Doblado por el firmamento, que desata la vida entre un crepúsculo, o la lágrima de la luna, cortando en pedacitos las olas que van y vienen en las sombras. Los cuerpos que se giran entre tanto tumulto, entre tanto deseo.
Amantes desquiciados por la lejanía, ínsula de tu pie, o el resto de una ingle asomando entre el alba. Afuera no hay ni vida, ni frío ni la muerte densa. Ni el costado adosado a la tremenda algarabía de poseerlo.
Tropezamos ambos, en el cruce de un camino que no sabe de piedras, de estorbos, de agujeros negros.
Todo es la piel que envuelve en un habitáculo. Un día cualquiera, demasiado fácil al placer. Demasiado tórrido para la sangre.
Somos mudos, ante la fiebre, pero sí dejamos la boca abierta, para meter lo que sea que nos haga olvidar, la peste, o recordar el dulce.
Portada: Pablo Picasso. La habitacion azul, 1901
¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO? : «Aciago». Publicado el 8 de abril de 2017 en Mito | Revista Cultural, nº.42 – URL: |
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