• Letras
    • Autores
    • Crítica
    • Ensayo
    • Libros
    • Lingüística
    • Pensamiento
    • Poesía
    • Premios
    • Prosa
  • Artes
    • Arquitectura
    • Arte Actual
    • Artistas
    • Diseño
    • Escénicas
    • Escultura
    • Fotografía
    • Gráficas
    • Museos
    • Patrimonio
    • Pintura
  • Historia
    • Arqueología
  • Antropología
    • Culturas
    • Educación
    • Empresa
    • Sociedad
  • Ciencias
    • Antropología Física
    • Astrofísica
    • Biología
    • Geociencias
    • Medio Ambiente
    • Neurociencias
    • Paleontología
    • Salud
    • Tecnología
      • Videojuegos
  • Cine
  • Música
  • Opinión
    • Editorial
  • Babel
    • English
    • Euskera
    • Français
    • Galego
    • Italiano
    • Português
  • Especiales
    • XIII Simposio
    • BMM 2016
    • Art & Breakfast /2
    • Art & Breakfast /3
Follow us on Facebook Follow us on Twitter Follow us on Google Plus Follow us on Pinterest
Mito | Revista Cultural
Opinión

Una reflexión nietzscheana a la actualidad de los recortes en Cultura

Por Juan Carlos González Caldito el 11 junio, 2014 @JuanC_Gonza

La promesa del futuro y el presente dislocado

Supeditar el presente por la promesa de un futuro esperado, tal vez es engañarnos en un ucronismo en el que el desprecio por el presente sea la consecuencia de no alcanzar nunca dicho futuro: los recortes en cultura no son sino un peligro que da alas al empobrecimiento cultural.

 

Si un día se nos apareciera un demonio y nos condenara a repetir nuestra vida tal y como la hemos vivido una y otra vez durante toda la eternidad, sin cambiar absolutamente nada de ella, ni un sólo instante, ni siquiera un color o un olor repitiéndola eternamente idéntica a sí misma, seguramente caeríamos atormentados por la pesadumbre que ello nos supondría. Porque, a pesar de que repetiríamos ad infinitum todos nuestros logros, éxitos y momentos de enorme felicidad, también reviviríamos aquellos otros insufribles y detestables: todos los sacrificios que hemos realizado y que no han alcanzado los resultados que esperábamos, todos aquellos momentos en que nuestra existencia nos vivió a nosotros mismos. En este punto, en el que aparecería el arrepentimiento, nos daríamos cuenta de que la vida no debería estar supeditada a creencias que exigieran nuestro sacrificio, y menos todavía a vivir una vida que no hemos decidido. Si por lo contrario, contestáramos al demonio que tal condena sería un placer, algo que desearíamos de todo corazón, el amor que por nosotros mismos hubiéramos desprendido a lo largo de nuestra vida hubiera sido asombroso: no habría habido sacrificios ni desprecios a uno mismo, sino decisiones absolutamente queridas, una existencia propia.

Extracto de la película El día que Nietzsche lloró (2007)

Esta reflexión ya la realizó Nietzsche en su libro La gaya ciencia[i] hacia 1882, pero lo que de ella se descubre es el fondo del pensamiento occidental, el cual ha estado, y sigue estando, supeditado a un algo que se encuentra como por encima del propio individuo, a saber, en otro mundo (utopismo) o en otro tiempo (ucronismo): demasiadas veces vivimos sometidos bajo esta doble creencia, que son idénticas en sí. ¿Pero es el pensamiento un lugar único, totalizado, que sólo puede ser de una única manera? ¿Acaso todos los individuos de occidente han pensado de igual modo? Obviamente no. Pero es sabido que la preocupación por el aquí y el ahora ha sido y es una ardua tarea que, aunque parezca una pantomima de filósofos y pensadores, concierne a todo el mundo, porque cada cual decide como proyectarse en la vida. Sin embargo, cuando el pensamiento del “individuo supeditado” está muy extendido, acaba convirtiéndose en una realidad que viven todos los que se encuentran a su alrededor y, entonces, la filosofía y el pensamiento devienen en eleje posibilitador para disputarlo.

