¿Qué pasa cuando un pueblo no puede olvidar? La memoria es pasado y presente, pero también es futuro.
Argentina sufrió una dictadura militar que dejo a su paso miles de muertos y desaparecidos. Sus madres, padres, hijos y amigos comenzaron a reclamar justicia, a reivindicar su memoria y luchar por los derechos humanos. A partir del 2003, esos reclamos son escuchados convirtiéndose en políticas públicas tangibles y constituyéndose como uno de los países modelo a la hora de trabajar el concepto de memoria histórica.
“La memoria despierta para herir
a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir
libre como el viento.” – Canción “La memoria” de León Gieco
Si buscamos el término memoria en cualquier diccionario este hará referencia a la capacidad o proceso de codificar, almacenar y recuperar información del pasado. Es un concepto que trabajan desde la neurociencia hasta la historia, lo que todos tienen en común es el fuerte enlace desde el pasado hacia el presente, en donde se rememoran determinados acontecimientos, personas a modo de recuerdo o algo que no debe ser olvidado. Algunos autores, como Pereiro, señalan que la memoria es una “capacidad humana universal” cargada de reinterpretaciones del pasado y este proceso está motivado por afecto, pasiones y emociones sobre lo que se recuerda, lo cual determina esa reinterpretación del pasado.
En los últimos años el concepto de memoria empezó a formar parte de cuestiones más políticas y reivindicativas. Así surge el concepto de memoria histórica, un concepto amplio, cargado de múltiples significados y reinterpretaciones del pasado, casi siempre relacionado con acontecimientos desafortunados de la historia de la humanidad. Como señala Traverso: “El esclavismo, el colonialismo, los crímenes de guerra y los genocidios invaden el espacio político y delimitan un horizonte memorial que es a la vez, indisociablemente, un horizonte político”. Hablamos entonces de la activación de la memoria política sobre los hechos de violencia y represión estatal que han ido ocupando la escena política a nivel mundial[1], y hablamos también, de la memoria como un ejercicio de reflexión y revisión de determinados hechos del pasado que influyen en la vida presente y su recuperación son esenciales para no volver a cometer los mismo errores en el futuro.
Tal vez un hecho clave fue la finalización de la Segunda Guerra Mundial en 1945, que dio lugar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 y la consecuente conmemoración a las víctimas del holocausto. La Declaración de los Derechos Humanos proporciono un marco jurídico que buscaba dar respuestas a las injusticias que se produjeron durante la guerra y a la misma vez marco una tendencia que busca evitar la repetición de estos hechos históricos.
En este contexto debemos señalar que el concepto de memoria histórica es un concepto reciente, tal vez nacido de las entrañas de las consecuencias del holocausto de la Segunda Guerra Mundial, cuando en los años 80 se dispararon multitud de conmemoraciones a las víctimas de este exterminio. Surge en el mundo occidental movimientos memorialistas relacionados directamente con memorias colectivas de grupos en conflicto[2] y que es una tendencia general propia de la modernidad, referida a las crisis o procesos de transmisión que sufren algunos países o colectivos[3], la mayoría de las veces en pueblos que poseen jóvenes democracias y tienen un carácter político, es decir, es la memoria de las grandes colectividades que han sufrido los regímenes totalitarios del siglo XX[4]. Pero no solo esto, sino que estas democracias jóvenes o colectivos se amparan en el uso de la memoria, como un recurso que los respalda en el ámbito de la justicia.
