Resulta curioso ver en las escuelas de arquitectura una mayoría de mujeres inundando los pasillos. En cambio, en el panorama profesional, esta cantidad de mujeres se diluye y, si nos centramos en la cúpula de la arquitectura mundial actual, los nombres femeninos son realmente escasos. Cabría esperar que en los tiempos actuales, donde se asume ya que las mujeres y los hombres contamos con igualdad de condiciones, esta igualdad se tradujese al mundo laboral y, en resumen, a todos los ámbitos que componen nuestra sociedad. Sin embargo, esto no es así.
La arquitectura es una profesión históricamente masculina. Desde sus inicios, en lo que nos podríamos remontar a los libros de Vitruvio (siglo I a.C), quienes han ejercido esta profesión han sido hombres. Ha habido algunas limitadas excepciones; no obstante, la historia se ha esforzado en menospreciarlas. No fue, hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando la aparición de la mujer en las escuelas de arquitectura empezó a florecer con una menor timidez, aunque tendríamos que esperar hasta la década de los setenta para considerar esa presencia fuera de la excepción o anécdota. Hasta ese momento, las mujeres que se quisieron dedicar a la arquitectura, y lo lograron, fueron muy pocas. Destaca el caso aislado de la italiana Plautilla Bricci (1616-1690), conocida como la primera mujer en la historia que ejerció la arquitectura. Plautilla se introdujo a la profesión a través de su hermano quien, como ella, era pintor y arquitecto. Se la conoce por proyectar la Capilla de San Luís en Roma, y la Villa Bennedetti (actualmente desaparecida). Probablemente, su obra fue más extensa; aunque, con gran seguridad, la historia designaría la autoría a su hermano.
Tras el ejemplo de Plautilla, tendríamos que esperar hasta el siglo XIX para contar con otros casos de mujeres profesionales de la arquitectura. Lo más probable es que existieran otras mujeres en ese periodo intermedio; sin embargo, no nos ha llegado ningún documento que así lo pruebe. Ya a partir del siglo XIX, se empieza a tener información sobre las mujeres que se dedicaron a esta profesión, aunque la presencia de éstas aparece siempre muy tangencial en el discurso.
La cuestión es, que todas estas mujeres que empezaron a forjar los caminos de la igualdad de géneros en el ámbito de la arquitectura, aparecen en la historia escrita, si es que son mencionadas, bajo la sombra de algún hombre. No se reconocen por sus propios méritos, sino por acompañar los méritos de otros. Este hecho no es casual; al fin y al cabo, la historia la escribimos las personas y el modelo del patriarcado en nuestra sociedad ha estado, y sigue, muy arraigado. Por un lado, esto infunde una visión que favorece al género masculino y, por otro, la historia ha sido escrita, mayoritariamente, por hombres. Estos hechos favorecieron que la presencia de la mujer fuese ignorada y dejada en un segundo plano. A nuestros ojos, hoy en día y sin indagar, nos parece que las mujeres en el pasado simplemente no estaban, que la presencia femenina en la vida profesional empezó hace sólo unas décadas. Pero esto no es así, las hubo; fueron pocas, pero existieron y su importancia fue igualmente relevante. Las mujeres se esforzaban por hacerse respetar, por hacer entender el valor de sus ideas; ideas igualmente válidas a las de sus compañeros varones, pero que fueron acalladas por su condición de ser mujer. No es que las mujeres del pasado no fueran sobresalientes y que por esa razón sólo nos lleguen los triunfos de los arquitectos varones. Sino que, la sociedad decidió ignorarlas y la historia también. Esto queda claramente ejemplificado cuando nos fijamos en que, al mencionar a las mujeres en la historia de la arquitectura, casi en todos los casos, viene explicada su situación como la de «mujer de…».
