Cómo construir el mundo con gubias y clavos
Desde el salero hasta el ratón del ordenador, el mundo está modelado por humanos, y a veces perdidos en los quehaceres cotidianos nos olvidamos de que detrás de cada objeto hay una mente que la ha soñado, pensado, o imaginado, y unas manos que más tarde la han fabricado.
Dos son las materias primas estrella en la historia de la humanidad: la piedra y la madera. Ambas han servido tanto para hacer útiles cotidianos (herramientas de caza, ajuar doméstico…) como para confeccionar objetos de fines decorativos o devocionales. El matrimonio de la piedra y la madera es tan estrecho que los grandes templos de la antigüedad tanto egipcios como griegos y romanos compusieron sus formas pétreas en base al uso de la madera en los templos primitivos, así las metopas y triglifos del orden dórico responden a las formas arquitectónicas en madera de los primeros templos, de la misma manera en que las columnas palmiformes[1] egipcias reproducen los postes rematados con hojas de palmera con las que se delimitaban recintos sagrados o se señalaban tumbas menfitas antes de la III dinastía[2].
Incluso hoy en día, en plena era del plástico y el aluminio,[3] la madera sigue formando parte indispensable de nuestros hogares: las puertas, las cucharas de cocinero, las pinzas de la ropa, los muebles o la estructura de los mismos, los mangos de los cuchillos o navajas, los sazonadores de pimienta, los morteros…
El oficio dedicado a la transformación de la madera en objetos útiles para el servicio humano es el de la carpintería, si bien dentro de esta categoría existen numerosas especializaciones del trabajo de la madera. Por ejemplo el etnólogo Xaquin Lorenzo[4] en su libro etnográfico Os oficios distingue hasta seis tipos de carpinteros[5]:
- Fraguadores[6]: encargados de la construcción de los carros del país.
- Selleiros: construyen herradas[7] para almacenar líquidos.
- Carpinteros de ribera: asentados a las orillas de ríos y encargados de la construcción naval, es común que trabajen en astilleros.
- Cuberos y Torneros: estos fabrican cubas y toneles y aquellos que trabajan con torno
- Carpinteros de taller como una síntesis de los anteriores incluyendo a los ebanistas (calificados por el orensano como la nobleza de todos los carpinteros por su trabajo de maderas finas y elegantes torneados) y carpinteros de armar (trabajan con piezas gruesas y bastas con las que cierran los tejados de las casas preparando así una armadura de madera en la que colocar las tejas o las pizarras).
Esta clasificación no es excluyente, pues sobretodo los carpinteros de las aldeas habían de saber hacer un poco de todo, desde encofrar hasta hacer labores de marquetería fina. Es decir, en el ámbito rural los carpinteros eran un poco ebanistas, un poco encofradores, un poco armadores…
El trabajo de la madera comienza sin embargo fuera de la carpintería, en el aserradero, un negocio dedicado a la tala y el secado de la madera, que puede vender tablones ya más o menos preparados. La tala, aunque no lo pueda parecer, requiere de un cierto saber y ciencia, pues la savia de la madera sigue un ciclo natural en el interior del árbol que hace que podamos distinguir periodos de baja actividad, esos son los momentos más indicados para el talado pues la madera se encuentra más compacta. El otoño es la mejor época del año, así como el invierno y las últimas horas de la tarde, se debe contar también con la acción de la luna, que rige los ciclos vitales de la tierra, por lo que la tala se llevará a cabo cuando ésta esté en cuarto menguante, hecho que ya señalaba Vitrubio. [8] El proceso de preparación de la madera termina con el secado[9] de la misma para su posterior empleo en el taller.
Aserradero © Miguel Miroab
Una vez que las maderas llegaban a manos el carpintero este debía prepararlas para su posterior empleo en muebles y objetos de uso domestico. Lo que primero debía hacerse era buscar las medidas tanto de longitud como de grosor deseadas, marcarlas en la madera con ayuda del gramil y comenzar a partir de ahí un arduo trabajo de sierra y pulido de las tablas con ayuda de garlopas y lijas, precedido el empleo de éstas por la raspilla, una lámina metálica que se fabricaba y afilaba en el taller y que servía para afinar e igualar la superficie. Más tarde la paulatina introducción de maquinaria facilitó este trabajo y redujo el tiempo empleado en ello, agilizando la vida en el taller.
La elaboración de un mueble o talla comienza siempre con un boceto, previa idea de lo que se pretende realizar, es decir, con un diseño. También es posible basarse en un modelo prestado por los catálogos de estilos o incluso revistas de decoración, como veremos más adelante. Es en esta parte donde reside la mayor ciencia del trabajo: pensar a priori las formas, trasladarlas a un papel, escoger la meda adecuada. En suma: diseñar. De la misma manera en que diseña un escultor su obra, o un arquitecto su edificio, del mismo modo en que un pintor elige sus pigmentos y hace sus bocetos.
