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Conocida como la Casa Judía por la estrella de David que preside la entrada, este edificio modernista sorporende por su heterogeneidad y colorido.
La primera vez que oí hablar de este edificio fue en mi época de estudiante. Había vivido, lo que entonces yo pensaba que eran un montón de años, en la ciudad sin haber visto ni escuchado nada sobre este sorprendente y singular edificio. Naturalmente, en una escuela de arquitectura donde lo considerado “modernidad”, o quizá debería decir “contemporaneidad” arquitectónica, era la pureza y simpleza formal, la ausencia de decoración innecesaria y el seguimiento de un orden y composición que reflejara estrictamente la estructura del edificio, esta asombrosa obra carecía de interés, más allá de lo puramente anecdótico.
Situado en la calle Castellón, número 20, de Valencia, en pleno centro de la ciudad, junto a las Grandes Vías, la Estación del Norte y en una zona eminentemente comercial y de paso, tanto para los propios habitantes como para la creciente cantidad de turistas que aumenta con cada atentado en países mediterráneos, pasa totalmente desapercibido. La razón es sencilla: hay que desviarse algunos metros de Gran Vía Germanías para entrar en una estrecha y corta calle que alberga, sin embargo, uno de los edificios más espectaculares que uno pueda imaginar. Espectacularidad al más puro estilo Hollywood de los años de las grandes producciones. Mirando la fachada, uno puede imaginar cualquier escenario de películas como Intolerancia (1916), Cleopatra (1934, 1945, 1956), Sinuhé el egipcio (1954), Tierra de Faraones (1955), Los Diez Mandamientos (1956), Ben-Hur (1958) o cualquier otra película del género cinematográfico conocido como péplum1. Pero aquí no se trata de un escenario de cartón piedra, sino de un auténtico edificio.
Cuando escribo sobre arquitectura o sobre arquitectos siempre me gusta hablar del contexto histórico, ya que lo considero un aspecto primordial. No se puede entender un edificio sin conocer previamente la época en la que fue diseñado o sin saber los antecedentes que llevaron al arquitecto a ese proyecto final. En el caso de la “Casa judía” hablamos de los años 30, ese convulso período entre guerras mundiales que fue fundamental para el desarrollo de las vanguardias2. Fue en esos años cuando los “ismos” que conocemos surgieron y evolucionaron con mayor o menor éxito. Me refiero a movimientos culturales tales como el expresionismo, suprematismo, dadaísmo, constructivismo, futurismo, fauvismo, modernismo (también llamado estilo internacional), el movimiento De Stijl o el quizá más conocido movimiento cubista, por mencionar algunos. Una época de cambios en la que la experimentación en todos los ámbitos de la cultura estaba a la orden del día.
En esa misma época un arquitecto reconocido mundialmente, Gaudí3, realizaba sus originales y singulares proyectos en Barcelona. Edificios que, a pesar de ser llamativos por la decoración que los envuelve, están diseñados sobre la base de un profundo conocimiento del cálculo de estructuras edificatorias. Lo que se ve es tan solo la punta del iceberg.
Suele decirse que Juan Francisco Guardiola Martínez fue discípulo de Antoni Gaudí, aunque Ana María Ferrín4, autora de varias biografías del arquitecto catalán, no ha encontrado evidencias acerca de la relación que pudiera haberlos unido o si llegaron a conocerse. En todo caso, el estilo de Guardiola difiere bastante del de Gaudí, ya que podría decirse que tiene un estilo ecléctico; lo que viene a significar, en prosaico, que no tiene un estilo definido. Cada proyecto es diferente, tiene su propia personalidad.