Las primeras mujeres arquitectas tuvieron que hacer frente a las barreras que impedían el acceso de las mujeres a la universidad, especialmente, a la universidad de formación técnica, la cual era incluso más restrictiva al acceso femenino. Antes de esto, además, se tuvieron que difuminar los obstáculos que limitaban el acceso de la mujer a la educación en general. Los primeros movimientos que iniciaron esta progresiva igualdad de géneros en el ámbito educativo tuvieron lugar en el siglo XVIII con el asentamiento de las ideas de la Ilustración francesa y, más concretamente, con la publicación, enl 1792, del documento Vindicación de los derechos de la mujer, escrito por Mary Wollstonecraft.
Estos cambios producidos durante el siglo XVIII propiciaron la aparición eventual de mujeres profesionales en los campos de la arquitectura y el diseño en el siglo XIX; no obstante, pocas fueron las mujeres que hicieron de la arquitectura su profesión. Las que sí lo intentaron, quedaron relegadas al ámbito doméstico y privado, que se consideraba inherente al sexo femenino, encargándose del diseño de interiores, mobiliario o utensilios para el hogar. El espacio público y el diseño global y estructural, han sido, históricamente, asignados al sexo masculino, tanto en su uso como en su ideación.
La incorporación de las mujeres al ámbito académico destacó en Finlandia, en el contexto europeo. De este país, podemos nombrar a Signe Hornborg (1862-1916), Hilda Hongell (1867-1952) o a Aino Aalto (1894-1949) quien, junto con Alvar Aalto, crearían una nueva arquitectura, referente del Movimiento Moderno. Sin embargo, la primera mujer matriculada en arquitectura en Europa lo hizo en Alemania, en la Real Universidad Técnica de Hanover. Su nombre era Emilie Winkelman (1875-1955) y consiguió el título el 1909. Ella fundó su propio estudio de arquitectura, llegando a tener a quince empleados a su cargo. En Alemania, también destacó Anna Muthesius, en la segunda mitad del siglo XIX, innovadora en diseño de moda y mobiliario, y asesora de su marido, Hermann Muthesius, quien introdujo las ideas precursoras del racionalismo moderno en su país. De esta época, también destacan las hermanas Margaret y Frances Mac Donald. Ambas se titularon en la Glasgow School y ejercieron de interioristas desarrollando el Glasgow Style junto con Charles Rennie Mackintosh y Herbert MacNair; por supuesto, sus respectivos maridos, y grandes representantes del Art Nouveau en el Reino Unido.
«The Wassail«, motivo representativo del Art Nouveau, Rennie Mackintosh, Jean Pierre Dalbéra
Por lo que respeta a Estados Unidos, la presencia de la mujer en este país fue, en comparación, bastante más extensa; desde su inclusión en las facultades técnicas a la práctica de la profesión. Seguían existiendo carreras frustradas por la condición de ser mujer, a pesar del gran esfuerzo y talento que demostraban; pero su incorporación en estudios de arquitectura fue mayor, aunque siempre en el ámbito del diseño de interior. La primera mujer en graduarse en Estados Unidos como arquitecta fue Sophia Hayden Bennet, en 1890, en el MIT. Tras la graduación, Sophia tuvo dificultades para encontrar trabajo como arquitecta, por lo que al final aceptó una posición como profesora de dibujo técnico. Un tiempo después, vio un anuncio en el que buscaban a mujeres arquitecto para proyectar el Edificio de la Mujer, para la Exposición de Chicago de 1892. Sophia se presentó al concurso y lo ganó, pero durante la construcción fue cuestionada tantas veces su autoridad y capacidad, que sufrió un ataque provocado por la continua presión. Por esto, fue forzada a retirarse a un sanatorio durante un tiempo y se comentaba que este hecho demostraba que no había lugar para las mujeres en el mundo de la arquitectura. Tras la exposición, Hayden no volvió a dedicarse a la arquitectura.
