Madres de Plaza de Mayo: una historia que motiva.
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La recuperación de la memoria histórica en Argentina fue un proceso que comenzó desde abajo. Como un palo que mueve el avispero, en plena época de miedo y persecución, fueron las mismas madres de los desaparecidos y presos políticos quienes comenzaron a reclamar justicia. Hoy recorriendo la historia de este movimiento social podemos afirmar que estas madres son un claro ejemplo de motivación para otros colectivos que buscan verdad, memoria y justicia frente a crímenes de lesa humanidad.
¿Qué es lo que nos motiva? ¿Qué es lo que nos moviliza frente a situaciones de injusticia? ¿Qué es lo que nos hace avanzar a pesar del miedo y la violencia que puedan ejercer sobre nosotros?
Todos los días vemos y oímos sobre madres que diariamente hacen lo imposible por sus hijos o su familia, contra viento y marea. Nos preguntamos qué es lo que motiva a estas mujeres a sacar sus garras y defender su manada, cuasi como un instinto animal, o más bien maternal. Podemos considerar que para una madre no hay mayor factor de motivación que defender a sus hijos frente a situaciones injustas o violentas. Tal vez, es tan fuerte ese lazo entre nuestros seres queridos que ciegamente nos impulsa a hacer lo imposible.
Así fue, y es, el caso de las Madres de Plaza de Mayo. Estas madres constituyen un claro ejemplo de motivación para el mundo entero, no sólo como madres luchando por sus hijos, sino también como un colectivo que, a pesar de sufrir múltiples circunstancias desafortunadas, nunca bajo los brazos. Para poder entenderlo, los invitamos a hacer un recorrido sobre la historia de este movimiento y a entender cuáles fueron las razones que movilizaron a estas madres.
Para ponernos en contexto histórico debemos saber cuál era la situación social y política en Argentina para 1976. El 24 de marzo de 1976 el Estado argentino sufre un golpe militar, dando lugar a uno de los periodos más oscuros de la historia del país: secuestros, violaciones, torturas, robo de bebes, es decir la absoluta violación de los derechos humanos amparada por la cúpula política y militar. Este período nefasto trascurrió entre 1976 a 1983, durante este tiempo, a pesar del terror, la represión y el estado de sitio del país, surgió un pequeño grupo de mujeres que comenzó a reclamar justicia y la aparición de sus hijos desaparecidos. Ante la desaparición de sus hijos muchas familias se movilizaron en búsqueda de respuestas, querían saber donde estaban sus familiares. Así lo relata una nota de la organización “lavaca” [1]:
“Muchas madres y padres salieron a buscar a sus hijos. Salieron de sus casas, salieron del útero de su rutina habitual a enfrentar al aparato represivo más imponente de la historia del país. Llevaban impresas en la piel la desesperación y el amor, y de allí les nació el coraje. Recorrieron hospitales, caminaron juzgados, se atrevieron a ir a comisarías y cuarteles. Buscaron a las morgues. Nadie sabía nada. La ley del silencio.
Cada día era la esperanza de una noticia. Cada noche era la frustración del silencio. Los padres varones, de a poco, volvieron a sus trabajos.
La mayoría de las madres eran amas de casa: tenían intacto el tiempo y la sensación de que no había otra cosa que hacer que dedicar cada hora, cada minuto y cada segundo de vida a la búsqueda. Estaban solas, moviéndose, preguntando inútilmente, aturdidas por tanto silencio. De a poco, empezaron a cruzarse por los mismos laberintos, a reconocerse y a descubrir que había otras que compartían esa especie de señal que cada una llevaba como un código secreto en la mirada: la desesperación y la incertidumbre.
Ese fue un primer triunfo contra el aislamiento. Comenzaron a encontrarse, reunirse, acompañarse. Estar juntas fue el modo de escaparle al terror de estar solas. Pero fue mucho más que eso.
