Aunque ya tuvimos ocasión en el mes de junio de escuchar a El Roto en el marco del ILUSTRAFIC que acogió la Facultad de Bellas Artes de Valencia y, con seguridad, volveremos a tener una nueva oportunidad en la Universidad de Valencia el próximo día 21 de noviembre, podemos acudir a La Nau de Valencia para visitar la exposición OPS / El Roto / Rábago. Un viaje de mil demonios (y un par de ángeles). En palabras del comisario de la muestra, el guionista Felipe Hernández, «la más amplia retrospectiva que se ha hecho hasta ahora de la figura de ‘El Roto‘». Añade una amplísima exposición que Andrés Rábago merece porque «desde hace décadas es el dibujante satírico más importante de este país y el que más certeramente ha logrado reflejar el que está pasando».
A la infinidad de colaboraciones de Andrés Rábago en las más importantes publicaciones de análisis político, cómicas y satíricas españolas, hay que añadir noventa exposiciones –las últimas, este mismo año en Nueva York y en Chicago– y numerosos galardones en su trayectoria, entre los que destaca el Premio Nacional de Ilustración en 2012.
Esta exposición está organizada y producida por el Vicerectorado de Cultura e Igualdad de la Universidad de Valencia, por el Patronato Martínez Guerricabeitia de la Fundación General de esta universidad, el Ayuntamiento del Hospitalet de Llobregat y el Centro de Arte Tecla Sala.
Las tres salas más grandes del edificio histórico de la Universidad de Valencia, las salas Estudio General, la Academia y la Martínez Guerricabeitia, reúnen esta excelente exposición, a través de la cual podemos adentrarnos la trayectoria de Rábago, marcada con unos heterónimos -OPS, El Roto- que nos han permitido viajar a la profundidad de los monstruos de la condición humana a través sus dibujos, en los que la sátira y la crueldad se ponen siempre al servicio de la cosa pública y social.
Viñeta de ‘El Roto’ en EL PAIS el 07/03/2012
La sala Estudio General reúne los dibujos de la primera parte de su trayectoria, cuando Andrés Rábago firmaba como OPS y sus ilustraciones se hacían hueco en las publicaciones más críticas con la dictadura. Según Hernández, “revisar OPS supone revisar la cara más profunda y menos superficial de lo que fue el franquismo y la suma de represiones que cada uno de nosotros acumulaba”.
La sala más amplia, la Academia, reúne las imágenes de ‘El Roto‘, una de las signaturas españolas más implicadas en la reconstrucción de la cohesión comunitaria. Aquí hay, obedeciendo al mandato de “servicio público” del autor, los dibujos más sociales, más populares, más políticos, más cotidianos y también, de acuerdo con el comisario, “la obra más alejada de su verdadero carácter de Rábago”.
La sala Martínez Guerricabeitia presenta las pinturas de Andrés Rábago, la parte más desconocida de su trayectoria y también la más metafísica; concluye Hernández con que “la pintura de Rábago nos abre la puerta a la consideración de si las artes plásticas a lo largo de siete siglos no han ido renunciando a lo trascendental”.
Andrés Rábago (Madrid, 1947)
Colaborador como OPS o El Roto en revistas de análisis político (Triunfo, Cuadernos para el Diálogo, Ajoblanco, Cambio 16, Tiempo), cómicas (Tótem, Madriz), satíricas (Hermano Lobo, El Judías) y en diarios (Diario 16, El Independiente, El Periódico de Cataluña, El País) es también autor de más de una veintena de libros (el más reciente, ‘Viñetas para una crisis‘. Barcelona: Mondadori, 2011, Col. Reservoir Books) y ha participado como iustrador de diversas obras, principalmente en las de su amigo Manuel Vicent. En otro plano, fue escenógrafo para los textos de Luis Matilla y del Grupo Ditirambo y coautor del cortometraje de animación ‘La edad del silencio‘ (1978) de Gabriel Blanco, premiado en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Ha realizado cerca de noventa exposiciones individuales, tanto de sus dibujos como de sus pinturas (que signa como Rábago). Entre los premios que ha recibido destacan los galardones Premio Francisco Cerecedo de Periodismo (1993), Premio al Pensamiento de Cambio 16 (1995), Premio al Mérito Urbanístico del Club de Debatas Urbanos (1997), Premio Internacional de Humor Gato Perich (1997), Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras (2005), Medalla FAD (2006), Premio Asociación Pro Derechos Humanos (2011) y Premio Nacional de Ilustración (2012).