Esta disputa es, de hecho, una de las muchas disputas en occidente pero de las más costosas de demoler. Podemos pensar que nuestra cultura occidental, nuestro mundo contemporáneo vive enajenado, allende del sentido, como sumergidos en el nihilismo por estar sometidos a la idea del mundo-otro que nunca llega, pero hay que decir que este pensamiento del ucronismo lo hemos heredado del pensamiento utópico del cristianismo, o mejor dicho, de la cristiandad[ii]. Cierto, la idea de un mundo-otro en otro lugar que éste ha calado tan dentro de nosotros que consideramos que puede haber un mundo-otro en un futuro, es decir, en un tiempo otro que éste: el Edén prometido de la cristiandad se ha desplazado al futuro mejor de la modernidad, pero ambos siguen exigiendo el sacrificio por parte del individuo para alcanzar la “promesa prometida”. Sería desconsiderado pensar que la posibilidad de ese mundo-otro en otro tiempo no puede ser realizado y alcanzado (de hecho si pensamos, si reflexionamos es para que ese mundo-otro diferente del que vivimos sea realizado), pero lo que nos incomoda es cómo alcanzar ese mundo-otro. Porque cuando pensamos en esa otra posibilidad, ésta no tiene porqué estar sujeta ni supeditada a la creencia de que el sacrificio de nuestro presente nos proporcionará el futuro que buscamos, algo muy propio de la cristiandad.

El Paraíso, 1579. Tintoretto

El Paraíso (1579). Tintoretto

La filosofía contemporánea anda litigando con la tradición occidental de herencia cristiano-platónica porque considera que el pensamiento de occidente, tanto a nivel institucional como a nivel individual, sigue anclado en la creencia de un algo supra mundano que todo lo controla y por el que todo se justifica: ese algo puede ser el ente divino de la cristiandad o, simplemente, un pensamiento absoluto del que no podemos escapar. Fue Nietzsche quien sentenció que Dios ha muerto, es decir, que todo absoluto que justificara la vida de los humanos había quedado desmentido. Sin embargo, su muerte o se camufló, o fue una falsa alarma o, como también Nietzsche dijo, la sombra de Dios se extenderá durante milenios después de su muerte, como la sombra de Buda después de su muerte[iii]: que Dios o el absoluto racional desaparezca no significa que sus creyentes o herederos impregnados se hayan emancipado de ello. ¿Qué quiso decir con que Dios ha muerto? Desde luego se pueden realizar infinitas interpretaciones, pero la filosofía contemporánea la concretizó en una idea básica: que la filosofía occidental comprendida como cristiano-platonismo había llegado a su final, que ya no tenía razón de ser. En otras palabras: los absolutos racionales que explicaban de forma total el mundo habían quedado desmentidos y, en consecuencia, injustificados. Explicar aquí toda la filosofía de Nietzsche sería imposible – ¿acaso es posible aprehender la filosofía de cualquier autor en su totalidad? –, pero sí que daremos cuatro esbozos rápidos sobre la misma.

Ya el propio Nietzsche resumió la historia de la filosofía occidental como la historia de un error fundacional en un capítulo titulado «Como el “mundo verdadero” acabó convirtiéndose en una fábula»[iv], de su insoslayable libro El crepúsculo de los ídolos. El filósofo califica la historia de la filosofía de occidente como un error, pues sostiene que toda la tradición filosófica está fundada en el mayor de los errores, a saber, inventar un mundo-otro utópico para justificar el mundo-este en el que vivimos. Según Nietzsche, Platón, origen fundacional de la filosofía, abrió la posibilidad de la dualidad de mundos para justificar éste, creando el mundo sensible y el suprasensible. La imposibilidad de conocer el mundo suprasensible, propio del Dios cristiano del cual la cristiandad se apropió, recaía en que la verdad sólo pertenecía a Dios. Los humanos, que habitamos en el mundo sensible y sólo podemos acceder a la verdad mediante conocimiento, jamás podremos alcanzar la verdad del mismo modo que Dios. El desprecio por el mundo de la vida quedó servido: si la verdad reside en el mundo suprasensible, y el humano en el mundo sensible, entonces la verdad del mundo-este de la vida quedaba supeditado a ese mundo-otro, utópico, custodiado por Dios.

