El que anda haciendo arte por ahí
El instinto, la intuición, la destreza, el buen ojo… y cómo estar siempre listo para atrapar con las dos manos y bien fuerte las posibilidades inesperadas que nos regala la vida
«En un lenguaje perfectamente porteño nos zambullimos de fauces abiertas en la vida de alguien que ve colores donde otros ven grises, que de la multitud de gente capta los detalles individuales e íntimos.
Buenos Aires, Frankfurt, Múnich, Estados Unidos y Teodelina son los escenarios de este tour que les propongo hacia las entrañas de la creatividad autodidacta, para ir deshilvanando la historia de alguien que se ha animado a ser el protagonista de su propio relato.»
Es un viernes feriado de sol en el otoño de Buenos Aires, camino por la calle Serrano en el barrio de Palermo, todo está lleno de gente, los restaurantes, los bares, los negocios, las veredas, la feria artesanal, es un hervidero de idiomas de toda clase, turistas de todas partes se mezclan con los autóctonos y se vuelve ese tapiz constante que es esa parte de la ciudad.
Llego a la exposición bastante antes de la hora que había combinado para la entrevista con Ricardo. Está bueno porque tengo tiempo de mirar los cuadros con calma, en el salón sólo hay pinturas de su autoría. Después me paro afuera a esperar y me sorprendo gratamente porque los que pasan por la calle se sienten atraídos por la muestra, entran, miran, recorren y salen de la galería comentando los cuadros.
En lo personal me hace sentir bien, en general me da un placer enorme ver a la gente lanzándose atrás de lo que creen, de aquello esencial que los define, dispuestos a trabar todas las batallas para conquistar el pedazo de mundo que les corresponde. El arte y el artista tienen un poco de eso siempre, hay una especie de tensión entre la obra, el productor, el mercado y la vida en sí, la vida que el artista quiere vivir.
La espera termina y Ricardo Brecher llega, nos sentamos en un café de por ahí y hacemos una entrevista a modo de charla de viejos camaradas donde recorremos su vida y el sentido que le otorga a su obra.
Villa 31 y Ricardo Brecher
Revista Mito: Contame de vos, cómo empezaste a pintar, tu vinculación con el arte…
Ricardo Brecher: Yo pinté desde siempre, desde chico y nunca dejé de pintar. La idea de a hacerlo como para empezar a estar en galerías surgió hace poco, hace un año más o menos.
.
R.M. Tengo entendido que los murales del Hotel Hilton de Puerto Madero en Buenos Aires los hiciste vos ¿cómo fue que te convocaron para una obra tan importante si vos no estabas pintando profesionalmente todavía?
R.B. Fue así, el Hilton renovó los salones y cuando renuevan los salones quieren poner tres murales de doce metros cuadrados cada uno en la entrada del salón, entonces tengo una entrevista con el arquitecto del hotel, ve las cosas que tengo, le gustan y me dice que quiere tres y que tengo que hacerlos en un mes; pintarlos directamente en el lugar. Pero a la semana me llama y me dice que no hay tiempo o sea que en vez de pintarlos directamente se van a hacer reproducciones de mis pinturas. Es decir que de las pinturas que yo tenía, se hicieron gigantografías impresas sobre tela y tuve que ir ahí a firmarlos; el firmado es original y lo otro es reproducción de las pinturas mías que habían elegido.
R.M. ¿Y cómo llegaste al Hilton, cómo te conocieron?
R.B. Tengo un amigo que trabaja ahí y que me hizo el nexo pero igual tuve que ir y mostrar lo que tenía como cualquiera. Al tipo le encantaron las cosas, tuve suerte y enganché ahí. Son tres murales de doce metros cuadrados en el Hilton de Puerto Madero, incluso de noche si vos te parás afuera, cuando las luces están prendidas, se ven.
