La permanente tensión entre filosofía y poesía
En la obra de Platón encontramos una de las exposiciones más elaboradas y sugestivas de las críticas contra los poetas; crítica y condena que se traduce en la expulsión de los poetas y que ya desde la antigüedad ha sido objeto de polémicas interminables, un sinnúmero de interpretaciones diversas y distintos intentos por explicar su rechazo a cierto tipo de poesía. En este trabajo trataremos de aproximarnos a dicha crítica, identificando a qué tipo de poesía se dirigen las críticas platónicas, advirtiendo dos aspectos de su crítica, pues la exposición de Platón atiende a una doble incompatibilidad: de un lado tenemos la incompatibilidad entre poesía y conocimiento, y del otro, la incompatibilidad entre poesía y educación.
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La relación entre poesía y filosofía siempre se ha desarrollado en medio de una permanente tensión entre ambas. Se trata de una relación difícil de delimitar y que no deja de ofrecer algunas paradojas; en un primer momento, advertimos el antagonismo existente entre dos figuras en apariencia opuestas: el filósofo y el poeta. Mientras el filósofo se propone exponer su pensamiento de manera exacta y racional sirviéndose de conceptos, el poeta, por su parte, es hombre de imágenes y ritmos que posee una forma de expresión exaltada, inspirada y emotiva. Sin embargo, existe un terreno intermedio entre la poesía y la filosofía, entre la imagen y el concepto; baste recordar que la poesía se cuenta entre los primeros medios de expresión filosófica, pues fue en verso que se expresaron los filósofos presocráticos, y la imagen es uno de los recursos preferidos por Platón a la hora de ilustrar sus conceptos, como puede apreciarse en sus famosas alegorías del carro alado y la caverna. No debe olvidarse que en la Grecia antigua, la filosofía encuentra su primera forma de expresión en la poesía; así por ejemplo, Parménides recurre al verso para expresar sus ideas y en su célebre poema confluyen armoniosamente filosofía y poesía. También Jenófanes y Heráclito se sirven del verso, y, no obstante, en estos pensadores se empiezan a entrever los primeros enfrentamientos entre razón y poesía que se traducen en los reproches que Jenófanes dirige a Homero y Hesíodo:
“Homero y Hesíodo han atribuido a los dioses todo
cuanto es vergüenza e injuria entre los hombres,
y narrado muy a menudo acciones injustas de los dioses:
robar, cometer adulterio y engañarse unos a otros”. (Jénofanes, citado en: Eggers L. C. y Juila V. E. 1978: 293)
También Parménides discute con la poesía, tal como advierte el filósofo Enrique G. Gallegos:
“Parménides también polemiza con la poesía […] La verdadera sabiduría es la que él, Parménides, argumenta en sus composiciones. Composiciones pretendidamente discursivas, pero al fin plagadas de imágenes y ritmos: poéticas pues de cabo a rabo.” (Gallegos E. G. 2007: 62)
La escuela de Platón (1898). Jean Delville
Pero tal vez sea en la obra de Platón donde encontramos una exposición más elaborada y sugestiva de las críticas contra los poetas; crítica y condena que se traduce en la expulsión de los poetas y que ya desde la antigüedad ha sido objeto de polémicas interminables, un sinnúmero de interpretaciones diversas y distintos intentos por explicar su rechazo a cierto tipo de poesía. En este trabajo trataremos de aproximarnos a dicha crítica, identificando a qué tipo de poesía se dirigen las críticas platónicas, advirtiendo dos aspectos de su crítica, pues la exposición de Platón atiende a una doble incompatibilidad: de un lado tenemos la incompatibilidad entre poesía y conocimiento, y del otro, la incompatibilidad entre poesía y educación.
