Ayer tuvimos el placer de tener una charla con Irene Cruz (Madrid, 1987) acerca de su quehacer artístico con motivo de Art & Breakfast /2. Afincada en Berlín, su obra rezuma sensibilidad, delicadeza e introspección por los cuatro costados, siempre imbuidos en el paisaje con esos característicos tonos azulados. Como bien dice: «No es un límite. Es un camino, un puente. La naturaleza lo es todo».
Revista Mito: Gracias por concedernos la entrevista. Cuéntanos Irene, ¿qué traes a A&B/2?
Irene Cruz: Estoy con dos galerías. Por un lado, MAS- Millano Art Studio (H206), que es la habitación 206, con unas fotografías de la serie «Mär». La realicé en 2013 en Berlín, siendo una pequeña serie poesía. No es muy conceptual como otros trabajos míos porque va más por la vía de la estética y de lo poético. Hago dos tipos de trabajos: unos que tienen mucha carga conceptual, teórica y emocional; y otros que son más poéticos, más estética, la belleza en sí. Son unas de mis fotografías más conocidas: es una mujer desnuda que juega con unos barquitos de papel en un lago que se llama Plötezensee en Berlín. También he traído videoarte porque es de las vertientes que más me gustan. Me parece un formato increíble porque son fotos en movimiento en la que se puede incluir esa «música», ese sonido de la naturaleza, y creo que el espectador se mete más en la obra de esa manera.
Por otro lado, tenemos la otra habitación, Grundkreuz Project (H204), que fundamos Nati Guil Grund y yo en Berlín. Ahí traemos, sobre todo, arte dirigido a gente joven, donde estoy con otros artistas maravillosos. Todo lo que tengo expuesto son colaboraciones con otros artistas. Por ejemplo, el libro de «Corneilles» con Leila Amat, «Lurra» con Juan Yuste, «Symbiosis Naturae» (en el que se aúnan fotografía, pintura y vídeo) con Víctor Alba… Todo es pequeño formato, dirigido a la gente joven y con unos precios muy asequibles.
Serie Mär. Irene Cruz. 2013. MAS Millano Art Studio. H206
R.M.: ¿Cómo surgió tu participación en la misma?
I.C.: Con Grundkreuz Project nos metimos en la feria de We are fair! y nos ofertaron ir a las dos ferias y dijimos «Venga, vamos a Málaga que Nati además, es de Málaga». Nos apetecía venir pues ya acudimos el año pasado en la otra feria y hemos querido repetir; con la otra galería, me llamó, le interesó mi trabajo y dije mientras no haya ningún problema de compatibilidad entre dos espacios…y como no hubo problema, pues estamos aquí. Además, estoy muy contenta de trabajar con ellos pues son fantásticos.
R.M.: Desde tu experiencia, ¿cómo está siendo la feria malagueña hasta ahora? ¿Te está gustando?
I.C.: Hombre, la verdad es que el tiempo no ha acompañado (ríe). Pero Málaga es una ciudad que está creciendo culturalmente muchísimo. Yo vine hace quince años, más o menos, y ésto me parecía totalmente diferente. Al venir el año pasado, después de tanto tiempo aluciné de cómo está montado. Creo que es una ciudad que tiene mucho potencial. Tenemos que seguir trabajando en estas cosas para realmente instaurar ésto como algo normal y cotidiano, que la gente compre arte y lo valore, que sepa lo que es y se interese.
R.M.: Mójate. Hasta ahora, ¿qué habitación te ha gustado más?
I.C.: No he visto todas, así que no puedo opinar con todo uso razón. La verdad es que me ha gustado mucho Arte Contemporáneo GACMA (H308).
R.M.: Háblanos de tus inicios. ¿Cómo comenzaste a interesarte en la fotografía?
I.C.: Bueno, no me acuerdo la verdad, yo era tan pequeña… Cuando era niña siempre veía a mi padre hacer fotos en todas las excursiones que hacíamos. Yo era la única niña pequeña en esos viajes, por lo que hubo momentos en los que yo estaba «sola» con los mayores. Yo veía hacer eso a mi padre y me encantaba. En un cumpleaños me regalaron mi primera cámara que, además era de carrete (te hablo de 1990 y algo) y ahí empecé a hacer mis primeras fotos a florecitas, caballitos, en la naturaleza. Simplemente, me interesaba mucho el tema de los animales, paisaje, bosques… Fue más de ver a mi padre y querer guardar esos recuerdos, coleccionar esas cosas que yo veía. Me llamó la atención el lenguaje y para mí ha sido como el habla, un lenguaje que he aprendido desde muy pequeña, quizá con cinco años.
