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Mito | Revista Cultural
Música 0

Los pájaros de Olivier Messiaen

Por Juan Carlos González Caldito el 7 octubre, 2015 @JuanC_Gonza
Vivimos en un mundo demasiado humano en el que otras verdades no humanas quedan ocultas. Olivier Messiaen nos desvela el canto de los pájaros y la divinidad que ocultan.

Si decimos que vivimos en un mundo urbano que oculta un mundo natural y rural nos entenderán algunos naturalistas y ecologistas. Sin embargo, si decimos que las urbes, construcciones humanas que contienen luces por las noches, asfalto en los suelos, ruidos continuos y contaminación perenne, han exiliado a otras formas de vida para hacer posible la humana, entonces tal vez algunos más puedan estar de acuerdo. La urbe representa la racionalidad humana y lo que podemos denominar naturaleza representa, aquello otro no humano, esas otras racionalidades. Es entonces cuando vemos que nuestro hábitat mantiene un imperialismo de lo humano sobre lo natural, hasta el punto que, aun viviendo en la tierra, nuestra razón oculta la verdad de la naturaleza. Parafraseando a Nietzsche, nuestro mundo se ha vuelto demasiado humano en la medida en que la verdad de lo no humano ha quedado sepultada por los intereses racionalizados del ser humano, hasta el punto que puede llegar a peligrar la vida de su sepulturero: podemos incluso llamarlo un suicido inconsciente.

Deconstruir, y en parte destruir, este mundo demasiado humano que nos oculta las otras verdades que nos dan la vida es una de las tareas que las sociedad global tiene que llevar a cabo, si defender la vida es lo que quiere, pero sobre todo, si la vida que se quiere es una vida en relación a quien se la proporciona. Para ello, creemos que es preciso entrar en contacto con aquellas otras realidades que están más allá de nuestra razón racionalizadora y, por lo tanto, es menester desocultarlas. Como decía Heidegger, hay que desvelar el ser que nos hace ser, la naturaleza que ha quedado presa de la razón humano manifestada en urbe, porque ese desvelar, ese desocultar nos permitirá saber mejor de nosotros y comprender lo divino, es decir, comprender aquello que nos da la vida y cuidarlo para cuidarnos: es necesario comprender, no el todo, sino de qué dependemos, a qué estamos supeditados. Nosotros creemos que nuestro alejamiento con lo divino es tan grande que volver a la naturaleza nos resulta absolutamente difícil porque hemos desaprendido los lenguajes naturales para aprender los lenguajes humanos. Es, pues, preciso desarrollar la comprensión estética que, de creación humana o no, nos permita desvelar lo divino y acercarnos a ello, en la medida en que eso Otro nos permite ser nos-otros. La música, una de las formas estéticas, es la que nos proporciona esta magia y por ello nos queremos centrar en Olivier Messiaen y en su pasión por el mundo del sonido de los pájaros, muy presente en sus obras musicales.

Messiaen 1913Olivier Messiaen nació en Avignon el 10 de diciembre de 1908. Al estallar la Primera Guerra Mundial su padre, Pierre Messiaen, fue movilizado como soldado, y su madre, Cécile Sauvage, junto con Olivier y su hermano Alain, se trasladaron a Grenoble. Desde muy jovencito ya desarrolló una fe muy fuerte en el catolicismo, así como empezó a tomar lecciones de piano tras haber empezado a tocar por sí mismo. Estaba especialmente interesado en compositores franceses como Claude Debussy y Maurice Ravel y empezó sus primeras composiciones. En 1918 regresó su padre de la guerra y se trasladaron a Nantes, pero en 1919 el padre de Olivier obtuvo una plaza de enseñanza en Paris, por lo que se trasladaron allí. Es entonces cuando Olivier entró, a la edad de once años, en el Conservatorio de Paris para estudiar piano y percusión. Ya en 1924, con 15 años, obtuvo su primer premio de harmonía; en 1926 su primer premio de fuga y contrapunto; en 1927 el de acompañamiento de piano y en 1928 obtuvo el primer premio en el curso de historia de la música dictado por Maurice Emmanuel, profesor que lo introdujo en los ritmos griegos antiguos y los modos exóticos. Fue con Marcel Dupré que empezó su interés por el órgano, obteniendo su primer premio en 1929 y con Paul Dukas, en el otoño de 1927, aprendió orquestación, ganando su primer premio de composición en 1930. Con 22 años ya era organista en la Iglesia de la Trinidad de Paris y empezó a componer sus primeras obras. Es entonces cuando comenzó a interesarse por el canto llano, los ritmos de la India y el canto de los pájaros.

Su carrera se ve truncada con la Segunda Guerra Mundial, ya que al inicio de ésta fue movilizado al ejército, acabando como prisionero de los alemanes en 1940, en el campo ordinario de prisioneros de guerra de Stammlager. Allí compuso su famosa obra Quartor pour la fin du temps y en el mismo campo de prisioneros realizó la primera audición de la obra, el 15 de enero de 1941 ante cinco mil prisioneros de guerra. Liberado en marzo de 1941, volvió a Paris y comenzó a dar clases de harmonía en el Conservatorio, en el que tuvo futuros destacados compositores como Pierre Boulez, la pianista y su segunda mujer Yvone Loriod o Karlheinz Stockhausen.

