La exposición, comisariada por Gert Jan van der Sman, profesor de la Universidad de Leiden y miembro del Istituto Universitario Olandese di Storia dell’ Arte de Florencia, reúne más de una decena de pinturas de Caravaggio, dispersas en varios museos del mundo, junto a obras de sus seguidores flamencos, holandeses y franceses.
Hoy se ha abierto al público en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid la exposición Caravaggio y los pintores del norte. Se trata de una ambiciosa muestra que ve la luz después de varios años de trabajo y que gira en torno a la influencia que ejerció el pintor nacido en Milán en 1571 sobre aquellos pintores del norte que se encontraban en Roma y que, seducidos por las novedades de su estilo, lo reinterpretaron y difundieron. Se cierra así una interesante temporada expositiva en el denominado Triángulo del Arte muy marcada por la pintura barroca (recuérdense las exposiciones dedicadas a Charles Le Brun en CaixaForum y a Georges de la Tour en el Museo del Prado), periodo que también vertebra la recientemente inaugurada exposición de Patrimonio Nacional De Caravaggio a Bernini. Obras maestras del Seicento italiano en las colecciones reales. Dadas las obvias conexiones entre esta muestra y la del Museo Thyssen, estas instituciones han sacado una entrada conjunta que permite visitar ambas exposiciones.
Caravaggio es, junto a otros artistas de la Edad Moderna como Leonardo, Miguel Ángel, Velázquez o Goya, un personaje que ha trascendido su papel de pintor y su lugar en iglesias y museos para convertirse en un auténtico icono, en una suerte de marca presente en la cultura popular. En torno a su tormentosa y polémica vida se han creado en las últimas décadas películas, novelas o cómics y su nombre suele asociarse de manera inmediata a la del prototipo romántico de artista rebelde, bohemio y de paso fugaz por este mundo. No en vano Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen, le ha llegado a calificar como el primer pintor moderno, que además supo congregar en vida y después de ésta, un nutrido grupo de seguidores.
A la creación de esta imagen han contribuido no sólo su vida desordenada y problemática (llegó a asesinar a un hombre en 1606, por lo que vivió sus últimos años exiliado), sino también la preferencia por temas donde la sangre y la muerte están muy presentes, su estilo basado en la oposición violenta de luces y sombras (el claroscuro) y, sobre todo, sus detractores. Si Caravaggio falleció en 1610, ya en 1620 su amigo el escritor, médico y coleccionista Giulio Mancini trazaba una biografía de Caravaggio en Considerazioni sulla pittura. Y en 1642 se publicaban las Vidas de Giovanni Baglione, pintor y rival coetáneo de Caravaggio que llegó a acusarle públicamente de sodomía. Por su parte, en 1672, Giovan Pietro Bellori relacionada la “oscuridad” de su arte con la fisonomía de Caravaggio: “El estilo de Caravaggio se corresponde con su aspecto y fisonomía; tenía la piel y los ojos oscuros, las cejas y el cabello negros, y estos tonos se reflejan en sus cuadros de forma natural”. En España el pintor y tratadista Vicente Carducho no dudó en calificar al pintor milanés de Anticristo de la pintura (Diálogos de la pintura, 1633).
Sin embargo, esta fama de Caravaggio no impidió que fueran numerosos los pintores del norte de Europa instalados en Roma durante las primeras décadas del siglo XVII que siguieran su estilo. Estos artistas se sintieron atraídos por el uso novedoso del color, la luz y las sombras de Caravaggio, con quien compartían además el interés por los temas populares y la pintura del natural. Incluso el tratadista y pintor Karel van Mander, fundador de la academia de Haarlem, seguidor del manierismo florentino y llamado el “Vasari holandés”, vaticinó en los primerísimos años del siglo XVII, en la biografía de Caravaggio contenida en su Schilderboeck (Libro de pintores): “En lo que respecta a su manera de pintar cabe decir que es muy agradable y hermosa para ser seguida por los jóvenes pintores”.
