Para Montse Rodríguez Herrero el hecho de ser artista es más fuerte que ella: es el sueño de su vida. Un sueño que decidió hacer realidad cuando siendo ya madre de dos hijas volvió a la Universidad y se licenció en Bellas Artes en 2008.
Revista Mito: ¿Puedes decirnos cual ha sido tu trayectoria desde entonces?
Montse Rodríguez: Nada más terminar la carrera gané el Premio de Pintura rápida de San Lorenzo de El Escorial, en cuyo Ayuntamiento tengo obra, entre otros lugares. Llegué a alcanzar un dominio importante de la técnica pictórica, realmente puedo decir que a base de muchas horas de trabajo llegué a dominar varias técnicas, como la acuarela, medio en el que puedo hacer retratos y he vendido algunos incluso, pero nunca he medido el éxito por la venta, no creo que tenga relación. Llegó un momento en el que vi que me estaba quedando vacía a la hora de contar las cosas que yo quería decir: tenía unos ingresos, unos premios, un reconocimiento que me podían haber hecho seguir por ahí, e incluso llegaron a escribirme de alguna galería en Nueva York pero no he seguido por ese camino porque no era capaz de expresarme con la pintura.
R.M.: ¿Y qué hiciste?
M.R.: Estando aún en la Facultad tuve que hacer un proyecto relacionado con la lectura del Elogio de la sombra, de Tanizaki, que coincidió con la muerte de mi abuela, una persona muy importante en mi vida. Recuerdo que yendo al funeral estaba muy triste, llevaba el libro en el bolso y recordé también un poema, una canción francesa del poeta Francis Cabrel que hablaba del manto de lluvia. En aquel momento se me ocurrió construir un manto que llamé “el manto de lluvia” porque estaba tan triste que quería esconderme del mundo. Creo que todos hemos vivido esa sensación de querer sentarse en una esquina y desaparecer, momentos en los que nadie te puede consolar, momentos en los que tienes que encontrarte a ti misma para consolarte, y a partir de ahí empecé a bordar recuerdos de mi abuela, canciones que me cantaba, una poesía que le escribí…; recuerdo que estuve varios días bordando día y noche todo el manto, por fuera y por dentro, un manto que mide unos dos metros de largo y que era una mezcla entre un kimono japonés y un manto medieval como de druida. Con eso respondía al ejercicio de clase pero a la vez me sirvió de cura porque fue como una terapia, porque realmente pude plasmar en él toda esa tristeza que sentía. Construí un objeto hermoso, cada vez que contaba la historia otras personas se sentían identificadas y también les animaba a construir algo a través de la tristeza, situación que es más estática y muy buen momento para reposar, para reflexionar y para construir algo, y así es como empezó mi proyecto personal, un proyecto orgánico en el que cada serie está conectada y no hay ninguna que pueda dar por terminada, es un proyecto que está ramificado, en el que unas series están conectadas con otras y están relacionadas y del que se han quedado bocetos en el tintero, pero eso es positivo, precisamente, porque cuando pasan un tiempo puedo volverlos a retomar.
R.M.: ¿Puedes contarnos en qué consiste ese proyecto?
M.R.: A partir de estas vivencias personales empecé a hacer trajes y a bordarlo y ahí encontré un medio en el que me sentía satisfecha. Hasta este momento lo que he querido con los bordados ha sido desarrollar un proyecto que fuera muy personal, que me permitiera contar lo que yo quería contar y que me diera una identidad muy clara como artista; aunque se trate de piezas crípticas y enigmáticas busco la participación del espectador, que se acerque y pueda tocarlas, inventar su propia historia a través de esa pieza o ver qué hay detrás de ella, qué hay detrás de una persona que borda quinientas veces la misma frase, frases como “todas las palabras que no te pude decir” o “todos los versos que no te escribí”. Son frases que llaman la atención, que conectan con algo que seguro te ha pasado, con algo que quisiste decir o hacer con una persona y se perdió la oportunidad, pero también son frases muy poéticas.
