Siguiendo la obra de Marcos Faccio nos encontramos con el inicio de una nueva etapa en su periplo artístico. Hace un año justo nos presentó una amplia retrospectiva, un collage, el de su propia vida, que sólo es vida artística. Pequeñas perlas de su vida, de su constancia y el amor al arte. Casi un centenar de obras que recogió por primera vez. El trabajo de sus últimos veinte años y lo hizo donde residía en aquel momento, en Molina del Segura (Murcia). Faccio es terminando el cuarto ciclo del Grado en Historia del Arte, (Uned Alzira-Valencia). Su formación anterior la inició en la Escuela de Artes Visuales de Bahía Blanca. Argentina 1.992-1997 y es Técnico en construcciones (Delineante). Escuela César Cipolletti de Bahía Blanca.
De nuevo en Valencia, nos presenta La Metamorfosis de Faccio con su obra reciente en la Sala de Exposiciones de IBERCAJA a partir del 6 de marzo y hasta el 25 de abril. Sus dibujos y los títulos de sus obras nos inquietan, nos reclaman, nos invitan a intimar, a contemplarlas de cerca. “Dulce reunión en Lisboa”, “La abstracción de los sentimientos”, “A la puesta de la tierra”, Desayuno con cariño”. Otras nos advierten: “Ellos, no están jugando”, Sugiere: “La fiesta de los políticos”. Nos sacude con “La Piedad” en esta ocasión la de un obrero sujetando a su hijo herido de muerte, como herido de muerte quedó Jesús en los brazos de su madre. “La paz en cautividad” nos confirman su inquietud, la necesidad de reportar la actualidad que nos rodea con poesía conceptual.
La abstracción de los sentimientos
Dibujando desde los seis años, su vocación se ha ido forjando académicamente Disfruta del olor a la pintura, de la intimidad, del ritual, porque sus obras son el final de un acto ritualista. Cuando las firma, forman ya parte del pasado, una artesanía. Lo que decía Ortega y Gasset de que, “a veces nos hacemos un poco arcaicos” se da en la obra de Faccio, por eso elije la pintura, aunque trabaje la fotografía y aprovecha las nuevas tecnologías. Sus pinturas pueden parecer muy tradicionales, pero son realmente piezas de ingeniería artística, detrás de ellas hay una gran producción.
Cada vez más maduro, más seguro, más sereno, a la hora de hacer un cuadro lo piensa más, en un proceso más lento. Antes era menos prudente, más experimental, era una clase de ismo adolescente, cocinaba cuero de conejo para imprimir lienzos, era como un pequeño químico y cuando no encontró pigmentos para pintar al fresco, trituró docenas de acuarelas y lo logró, hasta fabricó encáustica.
Ahora compra los tubos de acrílico, de óleo o lo que necesita y prefiere reflexionar más que experimentar. Es más responsable con todo lo que conlleva este término, y la alquimia, la aplica con las ideas, para evolucionar con ellas, ganado en creatividad. Indudablemente dos cambios fueron decisivos, uno antes de llegar a España y el segundo cuando estuvo en un curso de pintura en Florencia, al cual faltó varios días para perderse por los museos, creando así su obra “mi gran tiempo”.
En la exposición que nos presenta en Ibercaja-Valencia, un lugar que ha frecuentado bastante, desembala toda su resolución práctica, y cuida sus obras cada vez más. Ahora ha puesto mucha más atención en la luz, las alturas de los cuadros, el cartel . “Si el pintar lleva tiempo, los detalles aún más”. Es algo que se hace por el amor al arte y un trabajo que no se aprecia por muchos, pero a Faccio le encanta, ver sus cuadros colgados en otra atmósfera, en un lugar esperando a punto para ser vistas y descubiertas.
A la hora de pintar, parte de la idea clara de lo que quiere plasmar y los materiales que va a utilizar. Compone con trazos y pintura diluida la idea general y va disponiendo la materia pictórica. Cuando quiere descansar, va intercalando con otras obras para no saturarse. Suele, cuando el cuadro está avanzado, darle vuelta contra la pared para no verlo durante unos días, y cuando ha de terminarlo, un momento que es utópico, se desespera. Siempre falta algo, nunca se termina. Un cuadro le puede llevar una semana o seis o siete meses, “es algo que sabes cuándo comienzas pero no sabes en que momento lo firmarás”, y no suele tener un horario estricto, desde seis horas diarias a doce, fines de semanas, fiestas y horarios extras.
El cromatismo quizás tiene que ver con lo anímico o lo experiencial. En la actualidad la paleta de Marcos Faccio es más viva, más alegre, más limpia. Busca muchos matices. Su obra reciente nos recuerda mucho a los colores indígenas de América latina pero también a los venecianos. Otras veces se va a unos colores publicitarios, porque le parecen más divertidos y más cool Tiene una paleta realmente alegre en contraste con los mensajes irónicos de sus obras. Eso puede dar juego y un mensaje con un volumen más alto.
Faccio se nos presenta ahora despojado de las influencias de otros artistas. “Ahora influye hasta el aire que respiramos, los medios de comunicación, estoy perdido como todos en la globalidad, pero con la suficiente capacidad de no dejarme ya influenciar en mi vida artística. Hago lo que quiero y lo que puedo, antes podía advertir cierto rasgo o ciertas características ajenos pero a esta edad las influencias solo vienen de arriba”.
Su obra se mantiene en la corriente “realista”, onírica y narrativa. En el taller trabaja de cualquier manera, sin reglas, salvo cuando trabaja con acuarelas, que pone más cuidado que si lo hace con óleos o acrílicos, pero su taller en cierto modo es un terreno lúdico y artesanal. “El taller es una clase de microcosmo personalizado donde se trabaja alienado pero no de la forma marxista, sino de una manera idílica. Para mí el taller es una clase de templo, donde el trabajo es expresar”.
Lo cotidiano influye indudablemente, más en esta sociedad llena de conflictos y con los crímenes que vemos a través de la televisión. Ver morir niñas y niños y gente indiscriminadamente en el conflicto bélico entre Israel y Pakistán influye, o ver que la violencia de género sigue sumando muerte de mujeres también, y así es día a día. Y sin ir más lejos la crisis económica de España también influye directamente en todos los aspectos y Marcos Faccio lo recoge de una forma muy especial en su obra reciente.
No se puede ser hermético ante tanta información, ahora depende de la sensibilidad de cada uno, pero muchos estamos seriamente afectados por estos actos bárbaros que nunca acaban. Lo que más predomina en la obra de Faccio, es lo que quiere expresar, la carga simbólica y esa clase de juego que sirve para descifrar un mensaje.
A parte de la pintura le gusta mucho el dibujo, retocar fotografías y hacer unos collages muy innovadores. También escribe relatos cortos y poemas. Entre sus asignaturas pendientes, está el componer música. Por supuesto le dedica largo tiempo a la lectura, sus “clásicos” Jorge Luis Borges, Sartre, Shakespeare , Kafka, y cada día se vuelca más a la ópera o a Chopin y a Wagner.
Imágenes © Marcos Faccio. Portada: Paul
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