Vista panoramica muestra abril 2014, Palermo
R.M. Pero además tengo entendido que hiciste unas exposiciones en Alemania
R.B. Hice 2 exposiciones en Alemania pero no las hice para vender, no me interesó vender, era para mostrar, no había ni precio ni nada.
Algunos cuadros los tenía y otros los pinté para la exposición.
La muestra que hice en Alemania, la idea era compartirla con un tipo que me ofreció… Él me tiró la idea, me dijo ‘che ¿hacemos una exposición?’. Fue así, el tipo tenía un gimnasio, le hice fotos del gimnasio porque yo laburaba como fotógrafo. Cuando estábamos arreglando las fotos me dice ‘che, ¿así que pintas? ¿No te coparía hacer una exposición, una muestra conmigo porque yo también pinto?’. Yo le digo bueno, dale… Siempre digo que sí pero después me quedo pensando que en realidad no tenía cuadros… Entonces le dije que hacía una exposición pero que mezclaba fotos -porque tenía fotos re lindas-, fotos y cuadros.
La muestra era una vernissage, un día en el que nos juntábamos… Era un día con bebida, empanadas, música, yo contraté un flaco que tocaba la guitarra y cantaba y había vino… una onda juntarse y qué sé yo… Estuvo buenísimo, vinieron como ciento y pico de personas… El tipo, tres días antes de la exposición me llama y me dice ‘no voy a hacerlo, me asusté, no me animo’. Ahí yo le digo que yo la voy a hacer igual, yo también estaba asustado pero bueno, ya estaba hecho, ya estaban invitados todos… El tipo me dice que no me preocupe por los gastos, que corría por cuenta de él. Entonces le dije que si él no quería ir que por lo menos me dé algunos cuadros, así que me dio tres cuadros bastante grandes y los junté con los míos.
Esa fue la primera exposición, ahí fue que me di cuenta que algo había porque la gente se copó un montón. Había cosas que gustaban y cosas que no pero había un algo, como que había algo que a la gente le gustaba… Y pegó mucho lo de la foto. Igual ahora no tengo ganas de dedicarme a la fotografía porque ahora es mi laburo sacar fotos.
Lo mismo que hago con las pinturas me pasó con las fotos, desde pibe sacaba fotos, me gustaba sacar fotos pero nunca había laburado ni con fotos ni con pintura, yo soy administrador hotelero pero antes de estudiar administración de hoteles fui a estudiar diseño gráfico pero sólo estudié tres meses, me aburrí… me aburro… Me apreció un embole así que dejé. Después estudié administración hotelera y chau… laburé con eso mil años… me desperté cuando el loco me invitó a la muestra. Me pegó así, de pedo, porque yo hacía fotos para él comercialmente para un proyecto y el tipo de repente me sale con la muestra de pintura. Ahí me di cuenta de un montón de cosa, me di cuenta que quería hacerlo y me encantó hacer una exposición, me encantó esa relación con la gente y hablar… Porque como yo no sé nada de pintura, no sé de arte, nunca aprendí a pintar, nunca aprendí a sacar fotos, no sé nada “teóricamente”, yo hago lo que me sale y lo que me gusta, eso es lo que hago, yo no estudié ni voy a estudiar, hago lo que me parece, lo que me salé. Yo creo que quizás la ventaja que tengo es que tengo un buen ojo y eso me sirvió para las fotos y para la pintura, para hacer algo armónico, para hacer algo que puede gustar y que me guste a mí. Tengo esas ventajas naturales y otras que son de practicar y pintar o de sacar fotos.