No obstante, la filosofía de occidente no se estancó aquí, sino que, según Nietzsche, continuó. Así como la verdad del mundo-otro utópico parecía ser inaccesible pero deseada por los humanos, se hacía evidente su imposibilidad de alcanzarlo. Pero si era inalcanzable, también significaba que era desconocido: el consuelo del mundo-otro utópico cayó, dejó de tener sentido. Acontece la muerte de Dios en la medida en que el humano dejó de creer en ese mundo-otro utópico: la esperanza de otra vida después de ésta quedó anulada y, con ella, la creencia en Dios. No obstante, Dios no es simplemente un ente, sino mucho más: es el conjunto de unas creencias, es lo absoluto que todo lo justifica. De ahí las sombras de Dios: Dios había muerto, pero su sombra se extendió a lo largo de toda la filosofía moderna. Así, el modo de pensar de los humanos que creían en aquel mundo-otro fue heredado por aquellos otros humanos que ya no creían en ese mundo utópico: el absoluto del Dios de la cristiandad pasó a la razón moderna. A partir de entonces se atisba un nuevo horizonte más esperanzador, donde el humano deviene juez y parte del propio mundo. Pero esta esperanza pareció más una ilusión que una realidad según Nietzsche.

El juramento de los Horacios, 1784. Jacques-Louis David

El juramento de los Horacios (1784). Jacques-Louis David

Mientras la idea inventada de Platón podría haber pasado a “otra vida”, ésta se extendió por la filosofía moderna y la cultura de occidente bajo las idea de progreso y positivismo. Tras la muerte de Dios, el sentido del mundo dejó de estar supeditado al otro mundo suprasensible para tener que justificarse por sí mismo. Ahora es el humano el encargado de ello, pero lejos de escapar del pensamiento del utopismo inventado por la cristiandad, éste se transformó en ucronismo. A diferencia de las divinidades, el “poder” de los humanos no reside en el espacio, sino en el tiempo: los humanos poseemos tiempo, vivimos a través de él y en él. Podríamos decir que, si somos algo, ese algo es tiempo porque pensamos el pasado y el futuro desde el presente, y tal como los pensemos actuaremos en ese presente: la comprensión temporal de nuestra vida nos determina, en gran medida, en nuestro presente.

La filosofía moderna nos otorgó esta idea, pero en realidad trasladó la creencia del mundo-otro utópico al tiempo: si el tiempo es cosa del humano, él es el responsable de sí mismo, y el consuelo utópico de querer vivir mejor vino con nosotros. La idea de progreso y positivismo no responde, sino, a esta “necesidad” de proyectar el futuro como algo mejor que el presente pero, sobre todo, mejor que el pasado. Es decir, a la posibilidad de despreciar el presente en vías de un futuro esperado o, como comúnmente se conoce, sacrificarse.

Ciertamente, la creencia en otro mundo utópico llevó al desprecio de la vida sacrificándola por la esperada otra vida en un más allá como recompensa de nuestros actos en la vida, es decir, se renunciaba a ésta vida en pro de la siguiente. Esta idea no se dejó atrás una vez murió que Dios, sino que continúo vigente: tras la muerte de Dios, se empezó a creer en otro mundo ucrónico sólo alcanzable bajo la responsabilidad del hombre. De alguna manera, se despreciaba el presente en pro de un futuro mejor. Para nosotros esta idea es reprochable porque torna enfermizo y cruel el presente ya que las mejorías futuras se justifican a costa del sufrimiento del presente. Al igual que los modernos, nosotros seguimos pensando que el futuro es nuestra responsabilidad, pero a diferencia de ellos no consideramos que el presente tenga que ser menoscabado y despreciado a costa del futuro. Más bien, todo lo contrario: creemos que sólo podemos asegurar un futuro mejor si nos ocupamos plenamente del presente, del aquí y el ahora sin supeditarlo a futuros ucrónicos esperanzadores, ni tampoco a sacrificios por él, porque consideramos que las metas sólo se alcanzan preparándose previamente.

