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Mito | Revista Cultural
Crítica  

El retrato del insomne

Por Gianfranco Selgas De Silvi el 8 junio, 2014 @GianSelgas

La ficción onírica de Blake Butler como narrativa del límite

Con sus siete trabajos de ficción publicados hasta el momento, Blake Butler (Estados Unidos, 1979) ha sentado la base de una narrativa sólida e interesante. Prosa que va de lo visceral a la erudición codificada, sus textos se sitúan al límite de la comprensión, encarados con el verbo, la imagen y el «imago» onírico.

El mundo moderno es el de los simulacros

–Gilles Deleuze, Diferencia y repetición.

 

Retrato Primero: El individuo y la contingencia

La llamada «buena» narrativa tiene mucho de juego onírico y transgresión del límite. En los lindes de la ficción, la posibilidad de que historia y personaje existan como un individuo polimórfico es cada vez más plausible y el lector, circundado por un mundo en el que los conceptos se renuevan constantemente, empujado a reescribir su entorno con mayor velocidad, se encuentra en una posición de obligatoria y continua redefinición.

Piénsese por un momento en un ejemplo como el siguiente. En INLAND EMPIRE (David Lynch 2006) se planteaba la reinvención de las normas de lo «entendido-como-real» con la utilización de la ficción como plano expeditivo del relieve multifractal de la realidad. En la película se ven cámaras grabando escenas que graba una cámara o actores interpretando en un «remake» a actores que interpretan personajes «de la vida real». El cometido de INLAND EMPIRE es improvisar, jugar con los pretextos de la realización cinematográfica y que a fin de cuentas resulta en una sucesión caótica de acontecimientos que recorren estados de realidad e irrealidad como viva representación de un un mundo casi similar al de un sueño o al de una pesadilla, o, más bien, a esa ficcionalización continua que hacemos de nuestra cotidianidad. Todo esto, en cierto sentido, puede aplicar para cualquier formato artístico interesado en ofrecer una visión alternativa de lo que es para sí o entiende en sí por realidad: trabajos fílmicos o literarios, narrativos, líricos; en definitiva, ensayos sobre el devenir del individuo, la sociedad y el entorno que le condiciona.

Pero en el film de Lynch, sin embargo, lo que rezuma es la representación de cómo la supuesta disociación que pone a la ficción al servicio de la realidad ya no es cierta en absoluto, y que, aproximarse a tal entendimiento, resulta mucho más complejo de lo esperado. Éste es el argumento del guión –«invisible», construido en función del impulso de la imagen y lo momentáneo e inesperado como motor de lo narrativo–, del entramado contenido en una historia que habla de otra historia hablando de una historia, y, también, del que, con cierto tambaleo –porque en las humanidades esta condición física y mental debe ser una premisa– se vislumbra en una narrativa que, como todo lo contemporáneo, no para de asomar en el horizonte.

 

En esta contingencia se gesta la literatura de Blake Butler (Estados Unidos, 1979). Sus trabajos Ever (Calamari Press 2009), Scorch Atlas (Featherproof Books 2010), There Is No Year (Harper Perennial 2011), Nothing: A Portrait of Insomnia (Harper Perennial 2011), Sky Saw (Tyrant Books 2012), One (Roof Books 2012) y 300,000,000 (Harper Perennial 2014), se mueven en la red de una literatura límite, combinando la visceralidad prosaica con la pulsión onírica que interpela los contrastes de lucidez desplegados en los textos de Butler. De momento, en castellano sólo se han editado dos de sus libros: Nada. Retratos de un insomne (Alpha Decay 2012; con traducción de Rubén Martín Giráldez) y El atlas de ceniza (Ibid. 2013; con traducción de Javier Calvo). En ambos casos, la ficción butleriana se sitúa en un espacio de lo indeterminado, donde su narrativa prefigura un universo que fluctúa entre el mundo experiencial y la ensoñación verbalizada que despide reminiscencias a lo William Burroughs.

