Arteterapia y creación de espacios de seguridad que posibilitan y sostienen la autenticidad personal. Una herramienta que nos facilita el encuentro con nuestras emociones y con la magia de los vínculos y los límites.
El contenido de la vida tiene mucho que ver con las emociones con las que narramos lo vivido, con las que nos sostenemos en el presente y con las que nos proyectamos hacia el futuro.
Emociones que comportándose como instantáneas de una cámara automática, se disparan para captar, sentir, fijar los detalles de todo lo que las atrae.
Así, lo visible y lo invisible, lo nítido y lo claro, en nuestra película dependerá de la velocidad en el disparo (nuestra reacción) así como del grado de conciencia que tenemos a la hora de revisar o revivir “nuestras propias fotos, nuestros propios paisajes emocionales”.
Aceptar, validar e incluso recuperar (revivir) las fotos de nuevo a veces requiere de un testigo de viaje que nos ayude a asimilar lo vivido, o de experimentar en su plenitud (en el caso de haber perdido la conexión con aquel momento) e incluso que nos facilite el regreso al presente.
Estamos hablando del rol que ejerce un arteterapeuta cuando decide acompañar a otro ser en su “viaje emocional”.
Papel que siendo mágico y lleno de belleza, se halla a la vez teñido de un alto grado de responsabilidad e implicación personal. Tal y como nos irá desvelando Anaïs.
Ella tomo la decisión de ejercer ese rol, tras la finalización de sus estudios en Arteterapia. No obstante prefiere llamarse mediadora artística y en breve entenderéis por qué.
Una mediación que utiliza el arte, la plasticidad que ofrece la expresión artística, para contribuir a crear vínculos afectivos sanos. Estos requieren de un espacio de libertad pero también de unas mínimas coordenadas para no fundirse en “el vacío creador”. Es aquí donde aparte de las consignas que se ofrecen en las sesiones de arteterapia, juegan un papel clave los límites que configurarán el espacio.
¿Y quién es esta persona valiente que decide adentrarse en el mar de emociones, que supone un trabajo de acompañamiento como este?
Anaïs Pineda descubre a los 16 años que su mejor aliado es el arte. Desde entonces no se separa de él y construye un camino lleno de posibilidades para expresar sus emociones, crecer y superar una depresión en plena adolescencia. Se gradúa en artes aplicadas a la escultura, trabaja como Educadora Artística en la Educación en Tiempo Libre. De 1997 a 2010 co-lidera un proyecto asociativo llamado “Associació de Creadors/es Espiral” [1] cuya misión fue la potenciación de la creatividad como medio para la transformación social y el crecimiento personal. Fueron premiados por la Diputación de Barcelona, por su compromiso a la hora de hibridar la educación en valores, el reciclaje y el trabajo artístico.
Continúa su formación, cursando estudios como arteterapeuta con especialidad en lenguaje plástico. En la actualidad tiene como objetivo un proyecto de mediación artística en la escuela pública. En paralelo viene gestando una nueva iniciativa emprendedora llamada “Fet_amb_Art” (hecho_con_arte) basada en la creación de una red en la que sustentar otros proyectos colectivos o individuales. Cuya finalidad sea potenciar el bienestar de las personas desde los ámbitos tan diversos como la creación, la educación, la ecología y alimentación natural, la salud y las terapias alternativas.
Mientras va gestándose una gran arteterapeuta “de persona a persona” que diría ella misma. Prefiere llamarse mediadora artística, en el horizonte, tras larguísimas horas de navegación, ella emocionada en sus ojos, avista la ilusión de convertirse en una gran exploradora, una gran maestra arteterapeuta. Ya tiene los ingredientes para ello.
Tras esta breve presentación pasamos a darle la palabra para que nos aclare los ingredientes de su trabajo, algunos conceptos sencillos de un marco de trabajo como el que ofrece el Arteterapia para la sanación emocional.