Nietzche. Silvia Siles

Nietzche. Silvia Siles

A pesar de lo que consideremos, parece ser que, a día de hoy, en España, a sí como en Europa y otros lugares del mundo, las sombras de Dios han vuelto al acecho: el sacrificio del presente ha resucitado con mucho vigor, si acaso había desaparecido. Porque como hemos dicho, la tradición de la cristiandad la hemos heredado con todos los pesos, y desprendernos de ella es una titánica tarea propia de superhombres. Este ucronismo de supeditar el hoy al mañana para alcanzar un mañana mejor que el de hoy, se ha extendido más allá de la mentalidad de los individuos mediante la política, y con ella a todo lo que le concierne: sanidad, justicia y cultura. Se han sufrido y se siguen padeciendo múltiples y diversos recortes en cultura como, por ejemplo, en profesores, becas, I+D+I e instituciones (cierre de colegios, guarderías, bibliotecas, etc.), así como la subida de tasas universitarias, en guarderías y el aumento del IVA en espectáculos musicales, teatro y cine[v], bajo el pretexto de asegurar en el futuro el Estado del Bienestar. Ciertamente se nos podría replicar que no son estos ámbitos los únicos supeditados a la economía, pero supeditar todo cuanto nos rodea a la economía no viene, sino, que de pensar que hay cosas que pueden esperar a un mañana mejor: sigue existiendo la creencia de que si la economía mejora, el día de mañana se podrá volver a apreciar aquellos ámbitos hoy despreciados. Pero nosotros nos preguntamos: ¿cómo será posible preocuparse mañana por la cultura si hoy la despreciamos? ¿Acaso no se estará errando porque el desconocimiento de hoy será el desconocimiento de mañana? ¿No serán mañana secuelas los sacrificios de hoy?Pensamos, pues que, así como Hércules liberó a Prometeo, la política tiene que ser liberada de los falsos futuros prometidos a costa del presente.

La defensa de los recortes y la subida de tasas a la cultura han sido justificados para poder asegurar el Estado del Bienestar, o mejor dicho, para salvarlo. No obstante, esto es una falacia que, aunque sea increíble, es decir, que no es creíble, no sólo ha calado en demasiada gente, sino que tiene la posibilidad de calar en nuestras mentes, porque nuestro pensamiento sigue anclado a la herencia heredada del sacrificio que tanto la cristiandad como la razón moderna nos dejó. La cultura es el ámbito más despreciado en aquellas sociedades en que el conocimiento, la responsabilidad civil para con uno mismo y para con el otro y el respeto por las diferencias están desconsiderados o dislocados de su funcionalidad social. Pero siendo la cultura el conjunto de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales que se usan para comunicarse entre sí y resolver necesidades de todo tipo, el menosprecio a la misma puede dificultar el acceso a la gente y, con ello, potenciar un modelo de Estado totalizador, despedazando el Bienestar que se “quiere” salvar: en este caso el remedio puede ser el responsable de la una enfermedad crónica de la que no podamos recuperarnos.

Aunque parezca exagerado, el desprecio a la cultura – y podemos considerar como desprecio la acción de ya demasiados gobiernos europeos y mundiales porque los recortes y las subidas de tasas son una toma de decisión, una voluntad política que podría haberse realizado en otros ámbitos – es un desprecio al pensamiento y a la posibilidad de cambio, porque la cultura es la posibilitadora de pensar las cosas siempre de otro modo. Despreciarla no es sólo supeditarla a un mañana mejor venidero y esperado, sino perseverar en la imposibilidad de pensar de otro modo: se reduce la posibilidad de cambio al dificultar su acceso y con ello se asiste a la posibilidad de totalizar el pensamiento. Y decimos “totalizar el pensamiento” porque se ensancha la vereda nunca cerrada del totalitarismo, es decir, del pensamiento único, unidireccional, excluyente de todo aquello que no sea su igual: el desprecio a la cultura puede dejar de abrir ojos para cerrar mentes.

Fotograma de Metrópolis (1927)

Fotograma de la película Metrópolis (1927)