(500 veces bordado) Todos los versos que no escribí. Pieza de papel remay con bordados de hilo negro de algodón. 240 cm largo x 21 cm ancho.
R.M.: ¿Hay influencia de la literatura en tu obra?
M.R.: Sí, yo busco también la poética de los materiales y mi inspiración está a menudo en la poesía, en literatura, en los clásicos, en la Ilíada, la Odisea, de ahí que siempre haya utilizado como hilo conductor o alter-ego a Penélope, y de ahí el origen de mis bordados, de dejar los hilos sueltos.
He visto que desde el origen de la narrativa quedan reflejadas la inquietudes de ser humano, y en eso no hemos cambiado tanto; me gusta usar a Penélope como hilo conductor por eso precisamente, para encontrar un espacio común en lo que es la esencia del ser humano, un espacio común que se ha venido repitiendo desde el origen de la humanidad y que ahora en la era contemporánea parece que está un poco menos tratado, pero sin embargo siguen siendo los temas que nos importan en nuestra vida privada, continuamos la espera de un ideal, casi siempre nos pasamos la vida esperando que llegue algo, buscando algo, como Penélope esperando a Ulises pero Ulises en realidad es una idea, una proyección de sí misma.
(500 veces bordado) Todos los minutos que pasé sin ti. Máquina de escribir con pieza de papel remay con bordados de hilo negro de algodón, 240 cm de largo x 21 cm de ancho.
Es un proyecto muy conceptual que está en conexión con la poesía, la fragilidad, el cuidado…, las piezas aprovechan la transparencia del papel y el bordado es muy sutil y todo eso es lo que intento poner en evidencia. Están muy trabajadas y son muchos los bocetos realizados en mis cuadernos de artista, donde voy anotando todas mis ideas, dibujos, explicaciones, materiales con los que voy a trabajar, los colores… Me muevo con una gama cromática muy pobre, al contrario que hacía en pintura, donde mi lenguaje era el color; aquí sin embargo quiero que sea la propia pieza la que hable, por eso los elementos son muy básicos y puros, incluso en algunas los bordados son blancos sobre papel semi-transparente.
R.M.: ¿Dónde has expuesto estas obras?
M.R.: La primera vez fue en una exposición que tuvo lugar en el Museo de Arte y Tradiciones de Madrid, muy cerca de Lavapiés, un espacio donde fui invitada a participar junto con otros cincuenta artistas en 2011. Esto me animó y a partir de aquí empecé a presentarme a convocatorias públicas; en 2012 me aceptaron en Gijón, en el Museo Barjola, en la Muestra de Artistas Independientes y allí ya llevé bastantes trajes en papel; luego tuve una individual en el Espacio Islandia, que ahora se ha convertido en algo itinerante, y donde ocupé todo el espacio con mis trajes de papel. Uno de las que han tenido más éxito es el abrigo, un abrigo completamente bordado que tiene muchos hilos negros, el abrigo abandonado, el abrigo de Penélope, el abrigo de Ulises, que ha ido cambiando de nombre y que se ha expuesto también en el Museo de El Carpio, de Córdoba.
También he ganado becas de la Fundación Mondariz, con un mes entero de residencia pagada junto con otros veinte artistas y posterior exposición, y sobre todo las dos de la Casa de Velázquez, de lo que estoy muy satisfecha ya que he sido la primera persona a la que han concedido dos becas seguidas. Lo más positivo de estas experiencias ha sido conocer a otros artistas en el taller, tener un espacio de trabajo común que está abierto a otros artistas que también están trabajando y que no tienen nada que ver contigo ni por su técnica, trayectoria o nacionalidad, y eso es lo que más me ha enriquecido porque se aprende mucho y resulta muy creativo, muy productivo a nivel personal.
Otros lugares donde he estado, el Campus de Excelencia internacional con un proyecto de tesis doctoral y posterior exposición, en la Universidad Menéndez Pelayo para hacer un proyecto con Antoni Muntadas y también MEDIALAB PRADO con un proyecto financiado de Arte y Discapacidad.
