La historia es la propia conciencia de un pueblo
Tal como ocurrió en la década de 1950 en Colombia, empezamos un nuevo proyecto que pretende superar la pantomima de la nueva era de las comunicaciones y la tecnología para dar cabida a nuevas expresiones que emanan de las inquietudes personales, y que no responden a ningún poder económico ni social.
Por Alba Girau Pellicer
“Las palabras también están en situación”, con este lema se abrió paso la revista Mito de los años cincuenta en la sociedad colombiana. Mito fue una revista cultural que tuvo como progenitores a escritores como Jorge Gaitán Durán, Hernando Valencia Goelkel, Eduardo Cote Lamus… El legado de esta publicación favoreció un proceso intelectual que todavía hoy persiste en Latinoamérica.
Pero, ¿qué es un mito? La tradición nos hace conectar con Grecia, porque fueron los griegos quienes mejor representaron la transición entre mythos y logos. Un mito es una narración que abarca la génesis, la relación con los dioses, o los orígenes de la humanidad como respuesta a los grandes interrogantes que tiene el ser humano sobre la vida. Con los griegos, los argumentos pasan a contener menos fábula y tratar las cuestiones de la existencia desde la palabra, como construcción racional o logos.
Un mito no es un producto individual, sino que es la herencia cultural de un pueblo. A través de éstos podemos conocer la historia de una colectividad y su interpretación del sentido del mundo. Cosa que ya ofrecía el mythos: la reflexión sobre la condición humana.
Otro aspecto que puede llamar nuestra atención es la atemporalidad de los mitos, tan antiguos y tan presentes. Entre las funciones del mito está el aplicar el pasado al presente y el presente al pasado. Jünger afirma que “no pensamos como pensaban los griegos, sino que repensamos lo que ellos pensaron”. Las dudas sobre el porqué de la existencia, el origen del mundo, la vida después de la muerte o la posibilidad de un destino marcado, son cuestiones que permanecerán en la conciencia humana de forma perenne.
Con un pretexto más parecido al logos apareció el grupo de intelectuales Mito, quienes pusieron en práctica el anti-mito para tratar de despojar toda la fantasía, ilusión y ficción que en aquellos momentos envolvía la sociedad colombiana. Recordemos que en los años 50 del siglo XX, Colombia vive una grave situación de violencia y creciente pobreza, la apropiación de las tierras por una minoría latifundista: en definitiva, un exceso de nacionalismo y regionalismo que arrastraba desde la década anterior. Este contexto político y social favorece el inconformismo de los componentes del grupo Mito, que reclamaron a gritos la libertad de expresión y el esclarecimiento de la verdad por parte de la clase política. En pocas palabras: despertar al pueblo conformista.
El grupo, que reunió a autores de otras publicaciones latinoamericanas, utilizó la revista Mito como plataforma de difusión para darse a conocer. Los miembros tenían la conciencia de ser el medio dialéctico de una historia social concreta que engloba lo cultural, lo estético, lo literario, lo político, lo ético, etc. En líneas generales, la moral que movió el grupo es la de cambiar el papel que desempeñaba la literatura en un país de falsedades complacientes, para caminar hacia la sobriedad y la claridad de la palabra, influidos, muy probablemente, por la función literaria que contemplaba Sartre.
De esta forma abrieron las puertas al pensamiento latinoamericano y europeo. Fueron el trampolín al progreso necesario para el país. Por una parte, el diálogo y la voz crítica a la situación de la Colombia de los 50 y, por otro, la voluntad de ampliar horizontes e incorporar las tendencias estéticas europeas. De hecho el grupo pretendió superar las tendencias románticas ya en desuso, sobre todo, la modernista y la parnasiana. Pese aparecer 25 años después de las vanguardias, esta intención de mostrar al pueblo colombiano lo que ocurría más allá de sus fronteras lo coloca de lleno en ellas.
No obstante, el continuo interés por acercarse a Europa no fue del agrado de todos. Esa voluntad de crecer a la manera europea se podía entender como la decisión de apartarse de lo autóctono, de las verdaderas raíces. Todavía hoy se tiende a progresar según los patrones entronados en Europa, dejando abandonados todas las señas de identidad de los pueblos indígenas y haciendo ver que éstas no son válidas para el progreso del pueblo latinoamericano.
Volviendo al lema inicial, dice Hans Paschen que “la crítica del lenguaje abarcaba un proyecto tanto ético como estético. La orientación de ambos proyectos tiene su formulación programática en las palabras de presentación de la revista: “las palabras también están en situación”; de ahí que parafraseen las palabras que dijo en su día Gabriel García Márquez, “lo peor de la mala situación es que lo obliga a uno a decir mentiras”, otorgando así un poder extremo al lenguaje, a las palabras como medio para la expresión de la realidad.
Una de las cualidades de la revista fue la capacidad que desarrolló para interactuar con los lectores, dada la brillante acogida que dio a las numerosas cartas que recibía. Abrieron las puertas a fieles y detractores como una forma más de diálogo y espejo de la realidad que se hallaba. Hasta tal punto, que la revista era el foro donde debatir los problemas sociales políticos, económicos y culturales, sin dejar de lado los artículos sobre literatura, arte y filosofía.
Otro de los logros de Mito fue, sin duda, dar a conocer a nuevos escritores que han pasado a la historia de la literatura hispanoamericana, como, por ejemplo, Gabriel García Márquez. El colombiano aprovechó la plataforma para publicar el “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo” o la versión original de El coronel no tiene quien le escriba. Y como él, otros muchos escritores: Julio Cortázar, Álvaro Cepeda Samudio, Carlos Fuentes, José Ángel Valente, etc., sin olvidar lo más destacado de las generaciones predecesoras: Jorge Luis Borges, Vicente Aleixandre o Jorge Guillén.
Con el semblante propósito de nuestra homónima colombiana, pretendemos dar respuesta a un tiempo de incertidumbre, de tierra de nadie, de crisis de valores y, desgraciadamente, crisis de los saberes humanistas. Asimismo, ir más allá del carácter maravilloso o teatral de la nueva era comunicativa y tecnológica, para mostrar nuestra pequeña interpretación del mundo y nuestras inquietudes personales. Así que, con este viaje del pasado al presente, pero en diferentes coordenadas, les invitamos a formar parte de este nuevo proyecto. Bienvenidos a Mito.
Sin comentarios