“(…) Dijo Tennynson que si pudiéramos comprender una sola flor sabríamos quiénes somos y qué es el mundo. Tal vez quiso decir que no hay hecho, por humilde que sea que no implique la historia universal y su infinita concatenación de efectos y causas.Tal vez quiso decir que el mundo visible se da entero en cada representación, de igual manera que la voluntad…”
El Aleph, Jorge Luís Borges
Esta imbricación de hechos y circunstancias es la que Aldous encarna en “Berlín Vintage”, última novela de Óscar M. Prieto publicada por Tropo Editores 2014. ¿Por qué no embarcarse en una búsqueda inquietante y misteriorsa, como es Caravaggio, si se está en plena búsqueda no consciente del priopio ser? El protagonista de esta historia encuentra “la voluntad” de avanzar en su misiva, su propósito de conocer a Caravaggio, sin saber que ese periplo traerá consigo el encuentro propio, la asunción de la propia identidad. Un viaje por los ritmos de la conciencia, tal como decía Hermann Hesse en “El caminante”, un viaje donde “Conocer la división de uno mismo” es algo así como “La pintura más hermosa”.
Y una vez más el sol se repite, las luces no se encienden y el presagio se apaga… Es lo que uno siente cuando el mundo no avanza, cuando se parapeta en el dominio que no existe y las flores huelen a cal. Él se cuestiona sobre esa mano que pintaba cuadros, seguro de sí, contractuado sólo son sus valores e ideales, poniendo en alza el entrenamiento continuo de su persona sin temor a la persecución, sin temor al rechazo de los otros; de ahí su leitmotiv “Nec espec nec metu”, “Ni esperanza ni miedo”. A través de un encuentro empático con Caravaggio, el orden de las cosas empieza a ser el que debiera, empieza a ser el orden de la existencia con sentido. El cauce de la búsqueda, es la cuenca vital que Aldous va poblando, de sentimientos, significaciones y deseos; salir de uno mismo, hacer esa “división con Caravaggio” sirve la copa de la autenticidad. La novela pone de manifiesto cómo es la vivencia del ensalzamiento y el rechazo, ante una persecución. La persecución del camino adecuado en la vida. ¿Cómo sería acertar sin derribo? Si aceptaramos la vida sin derribo no existirían narraciones como esta, con este ánima; cuyo sentido fundacional es la propia naturaleza del ser humano, enyesada en el error previsible para el acierto templado, paciente.
Al comienzo rescataba a Borges hablando de la historia y del talante representacional de las cosas y, es que desde la visión eminentemente antropológica “Aunque la cultura refleja su propia cara en sus respectivas creaciones, todas son autoretratos del hombre” (Lisón Tolosana). La búsqueda de un tapiz, no es más que la experimentación de un ventanal húmedo, con la quietud suficiente para pederse y volver a coincidir cuando el fin del cristal sea la historia de un corazón con mañana y flores que no huelan a cal. Aunque en la cal también hay resistencia, semejante a ese “cactus” que, en plena trama, nos hace reflexionar sobre “la belleza de la resistencia frente a las cosas adversas”. Tendría que desplazarse la respiración de nuevo para saltarse la estadística de la razón y doblegarla con la idea de entender cómo involucionan los vientos. En una conversación con Oscar sobre su relato, le dije que “mi tiempo era mejor leyendo Berlín Vintage”; y es así, porque la rosa de los vientos también estaba en paciente búsqueda. No importa lo que los demás digan. Si dicen es porque no buscan. Porque no se esfuerzan en comprenderse. El tiempo y el espacio se mueven como en Berlín Vintage. No aceptan estupideces. Atemperar la verdad y dar con el horror que ahuyenta su sencillez reside en el amor a la vida. Aldous sigue buscando…
Conversando con el autor… A propósito de unos labios rojos.
Revista Mito. El personaje principal, Aldous, ¿quién es para ti? ¿A quién querías dar vida representativamente con este personaje? ¿Por qué “Aldous”, este nombre?