Loriod MessiaenOlivier Messiaen con Yvonne Loriod en 1982. Téléversé par Agence26

Cuando abrimos el catálogo de obras de Messiaen vemos que en todas sus obras, en menor o mayor medida, hay religión, ritmo, colores y pájaros. Por ello, podemos decir que Messiaen es el músico de la teología porque la divinidad y la fe del compositor engloban y circunscriben todas sus obras e incluso las hacen posibles, ya que todo el mundo fantástico que genera Messiaen no tiene otra finalidad que loar a Dios. Por otra parte, es el músico del color porque el lenguaje harmónico de Messiaen relaciona los sonidos con los colores, en la medida en que para el autor un acorde es violeta, rojo o tal vez naranja antes que cifrado según los sonidos que lo componen. Así mismo, el ritmo es algo imprescindible en sus obras, más oriental que occidental: alejado de la harmonía romántica occidental tonal, Messiaen abre un mundo nuevo y revolucionario que le permite superar la dicotomía clásica de tensión-relajación. Y por último, la ornitología, sabiduría que Messiaen introduce en sus obras constantemente, pues ya desde antes de los veinte años a Messiaen le gustaba escuchar a los pájaros, pero nunca comprendió y anotó sus cantos. Para ello le fue necesario realizar serios estudios de ornitología que le permitieron, junto a sus conocimientos de música e inspiración, traducir y crear el lenguaje de los pájaros. En ellos Messiaen encontró nuevos modelos de melodías, ritmos y timbres de una riqueza y una variedad alejada de toda creación humana. A partir de la Segunda Guerra Mundial, el canto de los pájaros es introducido en su lenguaje musical como un elemento irrenunciable y desde 1950 figuran en abundancia en todas sus obras sin excepción, hasta el punto que podemos decir que la presencia del canto de los pájaros es tan importante para el enriquecimiento sonoro de las composiciones como para el contenido espiritual.

Messiaen on Birds

En los veranos de 1949 y 1950 Messiaen impartió los cursos en la escuela de Darmstadt, experimentando con modos de escalas y otros elementos hasta componer lo que se conoce como su primera pieza serial para piano titulada Mode de Valeurs et d’Intensités, que pertenece a la obra Quatre Études de Rhythme. No fue hasta 1952 que Messiaen dedicó una pieza exclusiva a los pájaros, titulada Le Merle Noir (1951), en la que el sonido del mirlo negro es el núcleo de la inspiración musical, siendo representado su sonido por la flauta. Aunque ya en la obra Quartor Pour la Fin du Temps (1941) Olivier Messiaen utilizó el sonido de los pájaros en el fragmento Liturgie de Cristal, por ejemplo, así como en otras importantes obras como la sinfonía Turangalîla (1946 – 1948) donde se representa el sonido de los pájaros con el piano, no fue hasta su mayor periodo experimental en el que el sonido de los pájaros deviene el núcleo de su inspiración musical. Posteriormente, y antes de realizar el Catalogue d’Oiseaux (1956 – 1958), Olivier Messiaen compuso dos obras importantes en las que el sonido de los pájaros es nuclear: Réveil des Oiseaux (1953) y Oiseaux Exotiques (1956), obras dedicadas a representar los sonidos de los pájaros.

Le Merle Noir, composición de Olivier Messien. Obra para flauta y piano (1952). Flauta: Kenneth Smith. Piano: Matthew Schellhorm

El Catalogue d’Oiseaux es una composición de piano que va más allá de la mera representatividad del canto de los pájaros para alcanzar una cota más en la música de Messiaen. Esta obra, dividida en 13 piezas, cada una de ellas dedicada a un pájaro distinto de las regiones francesas y llevando cada pieza como título el nombre del pájaro de la región escogida, no sólo representa el canto de los pájaros, sino que además se ven envueltas en los sonidos que acompañan a los pájaros en sus hábitats. Para ello, Olivier Messiaen realizó una asociación por colores específicos realizando marcas de pedal muy meticulosas, así como una homofonía o voz dominante encargada de representar al pájaro en concreto y su entorno. Esta composición que une la naturaleza con el canto del pájaro es una representación más del perpetuo diálogo que es la música para Messiaen, a saber, un diálogo entre el espacio y el tiempo, entre el sonido y el color, un diálogo que da como resultado una unificación manifestada en música. Esta unificación es lo que, en cierta medida, puede llevarnos más allá de nosotros, a lo que, de alguna manera, Messiaen entiende como “divino”, donde la música es la comunicación con lo divino: la música que une los colores, el canto de los pájaros, los sonidos de la naturaleza y la inspiración del autor construyen un mundo cuya totalidad es la expresividad de lo divino. Messiaen ha abierto las puertas de los desarrollos musicales de mediados del siglo XX: perteneció a una generación intermediaria entre Debussy y Varèse, pasando por Schoenberg y Strawinsky, los cuales crearon un lenguaje musical para la primera mitad del siglo XX, ya que modificaron el uso de los materiales, las duradas, los timbres y las tonalidades, pero también pertenece a esa generación de la segunda mitad del siglo XX que pasa por Boulez, Stockhausen, Xenakis, Ligeti o Nono, los cuales han abierto una nueva etapa de la música en la que ponen en cuestión la herencia de la primera mitad del siglo XX, siendo Messiaen el autor que mantiene algo extraordinario respecto a ellos. Messiaen representa la mezcla de tradición y novedad, donde la espiritualidad, innovación musical y sonidos naturales, como el de los pájaros, dan a Messiaen un carácter religioso y ontológico.