R.M.: ¿Y en el videoarte? ¿Cómo surgió?
I.C.: Eso, la verdad, se lo debo mucho a Eugenio Ampudia. Yo hice el Máster en Efti, y él nos daba videoarte. Nos mandó una práctica y nos dijo: «tenéis que hacer para mañana un vídeo», y yo dije: «jo, yo no hago vídeo, yo hago foto». Probé, me puse en mi mesa para hacer algo que tuviera un guiño, un algo. Fue mi primer vídeo en realidad, pues luego lo rehice con una producción buena en la naturaleza con mi vestido. Yo escribía en un papel «Ich mache keine Fehle« que significa «Yo no cometo errores», luego lo borraba y aparecía esa frase en la goma en tinta. Por mucho que cometas fallos y digas que no los haces, los cometes porque la verdad es relativa. A raíz de eso he desarrollado este lenguaje que me ha encantado y hago trabajos que son sólo vídeo.
Die Stille. Irene Cruz. Proyección videoarte en PLAY IT Thyssen Málaga. Fuente. Irene Cruz
R.M.: ¿Cómo definirías tu propia obra?
I.C.: Para mí toda mi obra es introspectiva, vuelco cosas en ella. Uso el arte como terapia para descubrir el mundo y expongo mi posición ante él junto a mis sentimientos. Me adentro en esos bosques que para mí están llenos de simbolismo, esa luz que me inspira tantísimo, que me anima a reflexionar y que, a la vez, es tan característica: la gente puede ver mi obra y reconocer que esa es mi luz. Ese creo que también es un punto a favor que tienen mis creaciones. Normalmente son experiencias personales: la inmigración, el concepto de hogar, anhelo, vacaciones, el vacío… Todo lo que vives cuando eres inmigrante.
R.M.: Nos has comentado que has trabajado recientemente con Leila Amat con Corneilles. ¿Siempre te ha gustado la colaboración con otros artistas?
I.C.: Yo empecé en el primer fotolibro con «BLUMEN». Estaba haciendo las fotografías, ni siquiera sabiendo que aquellas iban a terminar siendo un libro. Hacía fotos a mis amigas introduciéndolas en el paisaje como si fueran yo misma, haciendo un juego visual en el que el espectador no sabía si era otra persona o era yo. Las descalzaba, las ponía en el frío… Salían unas fotografías que no veía que su sitio fuera una pared. Tenían tanta literatura, era una mujer y su paisaje. Por ejemplo, el libro abre con una chica corriendo por el bosque con un ramo de flores amarillo y luego sale una casa exactamente con los mismos tonos, con una ventana amarilla. Es como una rima en la poesía, todas las fotos se disponen de esa forma. En esa línea, se me ocurrió introducir poesía en esos dípticos. Para ello, pedí a unos amigos que escribieran algo con lo que les inspirasen las instantáneas. Terminé haciendo un libro porque me pareció muy bonito. Así que, pedí en redes sociales colaboración para hacerlo. Consistía en que yo mandaba dos fotografías y escribían lo que les apetecía: prosa poética, poesía que rime… Al vivir en Alemania, se sumaron muchos amigos extranjeros, por lo que el libro tiene doce idiomas, pero no está traducido, por lo que se conserva el misterio, el mismo que tienen mis imágenes. Muchas veces si ves un idioma, es como ver una foto, lo ves pero no sabes porqué. Es bonito poder crear esas conexiones y, de ahí, es cuando comencé a colaborar, primero con poetas y luego con ilustradores, collagistas… Ejemplo de ello es Annita Klimt, con la que trabajé para «Equus»; con Juan Yuste, muy performativo (bailarín, actor, poeta…), con el que fui a Bilbao a hacer las fotografías y él los poemas… Son gente que me gusta y que me inspira mucho. Mi última colaboración ha sido el foto-libro «Corneilles» que he desarrollado con Leila Amat durante su estancia en Berlín y ha sido maravilloso trabajar con ella.
R.M.: Nos has hablado de Berlín ¿Cómo surgió el abandonar Madrid para ir a la capital alemana?