El abanderado. Calzoncillo de papel con hilos negros de algodón cosidos en forma de palabras y sueltos para simular pelo. 50 cm. de alto x 50 cm. de ancho.
R.M.: ¿Las has intentado presentar fuera de España?
M.R.: Estoy empezando a buscar convocatorias en Francia para presentarme y estoy esperando respuesta de una galería que ha mostrado interés. En Portugal, país que va mucho con mi forma de ser, porque me gusta su idioma, la proximidad del mar, la saudade, la tristeza, los fados, lo he intentado en el Museo del Traje de Lisboa y mi trabajo les ha gustado pero es un lugar prácticamente abandonado y por motivos económicos no pueden hacerme ninguna exposición. Hay otro lugar que han abierto recientemente y que me interesa porque es una escuela de diseño en un edificio rehabilitado, pero es difícil enviar un dossier a puerta fría y que te metan en la programación si no tienes ningún contacto allí de un comisario o formes parte de la propia escuela. Tengo bastante interés en entrar en el mercado portugués porque allí mantienen relaciones internacionales importantes con otros países y hay bastante movimiento en el mundo del arte
R.M.: ¿Y en galerías españolas?
M.R.: Hace unos meses no pensaba que mi obra pudiera encajar en este tipo de espacios.
Ahora estoy convencida que el proyecto es sólido y de que tiene una personalidad que ya pueden reconocer las personas que se acerquen a él. Sé que puedo llegar más lejos y que puedo dar una respuesta comercial de calidad trabajando en lo poético, que es lo que me interesa, haciendo series muy sólidas de unas veinte piezas que es lo que se pide para un espacio comercial. En este momento me siento muy segura y he empezado a abrirme más porque hasta hace muy poco tiempo creo que puedo salir ya del taller y estar presente en estos lugares.
R.M.: ¿En qué estás trabajando ahora?
M.R.: Preparando series nuevas dentro de la misma identidad quiero distanciarme un poco, intentar tratar algún tema diferente dentro de seguir siendo yo misma; estoy convencida de que mi trabajo puede gustar y por eso estoy dándome a conocer en las redes y retocando mi página web (www.montserodriguezherrero.com) en la que me está ayudando una persona que es del mundo del diseño; creo que es importante una buena presentación de los trabajos y por eso recurro también a otros profesionales. Para las fotografías colaboro con Rosa Copado y con Mercedes Cubas Rodero, que fueron compañeras de universidad, los tres son muy buenos profesionales y han sido muy importantes para mejorar mi dossier y seguiré contando con fotógrafos externos porque ha sido muy positivo para mí y porque con ellos me siento más segura. En las convocatorias en las que he sido aceptada ha habido una partida de presupuesto para gastos y eso me han permitido poder remunerar las colaboraciones con ellos y también con el taller Maderas Juan y con Evelin, modista también de Aranjuez con los que trabajo; creo que sus ayudas son importantes para mí y no tienen que ser altruistas sino que hay pagarlos siempre que se pueda.
Todos los minutos que pasé sin ti. Tarlatana sobre malla de plástico con hilos de algodón bordados. 120 cm. x 50 cm.
R.M.: ¿Y por último, quienes han sido referentes en tu trabajo? ¿Por quién te sientes influenciada?
M.R.: Muchísimos en el mundo del arte; especialmente Louise Bourgeois, que es mi inspiración tanto como persona como artista, ya que ella habla de su experiencia como mujer, como madre… me anima mucho en mis perores momentos. Y por supuesto me inspira cualquier persona que ame lo que hace, cuando veo el brillo en la mirada de una persona que está haciendo lo que ama o que es libre de espíritu esa persona me llena… mis hijas, mis gatos, cualquiera que esté intentando luchar por un sueño.
Todas las imágenes están protegidas y son propiedad intelectual de © Montse Rodríguez Herrero
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