Ahora, La crítica de Platón a los poetas aparece dispersa a los largo de su obra. Aunque es en el dialogo “La República” donde se encuentra el mejor desarrollo de este tema, alusiones al mismo pueden encontrarse en Menon, Ión, Las Leyes, Protagoras y Apología de Sócrates. Es precisamente en este último, donde encontramos el primer anticipo del objetivo que persigue la crítica platónica. La poesía posee un saber, pero dicho saber no es una construcción autónoma y razonada del poeta, sino más bien una imposición producto de la inspiración; está inspiración puede interpretarse como una especie de locura divina, un estado de animo que se produce cuando las musas se apoderan del alma y la dominan. De ahí que los poetas no puedan crear nada cuando los abandona la inspiración, pues aquello que dicen bajo el influjo de las musas es algo ajeno a ellos y no les pertenece, en síntesis su saber no es producto de la razón, no nace de un proceso reflexivo y racional y por tanto no están orientados por el conocimiento. Es por ello que en La Apología Sócrates afirma:
«Después de los políticos, me dirigí a los poetas dramáticos, a los autores de ditirambos y a otros, convencido de descubrir mi ignorancia frente a ellos. Con los poemas que me parecían mejor construidos, les pregunté su significado, para así aprender algo de ellos. Y me siento avergonzado, atenienses, al tener que manifestar la verdad, pero es mi deber. Casi todos los aquí presentes os expresáis mejor, si intentarais decir lo que ellos. Comprendí enseguida que no se inspiraban sus composiciones en la sabiduría, sino en un cierto don y entusiasmo, semejante al de los adivinadores y profetas, que dicen muchas cosas bellas, pero no las comprenden. Así me pareció también el sentimiento de los poetas. Me di cuenta que, por esta causa, los poetas creen que son más inteligentes que los demás hombres, y no lo son: por ello, me alejé de estos.” (Platón. 1982: 56)
La Musa de la Poesía (1886). Konstantin Makovsky
Ahora bien, Platón considera que la poesía debe tener un carácter principalmente pedagógico, no sobra recordar que en la antigua Grecia la poesía se consideraba fuente de cultura, recuérdese que Homero era llamado el educador de Grecia y los poetas, en general, fueron los primeros maestros. No obstante, Sócrates observa un elemento perjudicial en la poesía que la hace peligrosa para aquellos que la escuchan. Así por ejemplo en el libro I de La República, Adimanto expone ciertas nociones sobre la justicia propagadas por los poetas, en las que estos insinúan que lo mejor no es ser justo sino parecerlo, en otras palabras, los poetas atienden más a los castigos y recompensas que obtienen sus héroes, difundiendo así la idea de que el camino del justo es tortuoso y el del injusto es cómodo y placentero:
«[…] y si lo que digo resulta chocante Sócrates , no pienses que soy yo quien habla, sino aquellos que alaban a la injusticia por sobre la justicia. Ellos dirán que el justo, tal como lo hemos presentado, será azotado y torturado, puesto en prisión, se le quemarán los ojos, tras padecer toda clase de castigos será empalado y reconocerá que no hay que querer ser justo sino parecerlo. En ese caso lo dicho por Esquilo sería mucho más correcto si se refiere al injusto.[1]”
En esta misma linea continúan las acusaciones en el libro III, en el sentido de las inadecuadas y contraproducentes afirmaciones hechas por los poetas; ya en este punto aparecen las alusiones directas a Homero y a algunos de sus versos, que, en opinión de Platón, deberían ser suprimidos. Lo que Platón crítica en tales versos es que sean usados con fines pedagógicos, cuando en ellos se atribuyen a los dioses toda clase de vicios y errores, amén de mentir sobre el Hades y los Héroes. Ya en el libro II expone su posición al respecto, destacando las mentiras que estos poemas dicen sobre los dioses:
“Incluso si fueran ciertas, no me parece que deban contarse con tanta ligereza a los niños aún irreflexivos. Sería preferible guardar silencio;” (Republica, libro II, 378a.)
Y mas adelante, en el mismo libro II, advierte:
“Ni admitamos en absoluto que los dioses hagan la guerra a dioses , se confabulen o combatan unos contra otros; pues nada de eso es cierto: al menos si exigimos que los que van a guardar el Estado consideren como lo más vergonzoso el disputar entre sí.” (República, Libro II, 378 b-c.)