Esto le concede ciertas licencias que suman tanto seguidores como detractores, y de ello parten varios puntos de interés. Para Butler, toda narración contemporánea asume el devenir de la ficción. En un mundo en el que hablar sobre verdades o conceptos estructurales es cada vez más abstracto, esta literatura al límite propone un tipo de aproximación que reconoce la potencia del relato como representación «de» hechos, sean reales o ficticios. Este abordaje sobre el pensamiento del individuo moderno se desprende totalmente de una idea definitoria del mundo y se arrima, más bien, a un espacio de amplias proporciones donde el mundo es lo que es a través del andamio del relato, de la narración, del efecto de contar lo «sucedido». Como decía Gilles Deleuze, el pensamiento moderno parte de la pérdida de identidades y del descubrimiento de todas las fuerzas que actúan bajo la representación de lo idéntico. El mundo moderno es el mundo de los simulacros.[i]

 

Retrato Segundo: El individuo y el límite

Eugenio Trías decía que lo que definía la esencia humana era su carácter fronterizo. En este sentido, el hombre debe ser entendido como un ser circunscrito al límite. Su lugar es la frontera, el «entre» que dibuja a un ser atrapado en los límites de un «cerco del aparecer» y un «cerco hermético», es decir, un mediación que lo sitúa en los lindes del mundo y la trascendencia. Esta instancia lo constituye y, por orden natural, confina cualquier acción o actividad humana a tales instancias existenciales. Trías explicaba que:

“Hay en el fronterizo una doble dimensión (que aparece como orientación e inclinación) de inmanencia y trascendencia. El fronterizo es, en puridad, la juntura y separación de eso que queda dentro (hogar) y de eso que desborda y trasciende (lo extraño, inhóspito, inquietante). El fronterizo es de hecho el límite mismo que define y circunscribe los dos mundos. No habita plenamente «este mundo», como por ejemplo el animal o la planta. No tiene por única referencia lo intramundano (bajo la modalidad de hábitat, nicho ecológico o entorno). Su casa se halla siempre referida a la intemperie. De ahí que no puede ser definido desde criterios puramente materialistas, sean éstos mecanicistas, dialécticos o «culturales». El fronterizo se diferencia también del ángel o del arcángel, es decir, de los seres que, a modo de figuras alegóricas o míticas, supuestamente habitan «el otro mundo». Su carácter centáurico radica en ser el límite, carne del límite, con un pie implantado dentro y otro fuera.”[ii]

En textos como Nada. Retrato de un insomne y El atlas de ceniza, Blake Butler sitúa al lector en un limbo que adquiere, de a momentos, formas relativamente familiares. Hasta cierto punto, esa ficción se hermana con textos similares a los de Jorge Luis Borges, Italo Calvino o David Foster Wallace, pero no en un sentido de similitud total en cuanto a forma o calidad narrativa, sino más bien en un aspecto de continuación casi filial, relativa, puesto que en cada uno de ellos se aprecia una reverencia premeditada en favor de la ficción como elemento de recreación y simulación más allá del simple compromiso decimonónico que en teoría debe ofrecer el escritor al lector. En estos textos no se pacta una alteridad que busca representar «una» verdad en «otro» mundo. En cambio, el juego que activa con sorna esta literatura del límite, alude a un aspecto determinante porque ya no se está en presencia de un texto que persigue «el contar», sino que, al contrario, deviene como proceso de una «intentio lectoris»[iii] en el ensamblaje de una estructura que, en apariencia, carece de historias finamente detalladas para pender de otros efectos que aportan significado al discurso que se distiende en el papel.[iv]

Hacinado en estos límites, el texto adquiere apariencia polifacética. Desde mitad del siglo XX, la novela ya no tiene porqué ser sólo novela; la discusión sobre si el género es o no es resulta tema de debate ampliamente visitado. La literatura, por tal, ha aprendido a imitar ese revoltillo estético que se construye el hombre para intentar construirse a sí mismo. Los textos adquieren nuevas formas, corazas, estructuras que pueden resquebrajarse y quebrarse al tacto para inducir el ingreso del lector en un mundo disociado de verdades –o invisible a las verdades: acuerdos entablados en el lenguaje y la moral–, donde la certeza de estar entrando en un contingente real o ficticio es cada vez más delgada y borrosa, como las «pesadillas» lynchianas, las ficciones borgianas o las fabulaciones calvinianas. Ante todo ello, el lector no puede hacer más que acoplarse al entorno enfrentándose, como suele ser norma en la historia del ser, a lo otro. En este caso, el entorno o lo otro se reduce al libro que, a su vez, reabre una interpretación que obliga a situarse en un punto que admita una intelección a tres bandos: dentro, entre y fuera del espectro de lo fronterizo.