“La memoria y el olvido, la conmemoración y el recuerdo, se tornan cruciales cuando se vinculan a acontecimientos traumáticos de carácter político y a situaciones de represión y aniquilación, o cuando se trata de profundas catástrofes sociales y situaciones de sufrimiento colectivo”.[5]
Esa tendencia a la construcción o recuperación de la memoria histórica no es solo una manera de recordar y conmemorar a sus víctimas, sino que también constituye un reclamo social y de justicia. Como señala Vinyes:
“…recuperar la memoria histórica no es otra cosa que una metáfora social que expresa un desacuerdo moral, una insurrección ética ante este modelo de impunidad y sus consecuencias…”
Bandera con retratos de los desaparecidos. Día de la memoria de 2011, por Banfield
Claramente esto fue lo que paso en Argentina, la recuperación de su memoria histórica relacionada con los hechos que se produjeron durante su último gobierno de facto, desató multitud de movimientos internos de pequeños colectivos que sufrieron las consecuencias directas de este terrorismo de estado. Estos colectivos, bajo el régimen del miedo, no dudaron en hacerse escuchar y reclamar justicia ante esas situaciones de impunidad.
Ahora bien, contextualicemos históricamente lo que estaba pasando para ese entonces. La revolución cubana se declara socialista en plena Guerra Fría, esto alarmo notablemente al gobierno de Estados Unidos y a todos los políticos y militares sudamericanos que simpatizaban con sus políticas. Inevitablemente la revolución cubana despertó una llama de esperanza para todos los pueblos latinoamericanos, que bajo la implantación de las políticas neoliberales, auspiciadas por EEUU, solo habían vivido bajo la pobreza y miseria disfrazada de progreso.
Así fue como comenzaron a surgir varios focos de resistencia en todo el continente a la misma vez que acrecentar la paranoia de los militares anticomunistas, influenciados por las ideas de la Guerra Fría, quienes no veían con buenos ojos las ideas socialistas. En especial, los militares argentinos tenían miedo de que esa revolución fuese contagiosa. Fue así que se comienza a dar muerte y persecución a todos aquellos ciudadanos de los que se sospechaba que se alineaba con estas ideas. Un claro ejemplo de esto es la aparición en escena de la famosa Triple A, alianza anticomunista argentina, que se constituyo como un grupo paramilitar que tenía como objetivo dar caza y muerte a estos ciudadanos.
No es casualidad que a partir de mitad del siglo XX, en toda Sudamérica, se sucedieran a lo largo del continente varias intervenciones militares de facto, enmascaradas bajo el alias de “Seguridad Nacional”. Esta doctrina nació en el seno del Consejo de Estado de los Estados Unidos, la cual junto con la complicidad de las fuerzas armadas de cada país, se propuso combatir toda idea que no estuviera alineada bajo sus pretensiones neoliberalistas.
Así fue como cada país se convirtió en una zona liberada, en una cacería clandestina de “socialistas y comunistas” y la ausencia total de justicia. En resumen, el fin justificaba los medios.
Pero la cosa fue a más, la situación se torno aun más compleja y rebuscada. Así fue como el 24 de marzo de 1976 el Estado argentino sufrió un golpe militar dando lugar a uno de los periodos más oscuros de la historia del país. Esa lucha contra el comunismo se la conoció como “proceso de reorganización nacional”, un proceso caracterizado por la violencia militar extrema y el terrorismo de estado. La implantación de este programa, que buscaba el “orden interno” del país, se llevo a cabo bajo un coste muy alto y no se reparo en hacer lo que fuera necesario para aplacar la resistencia: secuestros, violaciones, torturas, robo de bebes, es decir la absoluta violación de los derechos humanos amparada por la cúpula política y militar.
La maquinaria del terror fue aun más macabra, dando lugar al concepto de “desaparecido”, una manera de matar sin dejar evidencias y con un gran vacío legal, ya que al no encontrar los cuerpos ni rastro alguno nadie podía acusar a los militares de crimen alguno. Como es bien conocida la declaración de Videla en donde hace referencia a este concepto, este señala:
“No está vivo ni está muerto, está desaparecido”
Así, se sucedió un período brutal enmarcado en la ausencia total de justicia, la muerte clandestina, el miedo y la persecución política a cualquier coste.