Unos años más adelante se graduaría, también en el MIT, Marion Mahony Griffin. Marion fue la primera mujer que trabajó en el estudio de Frank Lloyd Wright, uno de los arquitectos más importantes del siglo XX. La mano de Marion se puede leer en las acuarelas que se convirtieron en símbolo de Wright; así como en su estilo Prairie o casas de la pradera. Wright, como era costumbre, no le dio ningún crédito a ella; aunque, cuando se trasladó a Europa, le ofreció la dirección de su estudio, a lo que ella se negó.
Frank Lloyd Wright tenía gran interés en el diseño de los espacios interiores y en la integración de éste en el conjunto total del edificio. Como hemos comentado, las mujeres que se introducían en el mundo de la arquitectura se dedicaban principalmente a los interiores domésticos. Este punto en común se tradujo a que, tras Griffin, un gran número de mujeres más se incorporaran al estudio del arquitecto. Se hizo un documental sobre ello titulado A girl is a fellow here: 100 Women Architects in the Studio of Frank Lloyd Wright. El hecho de haberse realizado un documental sobre el tema demuestra la exclusividad de este hecho. Por lo general, las mujeres encontraban muchas trabas para incorporarse al panorama laboral.
Silla LC-4 diseñada por Charlotte Perriand, jeanbaptisteparis
Ejemplo de esto último es el caso de Charlotte Perriand, quien estudió diseño de mobiliario en París. Al graduarse, Charlotte se presentó en el estudio de Le Corbusier para solicitar un trabajo en 1927. Cuando Le Corbusier vio sus dibujos la despachó diciendo «Nosotros no bordamos cojines aquí». Perriand, ese mismo año, había renovado su apartamento y lo reprodujo para una exposición conocida como Salon d’Automne. Cuando Le Corbusier visitó la exposición quedó asombrado con su obra y le ofreció un puesto de trabajo, que ella aceptó. En el estudio de Le Corbusier diseñó varias sillas, de cromo tubular, generalmente; como los modelos B301, B306, el LC2 Grand o el LC4. Perriand es conocida por añadirle humanidad al trabajo racional de Le Corbusier. Perteneció a diversos movimientos de izquierda, y su objetivo era desarrollar un mobiliario funcional y atractivo para las masas; por esta razón, sus diseños dejaron de banda el metal, a favor de otros materiales más asequibles como la madera o la caña. Más adelante, estudiaría diseño oriental, para profundizar en el conocimiento de este tipo de materiales.
Una gran aportación de las mujeres al ámbito de los interiores fue el rediseño de la cocina -¡cómo no!-, la cual empezó a revolucionarse con sus ideas. En este ámbito, destacamos a Grete Schutte, austríaca, y Anna Wagner, estadounidense. Grette Schutte, primera arquitecta de Austria, es conocida principalmente por su diseño de la Cocina Frankfurt; ésta fue muy revolucionaria pues era asequible económicamente y estaba pensada para la mujer moderna. Era la primera cocina compacta, donde todas las partes estaban integradas y estudiadas para reducir el espacio utilizado. La aparición de este modelo fue significativa tras la Primera Guerra Mundial, pues se podía incorporar a las viviendas sociales, reduciendo el espacio ocupado y, por tanto, pudiendo ofrecer mayor número de viviendas ante la gran demanda. Schutte también trabajó como arquitecta, destacando un proyecto de 10.000 viviendas sociales, en Frankfurnt, en las que incorporó nuevas técnicas como la utilización de materiales prefabricados o de almacenamiento compacto (como su cocina).
Cocina Frankfurt, storebukkebruse
Por su parte, Anna Wagner revolucionó el concepto de la cocina en Estados Unidos; allí, la situación social era distinta a la de la Europa de entreguerras. Se graduó como arquitecta en la Universiad de Cornell y desarrolló una arquitectura funcional, que se adaptaba a las necesidades de los usuarios. Sus cocinas eran grandes y espaciosas y contaban con una distribución eficiente y práctica. Patentó alguno de sus diseños de elementos de cocina, como el del fregadero que conocemos hoy en día. Llevó a cabo varios proyectos de edificios en diversos de los estados del país, y también patentó un elemento de construcción, el «K Brick», considerado el precursor del bloque de hormigón que se usa hoy en construcciones de todo el mundo.
