Europa, Asia, América, Oceanía ¿Y África? Nunca lo desconocido tuvo tanto que ofrecer. Así que olvidemos los preconceptos y abramos la mente a la literatura africana.
¿Saben que tienen en común Wole Soyinka y Nadine Gordimer? ¿Y Naguib Mahfouz y John Maxwell? Quizás se sorprendan al saber que todos son africanos y ganadores de un Premio Nobel de Literatura.
Y es que África tiene mucho que ofrecer. Tiene tierras y animales, vegetación y riquezas minerales, pero también tiene una cultura tan amplia como su territorio.

Elefantes del Serengeti © David Berkowitz
Es el tercer continente más grande por extensión, representa el 20.4% de la superficie terrestre, tiene una población de más de mil millones de habitantes y está compuesto por 54 países. Entonces, ¿cómo algo tan grande es tan desconocido? ¿Qué más sabemos de África? ¿Cómo es su cultura? ¿Tienen literatura propia allí?
Se tiene una idea errónea preconcebida de este continente. Citando a Chimamanda Adichie, escritora nigeriana, “Si no hubiera crecido en Nigeria y si mi impresión de África procediera de las imágenes populares, también creería que África es un lugar de hermosos paisajes y animales, y gente incomprensible, que libran guerras sin sentido y mueren de pobreza y sida, incapaces de hablar por sí mismos, esperando ser salvados por un extranjero blanco y gentil”[1]
Para despojarse de esta idea, bastante común entre muchos, hay que hacer un pequeño repaso sobre la evolución de África a lo largo de la historia.
Sólo en este continente se hablan más de 2 000 lenguas. Seguramente este dato sorprenda porque se suele tener la concepción de que el árabe, el inglés, el francés y el portugués son las lenguas predominantes. Pero, ¿y qué pasa con el suahili? ¿O con el yoruba? ¿Y con el setsuana? ¿O el lingala?
La siguiente pregunta que se plantea es ¿por qué coexisten varias lenguas en un mismo país? O mejor aún, ¿por qué una lengua europea tiene presencia en África?
Hay que remontarse entonces a la época colonial en la que los portugueses, los franceses y los ingleses llegaron a África e impusieron su idioma a los autóctonos.
¿Esto quiere decir que antes de la llegada de los colonos no había nada en África? ¿No había lenguas? ¿No había escritura? ¿No había textos? ¿No había literatura?
NO. Al igual que África era, y es, un continente rico en muchos aspectos (cultura, vegetación, fauna, tierras, minerales…) también lo era, y es, por su literatura. Inicialmente, ésta también estaba presente, pero de una manera diferente a la que conocemos hoy en día.
Antiguamente, cada pueblo y cada país poseían una gran riqueza en literatura. Sin embargo ésta no estaba escrita. Es decir, era una literatura de expresión oral con diferentes formas (cuentos, historias, leyendas…) que se iba transmitiendo de generación en generación y de pueblo en pueblo y, para que perdurase, existían personas que se encargaban de su transmisión.
En Mali, Mozambique, Gambia o Guinea, entre otros, los encargados de esta función eran los griots que contaban las historias en forma de poesía y que se consideraban como transmisores de tradición oral. Para su memorización se ayudaban de reglas nemotécnicas y, además, tenían fórmulas de apertura y de cierre que marcaban el inicio y el fin de un ambiente especial propiciado para una adecuada transmisión.
Hoy en día, siguen existiendo y tienen un gran peso dentro de los pueblos africanos. ¿Por qué? Porque las narraciones tienen un carácter moral y un valor pedagógico. Es decir, constituyen la reserva de los valores de la comunidad, son el engranaje principal en su sociedad y, además, transmiten conocimientos.
Más adelante, aparece una literatura denominada “colonial”, ya que son los propios colonos los que la escriben debido a su fascinación por el nuevo territorio encontrado. Domina toda la primera mitad del siglo XX y no tiene mucha acogida porque la mayoría del público africano era analfabeto. La temática que surge es una temática relacionada con la colonización y que hoy en día no suscita mucho interés, sino que simplemente se utiliza como documento historiográfico o puede tener algún interés etnográfico. No tuvo mucha más relevancia en aquella época. Tal vez por su contenido o puede ser que el público no fuera el adecuado. La mayoría de los africanos, por ser analfabetos, y los portugueses que vivían fuera de África por no entender lo que los colonos contaban.

Worldmap © Nicolas Raymond
Después de la colonización, la literatura africana sufre una gran evolución y supone un paso importante dentro del pueblo negro.
En los años 20-30, tiene lugar un movimiento denominado negritud considerado de gran relevancia dentro la literatura africana. Este término fue acuñado por Aimé Césaire (Martinica) y con él pretendía reivindicar la identidad negra y la cultura ligada a ella. Se puede decir que es el germen de la literatura africana y que además engloba movimientos culturales protagonizados por negros, blancos, mestizos o mulatos que comienzan a reivindicar sus raíces negras y/o criollas. Además, estaba fundamentado en el redescubrimiento de la historia y de las culturas del continente africano. El objetivo en realidad consistía en la búsqueda de identidad, de reivindicación del humanismo del pueblo africano. Para conseguirlo, los africanos empiezan a escribir textos que poco a poco irán evolucionando y pasarán a llamarse poesía, donde se exaltarán las características del negro y de la negra, se intentará revalorizar al negro, donde comenzará a dársele más importancia y protagonismo…
Es a partir de todos estos datos que se puede asegurar que la literatura africana tiene sus propias características específicas y concretas. Así, éstas permiten diferenciarlas de otras como la brasileña o la canadiense y contradicen de esta manera a ciertos autores que consideran la literatura africana como dentro de la “anglófona”, la “francófona” o la “lusófona”.
Es importante que se conozcan nombres como Mia Couto (Mozambique), Chimamanda Adichie (Nigeria) o Fatou Diome (Senegal) que hoy en día tienen peso dentro de la literatura y que darán mucho que hablar en los próximos años.
Para finalizar, cabe señalar que muchas veces nos centramos únicamente en nuestra «visión del mundo». Por ello, les invito a darle la vuelta al mapamundi y explorar ese continente tan desconocido y con tanto que ofrecer.
[1] Chimamanda Adichie, El peligro de una historia única, TED Global, Julio 2009. En la foto, © Finality2010