Para Platón, los dioses son buenos, bellos e inmutables, y no cabe atribuirles rasgos de maldad, mentira u odio. En este punto, Platón se hace eco de las críticas realizadas por Jenófanes un siglo antes; en efecto, Jenófanes es el primer antecedente de la crítica platónica, al atacar frontalmente la poesía griega tal como se refleja en los mitos que la han transmitido
“Entre los varones es de alabar aquel que, tras beber, manifiesta cosas nobles, según le permite la memoria y el esfuerzo por la virtud, pero no se ocupa en luchas de Titanes, ni de gigantes, ni tampoco de centauros, ficciones de los antiguos, o de disensiones violentas, en las que nada útil hay; siempre en cambio, es un bien tener consideración a los dioses.” (Jenófanes. Op. Cit. p. 298)
La musas Melpómene, Erato y Polimnia (c. 1653). Eustache Le Sueur
El punto central de la crítica de Jenófanes a la poesía, y con ella a los poetas, es la acusación de inmoralidad en el tratamiento del comportamiento de los dioses, acusación que comparte Platón y que resulta el punto de partida de su propia crítica. En lo que respecta al Hades, Platón considera que todo relato que pretenda infundir temor a la muerte debe ser eliminado, especialmente si tales relatos pretenden imponer la idea de que cualquier esclavitud es preferible a sufrir el horrible mal de la muerte; se trata de denunciar lo perjudicial de tales narraciones, ya que no sólo son incorrectas y contraproducentes, sino que además, terminan por minar la confianza de los futuros guerreros:
“Pues entonces será necesario, creo, que supervisemos también a los que se ponen a contar tales clases de mitos, y que les pidamos que no desacrediten tan absolutamente lo que concierne al Hades, sino que mas bien lo elogien, ya que lo que relatan ahora, no es cierto ni provechoso para los que vayan a ser combatientes.” (República, libro III, 386 a.)
En lo concerniente a los Héroes, la opinión de Platón es que no deben ser presentados como seres débiles; para ilustrar esto, recuérdese el caso de Aquiles llorando sobre el cadáver de su amigo, como si este hubiera sufrido un terrible mal, con lo que volvemos a la crítica anterior y la referencia al temor a la muerte. Mucho menos deben atribuirse a los Héroes atrocidades, sacrilegios, vicios como la avaricia o el orgullo, etc., pues los Héroes deben ser modelo y ejemplo de moderación y mesura. Así pues, Platón propone eliminar esa clase de versos, advirtiendo:
“Por ello solicitaremos a Homero y a los demás poetas que no se encolericen si tachamos los versos que hemos citado y todos los que sean de esa índole, no porque estimemos que no son poéticos o que no agraden a la mayoría, sino, al contrario, porque cuanto más poéticos, tanto menos conviene que los escuchen niños y hombres que tienen que ser libres y temer más a la esclavitud que a la muerte”. (República, Libro III, 387 b.)
Filósofo y Alumnos (1626). Willem van der Vliet
Ahora, en el libro III los poetas son acusados de imitadores, es precisamente el estilo imitativo lo que Platón critica, por ejemplo, en la tragedia y la comedia el autor se esconde tras un personaje, y es esto lo que convierte el relato, no en una narración de lo ocurrido, sino en una imitación, que es, de hecho, una mala imitación. El problema con este tipo de imitación, radica en que se pretenda usar este tipo de poesía imitativa con fines educativos, pues la crítica platónica se fundamenta en el hecho de que los niños, y para el caso cualquier persona sin un criterio sólido, son incapaces de distinguir la ficción de la realidad, difícilmente podrían discernir qué es una alegoría, y, en consecuencia, sus mentes fácilmente impresionables y moldeables pueden creer en cualquier cosa, con el problema implícito de su tendencia a la imitación, por lo que esta poesía imitativa tendrá una fuerte influencia en la formación y desarrollo de su personalidad y carácter; no sobra aclarar que Platón no se opone a la poesía o a la imitación, sino a cierto tipo de poesía, aquella poesía imitativa que constituye una mala imitación, pues para él, la educación debe comportar un grado de imitación, pero advirtiendo que unicamente debe imitarse lo bueno, lo verdadero, o lo importante, es decir, aquellos elementos que contribuyan a forjar el temple y el carácter:
“[…] Pero si imitan, correspondería que imiten ya desde niños los tipos que le son apropiados: valientes, moderados, piadosos, libres y todos los de esa índole. En cambio, no debe practicarse ni el servilismo, ni el ser hábil en imitarlo -como ninguna otra bajeza-, para que no suceda que, a raíz de la imitación, se compenetren con su realidad.” (República, Libro III, 393c.)
