La exposición Fashion Art está formada por vestidos diseñados por el modisto Manuel Fernández en los que más de 200 artistas han plasmado su obra. La idea nació en 1998 y el proyecto se plasmó en una primera exposición en 2003. Desde entonces no ha dejado de crecer, pues en cada parada por ciudades de todo el mundo ha surgido la oportunidad de sumar una nueva firma. Concretamente, en Benidorm estará hasta el 28 de febrero: veinte piezas se exhibirán en el Espai d’Art del Ayuntamiento y otras veinte se repartirán por una docena de hoteles. Esta ocasión, además, será la primera en que las obras se muestren acompañadas de sombreros hechos por Tolentino Haute. Asimismo, dos vestidos fueron expuestos en el stan que la localidad alicantina tuvo en Fitur con vistas a promover su faceta cultural.
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PREGUNTA.: Nueva York, Buenos Aires, Miami y un larguísimo etcétera. Ahora, es el turno de Benidorm. ¿Qué significa llevar tu proyecto estrella a la ciudad que te ha visto crecer?
RESPUESTA.: Lo he hecho por eso mismo. Es la ciudad en la que me he criado como persona y, de alguna manera, también como diseñador. Me hacía mucha ilusión estar en mi pueblo y compartir con mis vecinos todo lo que he estado haciendo durante estos años.
P.: Actualmente, dicha localidad alicantina está desarrollando una campaña por renovar su imagen. ¿Crees que el sello turístico de ‘sol y playa’ vigente hasta el momento ha eclipsado el arte que allí existe?
R.: Que las ciudades turísticas no tengan atractivos culturales no es un problema sólo de Benidorm, sino que sucede a nivel global. Pero también es una realidad que empieza a haberlos en ellas. Por ejemplo, estuve con Fashion Art en Cartagena de Indias (Colombia). No llegó a ser una invasión, pero sí que llegamos a hacer un recorrido por los mejores restaurantes, donde se creaba un ambiente como muy ad hoc para la exposición. ¡Fue un exitazo! Debería ser igual en Benidorm, que ahora está muy por la labor de crear diferentes eventos alrededor de la cultura. Porque después de un bañito en la playa también viene bien dar un paseo y ver algo de arte, ¿no? (risas).
P.: Esta parada en España coincide con el trigésimo aniversario de tu debut en las pasarelas. ¿Cuál es la mayor lección que has aprendido en todo este tiempo?
R.: Uf… Aquí se aprende todos los días algo nuevo, tanto en el mundo de la moda como en el del arte; sobre todo gracias a esta nueva fusión que he creado, que es una manera de ser diferente con la que me siento muy cómodo. Es muy difícil hacerse un hueco. Yo lo tenía más o menos, pero me di cuenta de que me empezaba a aburrir esa lucha tan voraz de la pasarela de Nueva York. Entonces, este proyecto era una especie de hobby, porque coleccionada trajes intervenidos por artistas. Sin embargo, la primera exposición en Buenos Aires tuvo tanto éxito que me dije ‘creo que he encontrado el camino’, así que me decanté por esta fusión, dejando un poco la pasarela por los museos.
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P.: ¿Hasta qué punto esos desfiles representaban al arte de la moda al que te refieres?
R.: El arte de la moda está siempre en los desfiles, por supuesto. Luego, cuando bajas de la pasarela, sí que se integra todo en una colección con una parte más comercial. Pero siempre existe un punto de arte en todas las pasarelas y en todas las colecciones. Es necesario, además, para ser distinto o para crear ese hueco que antes comentaba en este sector.
P.: Si damos un paseo rápido desde la década de los años ochenta, cuando empezaste, hasta ahora; ¿qué echas de menos?
R.: La juventud que tenía entonces (risas). No la he perdido del todo, por lo menos en mi cabeza, pero sí la inocencia acerca de este mundo, que es mucho más duro de lo que parece. Y destacaría que lo mejor que ha sucedido desde los ochenta ha sido la globalización de la moda. En aquel tiempo era un lujo y ahora es algo que está en la calle, que todo el mundo vive a su manera y que es más asequible.
P.: Volviendo a la exposición de Fashion Art, ¿qué protocolo sigues cada vez que un nuevo artista pasa a formar parte de la colección?
R.: Estudio a los artistas destacados en cada ciudad y les invito a participar. Siempre busco a quienes creo que pueden encajar en, digamos, ‘mi mundo’ y que puedan aportar cosas diferentes a lo que ya tengo. Lo que hago es como una curación, pero no tengo un patrón fijo, sino que es más una cuestión de instinto. Cuando aceptan, creo un diseño para ellos y se lo envío en blanco casi confeccionado como un vestido-lienzo. Ellos intervienen, me lo devuelven y yo lo acabo. Así procedo habitualmente pero, por ejemplo, acabamos de hacer una exposición para el Parlamento Europeo en Bruselas con artistas de los 28 países miembro. Viajar a todos ellos me ha sido imposible, así que he confiado en Internet y en las embajadas para ello. Eso sí, más tarde los conocí en la inauguración. Ha sido una experiencia muy bonita.
P.: ¿Qué descubren los visitantes de Fashion Art, los cuales ya se cuentan en más de tres millones?
R.: Diría que descubren siempre algo nuevo. Yo no me canso nunca de ver la exposición y a mucha gente le sucede lo mismo. De hecho, me gusta hablar con los vigilantes del museo para saber qué opina el público o leer el libro de visitas y todo son comentarios buenísimos. Los visitantes afirman que les sorprende, que la disfrutan y también que les inspira. Fashion Art actúa como un motor que genera ideas.
P.: Por otra parte, Fashion Art ha dado lugar a otro proyecto, que es una fundación para formar en moda a personas con pocos recursos. ¿En qué momento se encuentra esta institución?
R.: Actualmente estamos trabajando para crear el Fashion Art Institute. La idea es tener, por lo menos, uno en España y otro en Panamá. Se trata de una especie de exposición permanente, aunque las piezas las iríamos renovando. Porque, ¿para qué hacer un museo que sea siempre igual? Y, además, queremos incluir talleres de formación dentro del mundo del arte y de la moda para unir esas disciplinas en un mismo espacio.
P.: ¿Dirías que la percepción que tiene la sociedad sobre la moda es acertada o que dista de la realidad de los profesionales implicados?
R.: Creo que sí, que es bastante acertada, por lo menos en lo referente a los diseñadores españoles que somos pequeñitos. Quizá, no tanto sobre la gran industria de la moda, porque sus procesos de fabricación se nos escapan.
P.: ¿Barajas la posibilidad de que esta interacción entre artes plásticas y diseño de moda llegue a ser comercial?
R.: (Risas) En principio, no. Todas las piezas son trajes únicos de museo y esa magia no quiero que se pierda. Siempre queda la posibilidad de crear algo paralelo a lo que es Fashion Art. Ahora, justamente, estamos en un punto con nuevas ideas y nuevos estudios sobre cómo fusionar la moda y el arte, porque esto da para mucho.
P.: En este sentido, y para terminar, ¿qué planes tienes para un futuro próximo?
R.: Básicamente, montar el museo para tener un sitio fijo para que la gente pueda ir a ver Fashion Art, que es lo que más me apetece. Además, estoy estudiando otros proyectos que por ahora no se pueden contar, pero que están más centrados en solo un artista, no tan globales. Esto va a ser un futuro cercano, pero no inmediato.
Texto y fotografías de Soma Comunicación o S.C.
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