 

Todo sea dicho, analizar esta elongación de la narrativa que se publica actualmente es uno de los detalles o de las «constantes» –como se le quiera llamar– de formar parte del movimiento cíclico cultural de nuestro tiempo. Evidentemente, desarrollar con profundidad un artículo estética y analíticamente prolongado sobre la ficción de uno de los llamados «nuevos escritores de la joven narrativa norteamericana», es algo que necesariamente ha de caer en lo insulso: su trabajo, en constante renovación, aún se está componiendo –hay que reconocer, además, que Bake Butler es un escritor con activa presencia en internet, algo que no sólo condiciona e impregna su propia ficción, sino que también extiende una proyección alternativa del escritor abordando la llamada no-ficción. Ya sea a través de su blog o de la edición de revistas como HTML Giant, Lamination Colony y No Colony, la voz de Butler y del escritor moderno ha de evaluarse en esta doble instancia de la palabra escrita–. Esto obliga a no establecer un marco categórico que se caracterice por ofrecer un planteamiento sólido y delimitado de lo que Butler proyecta con sus publicaciones. Tal razón hace que este artículo se obligue a sí mismo a transformarse en comentario alterno, en disociación entre comprensión y aproximación subjetiva sobre el trabajo literario de un individuo en particular.

En una crítica sobre Nada. Retrato de un insomne, Javier Avilés decía que, aunque dirán que es un relato difuso, confuso y que no llega a ninguna conclusión (…) ¿Dónde está reglado que la narrativa debe ser concreta y concluyente?[v] La literatura de Butler se lee en esa clave, y establecer una determinación concisa no es una necesidad. Repensar constantemente el texto es repensar constantemente al individuo. La palabra no queda relegada ni a un principio ni a un final; no hay, por tanto, un cierre esperado –al menos no de momento–.

Portada: Insomne, Pablo Espinosa

[i] En Deleuze, Gilles. 2006 [1968]. Diferencia y repetición. [Différence et répétition]. Traducción de María Silvia Delpy y Hugo Beccacece. Madrid: Amorrortu. Página 15.

[ii] En Trías, Eugenio. 2000. Los límites del mundo. Barcelona: Destino. Páginas 66-7.

[iii] El concepto lo tomo prestado del trabajo de Umberto Eco Interpretación y sobreinterpretación (1995. [Interpretation and Overinterpretation]. Traducción de Juan Gabriel López Guix. Cambridge: Cambridge University Press).

[iv] Un tipo de literatura que pretende simular con detalle la realidad no sólo se sustenta en la narración como alternativa para tal cometido. Hoy día es innegable el efecto que genera en la sociedad la televisión y, principalmente, el internet. Estas formas, muy al estilo de lo que comentaría Gérard Genette con sus palimpsestos, ha fraguado en los lectores una suerte de necesidad por abordar la complejidad del texto más allá del texto. Véase sobre esto ejemplos como el de Mark Z. Danielewski, mencionado en otro de mis artículos para esta revista.

[v] La crítica completa se puede encontrar en el siguiente enlace.

Blake ButlerFicciónliteratura contemporáneaNarrativano-ficciónsimulacro
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Gianfranco Selgas De Silvi

Gianfranco Selgas De Silvi

 

Licenciado en Comunicación Social (Universidad Central de Venezuela). Máster en Estudios Comparados de Literatura, Arte y Pensamiento (Universidad Pompeu Fabra). Actualmente cursa el Máster en Literatura de la Universidad de Estocolmo. Su blog personal es: http://gianfrancoselgas.blogspot.se/

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