Revista Mito. ¿En qué consiste la mediación artística y qué relación guarda con el Arteterapia?
Anaïs Pineda. El arteterapeuta se construye a lo largo del tiempo. Finalizados los estudios [2] queda mucho camino que recorrer. Te conviertes en Arteterapeuta con los procesos que compartes de “persona a persona”, tú haces también un viaje emocional con cada persona o grupo con el que trabajas. Descubriendo qué herramientas tienes, que cualidades vas desarrollando en este tipo de acompañamiento terapéutico.
También es una cuestión de dimensión del grupo. Hablamos de mediación artística cuando se trata de un trabajo en un grupo grande donde, a pesar de trabajar con los dispositivos o herramientas propias del Arteterapia resulta muy difícil hacer un seguimiento individualizado de la evolución de cada caso.
Mediante este tipo de sesiones invitas, (facilitas) al otro el poder viajar hacia su interior para encontrarse con su ser verdadero, sin juicios, conectando con aquello que es auténtico a través de cada propuesta artística.
De esta manera el arte, la creación, nos permite el autodescubrimiento, conectar con nuestro ser, experimentarnos a nosotros mismos mediante las emociones que surgen, es el verdadero “tesoro en este viaje”. Y le preguntamos a Anaïs qué obstaculiza la aparición de nuestro verdadero ser, qué se interpone.
R.M. ¿Qué nos impide ser auténticos/as?
A.P. Nuestro verdadero ser se halla velado por una serie de máscaras o capas siguiendo el símil de una cebolla. Construimos corazas, estructuras y creamos una personalidad para defendernos, poner límites entre el yo y el exterior.
R.M. Entonces, ¿crecer significaría aprender a protegerse del exterior?
A.P. La personalidad no es nuestra esencia auténtica, es nuestra construcción. Estas estructuras que creamos son necesarias, ni positivas ni negativas, son adaptativas.
Aprendemos a emitir respuestas ante las situaciones interiorizando consignas (de nuestra familia, de la escuela, del trabajo) en el proceso de socialización. Incorporamos creencias, valores que nos rigen, y que activan respuestas mecánicas como si se tratara de un piloto automático, son las respuestas aprendidas, que nos dan forma a nuestra identidad y nos protegen pero a la vez nos limitan en la expresión de nuestras emociones más puras, nos alejan de nuestra naturaleza, de nuestra verdadera esencia.
De este modo, necesitamos un espacio de seguridad para conectar, descubrir, permitir que afloren esas emociones (que puede que desconozcamos) y vivirlas, sin pretender significarlas. El arteterapia permite crear ese espacio, ilimitado en su nivel simbólico a la vez que seguro puesto que es un espacio que permite, contiene, sostiene y acepta todo lo que en él ocurra.
R.M. Bien, estamos hablando de un espacio de seguridad donde aparecen, se les permite salir, jugar a nuestras emociones… ¿De qué están hechas?
A.P. Son una energía en realidad que se origina en una interacción entre mi yo y el mundo que le rodea (personas u objetos). Podríamos llamarlas energía reactiva que se ocasiona en la interacción.
Si las emociones surgieran y se liberaran no habría ningún problema. Por ejemplo me doy un golpe en la rodilla, siento dolor, mi cuerpo reacciona, fluye la energía de la vivencia, la rabia, la frustración, expreso el dolor mediante el llanto y al rato se me pasa y sigo con mi vida. Pero ¿qué pasa si yo tengo interiorizado “que no puedo llorar”, “que tengo que ser fuerte porque soy un niño”? Alguien que me quiere me ha dicho que no puedo llorar. Yo quiero seguir siendo querido. No voy a llorar. Evito expresar esa emoción. Ya tenemos un conflicto. Existe una “capa” que interviene “interpretando y juzgando” qué puedo sentir y cómo. Tengo un nudo en la garganta, siento la presión del juicio propio y el de los demás, mi cuerpo se pone rígido, está reteniendo la energía de la emoción original; todos sabemos lo que pasa al final con las gotitas que van llenando el vaso.
