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Mito | Revista Cultural
Crítica 1

Los invasores de Egon Wolff: Dicotomía de las clases sociales

Por Eric Francisco Salazar Lisboa el 7 octubre, 2016
Los invasores[1] (1970) de Egon Wolff, se enmarca en la tradición de “un teatro revolucionario, premonitorio de la suplantación del capitalismo por una ideología de orientación socialista como también de denuncia” (Neglia[2] citado en Lee, 1986, p. 52- 53).

En esta obra, la acción dramática se desarrolla en la lujosa casa del industrial Lucas Meyer, quien llega con su mujer, Pietá, vestidos de etiqueta para denotar su condición social: “Entran Lucas Meyer y Pietá, su mujer. Visten de etiqueta, con sobria elegancia” (Wolff, 1970, p. 127). El diálogo inicial sugiere que ambos tienen temor de perder su posición privilegiada: “Es verdad… temo… para que lo voy a negar; o temo por ti, no sé… Cuando nos casamos, tuve que preocuparme del porvenir como cualquier mujer; partimos con tan poco… Pero muy pronto, poco a poco, cada inversión, la justa; cada disposición, la precisa; y al fin, esta mansión: La mansión de los Meyer, y tu posición de ahora, inviolable” (Wolff, 1970, p. 128).

Este miedo se convierte en realidad debido a la invasión progresiva y sistemática de su hogar por un grupo de marginales que viven del otro lado del río: “Después de un rato se proyectan unas sombras a través de ella y luego una mano manipula torpemente la ventana, por fuera” (Wolff, 1970, p. 133). “Estos harapientos son impulsados por una sola meta: apoderarse de los bienes materiales de los ricos y eliminar cualquier resistencia u obstáculo que les niegue su objetivo (estorbe el paso). No tienen ninguna idea de lo que es la política, ni les interesan las teorías o ideologías revolucionarias; más bien, son incitados por las promesas de ganancias concretas, de gratificación material” (Breiner- Sanders, 1989, p. 477).

Quien dirige a este grupo es China[3], personaje que, a través de sus diálogos, acusa a Meyer en un discurso que adquiere matices éticos y moralizantes: “Ya lo decía yo, en cuanto vi lo limpios que tenía los vidrios de las ventanas: usted es un caballero. Sólo un caballero se preocupa de tenerlos tan limpios… Sin embargo, usted no debería pensar así” (Wolff, 1970, p. 140). En este sentido, China y los personajes marginales que lo acompañan son “figuras poéticas, alegóricas o abstractas que sirven de contrapunto o de activadores de la conciencia y de la práctica burguesa” (Hurtado y Piña, 1984, p. 6-9).

Se evidencia, de esta manera, la situación de los personajes en conflicto: China expresa el sentir de los invasores y los ideales de cambio, en oposición a Lucas Meyer, quien representa a una clase privilegia que justifica su actuar en aras del progreso. Sin embargo, aunque China quiera aliviar el estado de marginalidad de sus compañeros proporcionándoles cosas necesarias para asegurar su supervivencia, “por sus acciones y sus observaciones sociopolíticas y económicas, parece dedicarse con ahínco a la victoria de ciertos principios ideológicos más que a la conquista del hambre de sus seguidores. Sus frecuentes comentarios deprecativos contra los mismos individuos que llevan a cabo la invasión bajo su orden deben verse, pues, como algo más que un artificio irónico empleado para engatusar a Meyer, su rehén y antítesis doctrinaria” (Breiner- Sanders, 1989, p. 478).

En el transcurso de la acción dramática, Meyer asume su comportamiento inadecuado[4], al parecer China tiene la razón, “él y sus seguidores son indigentes porque Meyer y su clase los explotan, y se han hecho ricos a causa de ellos” (Breiner- Sanders, 1989, p. 479); no obstante, todo vuelve a la normalidad cuando despierta y se da cuenta de que todo fue un sueño y que en realidad nada sucedió: “¿una pesadilla? Oh” (Wolff, 1970, p. 188). Sin embargo, “este alivio es (…) momentáneo ya que la pesadilla se convierte en vivencia con el relato del incidente ocurrido en la Universidad y la irrupción de la mano en el ambiente hogareño de los Meyer, retomando la situación inicial” (Lee, 1986, p.51).

La situación se enmarca en una estructura circular, sería el final uno de los momentos de mayor tensión, junto con la confesión de Meyer. Este carácter premonitorio resulta fundamental pues “indica la posibilidad de un cambio político- social” (Lee, 1986, p. 52); en efecto, Los invasores lleva implícito un mensaje de advertencia a las clases privilegiadas que hacen oídos sordos a las injusticias que viven los marginados y desposeídos[5]. De hecho, el conflicto dramático se desencadena porque “China ha convencido a los harapientos invasores que los bienes de los ricos de verdad les pertenecen, y por lo tanto ellos se sienten justificados en apoderarse de los efectos personales de sus opresores”[6] (Breiner- Sanders, 1989, p. 478).

