Una de las ciudades europeas más importantes, más visitada y admirada, ya no sólo por su estética victoriana, sus jardines o su aspecto propio de un escenario de película, sino también por su muestra de poder, la fuerza de un país concentrada en unas pocas calles que recorrer en tan solo unas pocas horas.
Por Neus Salvador Costa
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Reino Unido es una de las grandes potencias mundiales, tanto a nivel político-administrativo como económico, una de las sociedades más influyentes. Su relevancia es conocida por todos y Londres compone uno de los focos donde todas las personas del mundo han puesto su punto de mira. Ciudad interracial y multicultural, escenario de distintas obras tanto literarias, pictóricas como cinematográficas. Su protagonismo ha atravesado las fronteras de occidente y se expande sin inmutarse. Se trata tan sólo de una isla, de una pequeña isla.
Bajo el cielo gris londinense, el visitante curioso puede perderse en la inmensidad de la ciudad recorriendo cada una de sus calles. Debe llevar las piernas preparadas y el cuerpo descansado, y, a poder ser, mantenerse activo, porque la ciudad lo absorberá y le descubrirá sus maravillas allá donde fije la vista.

Big Ben y el Parlamento Británico © Aimee Rivers
Una de las visitas indispensables una vez en la ciudad de Londres es aprovechar para ver el cambio de la guardia real y el Buckingham Palace. El camino no tiene más pérdida, se puede bajar en la parada del metro de “Green Park” (aunque cada cual escogerá la ruta para llegar al palacio de la que guste) y tranquilamente recorrer parte de este parque.
El Green Park es uno de los 8 parques reales que hay distribuidos por todo Londres, unas maravillosas zonas verdes en las que perderse y escapar del bullicio de la gran ciudad, algunos de estos parques son tan grandes que se puede llegar a olvidar que uno se haya en el corazón de la metrópolis.
Al salir de este parque, se encuentra el Buckingham Palace y el Victoria’s Memorial. El Buckingham Palace es actualmente, y desde 1837, la residencia de la familia real y, también, la sede administrativa de la monarquía británica. Se puede saber cuando la reina se encuentra en palacio fijándose en el detalle de la bandera que corona el palacio en función de si esta se encuentra a media asta o completamente alzada.

Victoria’s Memorial con Buckingham Palace al fondo © Glen Scarborough
Para poder disfrutar del cambio de la guardia, lo recomendable sería llegar como una media hora antes, para así poder coger sitio. La ceremonia dura entre media hora y cuarenta y cinco minutos aproximadamente. Consiste en el relevo de la guardia real, los guardias que van realizar el relevo, salen del Palacio de Wellington y se dirigen hacia el patio del Palacio de Buckingham acompañados por la banda de música. Una vez allí, ambos destacamentos forman y empieza la ceremonia del relevo. Generalmente, la ceremonia se realiza a las 11:30, pero para estar más seguros de poderla ver es mejor consultar los horarios.
Tras ver la ceremonia, no hay nada mejor que desviarse hacia St. James’s Park, otro de los parques reales que se encuentra justo en frente del propio palacio. En el centro del parque hay un inmenso lago poblado por distintas especies de aves, el propio parque es considerado como el jardín de la reina. Pese a ser uno de los parques más pequeños que uno se pueda encontrar en Londres, el St. James Park tiene una posición privilegiada, cercado por el Palacio de St. James, las caballerías, el Buckingham Palace y los Gabinetes de Guerra donde Winston Churchill estuvo gobernando durante las últimas semanas de la Segunda Guerra Mundial.

St. Jame’s Park, al fondo The Horse Guards
Conforme se avanza por el parque, se puede contemplar como se alza el edificio de las caballerías y, justo tras este, el London Eye, una noria que es considerada uno de los mejores miradores de la ciudad, con cabinas de cristal y que realiza un recorrido de aproximadamente media hora. El London Eye por las noches se tiñe de azul, pero solo la noche de Saint Patrick’s la noria cambia el azul por el característico color verde irlandés.
Atravesando el parque en linea recta desde el Buckingham Palace dando un lento paseo, contemplando el lago, las aves que habitan en él, las ardillas correteando entre árboles y matorrales, y las coloridas y bien cuidadas flores que dan la nota de color en una ciudad tan gris, se llegaría a las caballerías (The Horse Guards Parade). Pasando a través de estas, a Whitehall, donde a mano derecha se encuentra el callejón de Downing Street, residencia del Primer Ministro Británico. La residencia en sí no es demasiado visible, puesto que sólo se puede vislumbrarse a través de la valla negra que se sitúa a la entrada del callejón.

Winston Churchill © Anne Jacko
Siguiendo por Whitehall hacia Parliament Street, se pasa por delante de un monumento construido allí mismo en conmemoración al papel que tuvieron las mujeres durante la Segunda Guerra Mundial y, seguidamente, los ojos contemplarán la torre del Big Ben alzándose entre los edificios. Al llegar al final de esa calle, el Parlamento Británico cobrará protagonismo. Enfrente, un Churchill de metal insinuará su intención de cruzar la calle para entrar al parlamento. En ocasiones, se pueden encontrar mesas y pancartas de las distintas reivindicaciones que siguen presentes en la ciudad y que distintos sectores de la población consideran que todavía es necesario tratar.

Nelson Mandela © Mr. Gareth Milner
Al lado del propio Parlamento, se encuentra la Abadía de Westminster, justo delante de la cual también podemos encontrar inmortalizado un Nelson Mandela en pie que con sus brazos abiertos invita a la tranquilidad y la receptividad.
La Abadía de Westminster es la cuna de la historia de la monarquía británica. En ella se han llevado a cabo las distintas coronaciones de los reyes ingleses desde 1066; acoge entre sus paredes las tumbas de 17 monarcas y también las de distintos artistas verdaderamente influyentes en la historia inglesa, como Lewis Carroll, Charles Dickens, Shakespeare o Händel, entre otros. A esta zona se la conoce como la zona de los poetas. Entre las distintas figuras importantes que se encuentran allí enterradas, cabe destacar las tumbas de Isaac Newton y Charles Darwin, uno enterrado al lado del otro, justo al final del recorrido por la abadía que las flechas y los panfletos que hay en la entrada indican.

Westminster Abbey © Ewan Munro
En el claustro de la Abadía hay habilitada una pequeña cafetería, justo un buen lugar donde salir de la oscuridad de los muros de piedra y dejar que el leve resplandor del sol y la ligera brisa consiga sacar a la persona de su ensimismamiento.
El recorrido aquí descrito se puede realizar en una mañana, un paseo lento y pausado en el que uno se empapa del centro neurálgico del poder político inglés compuesto por la monarquía, el gobierno y los parlamentarios, y su fuerte influencia religiosa.