R.M. Aprender a escuchar mis emociones, reconocerlas y vivirlas es importante, llegado este punto me asalta una duda ¿Qué diferencia existe entre este proceso de acompañamiento terapéutico mediante el arte y la gestión emocional?
A.P. La principal diferencia es que con “la gestión” lo pienso, con “la creación artística” lo siento, lo vivo.
Volvamos al vaso de agua y a esas gotas que se acumulan. Mediante la gestión emocional aprenderé a entender y reconocer mis emociones y así evitaré que el vaso se llene y se desborde. Mediante la mediación artística el vaso se convertirá en un lago profundo, me sumergiré en el agua y en sus profundidades descubriré monstruos y tesoros, quizá también escuche el eco del canto de una sirena y puede que me convierta en una alga y baile acunada por las frías corrientes del fondo y cuando vuelva a la superficie ya no sentiré la necesidad de controlar el nivel del agua en el vaso, sabré que yo soy el vaso y que si permito el fluir del agua en mi cuerpo, todo mi ser se sentirá nutrido y enriquecido con la experiencia.
La mediación a través del arte me permite vivir y sentir, desde una distancia emocional segura, vivencias muy duras o traumáticas; la principal clave es la ficción en tercera persona, se trata de re_crear, re_elaborar, re_vivir fuera de mí, con los materiales del inconsciente y sus propios códigos.
Si creo una ficción, un mundo fuera de mí y desde mí, genero un espacio donde todo puede suceder, sin que “me esté pasando a mí.” Puedo “asesinar”, de manera simbólica claro, en un cuento por ejemplo a través de un personaje que invento y así explorar sensaciones y emociones vinculadas con la acción de eliminar a “cierta persona” del mapa.
La significación puede venir más tarde, aunque a menudo ni se da, la experiencia no pasa por el filtro intelectual.
Lo importante es la vivencia y su huella. La materialización de mi enfoque en la “producción artística”, y las transformaciones que opero en ella son la clave. A través de esa creación externa yo puedo mirar y dialogar y de ahí puede surgir la transformación, el cambio de mi mirada y la sanación emocional.
Esta producción artística que va evolucionando sesión a sesión permite que la persona vaya “operando en el exterior” haciendo cambios, con una participación directa del inconsciente, en la vivencia que va ocurriendo. Y es esta operación en el exterior, la que va transformando el interior de manera sutil.
Por ejemplo tu detectas un espacio en blanco, que sesión a sesión aparece reiteradamente, en todos los trabajos artísticos, aunque sea de maneras distintas. Tras esta observación puedes proponer a la persona trabajar “ese espacio blanco”. Un modo sería utilizar sólo materiales blancos; lanas blancas, ceras blancas, etc. Todo tipo de texturas y colores blancos, para trabajar blanco sobre blanco. De esta manera la persona puede transformar ese blanco, a ver qué surge de ahí al centrar el trabajo en ver qué está sucediendo con eso. Es algo muy sutil e indirecto que produce todo un movimiento interior.
El barco de Luca
Una vez descritos algunos conceptos clave sobre qué es el arteterapia y las coordenadas que ésta ofrece para sanar nuestro cuerpo e historia emocional, le preguntamos a Anaïs sobre su experiencia como mediadora artística.
Aquí aparece Luca en nuestra historia. Un caso singular que narra el viaje emocional de un niño de ocho años, diagnosticado con trastorno de hiperactividad y su transgresión de los límites en el espacio compartido.
Luca desafío las consignas del espacio de arteterapia. Esta situación supuso para Anaïs, entre otras cosas, comprender el importante papel que ejerce el arteterapeuta para determinar los límites que definen dicho espacio.
Un espacio de descubrimiento, que se crea para facilitar la búsqueda de la autenticidad de una manera segura.