Juan Francisco Guardiola Martínez nació en Sueca (Valencia) en 1895. Proveniente de una familia, que calificaríamos en nuestros días de clase media, se trasladó, junto con ella, a Barcelona en 1917 para estudiar arquitectura. En 1922 consiguió un Premio Extraordinario por el proyecto de la estación de metro de la Plaza de Cataluña. Fue un arquitecto que edificó viviendas residenciales, viviendas sociales, fábricas, almacenes, cines y teatros. E incluso una iglesia, una estación y un banco. Se da la curiosa circunstancia de que en plena Guerra Civil española, en 1937 para ser más exactos, construyó los lavaderos de l’Alquerieta. En esta época de carencias de todo tipo consiguió cemento y acero, que le proporcionó el propio Ministerio de la Guerra. También fue activista político, militante socialista, concejal e incluso alcalde de Sueca por un breve período de tiempo. Finalizada la Guerra Civil, se instaló en Alzira (Valencia), donde ejerció de arquitecto municipal y desarrolló toda su carrera profesional, colaborando con la empresa constructora familiar, siendo el lugar donde finalmente falleció el 24 de diciembre de 1962.
Parece ser que realizó varios viajes por Asia, lo que pudo influir en el estilo de la Casa Judía, que podría clasificarse como neo-egipcio, neo-asirio o neo-hindú. Y es que cuando uno se asoma y lo ve, no sabe bien qué época nos rememora. Unas columnas egipcias, una estrella de David, una decoración geométrica, un remate de ventanas sacado de Las mil y una noches… Lo único que parece estar más o menos claro es que la estrella de David del portal de entrada pudo ser un homenaje al promotor del edificio, José Salom, en cuyo apellido se observa claramente el origen judío. El resto de la ornamentación exterior pudo ser el resultado de sus viajes o quizá un capricho del arquitecto que el cliente aceptó y pagó gustosamente.
La composición del edificio tiene un orden que diríamos “clásico”, siguiendo estrictamente la composición arquitectónica conocida como basamento, cuerpo y remate, en clara referencia a los órdenes clásicos de las columnas: basa, fuste y capitel. Estos tres elementos, que en edificaciones más vanguardistas han desaparecido, han sido considerados fundamentales durante toda la historia de la arquitectura.
Fachada de la «Casa judía» © Carmen Lacasa Esteban
El basamento está compuesto por dos plantas. La planta baja ha quedado claramente desfigurada tras sucesivas reformas y no se aprecia en la actualidad las dos grandes columnas de estilo neo-egipcio que daban, si cabe, más espectacularidad al edificio.
Edificio de viviendas en la calle Castellón de Valencia © Carmen Lacasa Esteban
En la siguiente foto de archivo puede apreciarse, aunque de manera poco clara, cómo era la parte inferior del edificio en los años 30, cuando el ensanche de Valencia aún se estaba conformando.
Valencia en los años 30
La entrada es lo que da nombre a este edificio. Una estrella de David delineada en color azul remata la coronación del dintel de la puerta, un original sello que parece sujeto con una tela rígida. Dos volutas y una hoja de acanto rematan el arco final.
Estrella de David sobre la puerta del edificio © Carmen Lacasa Esteban
El cuerpo del edificio está formado por un par de pisos donde resaltan los miradores de madera. Tampoco escapa a la vista la decoración geométrica de los elementos verticales, pintados a rayas horizontales, y de los dinteles de las puertas y ventanas, pintados a rayas verticales.
Detalle de miradores © Carmen Lacasa Esteban
El remate del edificio no es menos singular que el resto. Aquí las columnas neo-egipcias se transforman en pilastras adosadas a la fachada, decoradas con líneas quebradas, quedando la parte central un poco más elevada que los laterales. En esta parte central las tres ventanas de la última planta están rematadas por arcos ojivales y rosetones que podrían haber sido sacados de un cuento de Las Mil y Una Noches. Como se puede apreciar en esta foto del estado actual, los remates de estilo neo-hindú han desaparecido. En la foto de la época, mostrada anteriormente, sí que se puede apreciar la dimensión de estos dos finales de columna.
Últimas plantas de la Casa Judía © Carmen Lacasa Esteban
Juan Francisco Guardiola realizó otros edificios y otros proyectos, algunos de similar espectacularidad como el Ateneo del Socorro en Sueca (Valencia) y otros más sencillos como el Lavadero de la Alquerieta. Pero, sin duda, será recordado por el impactante edificio que proyectó para José Salom y que se ha mantenido casi como el primer día en sus ochenta años de historia.