Este período nefasto trascurrió entre 1976 a 1983, durante este tiempo, a pesar del terror, la represión y el estado de sitio del país, fueron surgiendo pequeños grupos que comenzaron a reclamar justicia y la aparición de esos desaparecidos, como lo fueron las familias de estos, sus madres evocaban su recuerdo y reclamaban la aparición de sus seres queridos. De a poco, pequeños colectivos de la sociedad, muy tímidamente comienzan a constituirse como asociaciones que luchan en búsqueda de respuestas frente a estos horribles acontecimientos, es tal el caso de las Madres de Plaza de Mayo.
Este colectivo no lo tuvo fácil desde un principio, ellas también fueron víctimas de la persecución, la violencia militar, la desaparición y hasta la muerte. Aun así, no se dieron por vencidas y continuaron evocando a la memoria que algo no estaba bien, señalando la ausencia de sus hijos y reclamando justicia. Este y otros colectivos comenzaron a crecer y ganar visibilidad en el país, sus reclamos se hacían cada vez más fuertes bajo el lema de memoria, verdad y justicia.
En 1983 se establecer un gobierno democrático en el país, bajo la presidencia de Alfonsín, dejando a su paso un malestar generalizado en la población, dudas, preguntas y una necesidad imperante de búsqueda de justicia y verdad. En ese periodo se realizo el juicio a las juntas militares en donde solo se condeno a dos de los militares represores a cadena perpetua, el resto recibieron penas bajas o fueron absueltos. Se aprobaron las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida las cuales prescribieron todos los crímenes que se realizaron durante el periodo de la dictadura. Evidentemente esto no fue bien recibido por los organismos que buscaban justicia y hacer valer los derechos humanos que se habían corrompido durante este periodo. Se sucedieron gobiernos que obviaron totalmente el reclamo popular de los colectivos que desde 1976 reivindicaban un ejercicio de memoria y no estaban de acuerdo con la idea de olvidar lo que había sucedido.
Acto de descuelgue de cuadros de los represores en 2004, por Presidency of Argentina
Fue a partir del gobierno de Néstor Kirchner cuando las reivindicaciones fueron escuchadas por los organismos políticos estatales y las ideas de memoria, verdad y justicia comenzaron a cobrar vida a través de políticas públicas. Se anularon las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida, se retomaron los juicios a los represores y asesinos y se juzgo al terrorismo de estado. El 2 de agosto el Congreso Nacional declara el 24 de marzo como el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia con el fin de conmemorar a las víctimas de la dictadura militar argentina, convirtiéndose en un acto que representa simbólicamente todos esos años de lucha y reivindicación de la memoria colectiva de un pueblo.
Hasta el día de hoy esas asociaciones continúan con una gran activismo, recuperando documentación, devolviendo la identidad a los bebes robados, recuperación de restos humanos, apoyando a otros colectivos que se encuentran en el camino de la reconstrucción de la memoria y reclamando por los derechos humanos.
Transcurrieron varios años de lucha y búsqueda de justicia. Estas asociaciones fueron creciendo dentro del ámbito popular y colectivo haciéndose ver y escuchar, reclamando a los nuevos gobiernos democráticos justicia. Tuvieron que pasar varios años para que el Estado argentino considerara resolver este malestar popular. Hasta que en 2003 esta búsqueda de justicia se transforma en políticas públicas. El concepto de recuerdo y memoria surge a través de la reivindicación del pueblo, recordar para no olvidar lo que paso, recordar para que no se vuelta a repetir, estas ideas se fueron macerando y creciendo a lo largo de muchos años en la Argentina, hasta la aparición de un gobierno con buena voluntad que supo interpretar ese reclamo y transformarlo en políticas públicas concretas y tangibles.
Las madres, por Beatrice Murch
La recuperación y construcción de la memoria histórica en Argentina sigue siendo un proceso dinámico, un elemento de crítica social y de reflexión. Una revisión del pasado que se resignifica en el presente con una gran carga simbólica “en la medida en que contribuye a producir sujetos, relaciones e imaginarios sociales; y es ese poder el que la convierte en potencial fuente de resistencias, inestabilidades y transformaciones” [6].