A continuación nos los contará ella misma…
R.M. Tú trabajas sobre todo con infancia y especialmente infancia en riesgo de exclusión o bien con necesidades especiales ¿Verdad? ¿Podrías explicarnos alguna experiencia? ¿Cómo eran las sesiones? ¿Se dan resistencias también en los niños?
A.P. En algunos casos los niños pueden venir derivados, como era el caso de Luca. Los niños tienen muchas maneras de hacer entender o de manifestar que no quieren estar ahí.
Luca es un niño de 8 años con diagnóstico de hiperactividad. Fue un caso que trabajé dentro de un grupo pequeño de cuatro o cinco niños, en una escuela de educación especial, en la que habíamos creado un espacio de arteterapia.
Lo ideal hubiese sido un trabajo individualizado pero no pudo ser. Generalmente te encuentras con pocos recursos o situaciones complejas y tienes que adaptarte lo mejor posible.
Luca entraba en el espacio y comenzaba a dar vueltas sin parar y gritar como un loco. Al principio fue muy difícil acceder a él. Yo planteaba una propuesta, la misma para todos, y cada uno trabajaba la propuesta en la medida que quería o podía.
Cada niño tenía su problemática. La interferencia de Luca, corriendo y gritando, formaba parte de la definición del espacio. Al igual que otros comportamientos, como el caso de otro niño procedente de una casa de acogida que a veces se tiraba al suelo a patalear.
Poco a poco Luca fue demostrando su sensibilidad artística, me sorprendió su trabajo. Tenía mucha sensibilidad para captar detalles, matices en la propuesta.
Creamos un hilo argumental sobre una historia de un viaje en barco, en el que cada día llegábamos a un sitio, vivíamos una aventura. Buscando que apareciera el imaginario individual, lo simbólico. No existen fórmulas repetidas, con cada grupo creas una propuesta que va evolucionando con éste.
Un día durante “el viaje ocurrió una tormenta”, lo trabajamos desde la expresión corporal primero, simulamos ir en el barco, movernos violentamente de un lado a otro por el oleaje, acunados, entramos en la parte plástica y les di acuarelas para dibujar la tormenta, de entrada, tu pensarías que una tormenta se dibuja con rayos, nubes, gotas de agua, etc. sería lo más lógico o habitual ¿Verdad?
Poco a poco rompiendo todos estos esquemas previsibles, dejándose sentir, dejándose ser, aparece un rayo que es una línea que cruza y atraviesa cortando el papel en dos.
Después de la tormenta la mar queda en calma y aparece una isla misteriosa.
Luca fue haciendo todo un recorrido personal. De tanto en tanto tenía brotes importantes. A veces se escapaba del espacio, se subía a un árbol. Un día mordió a un compañero transgrediendo una norma esencial de aquel espacio arteterapeútico: el respeto a las personas y los materiales que cohabitan en él. El punto culminante fue un día en que organizó una especie de revolución con los compañeros y me agredió directamente. Ese día tuve que marcar un límite importante, puesto que el espacio simbólico se mezcló con la realidad.
R.M. Veo que tienen que haber unas consignas mínimas, unos límites en la sesión para que sea un espacio de seguridad ¿No es así?
A.P. Sí, tiene que haber límites, aunque cada caso es diferente. En el caso de Luca el límite se convirtió en uno de los temas que se pusieron en juego en el acompañamiento terapéutico. Sucedió de forma paralela a un cambio de estilo en sus trabajos, con la aparición de la isla misteriosa.
Convoqué una reunión de padres, para explicar lo ocurrido. Hablé muy seriamente con él para dejar muy claro que no se podía volver a repetir.
El curso estaba llegando a su fin e hicimos una sesión de cierre. Pues no se sabía qué sucedería al año siguiente, habría niños que no volverían. Los cierres son muy importantes, intuitivamente la persona sabe que la historia que ha ido elaborando poco a poco termina ahí, tiene que construir un final, una especie de resolución.