La crítica que nos gustaría realizar, el pensamiento que nos gustaría regalar es el de que por pensar en salvar el Estado de Bienestar sacrificándonos, podemos sentenciarlo, es decir, podemos contagiarlo del peor de los males: la indiferencia ante la ignorancia. Y es que no consideramos lógico salvar el Estado de Bienestar a costa de nuestro presente sacrificando nuestra cultura (saber, arte, justicia, educación, sanidad, etc.), porque la excusa utilizada para tal sacrificio es la fallida económica y el terror la amenaza empleada. Las decisiones del Estado son, en definitiva, voluntad política y dónde y cómo se reducen los gastos del Estado también. Se puede decidir fomentar la cultura en vez de despreciarla, porque ello contribuiría a pensar en nuestro presente para hacer frente al futuro, y no justificar a toda costa el presente proyectados en un futuro prometido. Sin embargo, en los últimos años, por no decir siempre, la segunda opción ha sido la tendencia, y la defensa del sacrificio ha sido justificada porque si no se realizan ciertos “sacrificios” no se alcanzará el objetivo estatal: asegurar el Bienestar. ¡Pero cuanta incongruencia! El terror, el miedo a perder el Estado del Bienestar nos está llevando a contagiarlo del estancamiento del pensamiento por el desprecio a la cultura. Pero aunque el terror se camufle, aunque se encubra a cada ley reformada con la intención de supeditarnos a ese mundo-otro ucrónico, nos desvela los intereses tiránicos de algunas voluntades, de algunos gobiernos. Hannah Arendt decía que «el terror total es tan fácilmente confundido como síntoma de un Gobierno tiránico porque el Gobierno totalitario, en sus fases iniciales, debe comportarse como una tiranía y arrasar las fronteras alzadas por la ley hecha por el hombre»[vi]: aquel mundo real que nos inventamos está siendo devorado por un mundo inventado prometido. Pero el terror no es un síntoma, sino el reflejo de los individuos de una sociedad: quedarse apresados en él es convertirse en su esclavo.

Hoy se están arrasando las fronteras alzadas por la ley que hombres y mujeres de ayer construyeron para intentar asegurar un mundo mejor, donde la justicia fuera el imperativo y la cultura la comprensión de ella. El futuro resulta ser un horizonte oscuro difícil de predecir, pero sabemos que si hoy despreciamos la cultura, si hoy nos despreciamos a nosotros, mañana ese desprecio nos caerá encima y todo sacrificio habrá sido en vano. Si ese día de mañana un demonio se nos apareciera y nos condenara a repetir nuestra vida tal y como la hemos vivido una y otra vez durante toda la eternidad, entonces nosarrojaríamos al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio porque nos habríamos sacrificado en vano al regalar a nuestros hijos una cultura menoscabada y más despreciada que la que ya hemos vivido y continuamos viviendo. Tal vez deberíamos sentarnos un momento y meditar sobre el asunto porque, como dijo Unamuno «la libertad no es un estado sino un proceso; sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe. Sólo la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamientos. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura. Sólo la imposición de la cultura lo hará dueño de sí mismo, que es en lo que la democracia estriba»[vii].

Portada: La persistencia de la memoria (1931), Salvador Dalí

[i] «El peso más pesado – Suponiendo que un día, o una noche, un demonio te siguiera en la más solitaria de tus soledades y te dijera: «Esta vida, tal como la has vivido y estás viviendo, la tendrás que vivir otra vez, otras infinitas veces; y no habrá en ella nada nuevo, sino que cada dolor y cada placer y cada pensamiento y suspiro y todo lo indeciblemente pequeño y grande de tu vida te llegará de nuevo, y todo en el mismo orden de sucesión e igualmente esta araña y este claro de luna por entre los árboles, e igualmente este instante, y yo mismo. El eterno reloj de arena de la existencia es dado vuelta una y otra vez – ¡y a la par suya tú, polvito del polvo!» ¿No te arrojarías al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que así te habló? O has experimentado alguna vez un instante tremendo en que le contestarías: «¡eres un dios y jamás he oído decir nada tan divino!» Si esa noción llegara a dominarte, te transformaría y tal vez te aplastaría tal y como eres. ¡La pregunta ante todas las cosas: «¿quieres esto otra vez y aún infinitas veces?» pesaría como peso más pesado sobre todos tus actos! O ¿cómo necesitarías amarte a ti mismo y a la vida, para no desear nada más que esta última y eterna confirmación y ratificación?». NIETZSCHE, F.: La gaya ciencia. Madrid, 2001. Ediciones Akal. §341, pág.: 250.

[ii] Me gustaría definir cristiandad como la civilización cristiana o cultura cristiana que, yendo más allá de lo religioso, de lo puramente espiritual y moral, determina una concepción del mundo, una cosmovisión, así como un conjunto de costumbres y formas sociales que están supeditadas y justificadas por esta misma cosmovisión.

