Cuando el poder se concentraba en manos de un rey, considerado un dios.
En este mes, dedicado a la democracia y a la ciudadanía, nos adentraremos en una sociedad en la que la democracia no existía.
La sociedad egipcia se rigió durante unos tres mil años por las mismas reglas inmutables: un rey, un chaty y una corte plagada de cargos administrativos, militares y religiosos. Era una sociedad estática, en la que cualquier pequeña modificación alteraba el equilibrio de la Maat, símbolo de la Verdad, la Justicia y la Armonía universales.
En esta sociedad, el rey era considerado un dios viviente. La palabra faraón, con la que son conocidos los monarcas del antiguo Egipto, es una derivación de la palabra egipcia pr-aa, que significa casa grande. De esta palabra, devino la griega φαραώ, farao, y de esta última las empleadas en las lenguas modernas. Es decir, que el rey era aquel que vivía en la casa grande.
No solo vivía en palacio, sino que además era el encargado de mantener la Maat, que pasaba fundamentalmente por tener unificado el país, el Alto y el Bajo Egipto. Esta dualidad egipcia, presente también en otras culturas, era necesaria para conservar el equilibrio, la estabilidad y la prosperidad del país.
Se designaba al rey con cinco nombres que componían la extensa titulatura real. Un breve vistazo a esta titulatura nos servirá para comprender un poco la compleja y rica tradición egipcia.
En las primeras dinastías se utilizaban tres nombres. El primero era el nombre de Her, Horus, dios cielo con cabeza de halcón, al que el rey estaba directamente asociado; este nombre se escribía dentro de un serekh, rectángulo que representaba un palacio con puerta, y con el dios Horus en la parte superior.
Horus: el toro poderoso, amado de Maat (el primero de los nombres de Ramsés II)
El segundo nombre era el de neswt bity, rey del Alto y Bajo Egipto, simbolizado por una abeja y una caña; este título se escribía en la parte superior de un cartucho. Este nombre representa el primer signo de dualidad y equilibrio, ya que la caña era el símbolo heráldico del Alto Egipto (el sur, la zona de Tebas – Luxor) y la abeja lo era del Bajo Egipto (al norte, la zona del Delta) y significa “el de la caña y la abeja”. El cartucho era el símbolo solar por excelencia ya que representaba el circuito que describía el sol en el cielo.
Neswt Bity, rey del Alto y Bajo Egipto: Wser-maat-re (Re es poderoso en justicia) Setep-en-re (el escogido de Re); (el cuarto de los nombres de Ramsés II)
El tercero de los títulos era el de las dos señoras, representadas por un buitre y una cobra, Nekhbet y Wadjet, diosas del Alto y Bajo Egipto respectivamente, otro símbolo de unidad, dentro de la dualidad.
En la tercera dinastía apareció un nuevo título, el nombre de Horus de Oro, her-nebw, representado por un halcón con un collar de oro. El halcón era el rey y el oro simbolizaba la materia con la que estaba hecho el dios solar Ra (o Re), con lo que este título simboliza la solarización del rey. El rey no solo domina el sol, es el sol mismo.
Tanto el título de Horus de Oro como el empleo del cartucho bajo el título de Rey del Alto y Bajo Egipto aparecieron a finales de la tercera dinastía y su uso se generalizó durante la cuarta y quinta dinastías.
El quinto título, y último, apareció a lo largo de la cuarta dinastía y era el título de Hijo de Ra, sa ra, representado por una oca, que significa hijo, y por el sol, que es la palabra Ra. Este nombre también aparece escrito dentro de un cartucho.
Hijo de Ra: Ra-mes-sw (engendrado por Ra) Meri-Amón (amado de Amón); (el quinto nombre de Ramsés II por el que es conocido).
La cuarta dinastía está datada entre los años 2630 y 2500 a.C., de lo que se deduce que los orígenes y la estructura política de la sociedad egipcia son muy antiguos y que se mantuvieron a lo largo de toda su historia.
El símbolo del poder real estaba simbolizado por el cetro y el látigo, con el que se representaban los reyes en relieves, pinturas y esculturas; las manos cruzadas sobre el pecho, portando estos atributos.
El poder del rey era absoluto. Mandaba al ejército, fijaba los impuestos, juzgaba a los criminales y controlaba los templos. Se le atribuían cualidades divinas tales como dominar la crecida del río Nilo, que era una auténtica cuestión de estado. Una inundación pequeña era signo de escasez, de falta de limo nutritivo para sembrar los campos y recoger sus frutos.
Era el general de los ejércitos, el que protegía las fronteras de Egipto, doblegaba a los enemigos extranjeros y a los propios del país. Impartía justicia entre sus súbditos. Se le representaba a gran tamaño, mucho más que el resto de los mortales, montando en su carro, lanzando flechas, tomando enemigos por el cabello. Estaba igualado a los dioses en tamaño, poder y sabiduría.
