El actor vallisoletano colabora con Tanteas Teatro en su segundo cortometraje como director, ‘Segovia Monamour’, inspirado en un cuento sufí.
Nada se resiste a Fernando Cayo (Valladolid, 1968). Cine, teatro, televisión… Su rostro es un habitual de escenarios y pantallas, donde se ha metamorfoseado en guardia civil, médico, marido abnegado, rey, actor homosexual en tiempos de Kennedy… Multitud de almas a las que ha otorgado cuerpo en títulos como El orfanato, La piel que habito, Punta Escarlata o Los hijos de Kennedy, solo un pequeño retal de la larga lista de trabajos que ha asumido desde su debut como protagonista en la visceral Shacky Carmine (Chema de la Peña, 1999).
Torrente inmenso de energía sobre las tablas y actor siempre solvente tanto en cine como en televisión, con un aura que conjuga de manera imposible la sensibilidad más exquisita con una turbadora violencia apenas insinuada en función de la piel que viste para cada personaje, el intérprete se encuentra inmerso en distintos proyectos, entre los que cabe destacar la obra teatral El Príncipe (texto de Maquiavelo bajo la dirección de Juan Carlos Rubio) y la postproducción de su segundo cortometraje como director, Segovia Monamour, excusa que tomamos (si es que resulta necesaria) para charlar con él acerca de este nuevo viaje, su carrera y la situación cultural que vive España en estos momentos.
Y no es una excusa baladí, porque Segovia Monamour promete, y mucho. Rodado en la ciudad castellana que le da título, el cortometraje parte de la colaboración de Cayo con Tanteas Teatro, un grupo con el que ha trabajado codo con codo para sacar adelante una obra diferente, personal y onírica. Una esencia inmensa en un pequeño frasco de cine.
Tanteas Teatro y Fernando Cayo se fusionan para crear ‘Segovia Monamour’. Foto de Francisco Javier Martín Benito.
Revista Mito: El proyecto tiene un origen singular. ¿Cómo nace?
Fernando Cayo: Nace de la ilusión de un grupo de personas creativas con las que ya había trabajado a las que les apetece vivir la experiencia de grabar un cortometraje. Me eligen para dirigir la idea y yo acepto encantado, ilusionado como ellos, como hago con cada reto escénico que acometo.
R.M.: ¿Cómo surge tu colaboración con Tanteas Teatro?
F.C.: Yo ya conocía a Álex Espeso, uno de los actores del corto y componente de Tanteas Teatro, que es de Valladolid como yo. Él me puso en contacto con su grupo y desde entonces empezamos a hacer varios cursos juntos. También me presentó a Geni, otro de los actores de Segovia Monamour, que trabaja como músico en uno de mis espectáculos.
R.M.: Dices que el guion parte de sueños y recuerdos de los miembros de Tanteas. ¿Se trata de un guion conjunto, un trabajo en equipo?
F.C.: Sí, nos hemos dejado impregnar por un cuento sufí maravilloso llamado El coloquio de los pájaros, ilustrado por Peter Sís, que habla de la importancia del grupo como ente formado a partir de muchos individuos diferentes, y esto lo hemos aderezado con nuestras experiencias personales, nuestros recuerdos y sueños. Ha sido totalmente un trabajo en equipo que tiene mucho de cada uno de nosotros.
R.M.: En tu blog calificas el corto de surrealista y felliniano. ¿Por qué?
F.C.: Creo que para contestar a eso lo mejor es que se vea el corto, no quiero hacer spoiler (risas) pero sí te puedo confirmar que nos hemos decantado por un código surrealista, onírico, psicodélico, donde las cosas pueden no ser lo que parecen, donde Segovia es un personaje más (como Roma fue para Fellini) y donde se confunde la realidad y la ficción a través de un viaje guiado por unos personajes muy peculiares.
Segovia, un personaje más. Foto de Francisco Javier Martín Benito.
R.M.: ¿Qué papel desempeña Segovia en el corto?
F.C.: Es, como te digo, absolutamente un personaje más. Esa era una de las premisas en las que coincidíamos todos. Segovia es una ciudad de ensueño a la que tengo mucho cariño desde siempre y que aporta al cortometraje no solo un escenario incomparable, sino que actúa como cómplice de la historia. Es una ciudad narrativa; es más, es una ciudad poética y musical.
R.M.: ¿Cómo ha respondido la ciudad (y la ciudadanía) al rodaje? En las pequeñas capitales este tipo de situaciones siempre causa revuelo…
F.C.: La verdad es que solo puedo agradecer la acogida. Se han portado muy bien con nosotros, desde el Ayuntamiento hasta los ciudadanos. Creo que es una manera bonita de contribuir al fomento del turismo ensalzando la belleza de esta ciudad y todos nos lo han agradecido en este sentido.
R.M.: Casi todas las películas se ruedan en Madrid o Barcelona. ¿Este tipo de proyectos sirve para implicar a más personas en la creación cultural? ¿Deberían impulsarse más rodajes en ciudades como Segovia, Valladolid, Pamplona…?