Portada: Aspecto de las dos primeras plantas del edificio en la actualidad © Carmen Lacasa Esteban
Notas:
- Péplum: término acuñado por el crítico francés Jacques Siclier en el número de mayo de 1926 de la revista Cahiers du Cinéma, en un artículo titulado “L’âge du péplum”, usando el nombre de una prenda de vestuario muy frecuente en las películas de corte histórico y de aventuras ambientadas en la antigüedad, fundamentalmente grecorromana, el péplum, una especie de túnica sin magnas abrochada al hombro. Este tipo de producciones podría llamarse vulgarmente “cine de túnicas”.
- Vanguardias: término que se refiere a cualquier obra que es experimental o innovadora en el ámbito artístico, cultural, musical o literario. Los primeros movimientos de vanguardia se produjeron en Europa a principios del siglo XX. La característica principal es la libertad de expresión, alterando la estructura de las obras, rompiendo con las reglas establecidas de simetría, color, forma y perspectiva, entre otros.
- Antoni Gaudí (1852-1926) es uno de los arquitectos más conocidos y populares de la historia. Su principal obra es la basílica de la Sagrada Família, a la que dedicó 43 años de su vida, y donde tenía su despacho profesional. Su concepción los edificios se basa en un profundo conocimiento de la estructura y solía diseñarlos con maquetas.
- Ana María Ferrín, nacida en Madrid y residente en Barcelona desde niña. Es escritora, articulista, conferenciante y empresaria. Ha publicado en numerosas revistas, así como también ha publicado varios libros sobre la vida y obra del arquitecto catalán Antoni Gaudí.
Para saber más:
- Sobre el género cinematográfico péplum, en línea.
- Sobre las vanguardias, en línea.
- Sobre Antoni Gaudí, en línea.
- Sobre Juan Francisco Guardiola Martínez y su arquitectura, en línea.
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Ferrin Jaraquemada, Ana Mª. Bollywood en España. La arquitectura colorista de Juan Francisco Guardiola, en línea.
¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO? https://revistamito.com/la-casa-judia-evocacion-de-la-antiguedad-en-la-ciudad-de-valencia/ : «La «Casa judía»: evocación de la antigüedad en la ciudad de Valencia». Publicado el 28 de febrero de 2016 en Mito | Revista Cultural, nº.30 – URL: |
8 Comentarios
Eva, me alegro de que te haya gustado leer sobre tu padre. Es cierto que es un arquitecto valenciano olvidado, pero no quita que se le reconozca su labor a la arquitectura. Gracias por comentar el artículo.
Regino Mas era amigo de mi padre, Juan Guardiola Martinez. Alfredo Claros, pintor de Sueca, y Regino Mas realizaron las espectaculares pinturas del Casino de Sueca. Un saludo y muchas gracias por sus comentarios, siempre que leo algo sobre mi padre me alegro que después de tantos años ignorado se le reconozca algún mérito
Hola, la siglas JB son las iniciales del constructor del edificio, Jose Belenguer Machancoses, mi abuelo. Las pinturas de fachada son obras de Regino Mas.
¡Muchísimas gracias por la aclaración! Era un dato que no tenía.
Existe además de este edificio otro similar en Barcelona en el cruce de las calles Aribau con Diputación, que ocupa todo el chaflán. También del mismo autor.
Sí, tienes razón. Ese edificio lo he visto solo en fotografía, no en persona.
Era un arquitecto bastante peculiar.
Interesante artículo. Una curiosidad que siempre me he preguntado: ¿qué significan las siglas J B que aparecen dentro de la estrella judía? Gracias!
Pues para serte sincera, no lo sé. No corresponden con las iniciales del arquitecto (Juan Guardiola) ni con las del promotor (José Salom). Y en la documentación que he podido consultar no lo indica. Siento no poder responderte. Si encuentro algún documento donde lo indique te lo haré saber.