[iii] «Nuevas luchas – Después de la muerte de Buda, se mostró aún durante siglos, en una cueva, su sombra – una sombra colosal y pavorosa. Dios ha muerto: pero, siendo los hombres lo que son, habrá acaso aún por espacio de milenios cuevas donde se muestre su sombra. – ¡Y nosotros – tendremos que vencer también su sombra!».NIETZSCHE, F.: La gaya ciencia. Madrid, 2001. Ediciones Akal. §108, pág.: 147.

[iv] NIETZSCHE, F.: Crepúsculo de los ídolos o Cómo se filosofa con el martillo. Alianza Editorial, Madrid, 2004. Págs.: 57-58.

[v] Para la subida del impuesto impositivo en cultura ver BOE, Núm. 168 sábado 14 de julio de 2012 Sec. I. Pág. 50428, Título IV, modificación artículo tipo 90 y 91, (http://www.boe.es/boe/dias/2012/07/14/pdfs/BOE-A-2012-9364.pdf), donde todos los productos no mencionados en el impuesto super reducido del 10 y 4 por ciento tendrán un impuesto impositivo del 21 por ciento.

[vi] ARENDT: Hannah: Los orígenes del totalitarismo. Santillana Ediciones, 1998. Pág.: 373.

[vii] UNAMUNO, Miguel de.: Pensamiento político. Selección de textos y estudio preliminar de Elías Díaz, Madrid, Tecnos, 1965. Pág.: 213.

CulturadesprecioFuturoLibertadNietzschepresentesacrificioTerrortotalitarismoucroníaUtopía
Redes Tweet
Compartir

Juan Carlos González Caldito

Nacido en Igualada (Barcelona) en 1987, es licenciado en Filosofía por la Universitat Autònoma de Barcelona, becado Erasmus en la Université de Caen Basse-Normandie, magister en Filosofía teórica y práctica por la UNED, centrado en Historia de la Filosofía y Pensamiento Contemporáneo, y magister en Profesorado de Educación Secundaria en la Universitat de Barcelona. Docente de filosofia en secundaria y especialmente interesado en la filosofía, historia y política moderna y contemporánea. Colabora en otros medios como Infoanoia, prensa local de su ciudad natal, Iniciativa Debate y Reflexiones Marginales Revista de Filosofía, así como a publicado en otras revistas filosóficas. Autor del libro La filosofía trágica de Nietzsche. Ontología del espíritu libre (descargable gratis en http://arkhe1.emiweb.es/)

Y ademas...

  • Opinión

    La manipulación de las víctimas del franquismo

  • Opinión

    Adjetivando a Donald Trump

  • Opinión

    Extranjero: desconocimiento de identidad

  • Antonio Costa publica ‘La casa que se tragó el otoño’

    7 noviembre, 2019
  • Una nota sobre ‘Les Compagnons. L’Université Nouvelle’

    7 noviembre, 2019
  • Las lenguas del Antiguo Egipto

    4 noviembre, 2019
  • Dibujo de un sueño

    2 noviembre, 2019

  Consulte los números publicados

2019
201920172016201520142013
▼
>
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Follow @revistamito
Mito Revista Cultural

           Suscríbase al Newsletter




Mito | Revista Cultural solicita su ayuda para seguir funcionando como hasta ahora. Puede donar una pequeña cantidad de forma segura.
   
   
Visite Mito | Revista Cultural en Flipboard.

Etiquetas

Agenda Arte Cine Exposición Fotografía Libros Madrid Mujer México música Pintura Poesía Teatro Valencia
  • Colaboraciones
  • Condiciones de publicación
  • Contacto
  • Normas de uso
  • Privacidad
  • ¿Quiénes somos?
Follow us on Facebook Follow us on Twitter Follow us on Google Plus Follow us on Pinterest

© 2019 MITO | REVISTA CULTURAL. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido protegido por derechos de autor. ISSN 2340-7050. NOVIEMBRE 2019.

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación y ofrecer contenidos de interés. Al continuar con la navegación entendemos que acepta nuestra política de cookies. Aceptar
Privacidad

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necesarias
Siempre activado

Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.

No necesarias

Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.