F.C.: Bueno, cada una de las historias que se cuentan en una película requiere un marco en concreto. Es verdad que Madrid y Barcelona suelen concentrar la mayoría de los rodajes que se producen en nuestro país, pero eso no hace de menos al resto de ciudades o pueblos. Soy partidario de promover la creación cultural en todas partes, eso es lo principal, y no solo en las grandes capitales, por supuesto.
R.M.: Segovia Monamour se presentará en noviembre en el Muces. Es una gran noticia, pero la realidad es que los cortos tienen muy poca visibilidad fuera del circuito de festivales. ¿Se trata de un obstáculo más para los jóvenes, teniendo en cuenta que muchos cineastas comienzan sus carreras con este tipo de producciones?
F.C.: Desgraciadamente sí, los cortos no suelen tener la difusión que debieran, teniendo en cuenta que la calidad de una película no está relacionada con el formato en el que se presenta. Y personalmente creo que sí supone un obstáculo más en la carrera de los cineastas, tengan la edad que tengan. Para los que se inician puede resultar más duro, pero creo que esta dificultad, como todo en la vida, debe ser recibida a modo de acicate para seguir en la brecha, trabajando y creando.
Un momento del rodaje en las calles de Segovia. Foto: Francisco Javier Martín Benito.
R.M.: Ahora que el rodaje ha concluido, ¿qué balance haces de esta fase del proyecto? ¿Ha sido una experiencia enriquecedora?
F.C.: Ha sido un proceso muy laborioso que se ha fraguado a fuego lento. Todos hemos vertido en él mucha energía y aún estamos recuperándonos (risas) pero desde luego ha sido una experiencia enriquecedora con muchos buenos momentos que me llevo en la maleta. Cuando un grupo de personas interesantes se reúne con un objetivo común y pone tanto de sí mismas con entusiasmo y generosidad, el balance siempre es positivo.
R.M.: Tras el rodaje, la postproducción. ¿Nos puedes contar algo de esta fase de la elaboración de Segovia Monamour, tan crucial en el resultado final del producto, pero que al público se le hace invisible?
F.C.: Este es quizá el trabajo menos agradecido de todos cuantos requiere la grabación de una película. Tras la elaboración del guion, los ensayos y el rodaje, viene a continuación todo un periplo arduo de selección de escenas, de retoques de sonido, de luz, en definitiva, de montaje, que implica una profesionalidad desconocida para la mayoría del público. Además, habrá pinceladas de imagen en animación. El resultado final que llega a manos del espectador es el resultado de muchas horas de trabajo y de tomar decisiones esperando que después sean del agrado de la mayoría.
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R.M.: Este es tu segundo cortometraje como director. ¿La experiencia previa aporta seguridad frente a un proyecto tan particular?
F.C.: Haber tenido ya la experiencia de dirigir un cortometraje anterior aporta más confianza en uno mismo, pero el vértigo de abordar un proyecto nuevo, con gente nueva, siempre está. Mi vida es el cine, que es como se llama el corto anterior, me dejó muy buen sabor y todavía sigue circulando por distintos circuitos audiovisuales y festivales de cine. Espero que Segovia Monamour también llegue a la mayoría de espectadores posibles, de todas partes.
R.M.: Una película que nace de un grupo de teatro. ¿Al final todas las artes caminan juntas?
F.C.: Creo que cada ser humano es un universo en sí mismo y si encima se dedica a las artes escénicas ya es una galaxia expandida (risas). En un grupo de teatro fluye la creatividad y la imaginación como en cualquier otra manifestación artística. La danza, la música, la interpretación, etc. no se pueden separar, son distintos lenguajes pero tienen la misma intención: transmitir, comunicar, expresar.
R.M.: Teatro, cine, televisión, música… Tienes experiencia en todos los ámbitos. ¿Goza la creación artística española de buena salud?
F.C.: Estoy convencido de que sí. La creación artística española es una fuente inagotable y lo podemos comprobar a diario. Por ejemplo en las series que tenemos, cada vez más elaboradas, en las nuevas películas que se hacen, rompiendo con los viejos prejuicios que arrastraba el cine español, etc. Afortunadamente somos ricos en gente talentosa pero habría que fomentar su actividad y darles más espacio del que tienen, mayor reconocimiento.
R.M.: ¿Te planteas el paso a la dirección de un largometraje?
F.C.: Por supuesto, en cuanto surja el proyecto lo haré; es uno de mis sueños por cumplir.
R.M.: Tu carrera como actor es larga y variopinta. ¿Qué queda del Fernando Cayo de Shacky Carmine?
F.C.: Mucho más de lo que se pueda pensar, sobre todo por lo lejos que queda. Se estrenó en 1999, creo que fue el último sueldo que me pagaron en pesetas (risas). Siento un cariño y un orgullo especial por esa película. Fue mi primer papel protagonista y me reportó momentos que marcaron un antes y un después en mi vida tanto personal como laboral, por ejemplo en el Festival de Cine de Toulouse, donde gané el premio al mejor actor.
R.M.: Decías hace unos años que lo que te interesaba era ir buscando retos. ¿Es Segovia Monamour uno de estos desafíos? Y, ¿realmente te quedan aún retos por asumir?