Un día, esas mujeres se descubrieron a sí mismas en una iglesia militar, donde un cura psicópata les recomendaba santa paciencia y las confundía con rumores, insinuaciones y desinformaciones. Intuición femenina: les estaban mintiendo sistemáticamente, nadie hacía nada por salvar a sus hijos.
Una de esas mujeres dijo: Basta. Y dijo: tenemos que ir a la Plaza de Mayo, tenemos que hacer ver y oír lo que nos pasa. Era una mujer con nombre de flor. Y ese grupo de mujeres decidió que Azucena Villaflor tenía razón: su lugar sería la Plaza de Mayo.
La plaza sería el territorio de estas madres.
No tenían oficina, pero habían encontrado un lugar espacioso, aireado, iluminado y muy céntrico.
No tenían sillones mullidos, pero había bancos de plaza. No había escritorios, pero tenían las faldas para apoyar allí las carpetas, expedientes, cuadernos o que hiciera falta.
No tenían alfombras, sólo baldosas y unas palomas revoloteando. No tenían recepción, pero podían verse de lejos mientras iban llegando. No tenían teléfonos, pero se pasaban papelitos con mensajes, informes, o futuros puntos de encuentro. Ocultaban esos mensajes en ovillos de lana, por si la policía o los militares se les cruzaban en el camino.
No querían que las descubrieran. Ya que tenían los ovillos, llevaban agujas y tejían en la plaza, mientras iban pasándose información, inventando qué hacer, cómo buscar, cómo evitar la impotencia de no hacer nada. Penélope tejía esperando el regreso de su marido. Ellas tejían juntas las acciones para buscar a sus hijos y denunciar lo que estaba pasando.
La primera vez fue el sábado 30 de abril de 1977. Eran sólo 14 en la Plaza de Mayo. Como no había casi nadie, decidieron volver el viernes siguiente. Después, una de las madres avisó, como atajándose de los malos augurios: “Viernes es día de brujas”. A la semana siguiente empezaron a encontrarse los jueves, el día que nunca más abandonarían, para escaparles a las brujas.”
Documental “Madres de Plaza de Mayo. La historia” Capítulo 1, Canal Encuentro. Ministerio de Educación del Estado Argentino.
Poco a poco se fueron encontrando en la plaza y cada jueves iban creciendo en número. Como era de esperarse semejante congregación de mujeres en la plaza alerto a la policía. Bajo el pretexto del estado de sitio se les ordeno que “¡circulen!”. Así lo relata María del Rosario de Cerrutti, [2] una de las madres:
“…entonces mandaba la policía: ¡Circulen, circulen! Que hay estado de sitio y no se pueden hacer reuniones. Ellos nos empujaron a caminar…”
Así fue como aparecieron las primeras rondas: un grupo de mujeres camina en silencio formando un círculo cerrado alrededor de la pirámide de Plaza de Mayo. El motivo de este reclamo fue la demanda del paradero de sus hijos desaparecidos durante la dictadura cívico-militar en Argentina.
Ahora bien, la cosa no solo se queda aquí, como es de esperarse frente a estos tipos de gobiernos el nivel de represión es muy alto. Frente al asecho constante de la policía, este grupo de mujeres desarrollo una estrategia de protesta llena de ingenio e inventiva, con el objetivo de ganar tiempo y así estar unos minutos más en la plaza: si a una le pedían el DNI, todas se los entregaban; si se llevaban presa a una, todas se iban con ella a la comisaría; si les largaban los perros iban preparabas con rollos de periódico para sacárselos de encima; llevaban botellas de agua con bicarbonato por sí las dispersaban con gases lacrimógenos.
En octubre de 1977, se presentan por primera vez como un grupo consolidado sumándose a la peregrinación de Lujan en búsqueda de aumentar la visibilización de su reclamo. Esta peregrinación congregaba a multitudes todos los años, era el momento perfecto para hacerse ver y escuchar. El problema que tenían las madres era como encontrarse entre la multitud, fue entonces cuando una de las madres propuso ponerse un pañal como pañuelo en la cabeza, a modo de representación por cada hijo que estaban buscando. Es aquí en donde nace uno de los símbolos más fuertes de este movimiento social.
