El dulzor de la Femme Fatale
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La Bella y la Bestia, dos entes diferentes, a veces uno solo. Breve repaso a los seres que han perturbado a la humanidad bajo la forma femenina.
Cuando se habla de «La Bella y la Bestia», muchos de nosotros, sobre todo los más jóvenes, pensamos casi inmediatamente en la homónima película de Disney. Sin embargo, ésta no es una creación original de dicha factoría de dibujos animados.
Los orígenes de este conocido cuento no están muy claros, no obstante, puede afirmarse sin temor que una de las fuentes principales de las que bebe la historia se encuentra en la tradición griega, en la leyenda de Eros y Psique, una explicación mitológica tardía de por qué alma y amor son inseparables. El tema se mantuvo en la tradición europea oral y saltó a la fama con la adaptación que Jean Marie Leprince de Beaumont hizo del cuento, más extenso, de la escritora Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve. De estas historias pronto se hicieron versiones ilustradas en las que se contaba con artistas como Walter Crane, y llegado el siglo XX no tardó en convertirse en objeto de la cinematografía de manos de Jean Cocteaux.[1]
Beauty and the Beast, 1874. Walter Crane
El leiv motiv de esta historia es el de una joven encariñada con un ser de características salvajes o monstruosas que puede aparecer bajo diferentes aspectos (con rasgos de jabalí, felinos, o de reptil según la tradición helena) y que al termino de la historia se unen fusionando sus dos naturalezas.
Pero lejos de esposos encantados también encontramos otra serie de bestias que atormentan a las jóvenes y se enfrentan a nuestras Bellas. Pienso, por ejemplo, en el enigmático cuadro de Fussly: nigthmare (La pesadilla). De dicho lienzo, muchas son la interpretaciones que se han dado, pero a simple vista no podemos obviar que se trata de una bestia «acosando» a una «bella». Sea este ser salvaje una pesadilla turbando los sueños de la joven, o un remordimiento atormentado su conciencia, lo cierto es que nos recuerda al íncubo, ese diablillo romano que torturaba a las doncellas descansando sobre su pecho mientras dormían e incluso uniéndose a ellas.
La pesadilla, 1781. John Henry Fuseli
En otras ocasiones, la oposición Bella-Bestia se da dentro de un mismo personaje al convertirse la bella durante unas horas en una bestia. Este es el caso del Hada Melusina, tan hermosa como horrible, tan bondadosa y amable como vengativa, que fue condenada por su madre a metamorfosearse una vez por semana en un monstruo mitad mujer, mitad serpiente. También en toda la costa cantábrica se aprecia en la tradición oral la pervivencia del tema de la bella convertida en serpiente, aunque por lo general el hechizo suele romperse en este caso con el beso de algún apuesto príncipe, o mejor dicho, de un noble, bien de linaje o bien de corazón. La serpiente, el ser de la maldad y del pecado, policefala como la Hidra, o vidente como la Pitón de Delfos, la alimaña que sirve de cabellera a la Gorgona, o el maligno que acecha a la mujer apocalíptica vestida de sol, es también un ser temible a la par que benigno pues significa en ciertos contextos salud y renovación (ya que cambia su piel cada cierto tiempo, como si de algún modo comenzara una nueva vida) por ello se convierte en compañera de Apolo pero también de Atenea[2], una femme fatale de los ojos glaucos.
Atenea Varvakeion, considerada una de las imágenes más cercanas a lo que podría haber sido la Atenea Parthenos | Marsyas
La Bella también es la «femme fatale«, aquella mujer que tnato triunfa sobre la Bestia o que la encamina a la perdición, aquella que causa en nosotros tanto repulsa como una enigmática atracción. Desde la Esfinge a La Medusa, pasando por la Sirena, aquella que en la Antiguedad poseía cuerpo de ave y que ahora estamos acostumbrados a ver con cola de pez. Desde la Arpía a la Lemmnia, la Vampiresa o la Empusa. Muchas de estas Bellas atroces, enumeradas pertenecen al cortejo de Perséfone o Hécate, es decir, estan ligadas al mundo de las sombras a través de las divinidades infernales, la primera de las cuales vivió una história similar a la de nuestras bellas gentiles, pues fue raptada porel cruel Hades, bajo el consentimiento de Zeus, y atrapada en los palacios infernales durante seis meses cada año. Perséfone trae el equilibrio al mundo y se convierte en muchas ocasiones en intermediadora con Hades, le domina con sus palabras. Atenea, por su parte, domina al centauro con su sabiduraría, es la civilización sobre el salvajismo, el saber frente la ignorancia. Dalila, otra de las femme fatale de la historia, se enfrenta a la fuerza de Sansón con la melosidad del amor, y Judit ni siquiera ha podido ser retratada en uno de estos extremos por la tradición, pues, si bien Boticelli nos la muestra hermosa, joven y alegre, regresando ligera y despreocupada a Betulia, Artemisia Gentileschi nos muestra a una Judit cruel y vengativa cercenando la cabeza de Holofernes.