Oscar Prieto. Aldous ha sido mi compañero de viaje, mi obsesión, el ladrón de mis pensamientos y la lengua que ha imprimido su particular acento a mis palabras, Aldous, al igual que ahora lo es Cosmo y antes lo fueron Palmer o Cristo –protagonistas de otras de mis novelas-, ha sido los ojos a través de los que he mirado ciudades y transeúntes ocasionales, y también la entidad que ha tamizado sentimientos, reflexiones y pasiones durante estos últimos años, y del que recientemente me he despedido en el andén de una estación de una ciudad cualquiera a la que nunca más volverá a llegar ningún otro tren. ¿Su nombre? No sabría decirte, cuando se me presentó lo hizo ya con este nombre. Creo que alguna vez me comentó que era en homenaje a Huxley, pero no podría asegurarlo.
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R.M. El libro, mantiene una conjunción de tramas muy bien trabada. ¿Cuáles son esas tramas incardinadas y de qué manera les diste forma? Continuamente me he preguntado en mi lectura acerca del misterio de «enharinarlas»… ¿Nos desvelas algo sobre ese proceso?
O.P. Berlín Vintage es un libro odisea, la odisea de Aldous que se hace la pregunta: ¿Quién soy? Es un viaje y un libro de viajes y también un libro que he escrito viajando. Es un libro de ciudades y de gente que pasa, pasajera. En estas circunstancias en las que uno, también los personajes, se encuentra menos al resguardo de lo cotidiano, más expuesto, no es extraño que sucedan encuentros, encuentros que tejidos con la narración, contados, se convierten en tramas. Berlín Vintage tuvo sus primer origen en unas gafas vintage que encontré en un parque de Berlín y que me llevaron a preguntarme por las vidas de segunda mano. A esta trama se le sumó el repetido encuentro con un pintor en Roma y de Roma parten todos los caminos, también éste el de los encuentros más inverosímiles. De Roma también parte el encuentro de Aldous con Caravaggio, figura central de la novela, novela que se completa y crece con su trama de amor, porque, digo yo: ¿por qué viajar tanto si no es en busca del amor?
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R.M. Las pequeñas historias que conforman los pasajes tienen una pulsión vivencial muy profunda y todas ellas quedan trufadas de reflexiones sobre el sentido de la vida y el “sentido del ser”. Me parece una narración con tintes poéticos; teniendo en cuenta además esa inclusión de Paul Celan en la búsqueda de Aldous para encontrar el amor de su vida. ¿Cuál es ese verso que él espera que esa persona le recite? Por otra parte, me gustaría saber cuál es tu visión acerca de esta interpretación mía de la novela como un evocador poético.
O.P. Como te decía, Berlín Vintage también es una historia de amor, es una reinterpretación del cuento de Cenicienta, salvo que aquí, en lugar de un zapatito de cristal, Aldous, va por el mundo con un verso de Paul Celan buscando su princesa. Será aquella mujer que le recite este verso de Celan: “Puedes sin temor alimentarme de nieve”. No sabría explicar el motivo, pero este verso “evoca” para mí la realidad y la potencia del amor, que vence al miedo al temor, que deviene posible lo imposible y que es propiamente el alimento de lo humano.
Por otra parte, no diferencio entre palabra poética o palabra prosaica, cuando yo las elijo y las coloco en el texto, al sacarlas de las jaulas ninguna de ellas viene con la etiqueta que las adjetive como a las manzanas, tampoco llevan precio puesto. Si es cierto que en toda narración, pero especialmente en ésta que como bien dices está trufada de reflexiones sobre el sentido del ser, las palabras son ganzúas que a veces abren puertas de habitaciones sorprendentes de las que ni siquiera teníamos noticia de que existieran.
R.M. La conciencia de Aldous sobre sí mismo va variando a lo largo de los acontecimientos que le van surgiendo, hasta llegar a cuestionarse ¿Quién soy yo? Veo con nitidez un vínculo existencial, de búsqueda de autenticidad entre Aldous en el presente y un Caravaggio del pasado que alcanza el presente, a través de dinámicas de empatía sentimental, una toquedad de emociones intratemporales. ¿En qué medida esto es así?