Por ejemplo a sacar fotos tampoco nunca aprendí. Un día estaba en Alemania y llama mi suegra y le dice a La Flaca (*) ¿por qué no le decís a Ricardo que se dedique a la fotografía? Cuando ella me lo dice yo digo ¿de dónde salió eso? Aparte yo estaba laburando y pensaba ¿Quién me va a comprar una foto? Entonces ella le dice que había un montón de gente que cuando veía mis fotos les gustaba. Ahí es como que al mismo tiempo de pensar que estaba loca empecé a pensar que bueno… que no estaría mal. Incluso me propuso pagarme un curso. Así que fui e hice un fin de semana un curso y me encantó la idea de las fotos así que pensé que si me sale y puedo hacer algo con eso, voy a probar. Hice el curso y me gustó la idea. Fui a un negocio que vendían máquinas de foto y me fui a asesorar qué máquina comprar -recién en ese momento estaban saliendo las digitales-. Ahí le digo al tipo mirá, yo no entiendo nada de esto, lo único que sé es que lo que está en la foto, lo que sale en la foto, es lo que quiero y que está bien.
Después resulta que La Flaca tuvo un evento, ella vendía empanadas, y nos ofrecimos como fotógrafos para el evento ese. Al tipo le dije mirá, la cosa es así, es mi primer evento, yo te saco las fotos y si te gustan comprás la que te guste, sino, está todo bien.
Ese evento fue re loco, en Alemania, gente extrañísima… gente re loca, gente con sombreros, barbas raras… un alemán con barba y sombrero bailando tango… La mina que hacia la fiesta era una brasilera y el tipo un alemán… Había mucha gente extraña y yo me copé sacándole fotos a la gente… Ese fue mi primer evento, mis primeras fotos por dinero. En vez de concentrarme en la fiesta, en las cosas típicas de la fiesta como la torta y eso, me fijaba en la gente y en eso expresaba lo que estaba pasando en la fiesta.
Cuando agarré la notebook y fui a la casa de estos tipos y les mostré las fotos, no podían creer lo que veían porque normalmente cuando vos contratas un fotógrafo ya sabes lo que vas a ver en las fotos y ellos veían cosas que ni siquiera habían visto en la fiesta, que no se habían dado cuenta y se quedaron re sorprendidos porque las fotos estaban muy lindas y la gente era re apropiada porque era gente muy rara… Ahí me di cuenta que yo estaba viendo cosas que el fotógrafo común no ve, cosas a las que nadie les da bola.
En las fotos se ven cosas que en una filmación no se ven, en una filmación todo es igual, vos ves lo mismo que veías cuando estabas ahí, en cambio las fotos son momentos, son expresiones que duran una milésima de segundo, no hay forma de que vos lo captes de otra manera que con una foto… lo que yo buscaba es un anticipo a esa situación, es como una sensación de que algo va a pasar.
Y empecé a laburar así, mostraba y me contrataban, me llevaron a España, a Francia, a Italia, hice fotos ahí mismo, en Alemania… Todo como hobbie porque yo estaba laburando, tenía un laburo fijo en una empresa.
R.M. ¿Y la pintura cómo se fue construyendo en vos?
R.B. Con los cuadros, con la pintura, no tengo ninguna referencia, no tengo nada, ni miro ni nada… De chico en mi casa había muchos libros de arte y yo copiaba, me levantaba los sábados y domingos temprano a dibujar y a pintar, agarraba los libros y copiaba… También de pibe por cuestiones de familia iba obligado a muchas exposiciones y me aburría un montón, mis viejos eran re fanáticos de las muestras y de las exposiciones y siempre nos arrastraban a mis hermanas y a mí a esa cosa aburrida… capaz que alguna vez vi algo que me gustaba pero en general las exposiciones siempre me parecieron un embole.
Además me pasa que nunca quise ver mucho para no colgarme con cosas de otros.
Con las pinturas, el IVO + IVA que es el personaje este… Es como que siempre quise tener un muñeco que me identifique, con el IVO lo encontré o por lo menos me gustó. El IVO está formado por la I la V y la O, las tres letras forman el muñeco. Le puse IVO + IVA porque IVO es el muñeco y el + IVA es todo lo que está alrededor del muñeco. Como que lo que quise es mostrar cosas pero de una manera no muy seria, como algo medio naif… La idea es que no haya nada que esté derecho, que para mí es muy difícil porque yo veo todo muy recto, me molesta todo lo que está aunque sea un poquitito torcido. Entonces para mi dibujar torcido es difícil y acá todos los techos están torcidos.