Y así fue. Y muestra de la poderosa influencia que ejerció Caravaggio en muchos de esos cientos de artistas que habitaron la populosa y frenética Roma de inicios del siglo XVII es la selección de pintores que nos ofrece el museo Thyssen. La exposición se organiza en seis secciones, comenzando por la estancia romana de Caravaggio (1592-1606) que es ilustrada a través de obras maestras como Muchacho mordido por un lagarto, La buenaventura, El sacrificio de Isaac y dos lienzos realizados bajo la protección del cardenal Francesco Maria del Monte: Los músicos y Santa Catalina de Alejandría. Un mapa de la Roma de la época completa esta sección y sirve al visitante para ubicar los diferentes encargos que recibió Caravaggio durante estos años.
La segunda sección está dedicada a los primeros admiradores de Caravaggio en Roma: el alemán Adam Elsheimer y Peter Paul Rubens. De este último se exponen un estudio de cabeza de claro tipo caravaggesco, La adoración de los pastores de 1608 y un dibujo, que es copia libre del Santo Entierro de Caravaggio. La tercera sección, por su parte, centra su atención en los mecenas italianos que ayudaron con encargos a algunos de esos pintores extranjeros: los hermanos Benedetto y Vincenzo Giustiniani (además grandes coleccionistas de la obra de Caravaggio) y el español Pedro Cosida. Aquí encontramos obras de Gerard van Honthorst, Nicolás Régnier y Dirck Baburen entre otros.
En la cuarta sección encontramos obras del holandés Hendrick ter Brugghen como La cena de Emaús o La vocación de san Mateo, obras claramente inspiradas en las de Caravaggio del mismo título; destaca su pareja de músicos de 1621. En el siguiente apartado cambiamos de tercio para conocer la producción de varios pintores franceses que trabajaron en Roma entre 1610 y 1630: Simón Vouet, Claude Vignon y Valentin de Boulogne.
Jugadores de dados, c.1623-1624. Nicolas Torunier. Reino Unido, Attingham Park, The Berwick Collection (The National Trust)
Cierran la exposición las obras agrupadas bajo el título de Caravaggio y sus seguidores en Nápoles y el sur de Italia. Dos son los autores a destacar: Louis Finson, el único que probablemente llegó a conocer en persona al pintor milanés, y Matthias Stom, uno de sus últimos seguidores. La sala final está dedicada únicamente al Martirio de santa Úrsula, considerada la última obra de Caravaggio y en la que, como venía siendo costumbre en su producción, el maestro se autorretrata.
El martirio de santa Úrsula, 1610. Michelangelo Merisi Caravaggio. Colección Intensa Sanpaolo. Nápoles, Gallerie d’Italia – Palazzo Zevallos Stigliano
Caravaggio y los pintores del norte es, así, la primera exposición celebrada en España que intenta reivindicar a unos artistas que en Holanda son considerados los pintores más importantes anteriores a Rembrandt y que sin embargo en nuestro país no han tenido igual fortuna crítica. Constituye por tanto un complemento necesario e irrepetible a la exposición celebrada en 2005 en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, dedicada a Caravaggio y la pintura realista europea en la que entonces lo caravaggistas del norte tuvieron escasa representación. Al mismo tiempo constituye un hito al exponer juntas trece obras de Caravaggio, tres de ellas nunca antes vistas en España. Las 53 obras reunidas en el Museo Thyssen hasta el 18 de septiembre de este año – tanto lienzos como dibujos y óleos sobre cobre- proceden de prestadores de todo el mundo, entre los que se encuentran el Museo del Prado, el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, los Musei Capitolini de Roma o la Galleria degli Uffizi de Florencia.
Caravaggio y los pintores del norte
Museo Thyssen-Bornemisza
Del 21 de junio al 18 de septiembre de 2016
Más información en www.museothyssen.org
¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO? https://revistamito.com/caravaggio-y-los-pintores-del-norte-se-instalan-en-madrid/ : «Caravaggio y los pintores del norte se instalan en Madrid». Publicado el 21 de junio de 2016 en Mito | Revista Cultural, nº.34 – URL: |
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