‘El Roto’ en una de sus exposiciones
DE OPS a Rábago, pasando por ‘El Roto’, a La Nau.
A mediados de los años sesenta del siglo XX, cuando más afianzaba la masa como sinónimo de individuo, aunque obviamente sin la intensidad actual, Andrés Rábago emprendió un viaje personal y alejado de las sutilezas de su tiempo para dejar de ser un hombre sin atributos. Se valió, en primera instancia, de un seudónimo –OPS– que comenzó a hacerse un lugar en las publicaciones más críticas con una dictadura que, como tal, era poco amiga del pensamiento libre. Aquel seudónimo le sirvió de amparo, que no de escondrijo, para afrontar una introspección en su inconsciente mediante una calaña de autoanálisis con la que no era difícil identificarse, teniendo en cuenta que la roña de la que se iba desprendiendo en cada viñeta era la misma que nos entonelaba la sensibilidad al resto. Los monstruos que OPS descubría cuando miraba a su interior eran los mismos que habían esclavizado nuestra razón.
De vez en cuando, sin embargo, la cuestión social y la cuestión política hacían acto de presencia en aquellos dibujos satíricos y crueles, consciente su creador que los vínculos comunitarios habían sufrido un grave quebranto durante el largo franquismo. Sin ningún tipo de sobresalto, al inicio de la década siguiente, los setenta, se fue dejando ver un heterónimo, El Roto. Un heterónimo, sí, porque su personalidad estaba claramente diferenciada de la del autor, que instaló su criatura certeramente en el ámbito de una conciencia civil, entendiendo desde el principio que su finalidad era la de hacer un servicio público y social: romper la condición del individuo-masa, arrancarlo de su postura de mero espectador de una realidad disgregadora y anestesiante.
OPS y El Roto llegaron a transitar juntos una parte del camino: hay dibujos en 1976 firmados por ambos. Sin embargo, mientras que el primero, limpio ya de excrecencias, deambulaba entre el dibujo y la pintura, por ámbitos más estéticos, que bordeaban la poesía visual, el segundo se iría consolidando como una de las frimas españolas más implicadas en la reconstrucción de una cohesión comunitaria y en la reivindicación del concepto de persona, acorralado por el concepto de individuo que la modernidad había parido y establecido.
OPS dibujante se iría silenciando hasta la llegada del nuevo siglo, haciendo gala en aquellos últimos instantes de una intensidad y una excelencia gráfica sin parangón, a la vez que el OPS pintor iniciaba una deriva en las postrimerías de los ochenta, rumbo a aquello que se podría considerar, con denominación propia de los lingüistas, un ortónimo: Andrés Rábago, el artífice de una obra propia, la voz semejante a los intereses más profundos de su creador, con quien comparte nombre y a apellido, algo como fuera Bernardo Soares para Fernando Pessoa.
El territorio del pintor Rábago, ciertamente, se despliega en un ámbito más elevado de conciencia, a un ámbito que podríamos calificar de metafísico, en qué el aquello que se dice, no puede ser fácilmente transmitido porque se trata de asuntos más espirituales que no terrenales, y en qué él, a la manera de los artistas prerenacentistas, libres aún de la excesiva huella del ego, actúa como un modesto guía de un viaje a través del umbral que constituyen sus obras, por un cosmos del que no hay más cartografía que la que el hacedero mismo va definiendo a partir de un conocimiento más grande de los misterios infinitos de la verdadera e ignota realidad.
UNIVERSIDAD DE VALENCIA. LA NAU.
Vicerrectorado de Cultura e Igualdad
Calle de la Universidad, 2. 46003 VALENCIA
JOAN JOSEP SOLER NAVARRO. Miembro del ICOM-UNESCO.