La unión de las Bellas atroces de Hécate con las venerables aunque firmes heroínas de las que hemos hablado es más estrecha de lo que parece. Basta recordar como las armas de la Atena Partenos se engalanaban, según Pausanias, con una esfinge, caballos pteróforos, y grifos, mientras que en el pedestal sobre el que se erigía la diosa corría un friso con la historia de Pandora. Y es que, mientras unas nos traen la desgracia, otras nos aportan fuerza, valor, y nos apartan de las primeras. La lectura general del programa iconográfico de la afamada escultura crisoelefantina de la Atenea Patenos, no es más que el del triunfo de la razón sobre el instinto, de la civilización sobre el estado salvaje del ser humano.
Judit regresando a Betulia, 1472-1473. Sandro Botticelli
La bella dominando a la bestia, la civilización dominado el salvajismo, la sabiduría aplacando los instintos, son temas recurrentes en la tradición clásica. Así, la diosa del amor, Venus/Afrodita, desarma la furia de la guerra, Ares – Marte, y opone su curvilinea anatomía, blanda, blanca y sensual, a la musculosidad y las cicatrices del Marte ejercitado en el odio, la sangre y la batalla. Atenea, por su parte, civiliza al centauro usando como armas la sensatez y sabiduría, y en las artes esotéricas uno de los arcanos mayores del tarot, La Fuerza, se reprensenta por medio de una joven que parece amansar un león.
Venus y Marte, c. 1483. Sandro Botticelli
Pero este artículo se iniciaba con una referencia al cine y es justo que termine también repasando brevemente las imágenes de bellas y bestias que han surgido en este joven arte. Es de destacar la ya mencionada película de Jean Cocteux, cuyos interesantes efectos especiales trasladan al espectador a un mágico palacio donde todo se mueve en las sombras como si de una vida interior gozaran sus objetos. No obstante, la serie B, también ha dejado interesantes muestras de la dualidad Bella-Bestia destacando entre ellas Cat People (1944. Titulo español: La mujer pantera), donde una hermosa joven de origen serbio cree, según una leyenda de su país, que en su noche de bodas se convertirá en una pantera que destrozará a su esposo tras la consumación del matrimonio. Así mismo, es justo recordar que rostros como Marlene Dietrich, Greta Garbo, Tza- Tza Gabor o Anita Eckberg, encarnaron en la pantalla a mujeres arrolladoras, inoces y destructoras, temibles pero amadas, que recordaban en cierta forma a la femme fatal bajo la cual el suelo tiembla. Fueron estrellas fabricadas, como las películas en las que trabajaban, y su imagen fue la de la distante diva, fría y decidida, pero tierna entre los brazos de sus amantes.
Portada de la primera edicición de Doctor Jekyll y Mister Hyde, 1886
Pero … digánme, ¿acaso no es el propio ser humano igual que una de esos seres de dos caras, que tanto se parece a Atenea como se convierte en la Gorgona? ¿Existen las bellas y las bestias o es todo parte de lo mismo? En mi personal opinión, todo Doctor Jekyll llevá dentro un Mister Hyde, y aunque sea una bárbara utopía, me gusta pensar que dentro de cada Mister Hyde hay un Doctor Jekyll.
Portada: Cruz. Cementerio de Huaraz. Ancash, Perú | Dtarazona
[1] COCTEAUX, J. Belle et Bête. Francia, 1931.
[2] Atenea concibió virginalmente tras una visita a la fragua de Efesto, donde el Dios del fuego al intentar violarla, derramó su semen sobre el muslo de la diosa, esta se limpió con estraza y la tiró al suelo, naciendo del campo una hermosa Pitón.
¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO? : «La Bella y la Bestia». Publicado el 11 de marzo de 2016 en Mito | Revista Cultural, nº.31 – URL: |
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