, and this something is as good as nothing, recalls it with sharpness, clarity and accuracy. That which is remembered accurately is never given to you to determine.
Imagen de portada: Zim Zum by Anselm Kiefer. Cliff
[i] Min Kamp aún continúa en proceso de traducción, aunque ya se han publicado cuatro de los seis volúmenes al inglés. A lo largo de este artículo haré referencia y citaré únicamente las traducciones del noruego al inglés de los dos primeros libros de la serie: My Struggle: Book 1. A Death in the Family (2014, traducción por Don Bartlett, Vintage Books: Londres) y My Struggle: Book 2. A Man in Love (2013, traducción por Don Bartlett, Vintage Books: Londres).
[ii] Editorial Anagrama ha publicado las traducciones al español de los tres primeros libros de la serie (La muerte del padre, Un hombre enamorado, La isla de la infancia), con traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo.
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