Según lo propuesto por Mónica Lee[7], los invasores son “una fuerza positiva que (…) construye un nuevo orden” (p. 53); es esta la propuesta dramática de Egon Wolff: una denuncia que propicia la construcción de un nuevo mundo en el que los marginales y desfavorecidos recuperan un poco de dignidad. Ante esto, la clase privilegiada siente miedo, que además se relaciona con culpa, corrupción e inseguridad por no querer perder sus beneficios. En este sentido, “Meyer y Pietá simbolizan un mundo que vive al borde del temor, producto de la fragilidad de su clase. La destrucción de la casa es la destrucción del universo de Meyer, el cual no es más que un sueño frágil que se quiebra tan fácilmente como el cristal de su ventana” (Lee, 1986, p. 54).

De esta manera, Egon Wolff introdujo en sus obras, particularmente en Los invasores, nociones ideológicas, sociales y económicas de su época, y constituyó en su teatro, un testimonio de las transformaciones que se gestaban en Chile y, por supuesto, en Latinoamérica. Es más, los problemas denunciados por Wolff, sobre todo el que respecta a la marginalidad a la que se condena un gran número de personas en aras del supuesto progreso, resulta estar más latente que nunca, por ello, la lectura y relectura de esta obra es trascendental para la comprensión del escenario actual en lo que respecta a una dimensión metafísica de la existencia misma.

Portada: Los invasores de Egon Wolff. Elenco: Teatro Universidad de Talca. Dirección: Juan C. Nanjarí.


Para saber más:

  • Breiner- Sanders, Karen. (1989). “La violencia y su expresión socioeconómica en Los invasores de Egon Wolff”. Actas de AIH. Centro virtual Cervantes. Recuperado el 23 de septiembre de 2016.
  • Lee, Mónica. (1986). La dramaturgia de Egon Wolff: Texto dramático y contexto social. Trabajo de grado, Master of Artes, Simon Fraser University. Recuperado el 23 de septiembre de 2016.
  • Memoria chilena. Egon Wolff (1926). Los invasores. Chile: Biblioteca Nacional. Recuperado el 24 de septiembre de 2016.
  • Wolff, Egon. (1970). Los invasores. En: El teatro hispanoamericano contemporáneo. México: FCE, 2006.

[1] “Los invasores se estrenó el 19 de octubre de 1963 en la sala Antonio Varas del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile. Se trata de la última colaboración entre Egon Wolff y el grupo teatral de esa casa de estudios” (Memoria chilena).

[2] Neglia, Herminio. (1975). Aspectos del teatro moderno hispanoamericano.

[3] En Los invasores, China se presenta como la persona que controla a los marginados. Su liderazgo puede asemejarse con el de los revolucionarios del continente latinoamericano, pues a través de su carácter brinda esperanza a un grupo de personas pobres y sedientas de venganza.

[4] Meyer se va revelando poco a poco como un industrial rico y poderoso que ha obtenido su fortuna mediante la violencia, matando a su socio y aprovechándose de sus trabajadores.

[5] “La obra de Egon Wolff “es un microcosmos del paisaje violento en el cual muchas sociedades modernas, sobre todo las del Tercer Mundo, echan raíces y crecen. El drama consta de una serie de confrontaciones —la verdadera armazón de toda violencia— que reflejan temas tanto universales como regionales. Una masa de desamparados cruza el río e invade los terrenos y las casas” (Breiner- Sanders, 1989, p. 477).

[6] Es China el único personaje capaz de controlar el impulso violento de los marginados, sin embargo, a lo largo que avanza la obra, la situación se torna insostenible pues los harapientos desean recuperar en parte su dignidad a través de la violencia ejercida en distintos ámbitos.

[7] Lee, Mónica. (1986). La dramaturgia de Egon Wolff: Texto dramático y contexto social.

¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO?

SALAZAR LISBOA, ERIC FRANCISCO: «Los invasores de Egon Wolff: Dicotomía de las clases sociales». Publicado el 7 de octubre de 2016. Mito | Revista Cultural, nº 38 – URL: http://revistamito.com/los-invasores-egon-wolff-dicotomia-las-clases-sociales/

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Eric Francisco Salazar Lisboa

Chileno. Licenciado en Educación y profesor de Castellano y Comunicación, egresado de la Universidad del Bío-Bío. Diplomado en Estudios de Género mención Educación y Políticas Públicas, por la Universidad de Chile. Magíster en Humanidades mención Literatura y Artes Visuales, por la Universidad de Talca. Sus áreas de especialización son: Literatura clásica - Literatura hispanoamericana - Didáctica de la Literatura.

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1 Comentario

  • jose tomas acuña says: 29 julio, 2019 at 18:28

    solo lo leí porque me obligaron en el colegio

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