Otra arquitecta americana importante fue Julia Morgan, quien proyectó más de 700 edificios en Estados Unidos. Estudió Bellas Artes en París y fue la primera arquitecta licenciada en California. Sus proyectos estaban influenciados por el estilo mediterráneo y acogían el estilo del movimiento del Arts and Crafts, del cual se convirtieron en ejemplos muy representativos. Muy comprometida con la igualdad de derechos y de géneros, gran parte de sus edificios fueron proyectados para instituciones que ayudaban y servían a mujeres y niñas, destacando los edificios YWCA y los de la Universidad de Mills.
En Europa, fue en la Bauhaus, la gran escuela de arquitectura y diseño de principios del siglo XX, donde las precursoras del Movimiento Moderno empezaron a contar con nombre propio, a pesar del recelo del propio Walter Gropius, fundador y director de la escuela. En sus inicios, el centro no aceptó a mujeres en la escuela de arquitectura, por lo que éstas se inscribieron en los diferentes talleres de diseño. Poco a poco, las mujeres se fueron haciendo hueco en el centro, consiguiendo oportunidades para demostrar su valía. Finalmente, las puertas de la escuela de arquitectura se abrieron para la demanda femenina.
De las mujeres que pasaron por la Bauhaus, nombraremos a Lilly Reich (1885-1947). Reich fue diseñadora de moda, instalaciones, interiores y mobiliario, fue profesora de la Bauhaus, y también la primera mujer en acceder al Consejo de Dirección de la Deutscher Werkbund. Cuando se habla sobre Lilly Reich se la relaciona con Mies Van der Rohe. Se dice que el arquitecto, gran representante del Movimiento Moderno y del estilo internacional, no era propenso a escuchar opiniones de otras personas, pero en cambio, siempre estaba dispuesto a escuchar la de ella. Reich trabajó conjuntamente con Mies en el proyecto del Pabellón de Barcelona para la Exposición Universal, considerado uno de los edificios más icónicos del siglo XX.
Pabellón de Barcelona, Martin Fisch
En la misma línea de Lilly Reich, otras grandes profesionales quedaron enmudecidas por la historia, bajo la sombra de los grandes arquitectos del siglo XX. Este es el caso de Anne Tyng o Eileen Ray. Por lo que respecta a Anne Tyng, diseñadora y apasionada de las matemáticas y la geometría, su trabajó quedó diluido bajo el nombre de Louis Kahn. Trabajó con él durante años, siendo considerada su compañera y musa. Aun así, el crédito recibido por sus aportaciones ha sido, oficialmente, muy escaso. Su amor por la geometría la condujo a realizar muchos estudios sobre los patrones y geometrías naturales y su posible aplicación en los proyectos de arquitectura y ciudad. Buckminster Fuller se referió a ella como la «la estratega de la geometría de Kahn». Tyng también es famosa por diseñar el juguete Tyng Toy, compuesto por varias piezas de madera que pueden unirse generando diversos objetos.