Ahora, en el libro X de la República, Platón condena la poesía por dos razones, en primer lugar por su distancia respecto a la verdad; y en segundo lugar por estar dirigida al nivel inferior del alma, es decir, aquella parte del alma que se encarga de la conservación a un nivel animal; se trata de la parte del alma que se orienta al descanso, el hambre, el sexo, la búsqueda del placer y los instintos básicos.
Ahora bien, la condena a la poesía que aparece en libro X, parece mucho más radical que la expuesta en los libros II y III donde la posición de Platón respecto a la poesía es mucho mas flexible. La razón de esto, podría obedecer a dos motivos: por una parte, la exposición de los libros II y III se refiere a la educación de los guardianes, mientras que en el libro X está en juego la educación de los filósofos, en palabras del doctor Eduardo Zazo Jimenes:
“Quizá esta diferente regulación de la educación en función del estrato social –guardianes y filósofos– permita justificar la posición más laxa de Platón con respecto a la poesía en los libros II y III –pues se trata de la educación de los guardianes– y la más estricta en el libro X –pues se trata de la educación de los filósofos–. Sin embargo, esta explicación contradice el proceso general de formación expuesto a lo largo del libro. Lo que diferencia a los guardianes de los filósofos, en cuanto a la educación, es que estos últimos reciben con posterioridad una educación superior, pero en los estadios inferiores la educación es común.” (Zazo J. E. 2012: 84)
Por otra parte, si la crítica a la poesía resulta más dura en el libro X, ello se debe a que para entonces Platón ha desarrollado su teoría de las ideas a lo largo de los libros anteriores, y, en consecuencia, su crítica esta sustentada en una teoría que no había sido expuesta en los libros II y III.
Como ya mencionamos, la condena a la poesía en el libro X, alude a la distancia existente entre el poema y la verdad; en este contexto, surge una noción de distancia o alejamiento respecto a la verdad. Es así como encontramos tres niveles de relación con la Idea, o tres grados de alejamiento respecto a la Idea:
- El de los dioses, son ellos los que crean las Ideas.
- El de los artesanos, que imitando a la Idea crean conforme a ella y con conocimiento de técnica, fabrican el objeto; es el caso del carpintero que fabrica, o crea, la mesa.
- El del poeta o el pintor, que no crean a partir de la Idea sino a partir de su imagen, nos presentan un aparecer, una imitación que es copia de otra copia. De ahí la analogía del espejo que muestra los objetos pero reflejándolos simplemente.
Así pues, el poeta tiene un gran saber, pero es un saber de imágenes, un saber alejado de la realidad. En este punto, la poesía se presenta como algo perjudicial para el que la escucha, pues los oyentes no poseen un saber que los proteja dado que las palabras “representan” pero no hacen comprender. En este punto, cabe resaltar que en Grecia la poesía, más que leerse, se escuchaba, en otras palabras, la poesía se encontraba estrechamente ligada a la tradición oral. Ello explica el porqué de la clasificación de la narración poética dentro de la música, que aparece tanto al comienzo como al final de la exposición sobre la poesía , en los libros II y III. Así, en el libro II al comienzo de la discusión sobre el rol de la poesía en la educación, Platón Explica:
“- ¿ Y qué clase de educación les daremos? ¿No será difícil hallar otra mejor que la que ha sido descubierta hace mucho tiempo, la gimnástica para el cuerpo y la música para el alma?
– Será difícil, en efecto.
-Pues bien, ¿No comenzaremos por la música antes que por la gimnastica?