Evidentemente la decisión de recuperar la memoria, la verdad y dar justicia a estos colectivos mediante políticas públicas implicó un posicionamiento político anclado en la resignificación del pasado con una mirada crítica del presente, se constituyó como una herramienta de lucha política, que ha su vez, se convierte en una garantía de la no repetición de hechos históricos lamentables.
Continuar leyendo la segunda parte…
Imagen de portada: 2ª Marcha de la resistencia -Madres de Plaza de Mayo-, 1982
Para saber más…
- Huyssen, Andreas. «Resistencia a la Memoria: los usos y abusos del olvido público». XXVII Congreso Brasileño de Ciencias de la Comunicación. INTERCOM. Porto Alegre, Brasil, 2004.
- Jelin, Elizabeth. “Los derechos humanos y la memoria de la violencia política y la represión: la construcción de un campo nuevo en las ciencias sociales”. Cuaderno No. 2 del Instituto de Desarrollo Económico Social. Buenos Aires, IDES, 2003.
- Klein, Marina. “Argentina: 38º aniversario del golpe de estado de 1976”. Publicado el 24 de marzo de 2014 en Mito | Revista Cultural, nº.7.
- Pereiro, Xerardo. «Apuntes de antropología y memoria». El Filandar, 2004
- Piper, Isabel. «Investigación y acción política en prácticas de memoria colectiva». Barcelona, RBA temas de actualidad, 2009.
- Porras, Gabriela. “Del pasado-presente silenciado al presente-futuro de voces múltiples
- Los procesos de construcción de memoria(s) en Argentina como ámbito de una gestión cultural comprometida”. Trabajo de tesis, UV, 2013.
- Traverso, Enzo. «De la memoria y su uso crítico», Puentes. La Plata, Comisión Provincial por la Memoria, 2008.
- Todorov, Tzvetan. “Los abusos de la memoria”. Colección Asterisco. Barcelona, Paidós, 2000.
- Vinyes, Ricard. “El Estado y la memoria. Gobiernos y ciudadanos frente a los traumas de la historia”. Barcelona, RBA temas de actualidad, 2009.
[1] Porras, Gabriela. “Del pasado-presente silenciado al presente-futuro de voces múltiples Los procesos de construcción de memoria(s) en Argentina como ámbito de una gestión cultural comprometida”. Trabajo de tesis, UV, 2013.
[2] Jelin, Elizabeth. “Los derechos humanos y la memoria de la violencia política y la represión: la construcción de un campo nuevo en las ciencias sociales”. Cuaderno No. 2 del Instituto de Desarrollo Económico Social. Buenos Aires, IDES, 2003.
[3] Traverso, Enzo. «De la memoria y su uso crítico», Puentes. La Plata, Comisión Provincial por la Memoria, 2008.
[4] Todorov, Tzvetan. “Los abusos de la memoria”. Colección Asterisco. Barcelona, Paidós, 2000.
[5] Huyssen, Andreas. «Resistencia a la Memoria: los usos y abusos del olvido público». XXVII Congreso Brasileño de Ciencias de la Comunicación. INTERCOM. Porto Alegre, Brasil, 2004.
[6] Piper, Isabel. «Investigación y acción política en prácticas de memoria colectiva». Barcelona, RBA temas de actualidad, 2009.
¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO? https://revistamito.com/memoria-historica-el-caso-argentino/ : «Memoria Histórica: el caso argentino (I)». Publicado el 24 de mayo de 2015 en Mito | Revista Cultural, nº.21 – URL: |
2 Comentarios
Argentina por que ? El pais ha sufrido mucho mas
Republica Argentina ,Mi pais te extraño , y me dueles hoy como en momentos , cotidianos al recordarte,Confrontacion sangrienta entre hijos ,que pudieron dirimir las urnas con la culta armonia no con crueldad de sables ensangrentados y explosiones con metrallas.-