Ronda 1981. Archivo Asociación Madres de Plaza de Mayo (izq.) y (der.) Madres protestando en la puerta de la Casa Rosada en 1987 contra las «Leyes de Perdón». Foto: Asociación Madres de Plaza de Mayo.
Así comenzó una actividad vertiginosa para las madres, siempre haciendo, reuniéndose y participando en otras manifestaciones con sus pañuelos en la cabeza. Fue tal la revolución que causó exigir por el paradero de sus hijos, que su reclamo se considero delito, en consecuencia los militares decidieron infiltrarse dentro del grupo. En diciembre de 1977 un oficial de la marina se hizo pasar por un familiar de un desaparecido para obtener información sobre las madres. Como consecuencia 3 de las madres, dos mojas francesas y otros familiares fueron secuestrados y hasta el día de hoy siguen desaparecidos. La desaparición de estas personas tenía como objetivo frenar la publicación de una solicitud en la prensa nacional, en la cual se exigía saber el paradero de sus hijos. Ante esta situación terrible, el miedo y la incertidumbre paralizaron a las madres, ahora no solo tenían que buscar a sus hijos sino también a sus compañeras. Fue un golpe duro para este grupo, volver a reclamar a la plaza suponía un riesgo para sus vidas, aun así decidieron presentarse al jueves siguiente, con la clara convicción de que si no hacían su ronda habitual seria una batalla perdida. Ese jueves cuando llegaron a la plaza había un gran despliegue policial esperándolas, ellas sabían que ante ese hecho las autoridades las estaba tratando como criminales y que la presencia policial era una forma de asustarlas. En un acto de desafío subieron a la plaza, con la característica testarudez propia de una madre no se dejaron interpelar por este hecho y volvieron a la plaza.
Sabiendo ante quien se enfrentaban tuvieron que cambiar sus estrategias de encuentro: cambiaban los lugares de reunión, no todos los jueves iban a la plaza o cambiaban el horario de la ronda para disuadir el control que estaban ejerciendo sobre ellas.
Para 1978 la situación seguía igual, la Junta Militar con la intención de ganar adeptos y perpetuarse en el poder, se aferra a la realización del mundial de futbol. Ellas fueron las únicas que denunciaron que ese evento solo servía como tapadera. Increíblemente la ceremonia inaugural se realizó un jueves, pero para sorpresa de las madres, ese día las estaban esperando en la plaza un gran número de periodistas internacionales. Este fue un gran paso, tuvieron la posibilidad de difundir a nivel mundial el acoso de la dictadura. Siguiendo este impulso comenzaron a buscar ayuda fuera del país.
La junta experimentó la repercusión internacional de las madres cuando recibieron la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Este fue uno de los logros más importantes de las madres, el gobierno se da cuenta de la importancia que viene cobrando esta protesta la cual vienen subestimando desde hace tiempo. Ellas se van convirtiendo poco a poco en centro de atención política y un obstáculo para la dictadura. Días después de esta visita, la Plaza de Mayo amaneció cercada y se les prohibió la entrada. Como respuesta a esto comenzaron a realizar sus rondas en otras plazas de la cuidad.
Ante el acoso constante de las autoridades, en 1979, deciden fundar la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, con el único fin de salvaguardar las bases de su movimiento frente al convencimiento de que en cualquier momento podían ser aniquiladas y que todo aquello que habían hecho podía quedar en el más absoluto olvido. Recién en 1980, gracias al apoyo de organizaciones internacionales las madres pudieron tener una oficina.
Con la fundación de esta asociación la actividad de las madres se acrecienta, no solo están presentes en las plazas, ahora están presentes en la prensa, apoyando a otros colectivos en sus denuncias e investigando por cuenta propia el paradero de sus hijos.