O.P. Por las páginas de Berlín Vintage viajan tres personajes. Situado en un extremo, uno de ellos, es todos y ninguno a la vez, es anónimo y también es protéico, ya que se puede transformar en cualquier ser. Otro es Aldous, de quien ya hemos dicho que busca y se busca, busca un cuadro, busca el amor, busca cafeterías en las ciudades, busca a este personaje anómalo que aparece y desaparece y también se busca a él. En el otro extremo, Caravaggio, figura que emerge soberbia sobre las aguas, por sus obras pero también por sus actos, por su biografía. Caravaggio es de la especie de quienes tienen clara conciencia de sí mismos, de su identidad, de quienes son, de su propio destino y están dispuestos a realizarlo y realizarse hasta las últimas consecuencias. Caravaggio es la identidad insobornable, que no admite excusas.
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R.M. En tus palabras, la identidad “es la lucha de la memoria, es el titático esfuerzo de la memoria por crear a cada instante que pasa y que nos cambia un ser humano idéntico al que éramos el instante anterior” y eso la vincula directamente con las nociones de “tiempo y espacio”. ¿Has quedrido reflejar estos elementos en la novela? ¿Cómo se somatizan en Aldous? ¿Es él consciente de esos tres elementos?
O.P. Aldous carece de los tres puntos que, correctamente situados en un imaginario eje de coordenadas, sirven para definir la identidad –una identidad para andar por casa, digamos- igual que con tres puntos se define un plano. Sus padres han muerto, por lo tanto carece de la identidad de los ancestros. No pertenece a ningún lugar, así que le falta la identidad geográfica. Y tampoco tiene profesión, por lo que tampoco cuenta con la identidad del “hacer”. Precisamente desprovisto de estos tres condicionantes sale a la búsqueda de sí mismo, a esa odisea en la que todo es cambio y tiempo, circunstancias inherentes a lo humano, pero más explícitas aún en un viaje. Porque en los viajes cambia el escenario, las costumbres, la lengua, la moneda y hasta el uso horario. En los viajes el tiempo es de otra calidad. Aldous, narrador, es consciente de algunos de estos cambios, pero se le escapan muchas de las relaciones que implica y se multiplican y se tejen entre ellos.
R.M. “Ni esperanza ni miedo” Nec spe nec metu. Es la misiva de Caravaggio… También es un leitmotiv que, de un modo más o menos consciente, empieza a considerar Aldous en esa búsqueda de la identidad propia. Háblanos de ello…
O.P. Nec spe nec metu. Este era el lema, la divisa que Caravaggio llevaba grabado en su espada, como señal de identidad como principio en el obrar. Ni esperanza ni miedo. No hacer nunca nada por los premios que te prometan, ni dejar de hacerlo por los castigos con los que te amenacen. Es una divisa de quien sabe quién es y sabe que los dos peores enemigos contra esa identidad que hemos dicho insobornable, son la esperanza y el miedo. Es una divisa propia de héroes, no de hombres. El hombre necesita de la esperanza y es casi imposible que pueda librarse del miedo. Caravaggio, en este sentido, aparece como una figura heroica y su destino trágico lo certifica.
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R.M. En alguna ocasión, hemos hablado de un puente especial entre el inicio de la novela y su final… Sin desvelar ambos extremos.. ¿Qué nos puedes contar de esa metáfora del puente en la que se desenvuelve la novela?
O.P. Lo cierto es que preferiría no contar nada y que sea el lector quien lo descubra si es que lo descubre porque cada lector tiene su propio libro hace suyo el libro al leerlo. Pero sí, existe ese puente entre la primera palabra, “hipócrita” y las tres que cierra Berlín Vintage. Sólo tiene sentido cruzar ese puente cuando ambas orillas están separadas por el río que transcurre y discurre a los largo de sus páginas.
Gracias, Cleofé. Salud.
“En la mayoría de los casos la ignorancia es algo superable. No sabemos por qué no queremos saber…”. Aldous Huxley
Berlín Vintage
Óscar M. Prieto
Tropo Editores (sep. 2014)
520 páginas
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