El retrato de la vida nocturna puede ser el retrato de la mentalidad joven. La pasión por la noche siempre existió y seguirá existiendo.
Lo que caracteriza a un lugar es la cantidad de personas que ya han sido felices en él. El código de salidas es cada vez más global y común, pero hay tradiciones que merecen ser vividas genuinamente, sin miedos. ¡Bienvenidos al Barrio Alto!
Hay una edad para descubrir y hay descubrimientos para una edad. Y es tan maravillosa que deja de existir el ‘antes’ después de que ocurra. Es una fatalidad del mundo, un jamás de una infelicidad que lo es durante ese proceso.
Y una de las fatalidades más curiosas en Lisboa es comenzar la noche en el Barrio Alto. Son las once y simplemente… locamente… apasionadamente… inesperadamente… maravillosamente… estamos en el barrio. Para algunos será novedad, para otros es una parte del culto cotidiano.
¿Y qué es el barrio? Además de ser uno de los lugares más emblemáticos de la cultura urbana y nocturna de la capital portuguesa es un concepto propio y genuino. Ir al barrio, frecuentar sus bares, casas, tiendas, calles es necesario para que Lisboa se lo conozca de verdad; pero solamente cuando alguien se pierde en él (sea del modo que sea) se entiende de lo que hablo. Podemos «nacer de muerte, pero morimos de vida…» Aquí no se puede perder el tiempo, las oportunidades, las hipótesis de felicidad: se arriesga como se puede y se sabe.
Son las once y media y ya tenemos en la mano una copa de vino muy barata, demasiado barata; tiene un nombre humorístico y ni siquiera nos preguntamos el porqué, es una parte de esa magia. La gente exclusivamente se puede mirar. A la gente le gusta la gente… la gente del mundo: erasmus, jóvenes, sonrisas, caídas, besos y abrazos sin etiquetas o prejuicios… Es el circo urbano que todos buscaban al final del día… ¡Y la noche siempre hizo las cosas más fáciles y bellas! Hace tiempo que esperaba algo único…
Olvidemos por un poco toda la atracción de la noche. ¡Es necesario un contexto histórico para el Barrio Alto (o Bairro Alto en Portugués)! Situado en el corazón de Lisboa, cerca de la zona de turística de Chiado y Príncipe Real, se autoproclama lugar obligatorio de visita. Con una arquitectura típica, con calles rectas y sinuosas, con flores en las ventanas, es un barrio camaleónico, con vidas distintas según las horas del día. Perfecto para un ciudadano, perfecto para un bipolar social. A inicios del siglo XX aquí se concentraban las tipografías de los periódicos nacionales, y permanecieron aqui hasta los años setenta. Nada más internacional que la producción o búsqueda de noticias, y nada más regular que encontrar paseando por las tipografías artistas, escritores, políticos, estudiantes y periodistas. Aquí se reunía lo mejor, aquí se hacía oír.
Es media noche, hay estrellas en el cielo. Se oye la guitarra portuguesa, se oye fado. Qué profundo, qué fuerte… Es imposible permanecer indiferente; cuesta respirar si eres portugués. Aquí están algunas de las casas de fado de la ciudad, aquí cantó Amália, también aquí se quedó su alma. Hoy, el Fado es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad… Y aún hoy es indefinible. Es más que un sentimiento, va allá de cualquier esperanza en el tiempo, va más allá de cualquier angustia cercana… Es un estado de espíritu lleno de magia y pasión… Ocurra lo que ocurra, no deja morir su intensidad.
La comunicación, o la posibilidad de ella, gana una magna importancia.Oír historias, compartir memorias o deseos nos hace entender la razón por la que estamos aquí. Nos dejamos llevar… ni siquiera dudamos en hacerlo.
Todo es tan pintoresco y adorable que no sabemos hasta dónde vamos. Hemos empezado en un restaurante y ya vamos por el cuarto bar. No hay la tentación de para permanecer solos. Ahora estamos con las nuevas generaciones, con las nuevas culturas que llegan diariamente aquí… La calle es su amor, viven enamorados de ella. Antiguamente, eran las prostitutas que encerraban el canto de la noche y caracterizaban el aspecto burlesco lisboeta.
Desde los años noventa es innegable el aumento del número de casas recuperadas, curiosamente habitadas por estudiantes. Y el barrio no agota su alma con la vida después del horario de trabajo. Cuando amanece algunas portadas se abren de par en par: hay tiendas con ropas vintage, de música, de piercings y tatuajes y claro, también algún restaurante o teatro. Dirán que será una ansiedad vivir en una calle que jamás se calla, pero es ese mismo espíritu pintoresco que crea una felicidad inigualable.
Es un beso, es un destino, es un fado ir al barrio. Condición dura, memorable que te hace pertenecer a la identidad Portuguesa.
Bienvenido seas, pueblos de aventureros. Ya son las dos y media…