En 1980 deciden volver definitivamente a Plaza de Mayo, otra vez las está esperando la policía con sus armas gatilladas, a pesar de esto, tomaron coraje y subieron a la plaza para nunca más abandonarla. Hacia 1981, el gobierno de facto cambia su estrategia, pasando de la negación del conflicto a la aceptación del mismo emitiendo un comunicado en donde se daban por muertos todos los desaparecidos. Las madres quedaron anonadadas frente a semejante declaración, en contraposición organizaron las marchas de la resistencia, las cuales consistían en hacer la ronda durante 24 hs. Esta fue una manera de oponerse a lo dictaminado por el gobierno de facto y exigieron justicia por las muertes y castigo a los culpables bajo el lema “aparición con vida”. Estas marchas se convirtieron en un cuestionamiento político constante y animaron a las madres a ampliar su protesta. Poco a poco fueron ganando el apoyo de muchos sectores de la población que se les unieron y a las rondas se les sumaron otros actos reivindicativos: toma de iglesias, ayunos y editaron boletines.
Ronda de las madres bajo una intensa lluvia, 1983. Fotógrafo Roberto Amigo. (izq) y (der.) Marcha por la vida 2 de octubre de 1982. Fotógrafo: Eduardo Longoni.
Se sucedió la guerra de las Malvinas, las madres la repudiaron y la calificaron como una herramienta propagandística de la Junta Militar, si las Malvinas eran argentinas, los desaparecidos también.
En 1983 se anuncian las elecciones democráticas y se reactivaron los partidos políticos. Las madres actúan como un agente de presión ante el posible acuerdo entre la Junta Militar y los políticos. Antes de que asuma el nuevo presidente, la Junta remite el Informe Final, un acta institucional que daba por cerrado el tema de los desaparecidos y evitaba toda investigación futura sobre las violaciones de los Derechos Humanos. En esta acta, los militares asumían la responsabilidad histórica por todas las acciones represivas por las fuerzas de seguridad y se declaraban muertos todos los desparecidos. Esta situación de total impunidad fue rechazada rotundamente por las madres, quienes reclamaban justicia, no olvido. La última ronda antes de las elecciones duró mucho tiempo y acudió una multitud, la caminata terminó a las puertas del Congreso.
Con la vuelta de la democracia en 1983 se recupero la esperanza de poder recuperar a sus hijos. Con la asunción de Alfonsín a la presidencia, se derogo la Ley de Amnistía y se sometió a juicio a los principales cabecillas y se formo la CONADEP, la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas. Esto no dejo conformes a las madres, ellas solo lo consideraban un lavado de cara, los verdaderos asesinos aun seguían en la calle. Sus protestas en la plaza se hicieron cada vez más fuertes: tomaron la Casa Rosada, comenzaron a intervenir la plaza, realizaron la marcha de las siluetas, la marcha de los pañuelos, entre otras. En 1986 en el vigésimo aniversario del golpe, la ronda de las madres tuvo un apoyo masivo.
Las manifestaciones aumentaron cuando Menem fue elegido y en plena democracia perpetuo la miseria organizada e indultó a los militares cabecillas. Las madres se dedicaron a ir casa por casa de estos militares a realizar escraches. La situación de pobreza y crisis económica que rondaba ya por la década de los 90, comenzó a nuclear a otros colectivos y movimientos políticos en sus marchas de la resistencia.
La crisis interna del país fue aumentando, con la presidencia de De La Rua hubo más de lo mismo. Fueron las madres las que encabezaron en Plaza de Mayo las famosas protestas auto- convocadas de diciembre de 2001 y fueron víctimas de una represión brutal. La situación no se sostuvo y De La Rua renuncia a la presidencia, le sucedieron varios presidentes provisionales.
A pesar de la realización de los juicios a las juntas militares la impunidad fue factor común en todos los gobiernos democráticos que se sucedieron. Las madres amplificaron los formatos de la protesta. Poco a poco fueron ganando más visibilidad y comenzaron a recibir el apoyo de otros colectivos que se fueron despertando del retardo represivo de la dictadura.