Generalmente los talleres disponían de una serie de catálogos, los catálogos de estilos, en los que los clientes podían escoger el formato de sus muebles e incluso adaptar algunos de los modelos al gusto del cliente o por consejo del carpintero jefe de taller. Estos catálogos contenían, aparte de las láminas que reproducían una habitación amueblada en conjunto, otras que mostraban los pasos a seguir para la construcción del mueble, con dibujos en los que se indicaban las medidas de estos a escala. Algunos de los catálogos de la primera mitad del siglo XX eran comprados en el extranjero[10], pues mayoría de estos artesanos, se vieron en la obligación, como muchos otros hombres de su tiempo, de marchar a un país nuevo. Durante la primera mitad del siglo XX los destinos predilectos fueron los países sudamericanos (Uruguay, Venezuela, Argentina, Cuba…), mientras que a partir de la década de los 60 la emigración española optó por centroeuropa (Suiza, Alemania, Bélgica…). Los catálogos del taller familiar pasaban de padres a hijos y de abuelos a nietos.
El estilo de talla con más renombre ha sido el de Luis XV, conocido también como “rococó”, siendo muy popular entre los años 1730 y 1765. De gran decoración ornamental, con predominio de la línea curva, se incluyen volutas palmetas y veneras. Es un estilo indicado para el trabajo de ebanistería. Fue demandado para juegos de habitación o camas aunque también se aplicó a marcos de cuadros. El estilo Isabelino formó parte también de los catálogos de los talleres, nacido durante el reinado de Isabel II, bebe del estilo imperio que impregnó el reinado de su padre Fernando VII, se caracteriza por la presencia de esfinges, garras y muebles de cuerpo cúbico y gran robustez.
Para trabajos más sencillos como la construcción de yugos se utilizaban plantillas de madera mientras que el oficio de zuequero carecía de modelos limitándose a buscar los leños que servirían al pie izquierdo y al pie derecho del par según la curvatura de la madera.
En otros muchos casos y sobre todo para trabajos ya propiamente de ebanistería el artesano empleaba plantillas dibujadas a mano con los motivos que se incluirían en la pieza, este es el caso de los respaldos de reclinatorios. Los dibujos previos se realizaban en cualquier tipo de papel y se pasaban por calco a las piezas que se tallarían.
Uno de los mayores clientes de las carpinterías y ebanisterías fueron las iglesias que encargaron sobretodo cruces y bancos para los fieles, así como retablos y tallas. Otras de las obras más comunes ligadas a la iglesia, aunque encargadas por particulares fueron los reclinatorios, en cada templo existe una gran variedad, desde los más simples a los más ornamentados, desde los de boj a los de castaño. Generalmente en los adornos del respaldo encontramos ramas de laurel, cruces, cálices o simples barras torneadas, la mayoría de los reclinatorios llevaban grabadas las iniciales de sus dueños en diversas caligrafías.
El carpintero-ebanista en muchos casos debía o sabía fabricar aquellos elementos de uso doméstico como las herradas [11](sellas), que a simple vista parecen sencillas y que sin embargo requieren de cierta habilidad pues hay que pensar que la madera tiende a hincharse cuando absorbe humedad y sobretodo si va a estar en contacto directo con el agua o algún líquido, por ello durante la ejecución es necesario contar con un margen que permita a la madera hincharse sin deformarse y a su vez sirviéndose de esa propiedad confeccionar un cuerpo que sea capaz de mantener un liquido en el interior sin derramarlo entre las doelas (cada una de las piezas de madera que cierran el cuerpo de la herrada y que se colocan de forma vertical). La humedad es un factor importante a tener en cuenta también al hacer muebles, pues un mueble fabricado en el norte español, donde la humedad ambiental es elevada, no servirá en ambientes más secos, como Madrid o Castilla, ya que los ensamblajes cederán al perder humedad, la medera se retorcerá y se soltaran algunos puntos de unión.
Herramientas de carpintería de ribera © Gemawla1
El sector textil también necesitó en su momento del apoyo de la carpintería para la producción de telares y peines de telares, de hecho Xaquín Lorenzo nos habla de la especialización de los “penteiros”[12], que serían los encargados de la producción de “pentes”[13] y lizos[14] para telares. En otras ocasiones también construían ruecas y maquinas de hilado que facilitara esta tediosa labor.