El rey era la personificación de la Maat, símbolo de la Verdad, la Justicia y la Armonía universales, mencionada al principio. Si el mal la alteraba, se debía restablecer por ritos oficiados por el propio rey. Gobernaba las Dos Tierras como un dios y todas las cosas le pertenecían. Su voluntad se cumplía a rajatabla. Su palabra era la ley.
Pero todo esto no lo hacía solo. Es cierto que su decisión era la que primaba, pero también lo es la gran cantidad de nobles conocidos por las tumbas encontradas y que realizaban tareas de gran responsabilidad en el gobierno de la nación.
Entre ellos, el funcionario de más alcurnia era el chaty, mal traducido como visir por influencias del imperio turco otomano, y que podría asimilarse a un primer ministro de los modernos. De hecho la expresión original para designarlo que aparece en los textos antiguos es tayty sab chaty y que significa “el del velo (o el de la cortina), alto dignatario (podría ser magistrado de la administración de justicia), visir”. Más adelante, los egipcios, que eran bastante dados a abreviar expresiones a la hora de escribir, la reducirían a “chaty”, denominación usada en este artículo.
Las funciones del chaty, así como la elección del cargo, pasaron por muchas etapas dentro de Egipto, tantas como dinastías e imperios. Pero la función que siempre mantuvo a lo largo del tiempo fue la de “Administrador de la Justicia”, de la Maat, que como ya se ha dicho era el símbolo de la Verdad, Justicia y Armonía universales. Como tal, impartía justicia y designaba a los magistrados en nombre del rey. Está documentada su existencia desde la primera dinastía y ya aparece representado en la Paleta de Narmer junto a este rey (también llamado Nemes) que es considerado el unificador del Alto y Bajo Egipto, el primer Rey de las Dos Tierras y fundador de la primera dinastía.
El cargo de chaty era el de mayor jerarquía en el antiguo Egipto; se reunía con el rey varias veces al día para mantenerlo puntualmente informado de todo lo que acontecía en sus dominios. El monarca delegaba en él funciones de gobierno tales como la representación en cuestiones de dirección y administración civil y en todo lo concerniente a la administración de los dominios reales. Esta última función comprendía la administración de la residencia real, la elección del emplazamiento de la tumba real y la construcción de la misma. Otra de las funciones importantes del chaty era la de gobernar el país durante los 70 días de luto que sucedían a la muerte del rey; era también el que se ocupaba de supervisar el banquete funerario y el acompañamiento musical. Y, por último, era el que tenía el poder de nombrar, efectivamente, al heredero del rey.
El chaty era designado para el cargo tras una larga carrera administrativa, que empezaba pasando los veintitantos años, por lo que eran mayores al llegar a este puesto. La avanzada edad transmitía sabiduría y justicia del representante de la Maat ante el pueblo.
Hubo ocasiones en la historia del antiguo Egipto en que el chaty acabó accediendo al trono de las Dos Tierras. Tal fue el caso de Ay, considerado padre de la reina Nefertiti, que fue chaty de Tutankhamon y se convirtió en soberano tras la muerte de este joven rey. Otro caso conocido es el del chaty Paramesu, que sucedió a Horemheb con el nombre de Ramsés I y se convirtió en el fundador de la dinastía XIX, abuelo del famoso Ramsés II.
Por debajo del chaty se encontraban los demás funcionarios de alto rango que, junto con la familia real, formaban la corte del faraón. Podríamos hacer una escueta clasificación en cargos administrativos, militares, religiosos y cortesanos. Es en estos puestos donde nos sorprende la capacidad de los egipcios para la retórica literaria.
Los cargos cortesanos eran para las personas más cercanas al rey o a su familia. Entre ellos estaba el de Amigo del Rey, el de Portador del sello del Rey o el de Supervisor de los bienes de la casa de la Reina. Otro cargo que sorprende es el de Portador del Abanico a la derecha del rey, en egipcio tay-khu her wnemy en nesw. En realidad eran cargos honoríficos, pero su cercanía al monarca y a su esposa bien podía influir en las decisiones a tomar en uno u otro sentido. A veces, estos cargos recaían sobre otros funcionarios, con verdadero poder decisorio.
Lepsius tut. Karl Richard Lepsius
Entre los cargos administrativos estaba el Guardián de la Casa de Plata que, como podemos imaginar, era el ministro de hacienda. Se encargaba de custodiar el tesoro real y, por ende, el de todo el país. Hubo dos títulos para este tesorero, el de Supervisor de la Doble Casa de la Plata y el de Supervisor de la Doble Casa de la Plata y el Oro. También nos encontramos con el cargo de Escanciador del Rey, puesto muy cotizado ya que requería que el funcionario en cuestión cumpliera una serie de condiciones de pureza, tales como que fuera de “manos puras” por posibles manipulaciones de la bebida del rey.