En el caso de Eileen Gray, famosa diseñadora de interiores y muebles, y también arquitecta, su aparición en los libros de historia viene siempre determinada por su relación con Le Corbusier. Eileen empezó su carrera debido al gran interés que tenía por los materiales lacados, inspirada por el Art Nouveau, y desarrolló una gran cantidad de diseños basados en esta técnica. Llegó a hacerse famosa por estos trabajos de laca interna que incorporaría en algunos elementos arquitectónicos interiores. Su obra de arquitectura más famosa es la casa E-1027, situada a las orillas del Mediterráneo, en el sur de Francia. Se trata de una casa de vacaciones que hizo para sí misma. Esta casa le sirvió como taller para experimentar nuevas ideas, diseños y materiales. Le Corbusier era amigo del marido de Eileen Gray, por lo que visitaba la casa a menudo. Durante una de sus estancias, el arquitecto pintó unos murales en las paredes de la casa, lo cual enfureció mucho a Gray, quién consideró el suceso como un acto de vandalismo. No se sabe muy bien si Le Corbusier pintaría estos murales por admiración o por celos del éxito de la propietaria. Sí se sabe que se llegó a obsesionar tanto con la casa que acabaría comprándola y, años más tarde, diseñaría su emblemático Cabanon a unos pocos metros de allí. Durante mucho tiempo, muchos historicistas y periodistas asumieron que esta casa la había proyectado el mismo Le Corbusier, menospreciando y acallando, una vez más, el legado profesional de una mujer.
Model of the House E-1027, Eileen Gray, Forgemind ArchiMedia’s photostreem
Estos hechos nos pueden parecer una historia pasada; pero en la actualidad sigue existiendo esta discriminación. Las mujeres han empezado a equilibrar la balanza de los sexos, especialmente gracias a los diversos movimientos feministas que se han sucedido en la historia. Prueba de ello es la existencia de una mujer ganadora del premio Pritzker – Zaha Hadid – y de otra que lo recibió junto con su asociado, en este caso, Kazuyo Sejima en representación de SANAA. Sin embargo, destaca en la historia de este premio el suceso que tuvo lugar con el premio otorgado a Robert Venturi en 1991. Venturi fue laureado con este premio por su crítica arquitectónica y su práctica de la profesión; las cuales desarrolló conjuntamente con su compañera y mujer Denise Scott-Brown, quien no recibió premio ni mención alguna. Ha habido demandas e incluso ella se ha pronunciado pidiendo, no un premio Pritzker, sino una ceremonia de inclusión en el premio otorgado a su marido. Pero desde la fundación no dan respuestas claras. En general, el premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura, se reafirma en su exclusión de la mujer y en la ideación de una autoría individual canónica de la arquitectura, que beneficia a un único arquitecto y que niega el trabajo conjunto y colaborativo que es la arquitectura.
Las mujeres citadas en este artículo son solo una pequeña introducción al trabajo de la mujer en el campo de la arquitectura. Ha habido muchos otros nombres igual de importantes, y cada día hay más. A medida que avanzamos, el número de mujeres profesionales aumenta y también su presencia en la historia; una historia que escribimos entre todas y todos pues somos nosotros los responsables de reducir y eliminar la brecha entre hombres y mujeres. Al fin y al cabo, somos personas y si todos juntos colaboramos, como iguales, será cuando realmente hagamos historia. Como dijo Denise Scott-Brown: «Saludemos la noción de una creatividad conjunta».
Imagen de portada: Charlotte Perriand en los Alpes. Knowtex
Imagen de portada: Tempestad deshecha en la costa de Honduras. Biblioteca de la Facultad de Derecho y Ciencias del Trabajo Universidad de Sevilla
¿TE HA SERVIDO ESTE ARTÍCULO? ASÍ PUEDES CITARLO: : «Arquitectas». Publicado el 17 de abril de 2015 en Mito | Revista Cultural nº.20 Abril 2015. URL: |
1 Comentario
Interesante artículo Nuria!
Te dejo por aquí una charla de Carmen Espegel, profesora en la politécnica de Madrid, en la que habla de la investigación que realizó en Estados Unidos sobre la influencia de la ingenieras omésticas americanas del siglo XIX en la arquitectura social alemana de los años 20 (es decir, anteriores a la cocina de Frankfurt)
Espero que te resulte interesante!
Un saludo
http://obiter.us.es/index.php/categories/12-conferencias-noon/505-user-65-v8bnh03pq1ysgc