Entonces la idea era tener un muñeco que sea mío, un personaje, pero que tenga una historia alrededor. Entonces por ejemplo está el Villa 31 que tiene el fondo que son todos los edificios y adelante está la villa (**). La villa tiene un montón de color y los edificios de atrás son todos grises, cuando por ahí teóricamente es al revés… teóricamente…
R.M. Veo que hay varios motivos que tienen que ver con la historia o con acontecimientos relacionados con cuestiones de Argentina como cuadros dedicados a Malvinas, al Nunca Más… ¿Esto tiene que ver con tu vuelta al país y con tu forma de vivir la argentinidad?
R.B. Eso es así, cada vez que viene alguna fecha como la conmemoración de lo de Malvinas, trato de mostrar cómo es ese día de Malvinas con un IVO pero no lo hago con cualquier fecha, lo hago con cosas que a mi me pegan un poco o que me parecen importantes.
R.M. Contame cómo surgió el Villa 31
R.B. A mí las villas siempre me llamaron mucho la atención, me pega en los huesos, porque le tengo mucho respeto a la gente que vive en una villa. Yo siempre tuve una vida en la cual nunca me faltó nada, no me faltó el pan quiero decir, no tuve mucha plata pero nunca me faltó la comida. Pero sí hay mucha gente a la que le falta comida, y sé que esa gente pelea mucho para vivir y me rompe las pelotas que la gente hable tan fácil sobre ciertas cosas… En el IVO + IVA de Villa 31 a donde muestro todo el color en la villa y todo lo gris está atrás, estoy mostrando lo que los otros supuestamente siempre ven, lo ven al revés, que supuestamente todo el color está en los edificios, en la guita, en el poder y en la comida y para mí no es así, para mí está en todos lados, pero ahí lo mostré de la otra manera, está bien marcado el contraste, los edificios están todos en gris. Yo odio el gris, jamás usaría un gris para pintar ni para vestirme ni para nada, odio el gris… Pero en ese cuadro está, todos los edificios son grises. Todos los edificios son edificios, no tienen nada, ningún detalle, solo tienen ventanas, muchas ventanas y son muy altos, y son grises. Y las casitas tienen detalles, tienen la ropita colgada, tienen dos flacos jugando a la pelota en una canchita ahí abajo… todo con mucho color, mucho color… Es más, para lograr el color que tiene ese cuadro, cada color tiene como diez capas de color, o sea que tiene mucho laburo, mucho detalle, me importa mucho que se vea linda esa parte. Esa es mi idea, mostrar que las cosas que a veces vemos que no son tan copadas, tienen cosas lindas y que no todo lo que creemos que es, es.
Cuando yo era chico vivía en Alemania y mi mejor amigo era hindú y vivía con la familia que eran nueve en dos habitaciones en un hotel… en uno de esos hoteles que son para vivir. Como yo era el mejor amigo me invitaban a dormir, a comer… y nunca me voy a olvidar porque yo tenía nueve o diez años y estos pibes tenían muy poco para comer y me convidaban. Eso me pegó un montón. Eso y otro montón de cosas que vi en mi vida… Y eso es lo que refleja el Villa 31. A mí por ahí no me gusta hablar de eso pero me gusta poder mostrar que hay cosas que otros ven chotas y que en verdad tienen cosas lindas. Porque además es muy fácil para algunos hacer comentarios despectivos…
Después cada vez que hay un día como el de las Malvinas, como el día de lucha contra el cáncer infantil, día de la mujer… cosas que me parece que pueden ser copadas o que me parecen interesantes hago un IVO y lo reflejo como me parece a mí.