A la vuelta de la democracia las protestas eran el único punto de referencia que tenían otros colectivos sociales los cuales se acoplaron a sus reclamos y ellas apoyaron los reclamos de esos colectivos. A lo largo de los años construyeron un territorio para que sea el espacio de todos: la plaza es de las madres y de quienes estén a favor de la lucha y el amor por una vida mejor.
En 2003 asume la presidencia Néstor Kirchner. A partir de aquí se produce un viraje político, se anulan las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida, se reabren las investigaciones y se comienzan a realizar los juicios, bajo la premisa de que el último gobierno dictatorial cometió crímenes de lesa humanidad y que la revisión de esos crímenes es esencial, ya que sin justicia no hay democracia. Bajo la mirada atenta de las madres se impulsaron políticas públicas de recuperación de la memoria histórica y su asociación fue clave para dar comienzo a este proceso.
Llegado a este punto, las madres luego de varios años de lucha proponen el levantamiento de las rondas. La inactividad de las rondas duró muy poco tiempo, las madres retomaron nuevamente la marcha todos los jueves, acompañadas y acompañando a otros colectivos sociales que utilizan las rondas como forma de protesta ante variados reclamos, casi todos relacionados con la dignidad, la búsqueda de justicia, contra la pobreza y la defensa de los Derechos Humanos, en donde además de realizar la ronda se interviene el espacio, se realizan charlas y hasta se han convertido en un espacio de intercambio en donde acuden multitud de agrupaciones políticas y educativas.
A pesar de este viraje político y luego de conseguir que sus reclamos fueran escuchados, las madres no abandonaron su lucha. Luego de tantos años las madres, ya algunas con una avanzada edad, no se dieron por vencidas, dando el ejemplo a las futuras generaciones en Argentina y a otros colectivos que reclaman por crímenes de lesa humanidad. El mismo motivo que las movilizó a llevar su reclamo a la escena pública y política, las sigue motivando hasta hoy en día. Estas madres tenían algo en común, todas buscan a sus hijos, motivadas por la incertidumbre y la desesperación. Entendieron que, bajo el mismo objetivo, era mejor emprender esa búsqueda todas juntas, dándose fuerza y acompañándose. La idea de congregarse y formar un grupo homogéneo con un objetivo común, es decir, el paso de la acción individual a la acción colectiva trasladando el reclamo del ámbito privado al ámbito público, fue el primer paso para constituirse como un movimiento social bajo un factor motivacional común; y ese motivo fue tan fuerte a tal punto que pusieron en peligro sus vidas.
Portada: Ni olvido, ni perdón | Carlos Reusser Monsalvez
Para saber más:
- IRAMAIN, L. y NIELSEN, G. Entrevista a la Presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. En el diario Página Digital del 12 de febrero de 2002.
- ORGANIZACIÓN LAVACA. La historia de las madres de Plaza de Mayo: erase una vez catorce mujeres. Sección notas 30/4/2007.
- QUIROGA, J., Fragmento del Prólogo “Historia de las Madres de Plaza de Mayo”.
- ORTIZ CUCHIVAGUE, K. (2012), “Las Madres de la Plaza de Mayo y su legado por la defensa de los derechos humanos”. Trabajadora Social, Universidad Nacional de Colombia, Colombia. Dialnet. En:
- ORTIZ CUCHIVAGUE, KAREN. Las Madres de la Plaza de Mayo y su legado por la defensa de los derechos humanos.
- Página oficial de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
[1] Fragmento de la nota La historia de las madres de Plaza de Mayo: erase una vez catorce mujeres. Organización Lavaca. 2007.
[2] En el documental Madres de Plaza de Mayo: La historia. Canal Encuentro, Ministerio de Educación del Estado Argentino.
¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO? https://revistamito.com/memoria-historica-el-caso-argentino-ii/ : «Memoria Histórica: el caso argentino (II)». Publicado el 10 de noviembre de 2015 en Mito | Revista Cultural, nº.27 – URL: |
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