F.C.: Creo que el día que diga que ya no me quedan retos por asumir estaré muerto. Segovia Monamour ha sido un reto, una aventura intensa con la que seguir evolucionando, como todos los trabajos que se me cruzan en el camino.
R.M.: Al recoger el premio Amigos del Teatro de Valladolid por Los hijos de Kennedy, dijiste que “ya hay demasiada gente que se encarga de despreciar lo propio”. ¿Es una crítica a la gestión cultural que se hace desde las instituciones?
F.C.: Es más bien una crítica al pesimismo, a la negatividad que desgasta y que absorbe energía sin aportar, sin construir ni apoyar en este caso la cultura. Creo que la gestión que se hace de ella es obviamente mejorable, sin duda, y te digo lo mismo de la gestión de tantos otros aspectos políticos actualmente.
El equipo de ‘Segovia Monamour’, inmerso en su trabajo. Foto de Francisco Javier Martín Benito.
R.M.: Desde dentro, ¿se nota la repercusión negativa del incremento del IVA cultural?
F.C.: Me parece que el incremento del IVA tiene repercusiones no solo para los que trabajamos en esto, sino para cualquier ciudadano de a pie. Lo grave no es que haya subido, eso es solo la punta del iceberg, lo alarmante es lo que hay debajo: toda una trama de enemigos del arte, de la sensibilidad, seres a los que no les interesa que el pueblo piense y sea consciente de lo que pasa a su alrededor.
R.M.: Mucha gente se queja de que ‘la cultura es cara’. ¿Se ha perdido el respeto a la cultura, al patrimonio?
F.C.: La cultura es cara depende de con qué la compares. Una entrada de teatro, por ejemplo, tiene un precio irrisorio si se compara con lo que cuesta una entrada a un partido de fútbol y un precio desorbitado si los gastos de primera necesidad no están cubiertos. Cuando me plantean este tipo de cuestiones me acuerdo de Lorca cuando decía que si estuviera en la calle con hambre no pediría un pan, sino que pediría medio pan y un libro.
R.M.: El teatro clásico es la base de todo ese patrimonio cultural del que hablamos. ¿Siguen vigentes los textos clásicos hoy día? ¿Y el público lo entiende o se ha producido un desencuentro en favor de propuestas más innovadoras?
F.C.: Yo que he estado durante siete años trabajando en la Compañía Nacional de Teatro Clásico puedo asegurar que el teatro de este género goza de buena salud. Se fomenta y se lucha por mantener vigente el legado cultural, pero es una oferta que quizá no consuma la mayoría. Cada manifestación artística tiene su público, lo importante es que los artistas no dejen de crear y los espectadores no dejen de acudir a aquello que prefieran disfrutar, para que el engranaje funcione y nos retroalimentemos todos.
R.M.: Has consagrado una parte muy importante de tu carrera al teatro. ¿Las nuevas generaciones son conscientes de la importancia de la escena en la conformación cultural de una sociedad?
F.C.: Me gusta pensar que sí. Hay muchos jóvenes que van al teatro, que se interesan por las artes escénicas y que contribuyen de esa manera a la conformación de una sociedad civilizada, pero también creo que con un mayor fomento de la cultura por parte de los de arriba nos iría mejor.
R.M.: Por último, creo que tienes cuatro largometrajes por estrenar en cine, a los que se suma Segovia Monamour, la serie Mar de plástico, diversas funciones teatrales… ¿Será este el año de Fernando Cayo?
F.C.: Me considero muy dichoso porque afortunadamente no me faltan proyectos en los que trabajar y con los que seguir creciendo, estoy muy agradecido por ello y me coloca en una actitud vital optimista. Espero que este en concreto sea el año de Fernando Cayo; es más, espero que esta sea la década… o, por qué no, ¡¡¡el siglo de Fernando Cayo!!! (Risas). Procuro exprimir todos mis proyectos e ir cumpliendo sueños, no años.
Los artífices de ‘Segovia Monamour’, con Fernando Cayo en el centro. Foto de Francisco Javier Martín Benito.
El primer cortometraje dirigido por Fernando Cayo, Mi vida es el cine, ha recibido, por el momento, multitud de reconocimientos. Entre otros:
- Mención Especial del Jurado en el Festival Lo Cercaurts.
- Mejor cortometraje en el Festival de Cine de Comedia de Tarazona y Moncayo, 2014.
- Mejor Actor para Fernando Cayo Festival de Cine de Comedia de Tarazona y Moncayo, 2014.
- Mención Especial del Jurado en el Festival LoCercaurts, 2014.
- Mejor Actor para Fernando Cayo por el Festival Requena y Accion 2014.-Mencion especial en la 56ª edición del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, Zinebi 2014.
Foto de portada: Fernando Cayo. Autor: Sergio Frías
¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO? : «Fernando Cayo: “Procuro exprimir todos mis proyectos e ir cumpliendo sueños, no años”». Publicado el 16 de julio de 2015 en Mito | Revista Cultural, nº.23 – URL: |
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