messiaen

La introducción de sonidos naturales no es algo banal ni pasajero, sino más bien todo lo contrario: entender la naturaleza es comprender lo divino y, por ello, la música de Messiaen tiene un principio espiritual cuya finalidad es la comunicación de lo divino y con lo divino. Así, la música es la comunicación con lo innombrable pero existente, con aquello que sobrepasa nuestro entendimiento lógico y racional pero al que estamos sujetos, siendo posible alcanzarlo desde la estética. El todo de sonidos impreso en colores y ritmos que crea Messiaen hace surgir lo que la cotidianidad no nos deja ver: similar a como señalaría Heidegger en sus escritos sobre estética, las obras de Messiaen desocultan aquello oculto de la realidad, desvelan la verdad que ha quedado enterrada por la cotidianidad y por la racionalidad humana. De ahí que nos dediquemos a la obra Catalogue d’Oiseaux, pues dedicada a cada uno de los trece pájaros, no pretende tanto una imitación, una mímesis en sentido aristotélico, sino una creación que da vida al mundo del autor.

La espiritualidad de Olivier Messiaen, representada en sus obras, no se queda en una mera representación de lo que el autor pueda tener de lo divino, sino una relación con ello que le permite desarrollarse a sí mismo. De alguna manera, la música de Messiaen se aleja del paradigma aristotélico de la mímesis para dar paso a una nueva producción musical que, aunque parezca que imita la naturaleza al reproducir el canto de los pájaros, en realidad el canto de los pájaros es un canal más para llegar a lo divino que, como aquello otro innombrable, se muestra de múltiples y diversas formas, ajenas al lenguaje racional humano. A éste sólo le queda traducirlo a su propia racionalidad pero para poder alcanzar aquello que, por la totalidad de nuestro pensamiento, vuelve finito lo infinito de la naturaleza. Dicho de otra manera: los colores, los ritmos y melodías que Messiaen construye son inspirados por el mundo que le rodea, y es ese mismo mundo el que le permite desvelar aquello que se oculta debido a la razón racionalizadora del ser humano.

La estética musical deviene, así, uno de los métodos para desvelar las verdades no racionales que vivimos continuamente pero que no vemos por nuestra cotidianidad, entre ellas el canto de los pájaros y en su conjunto, lo divino de la vida. Haciendo un símil con la filosofía de Emmanuel Levinas, lo Otro, lo divino, es la condición de posibilidad del Yo y de los diferentes Yo que podemos ser y, por lo tanto, desvelar las infinitas formas en que lo Otro, lo no racional humano, lo divino, se nos muestra será la posibilidad de ponernos en relación con aquello que la cotidianidad humana nos oculta por su propia perspectiva humana que rechaza la diferencia de todo lo que no sea como tal. El Catalogue d’Oiseaux tiene la capacidad mágica de volvernos a un mundo rural y natural, no deformado, sino transformado, un mundo que las urbes matan con sus luces, ruidos y construcción: el mundo del lenguaje de los pájaros. Desprendernos de nuestra excesiva humanidad y comunicarnos con lo divino que nos hace ser es uno de los caminos para abrir una nueva espiritualidad.

Catalogue d’Oiseaux, composición de Olivier Messiaen. Obra para piano (1956 – 1958) Piano: Yvonne Loriod


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GONZÁLEZ CALDITO, JUAN CARLOS: «Los pájaros de Olivier Messiaen». Publicado el 7 de octubre de 2015 en Mito | Revista Cultural, nº.26 — URL: http://revistamito.com/los-pajaros-de-olivier-messiaen/

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Juan Carlos González Caldito

Nacido en Igualada (Barcelona) en 1987, es licenciado en Filosofía por la Universitat Autònoma de Barcelona, becado Erasmus en la Université de Caen Basse-Normandie, magister en Filosofía teórica y práctica por la UNED, centrado en Historia de la Filosofía y Pensamiento Contemporáneo, y magister en Profesorado de Educación Secundaria en la Universitat de Barcelona. Docente de filosofia en secundaria y especialmente interesado en la filosofía, historia y política moderna y contemporánea. Colabora en otros medios como Infoanoia, prensa local de su ciudad natal, Iniciativa Debate y Reflexiones Marginales Revista de Filosofía, así como a publicado en otras revistas filosóficas. Autor del libro La filosofía trágica de Nietzsche. Ontología del espíritu libre (descargable gratis en http://arkhe1.emiweb.es/)

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