R.M. Vos pasaste casi toda tu infancia y adolescencia en Alemania, después volviste a Argentina, te volviste a ir y pasaste gran parte de tu vida adulta allá también ¿de alguna forma con este tipo de homenaje que le haces en tus pinturas a estos hechos puntuales o a ciertos lugares sentís que estás como reconstruyendo tu propia imagen de país?
R.B. En realidad no lo pensé…
Lo que pasa es que hay muchas cosas que me rompen las bolas de esto de ser argentino, como que hay mucho de esto de que cantamos el himno todos juntos, el viva la patria pero después nos cagamos entre todos.
Yo soy tan argentino como alemán porque viví la mitad de mi vida en Alemania, pero de chico ya me sentía argentino. Yo me fui a los cuatro años a Alemania y volví a los dieciséis. Después viví en Estados Unidos, fui cuando tenía veinte años y fue la primera vez que canté el himno… Íbamos en un ómnibus con un montón de gente y cada uno cantaba su himno, porque había jamaiquinos, alemanes, franceses… y cuando lo canté casi lloro.
El argentino que vive afuera, por lo menos los que yo conocí, por lo general extrañan mucho la argentina pero si vos le preguntas por qué extrañan, no saben qué contestar.
Ahora yo vivo en un pueblo en el sur de la provincia de Santa Fe y cada veinte días más o menos vengo a Buenos Aires, me lleno de todo eso que le llamamos mierda, los colectivos, los taxis, las puteadas, la mala onda… A mí todas esas cosas me llenan porque yo vivo en el campo, veo una vaca que no me dice nada, no hay un puto colectivo, no hay puteadas… Entonces vengo acá, me lleno de toda esta energía que me encanta y me vuelvo otra vez al campo porque me hace falta.
Pero el tipo que se va a vivir afuera extraña el país porque hay algo muy fuerte en la Argentina que no es el himno, es otra cosa…
Cuando yo volví a Argentina tenía dieciséis pero como nunca había ido al colegio acá tuve que empezar desde primer año en un colegio nocturno, era un colegio público nocturno con orientación artística, ahí había clases de dibujo y eso pero nunca le di mucha bola… Ahora que me acuerdo gané un concurso de dibujo en el colegio y el cuadro lo expusieron en un banco…
Después de eso me puse a estudiar hotelería, me fui a Estados Unidos, me recibí, volví, me casé, me volví a ir a Alemania, volví a volver…
R.M. ¿Y ahora, qué futuro ves?
R.B. Ahora me voy a dedicar a la pintura, quiero seguir con esto, quiero dedicarme a full a esto. Yo tengo un estudio de diseño gráfico y fotos en Teodelina pero ahora quiero dedicarme a la pintura.
La idea es que ahora que termine la muestra ésta -que me fue bastante bien, vendí varios cuadros, entre ellos el Villa 31-, está programada otra en un pueblo que queda cerca de donde nosotros vivimos, Villa Cañaz, y donde un porcentaje de las ventas es para beneficio de una institución que se ocupa de distintas cosas copadas como ayudar a niños con discapacidades, a gente mayor, un montón de cosas… Y bueno, varios proyectos que hay por ahí, acá en capital y también en el interior, y también se están armando cosas como para ir al exterior, a Perú, a Alemania…
R.M. También tengo entendido que trabajaste sobre objetos cotidianos ¿cómo surgió y qué futuro ves en relación a eso?
R.B. La idea es hacer toda una línea de objetos arte, por ejemplo en mi casa tengo una mesa ratona pintada, un calefón… porque los calefones por lo general llevan un mueble alrededor porque son feos entonces yo pinté el calefón, le hice un mural, la gente cuando viene se re copa… También pinto macetas, murales. Hice un mural sobre un tronco que mide cuatro metros de altura, un tronco que está en Teodelina.