Se propuso un trabajo de collage con revistas y diarios. Ese día Luca hizo varias producciones rápidas. Empezó con una acuarela rápida que dobló hasta obtener un rectángulo alargado. Luego con hojas de un periódico publicitario hizo un collage que representaba un televisor y lo pegó con cinta a la pared. Al lado entre otras cosas, pegó la foto de un niño “a doble cara”, por un lado veíamos a un niño con pinta de travieso y físicamente parecido a él, lo dejo detrás en la cara oculta y por el otro, otro niño con aspecto más “modosito”. Me dio la acuarela doblada y me dijo que era el mando a distancia de aquel televisor. Y ese fue el cierre del proceso de Luca.
El rayo
R.M. ¿Qué significado ves en la producción de Luca?
A.P. Se pueden hacer muchas interpretaciones de su producción. El caso es que nunca entramos en la significación. Siempre fue un trabajo desde el imaginario, mediante la expresión corporal, mediante cuentos, trabajando la dimensión simbólica, etc.
Es tan importante lo visible como lo que está oculto y no se ve a simple vista. Cada caso es un mundo, una huella irrepetible por lo que respeta a su estilo, su manera de expresarse artísticamente. No hay juicio de bonito o feo.
En arteterapia son muy relevantes los detalles, los “lapsus” del inconsciente pueden ser claves que permitan la evolución de cada caso.
La calma tras la tormenta
R.M. ¿Y tú? ¿Qué te llevas de la experiencia de Luca?
A.P. Fue mi primer grupo tras terminar mis estudios como arteterapeuta. Hice trabajo de supervisión mientras conduje el grupo y con el caso de Luca tuve que enfrentarme y ver cuál era el enfoque sobre mis propios límites. Creo que eso fue lo que se puso en juego, el control de los límites. La implicación personal en este trabajo es muy profunda.
Los límites son interferencias, es difícil calibrar, marcar dónde hay que ponerlos para que el trabajo de expresión se dé pero a la vez haya un clima de seguridad y una distancia adecuada con el arteterapeuta y entre el espacio real y el simbólico, para que no haya una fusión de ambos, con todo lo que se libera se trabaja en el espacio.
En ese espacio tus máscaras, tus “capas de la cebolla” también se ponen en juego. Se da un intercambio muy personal, es como una relación íntima personal. Para que se dé la conexión has de hacer un trabajo de apertura (es tu propio viaje emocional) trabajas a partir del vínculo. Y al mismo tiempo has de respetar una distancia. Los dos crecemos en la relación.
El vínculo es afectivo y personal. Tiene que ver con la confianza que puedes establecer con el otro, una especie de pacto simbólico donde yo te reconozco y te acepto y viceversa, me muestro como soy, ofreciéndote la aceptación total para que el otro también pueda ser.
Portada: La transgresión del límite. Todas las fotografías © Anaïs Pineda
[1] Podéis visitar el proyecto a través del siguiente link: http://espiralassociacio.wordpress.com/
[2] Anaïs obtiene su capacitación como arteterapeuta cursando el Master de Arterapia que coordina AEC (Asociación para la Expresión y la Comunicación) y la Universidad de Vic, en Barcelona. Para ampliar información podéis visitar: http://www.aecassociacio.org/cast/arteterapia.php
Se puede consultar manuales de referencia gratuitos como por ejemplo: “Arteterapia. La creación como proceso de transformación” disponible en el link: http://www.fitram.eu/xmedia/doc/creacion-como-proceso-de-transformacion.pdf;V.Kandinsky “De lo espiritual en el arte”:
http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/blog/docentes/trabajos/661_1141.pdf
Y otro manual del mismo autor : “Punto y línea sobre el plano”
http://preuniproyectovisual.files.wordpress.com/2013/02/kandinsky-pto-linea-plano.pdf