El inicio de un viaje espiritual por la lengua hablada
El objetivo de este artículo es doble. Por un lado, se trata de demostrar, de una manera sencilla y comprensible para el no experto, que el lenguaje hablado tiene sus propias reglas gramaticales, lo que se ejemplifica, por otro lado, con un minucioso análisis sintáctico de un enunciado tomado del habla real de un locutor radiofónico.
El otro día llegué a mi casa escuchando un programa de radio en el que estaban hablando sobre espíritus y otras cosas paranormales. Cuál no fue mi sorpresa cuando me topé con una perla que, por supuesto, no dudé en apuntar: …hacen que la estancia en este plano sea negativo.
Así visto, con la tranquilidad que supone tener delante el texto que uno lee, cualquier hablante competente del castellano sabrá decir dónde se encuentra el error: el adjetivo negativo debería concordar con estancia, que es el núcleo del sintagma nominal sujeto al que, como atributo unido por el verbo sea, la cópula, complementa. Y sin embargo, esta frase fue dicha por un hablante nativo del español. ¿Qué ocurrió?
Así, cabe indicar que esta oración consta de un verbo principal, hacen, y de un sujeto, en principio, desconocido, pero que el lector avezado sin duda puede inferir a partir de las características morfológicas de dicha forma verbal hacen. Dado que, como es sabido, este está en tercera persona del plural, el posible sujeto ha de serlo igualmente, por lo que lo más probable, por el contexto en el que se escuchó, es que el sujeto sea los espíritus o algo semejante.
¿Y qué es lo que los espíritus hacen? Ellos hacen que la estancia en este plano (se entiende, el mundo de los vivos) sea negativa. Nos encontramos aquí una oración causativa (alguien [los espíritus] hace [hacen] algo [que la estancia en este plano sea negativo]) a otro (los que están en este plano), en la que parece bastante claro que lo que acompaña al verbo hacer es un complemento directo (CD), sustituible por lo (Los espíritus lo hacen) y convertible en el sujeto paciente de una construcción en voz pasiva ([Que la estancia en este plano sea negativo]suj. pac. es hecho por los espíritus). Este CD se encuentra en forma de proposición subordinada sustantiva, introducida por el nexo que.
Dentro de esta parte de la oración, aparece otro verbo-cópula, sea, en la tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo ser. Y resulta que este verbo une, a su vez, un sintagma nominal que funciona como sujeto (la estancia en este plano) y un sintagma adjetivo que es el atributo (negativo).
El núcleo de este sintagma es estancia, complementado a su izquierda por el artículo la y a su derecha por un sintagma preposicional que funciona como complemento del nombre: en este plano. Por supuesto, como todo sintagma, este consta también de un núcleo (plano) y un determinante demostrativo que lo complementa (este), aparte de la preposición que lo introduce (en) y que algunos gramáticos considerarían sencillamente un nexo entre los dos sustantivos (estancia y plano).
En el siguiente esquema, se puede ver cómo los corchetes más externos harían alusión a la oración; en un segundo nivel, los paréntesis distinguirían el sujeto (Los espíritus) y el predicado (hacen que la estancia en este plano sea negativo); y dentro de este, encontramos la proposición subordinada sustantiva en función de CD (que la estancia en este plano sea negativo), dividida a su vez en sujeto (la estancia en este plano), verbo (sea) y atributo (negativo):
[(Los espíritus)Sj
(hacenV {queNx (la estancia en este plano)Sj seaV negativoAtr.}Sub.sust.-CD)Pdo]O
Y volviendo ahora a una visión general de la oración, …hacen que la estancia en este plano sea negativo, ya se puede aventurar lo que ha pasado: el atributo del verbo ser, negativo, dada la proximidad sintáctica (no hay que olvidar que es lenguaje oral) con un sustantivo masculino como es plano, ha modificado su concordancia, que prescriptivamente debería encajar con el núcleo del SN al que complementa, estancia, y ha pasado a concordar en género con el sustantivo más cercano fonética y sintácticamente (plano). La cercanía de los constituyentes oracionales parece ser, por tanto, una regla del lenguaje oral que no existe necesariamente en el escrito.
En términos generales, este fenómeno de (aparente) incoherencia sintáctico-lógica es denominado “anacoluto” por gramáticos como Leonardo Gómez Torrego. Los anacolutos son muy frecuentes en la lengua. El problema que entrañan se encuentra en que en el habla pueden aceptarse por las características esenciales de su sintaxis, pero en el lenguaje escrito revelan incongruencias o errores en la redacción y, en ocasiones, dan la sensación al receptor de que no se tienen las ideas claras.
Este artículo intenta mostrar, así, que las aparentes distorsiones sintácticas que aparecen en el lenguaje oral siempre tienen una explicación lingüística; que las normas que rigen el lenguaje escrito son distintas a las que priman en el lenguaje oral y que, como consecuencia, esto no implica que este carezca de aquellas. Se trata sencillamente de encontrarlas y aprender a definirlas. Y esto es lo que se tratará de hacer partiendo siempre de frases reales escuchadas en los medios o leídas en los libros.