Sorprende un puesto en esta categoría que es únicamente femenino, el de Nodriza del Rey, cargo que aparecía escrito en las tumbas de estas mujeres por ser de gran importancia. Daban de mamar al lactante en sustitución de la madre y solían ser nobles; aunque lo que primaba era la calidad de la leche y podía ser ocupado por mujeres de clase social inferior.
Los cargos militares más conocidos son el de General de Todos los Ejércitos del Rey, Comandante de los Soldados del Rey y Conductor del Carro de Su Majestad. El General de Todos los Ejércitos era el más alto cargo en la jerarquía militar, con absoluta autoridad sobre todas las unidades del ejército. El Comandante de los Soldados se encargaba del registro y aprovisionamiento de las tropas reales y asesoraba al rey en tácticas militares en batalla. El Conductor del Carro tenía una responsabilidad muy alta junto al rey, ya que se encargaba de la seguridad privada de éste en el campo de batalla.
El cargo religioso más importante de Egipto era el de Primer Profeta del Templo de Amón, también llamado Primer Sacerdote, que era el máximo responsable del culto a este dios. El culto a Amón fue durante mucho tiempo el culto predominante en Egipto, el preferido por los egipcios. Por tanto, el templo que más ofrendas recibía para el culto era el de Amón. Era uno de los templos más ricos, poderosos e influyentes en las decisiones del rey, ya que el Primer Profeta fue, en muchos casos, miembro de la familia real. Dentro de cada templo había también una estricta jerarquía, encontrándonos con altos sacerdotes, sacerdotes asistentes o sacerdotes lectores.
Pintura mural de la tumba KV45 del noble Userhet, Supervisor de los campos de Amón. The Yorck Project
En el Templo de Amón también había personal femenino, encargado fundamentalmente de acompañar a los sacerdotes como cantoras. Al frente de ellas estaba la Superiora del Harén de Amón.
Amenirdis, Esposa del dios Amón. Neithsabes
El Sacerdote Sem era uno de los cargos religiosos más importantes dentro de la jerarquía. Solía estar ocupado por el hijo primogénito o el heredero del rey y no estaba asociado a ningún culto en concreto. Se encargaba de oficiar los funerales del monarca y de llevar a cabo el ritual de la “apertura de la boca” del rey difunto, para que el soberano morara en la otra vida.
Existen muchos otros cargos políticos que sería imposible incluir en este artículo. De hecho, hay publicaciones específicas con el listado de todos los puestos administrativos encontrados y documentados en los textos de relieves y papiros.
Por debajo de ellos estaban los soldados y los escribas, que podrían equipararse a nuestra clase media. Si seguimos descendiendo, tendríamos a comerciantes y mercaderes, artesanos y campesinos.
Como ejemplo de funcionario de alto cargo, para finalizar, tenemos a Amenhotep, que fue acumulando títulos a lo largo de su vida, durante el reinado de Amenhotep III, hasta convertirse en el hombre de estado por excelencia. Los cargos que ostentó fueron: Jefe del Ejército de Menfis, Jefe de Reclutamiento, Gobernador y Escriba de los Soldados, Sacerdote Sem, Primer Profeta de Atribis, Gran Celebrante de Amón, Intendente de los rebaños de Amón, Escriba Real, Responsable del Censo, Jefe de Obras Públicas, Jefe de todos los trabajos del Rey (que le convertía en arquitecto real, título del que siempre estuvo muy orgulloso), Amigo del Rey, Portador del Sello real, Administrador de los bienes de Sitamón (hija y posterior esposa de Amenhotep III) entre otros.
Una organización política compleja, repleta de funcionarios de alto rango de todo tipo, que controlaban a funcionarios de menor rango y estos, a su vez, a funcionarios de inferior categoría. Todo controlado, en última instancia, por el Rey de las Dos Tierras, del Alto y Bajo Egipto, y que creía actuar como un dios protector para el pueblo que se postraba a sus pies.
Imagen de portada: Estatua de Ramsés II en el templo de Luxor.
Para saber más…
- Los Egipcios, Ciryl Aldred, Ediciones Orbis S.A., 1986.
- La vida cotidiana en Egipto en tiempos de los Ramsés (Siglos XIII-XII a. C), Pierre Montet, Librería Hachette S.A., 1964.
- En la corte del faraón, Antonio Pérez Largacha, Muy Especial nº 67, 2004.
- La corte de un faraón, Elisa Castel, Historia Muy Interesante nº38, 2007.
- Un día en la vida del faraón, Fernando Cohnen, recurso en línea de la revista Muy Interesante, 2011.
- El visir en el Antiguo Egipto, Carmen Lacasa Esteban, recurso en línea en El Saber no está de más, 2013:
- Los textos jeroglíficos han sido editados con el programa JSesh, recurso abierto de edición de jeroglíficos.
6 Comentarios
potasio
muy bueno
con arroz blanco
amarillo
blanco
Malisimo
Muy bno pero no hay dibujos
No hay dibujos
me gusto
hola
muy bueno
me hey de ayudar mucho esto
tenkiu verymach