Podría decirse en cierta forma que la especialización dentro del campo de la carpintería es más una clasificación práctica de tareas relacionadas con la madera que una división real del trabajo. El ebanista era capaz de realizar cualquier tipo de labor de carpintería, incluyendo el trabajo a torno y la fabricación de útiles para el campo, así pues la línea que lo separa del carpintero común se basa tan sólo en la habilidad del primero para realizar tallas ornamentales y trabajar las maderas nobles.
Hay que tener en cuenta que el ebanista que trabaja en una sociedad eminentemente rural, dedicada a la ganadería y a la agricultura recibe encargos de familias que no siempre pueden costearse un elaborado trabajo de ebanistería, aunque no por ello desdeñen cierto lujo en sus muebles, por ello los trabajos más caros y refinados se colocaban normalmente en un espacio de la casa accesible a los visitantes como el pasillo de entrada o el comedor[15]. Los juegos de habitación atendían también a este aspecto puesto que en caso de enfermedad el doliente era visitado en la habitación.
Portada: Ébano © Alois Staudacher
[1] La columna palmiforme no pretende reproducir el tronco de la palmera, sino que se basa en los postes adornados con hojas de palma colocados para señalar o delimitar un lugar sagrado o servir de escenario a los rituales fúnebres frente a una tumba menfita, la versión pétrea y estilizada de estos postes de madera es la columna palmiforme, formada por un fuste ahusado al que van unidas ocho hojas de palma ligeramente curvadas hacia fuera. Al igual que las anteriores, fueron comunes (en piedra) en la V dinastía siendo utilizadas para el templo funerario del faraón Sahure, en Abusir y el interior de la pirámide de Unas (Saqqarah). En: MICHALOWSKI, K. El arte del antiguo Egipto.
[2] Esta dinastía se registra a partir del año 2.700 a. C. y finaliza en el 2630. a. C.En este momento es cuando comienza la denominada “petrificación” de la arquitectura egipcia, siendo el principal exponente de esto el complejo funerario de la prirámide del faraón Zoser (conocida como la Pirámide Escalonada de Zoser).
[3] En Diseño se conoce como Edad del Plástico y Edad del Aluminio al tiempo posterior a su descubrimiento y empleo en la tecnología cotidiana, en una clara intención de diferenciar la vida Contemporánea de la Antiguedad a través de los materiales predominantes en las diversas edades de la humanidad, dando continuidad de esta manera a la clásica clasificación histórica de “Edad del Cobre”, “Edad del Bronce” y “Edad del Hierro”.
[4] Conocido como “O Xocas”, llevó a cabo una importante tarea etnográfica en los pueblos gallegos. Estudio filosofía y letras teniendo como profesores a los hombres que formaban parte de la “Xeración Nós”. Fue miembro de Real Academia Gallega.
[5] La mayoría de las fuentes consultadas siguen la misma clasificación.
[6] El taller familiar de Don José Rodríguez Ventoso se dedicaba a principios del siglo XX a la construcción carros, más tarde se dedicó a labores de mecánica y soldadura ( San Adriano, Lorenzana)
[7] En gallego “sella”, recipiente circular con forma de cono truncado que sirve para almacenar liquidos, principalmente agua.
[8] Siglo I a.C.
[9] El secado de la madera supone que esta pierda en la medida de lo posible su contenido en agua. En general pierden tres (centímetros de agua cada diez años), y son las maderas nobles las que más tiempo y mimo necesitan. No obstante si se necesita que la madera se seque de la forma más rápida posible, aunque parezca contradictorio, ésta puede sumergirse en agua, corriente a ser posible para que elimine cualquier resto de savia, que parece ralentizar el secado. Éste no es un proceso muy conocido y de hecho fue descubierto por casualidad en la casa de un carpintero de Lorenzana (Entrevistado en Abril del año 2008. Ebanistero y tornero.) a quien se le inundó la sala en la que almacenaba la madera.
[10] El hallado en el taller de Don Manuel Díaz García (1907-1979), traído de la Habana
[11] Recipiente de listones de madera herrados con cintas de hierro que sirven para recoger el agua y mantenerla fresca.
[12] Traducción no encontrada
[13] Peine del telar de lanzadera.
[14] Según la definición de la RAE: lizo. (Del lat. licĭum).1. m. Hilo fuerte que sirve de urdimbre para ciertos tejidos. U. m. en pl. 2. m. Cada uno de los hilos en que los tejedores dividen la seda o estambre para que pase la lanzadera con la trama.3. m. Chile. Palo pequeño que reemplaza a la lanzadera de los telares.
[15] En estas zonas también se colocaban las alacenas con las mejores vajillas y cristalerías, de modo que se pudiera mostrar a las visitas la riqueza de la casa.