I.C.: Yo no planeo las cosas. Surgió un poco de improviso. La primera vez que pisé Berlín fue en 2011 con una de mis mejores amigas. Allí hice la serie más conocida que es la de la chica saltando los charcos «Inner Tales«. Funcionaron muy bien y fue ahí donde descubrí mi identidad. Desde aquello todas las fotografías quieren parecerse a esas: son la madre y el padre. Para mí fue un suceso tan increíble, una revelación, hay quien ve a Dios y yo vi «el azul». A raíz de eso, dos años más tarde, tenía una amiga que estaba acabando la Erasmus y la habían contratado para trabajar y fui a verla. Por casualidad, salí del metro y encontré un folleto que ponía «haz arte» en alemán. Le di la vuelta y era una convocatoria de artistas en Berlín para exponer en la Kunsthalle. Había que llevar la obra físicamente, así que hice la cola de las 9 de la mañana a las 6 de la tarde. Quedé seleccionada y me volvieron a llamar. Empecé a viajar más a menudo y pensé que me salía más barato alquilar un piso. A lo tonto, me terminé mudando, porque pensaba quedarme tres meses y al final terminé alargando el contrato de alquiler.
Seele V. Irene Cruz. 2011. Fuente. Irene Cruz
R.M.: ¿El gusto por el fotolibro de dónde viene? ¿Siempre lo has tenido en mente?
I.C.: Nació naturalmente como salió «Blumen», lo ví como un buen soporte para colaborar, de simbiosis. Es un formato más asequible que permite comercializar. Así, la gente joven y mi arte van más de la mano. Siempre he tenido precios bastante accesibles, porque quiero que todo el que quiera adquirir algo mío pueda hacerlo. Que una foto valga 500 euros no creo que tenga sentido. Si viene una fundación y me compra una obra de 2000 euros genial pero, en proporción, si lo que tú puedes invertir en arte son 50 euros pues bienvenido sea. Si alguien quiere algo, se lo va a poder permitir. Por eso, para mí el fotolibro es una pieza de arte, los numero y los serio todos y le hago una edición de 100/120 normalmente y, cuando se acaben se han terminado.
R.M.: Normalmente vemos mujeres como modelo… Has empezado a introducir hombres, ¿cómo está siendo la experiencia?
I.C.: La primera vez fue un reto. Hice un trabajo en 2013 que se denominaba «Stimmung», en el que trabajé con el cuerpo de una mujer sobre el concepto de paisaje. Luego quise desarrollar más esa idea con «Habitat», pero hablaba más de la naturaleza en sí, por lo que no podía estar sólo la figura femenina, sino que tenía que existir esa primigenia con el hombre y la mujer. Por ello, cogí a uno de mis mejores amigos, que tiene un cuerpo bastante femenino (para empezar con algo que controlas) y, con el que además tenía mucha confianza, no sintiéndose incómodo al estar desnudo, pues sabía cómo trabajo. Siempre es muy importante que el modelo se sienta a gusto trabajando pues tiene que salir natural. Más adelante, seguí con «Lurra» con Juan Yuste que es bailarín. Ahora al trabajar en la Ópera de Berlín hay un abanico más amplio, con más hombres que elegir. Mi último trabajo, que se presenta esta semana en Lab_In, Vigo (“Lieber Geist“), lo he realizado con el coreógrafo de la ópera de Berlín. Cada vez me siento más a gusto trabajando la figura del hombre, por lo que últimamente estoy trabajando mucho con la figura masculina, cosa que me sorprende a mí misma.
R.M.: Aparte de la exposición de Galicia, ¿tienes algún otro proyecto en mente?
I.C.: Tengo que terminar «Corneilles» con Leila Amat. Lo presentamos aquí el sábado, después en Barcelona y el 25 de junio en Berlín. Se va a hacer la performance, vamos a recopilar cosas brillantes. Cada vez que alguien pone algo en la caja, leemos. Cuando esté llena la vamos a llevar a Berlín y la vamos a enterrar en el mismo bosque donde hicimos el libro. Todo se va a grabar, para terminar ese ciclo de «Corneilles», que va de diciembre a junio.
Ahora mismo me pide el cuerpo hacer temáticas más serenas, más en la línea de «Mär», pues el último trabajo fue tan conceptual, tan emocional, que necesito tranquilidad, calma, agua…
Performance Corneilles. Leila Amat e Irene Cruz. H204 Grundkreuz. Fuente. Irene Cruz
R.M.: ¿Qué esperas en un futuro?
I.C.: Yo no espero nada, me dejo llevar, vivo al día. En realidad todo va bien, estoy muy contenta laboralmente hablando: estoy en PHOTOESPAÑA, en todas las ferias importantes, el año que viene estaré en ARCO… Me gustaría más moverme en el mercado asiático, fuera de Europa, pero no conozco los mercados. Ahora me han invitado para una feria en París en abril de 2017. Todo va moviéndose, pero no espero premios o nada parecido, si vienen bien.
R.M.: Muchas gracias Irene.
I.C.: Gracias a ti.
Portada: Irene Cruz en Art & Breakfast /2. Imagen. Juan Yuste
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