Lo del tronco fue así, yo salía a caminar y en una esquina de la plaza veía ese tronco marrón, aburrido… Hasta que hice un diseño en la computadora con el árbol con un diseño mío y se lo mostré al tipo que estaba a cargo de la intendencia en ese momento y le re copó la idea, él puso la pintura y yo no le cobré, puse el trabajo… Era un tronco re alto y fue un quilombo hacerlo pero lo hice… Fue muy lindo. Son cosas como un tronco marrón en una plaza, que por ahí no son lindas o directamente cuando pasás ni las ves, y que les podés hacer algo y hacerlo lindo.
También hice un mural para una escuela para la conmemoración del bicentenario en el 2010, que mide como veinte metros por diez, estuve como dos semanas ahí pintándolo con los chicos.
Es como que todos los diseños que hago tienen mucho color, busco que siempre sea algo distinto a lo que hay.
También me pasa que mis cuadros no tienen nombre, no quiero ponerles nombre si no lo siento aunque sea lo establecido para las galerías o para lo que supuestamente hay que hacer. Me rompe las pelotas eso de hacerme el… poniendo nombres solo por poner nombres…
R.M. ¿Eso es parte de tu propuesta, viene por la ruptura en ese sentido también?
R.B. Hoy por hoy siento un montón de cosas y me dejo llevar por lo que siento, no tengo ganas ya de versear, de hacer no sé qué…Quiero ser como soy, tiene que ver con una lucha interna también…Viví muchos años sin poder ser feliz, sin poder ser yo, era muy inseguro y tenía un montón de sensaciones de mierda. Entonces hoy estoy en un momento donde superé un montón de cosas porque peleé toda mi vida por ser lo que soy y lo voy a defender.
Hoy quiero hacer cosas que quiero realmente hacer. Y para mí el arte es como tan personal… es como la religión… como el pensamiento de la religión y las personas que creen, es algo que no se puede discutir, la creencia. Para mí el arte es lo mismo, a cada uno le gusta lo que le gusta y para mí el arte bueno es el que te gusta, para mí no hay arte bueno y arte malo.
Es mi manera es hacer lo que a mí me gusta pero tratando que le guste a la gente también porque no es sólo para mí lo que hago. En la galería ahora expuesto está la serie IVO + IVA, hay abstractos, hay otros que son caras… Para mí la idea es que a cada persona que entra le guste por lo menos un cuadro, si aunque sea le gusta uno, para mí ya está.
R.M. En un sentido primás la idea comunicacional
R.B. Claro, sino haría arte para mí, lo dejaría en mi casa. Una palabra importante para mí es felicidad, eso es lo que trato que se refleje en lo que hago. Lo que yo quiero es que la gente tenga algo en su espacio que los haga sentir bien.
Soy como el payaso que quiere lograr una sonrisa, lo mío es eso.
Me considero artista porque hago arte pero no podría decir nunca si soy bueno o si soy malo. Yo hago arte porque el arte son muchas cosas.
R.M. También haces teatro, actúas en varias obras y haces radio…
R.B. Si, ahora con la radio aflojé un poco pero sí. En la radio hacemos un programa donde decimos lo que tenemos ganas de decir y nos divertimos.
R.M. ¿El eje común, el concepto integrador, sería alegrar?
R.B. Sí, tiene que ver con mi forma de ser, yo siempre fui payaso.
Apago el grabador y nos despedimos después que Ricardo pagó los dos cafés. Me voy de la entrevista con esa sensación que a mí sí me había alegrado el día la muestra, los cuadros y la charla. Siendo esa la aspiración de este artista, en lo que a mí respecta, puede darse por satisfecho.
Conocé más en: www.RICARDOBRECHER.com,
Portada y Fotografías © Ricardo Brecher
(*) La Flaca es el apodo cariñoso que le da a su esposa
(**) Villa es la forma que en Argentina se denominan a los barrios humildes. (Es el similar en otros países a: barrios, favelas, chabolas)