-Ciertamente
– ¿Y en la música incluyes discursos o no?
– Por mi parte sí.” (República, Libro II, 376 e.)
Y al final de su exposición sobre los poetas, en el libro III, Sócrates afirma:
“Me parece, mi querido amigo, que ya hemos dado completamente término a la descripción de la parte de la música que concierne a los discursos y mitos, pues hemos hablado de lo que hay que decir y de cómo hay que decirlo.” (República, libro III, 398 b.)
El que Platón clasifique la narración poética como parte de la música, obedece al hecho de que la poesía era ante todo un relato oral, tal cómo advierte Zazo Jiménez:
“En época de Platón se conocía a los poetas principalmente de oídas, a través del oído; apenas se los leía. La poesía tradicional se componía de recitación, acompañamiento musical y baile. Nosotros sólo podemos analizar uno de los tres aspectos, el que tenemos: el texto que hemos recibido y que recoge más o menos “fielmente” la recitación.” (Zazo J. E. Op Cit. p. 79)
Sócrates y dos estudiantes (siglo XVII). Pietro della Vecchia
En este orden de ideas, surge la pregunta por la función de los poetas en Grecia. Al respecto, el mismo Platón nos explica en el libro X de la República:
“Después de esto debemos examinar la tragedia y a su adalid Homero, puesto que hemos oído a algunos decir que estos conocen todas las artes. Todos los asuntos humanos en relación con la excelencia y el malogro e incluso los asuntos divinos.” (República, Libro X, 598 e.)
Así pues, la función del poeta era saberlo todo en relación a los asuntos humanos y a los divinos; en ello radica el peligro que representa el poeta en la educación. Pues como hemos visto a lo largo de este trabajo, Platón cuestiona el saber del poeta, por cuanto es un saber alejado de la verdad, y, en consecuencia, pernicioso y nocivo para la educación. Platón puede aceptar que la poesía tenga una función didáctica, que sea fuente de todo conocimiento, pero por eso mismo la rechaza, pues para él, la poesía en cuanto imitación, se encuentra bien lejos de lo verdadero. El interés de Platón, no es el de juzgar los méritos estéticos de la poesía, la suya no es una crítica literaria; su interés principal, es el de desacreditar la función social y pedagógica de la poesía, dado que la poesía era considerada fuente de la instrucción y del saber. La propuesta de Platón es la fundar un nuevo tipo de educación, en el que los poetas serían remplazados, como fuente de conocimiento, por los filósofos. Así pues, podemos concluir con las palabras del Doctor Iñaki Marieta Hernandez:
“La crítica de Platón a la poesía mimética es el intento teórico más organizado para acabar con la cultura oral y todo lo que dicha cultura contenía y promovía; desde el politeísmo arcaico y su posterior reelaboración por los trágicos, pasando por la ética trágica que la caracteriza, en cuanto que el individuo está inmerso en una relación de fuerzas que le sobrepasan, hasta una organización política aristocrática en la que la promoción social del individuo es imposible.” (Iñaki M. H. 2009: 30)
Portada: Apoteosis de Homero (1827). Jean-Auguste-Dominique Ingres
Para saber más…
- Gallegos Enrique G. (2007). Tensiones entre poesía y razón en Platón. Documento disponible en línea.
- Conrado Eggers Lan y Victoria E. Julia. (1978). Los Filósofos Presocráticos. Editorial Gredos, Madrid
- Iñaki Marieta Hernández (2009). Platón y la crítica de la poesía imitativa. Documento disponible en línea.
- Platón (1982). Apología de Sócrates. Editorial Bruguera. Barcelona.
- Platón (1988). Diálogos, República, introducción, traducción y notas por Conrado Eggers Lan. Editorial Gredos, Madrid.
- Zazo Jiménes Eduardo (2012). La crítica platónica de la poesía como crítica de la tradición oral. Documento disponible en línea.
[1] Todas las citas de La República, están tomadas de: Platón, Diálogos, República, introducción, traducción y notas por Conrado Eggers Lan. Editorial Gredos, Madrid 1988.