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Mito | Revista Cultural
Lingüística

Subordinadas rebeldes

Por Patricia Fernández Martín el 2 noviembre, 2014 @pat_llinguistin
La oración “Soy una chica de 21 años que he estudiado Educación Infantil y busco trabajo como canguro” tiene algo sintácticamente inquietante…

.

Qué interesante resulta comprobar, de vez en cuando, los cambios que operan sobre el sistema lingüístico. Cambios que, por cierto, siempre proceden del habla, es decir, de lo cotidiano, de lo oral, de lo coloquial, de lo informal, de lo común. En definitiva, de la lengua natural en la que se desenvuelve el pueblo o, en otras palabras, de su compartido dialecto.

Por ello, qué mejor manera de contribuir a este número dedicado al lenguaje de lo cotidiano, que efectuar un análisis sintáctico de una oración cualquiera, cuya estructura parece haber pasado ya a la lengua escrita, dado que recientemente ha aparecido en un manual de enseñanza de la lengua española. Consideramos que una oración como la que a continuación analizamos merece una reflexión por dos motivos: por un lado, porque el hecho de que aparezca en un manual de didáctica de la lengua indica que los autores, consciente o inconscientemente, la consideran lo suficientemente propagada como para plasmarla por escrito y convertirla, implícitamente, en objeto de estudio para el alumno; y, por otro lado, porque se trata de una estructura lo bastante llamativa per se como para que merezca cierto tipo de explicación, dado que podemos encontrarnos ante el principio de un cambio gramatical muy interesante.

La frase en cuestión se halla dentro de unos ficticios anuncios de demandantes de empleo que los alumnos deben leer y, tras discutir brevemente en grupos, relacionar con posibles ofertas de empresas, formando así parejas textuales. Concretamente, la oración es Soy una chica de 21 años que he estudiado Educación Infantil y busco trabajo como canguro.

Como se ha dicho anteriormente, esta oración no es en realidad más que una muestra de un fenómeno lingüístico que lleva teniendo lugar ya desde hace unos cuantos años, que se puede relacionar con otros ejemplos cotidianos del tipo Eres tú el que tienes que demostrárselo a ella o Fui yo la que dije que haría la comida mañana, con los que seguramente el lector se sienta identificado.

Teacher's Desk, Linn School. Todd PetrieTeacher’s Desk, Linn School. Todd Petrie

Desde una perspectiva prescriptiva –es decir, la que defiende la necesidad de tener cierta norma común en el idioma consensuada por los diferentes expertos académicos de la lengua–, se trata de un incorrecto anacoluto dado que el verbo subordinado ha de concordar con el sujeto de la subordinada (representado por que), no con el sujeto de la principal, por lo que aparentemente hay una ruptura en la lógica de la sintaxis al crear una nueva concordancia con el sujeto del verbo principal. Es decir, “lo correcto” sería Soy una chica de 21 años que ha estudiado Educación Infantil y busca trabajo como canguro; Eres tú el que tiene que demostrárselo a ella o Fui yo la que dijo que haría la comida mañana.

Así, tomando la primera oración como ejemplo prototípico (estructuralmente las otras dos son idénticas, puesto que todas contienen una subordinada adjetiva o de relativo, con un pronombre que con el que ha de concordar el verbo de dicha subordinada), su análisis sintáctico sería aproximadamente este:

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[(Yo)Sj [SoyV (una chica de 21 años (quePron.rel.Sj [ha estudiado]V [Educación Infantil]SN-CD yNx buscaV [trabajo como canguro]SN–CD)Sub.Rel o Adj.-CN)SN-Atr]PN]o

 

Como puede observarse, el verbo principal, aunque en realidad mera cópula, es soy. Este soy une el sujeto yo, que no aparece explícito pero que podemos averiguar gracias a la morfología del verbo ser, con un atributo (una chica de 21 años que ha estudiado Educación Infantil y busca trabajo como canguro), cuyo núcleo es el sustantivo chica. Este nombre viene complementado (CN = Complemento del Nombre) por una proposición subordinada adjetiva o de relativo (que ha estudiado Educación Infantil y busca trabajo como canguro), dentro de la cual hay a su vez dos oraciones coordinadas (ha estudiado Educación Infantil, por un lado, y busca trabajo como canguro, por otro), unidas por la conjunción y. Cada una de esas oraciones, claro está, tiene un verbo ha estudiado y busca, respectivamente. Cada uno de esos verbos tiene a su vez un complemento directo (Educación Infantil es el CD de ha estudiado y trabajo como canguro es el CD de busca).

¿Cuál es la función, entonces, de ese que? En la oración que hemos propuesto como modelo prescriptivamente correcto, que es un pronombre relativo que hace la función de sujeto de los verbos subordinados, ha estudiado y busca. El hecho de que sea un pronombre supone que está sustituyendo a un nombre, por lo que adaptará sus funciones morfosintácticas. El hecho de que, además, sea relativo, implica que tiene que tener un antecedente, es decir, un elemento que aparezca también en la oración principal, generalmente antes del pronombre, al que sustituye sintácticamente en la subordinada y al cual se refiere semánticamente. El antecedente de nuestro que es una chica de 21 años, es decir, que equivale a una chica de 21 años. De esta forma, igual que diríamos Una chica de 21 años ha estudiado Educación Infantil y busca trabajo como canguro, lo esperable sería encontrar Soy una chica de 21 años que ha estudiado Educación Infantil y busca trabajo como canguro. En otras palabras, lo correcto sería que el verbo de la subordinada apareciese en tercera persona del singular, porque ese es el rasgo morfosintáctico del nombre al que sustituye el pronombre relativo que en esta oración, igual que podría aparecer en plural si su antecedente fuese un nombre en plural (Somos unos chicos de 20 años que buscan amigos).

Back to School. US Department of EducationBack to School. US Department of Education

¿A qué se puede deber, pues, este deslizamiento sintáctico, esta aparente ausencia de concordancia? Aunque las causas pueden ser múltiples, parece ser que la clave está, precisamente, en una posible transformación en la función y el significado del que, que estaría empezando a dejar de ser pronombre relativo para convertirse en una conjunción (como la que aparece en oraciones del tipo Dice que vas a llegar tarde, donde que es simplemente un nexo; o en las perífrasis verbales tener que + infinitivo y haber que + infinitivo, tradicionalmente analizadas en conjunto como núcleos verbales), sólo en estos contextos en los que i) que actúa como sujeto en la subordinada; y ii) el verbo principal y el de la subordinada aluden a la misma persona (sujeto en ambas, siguiendo la condición i).

La primera condición implica que cuando que actúa como objeto, disminuye la probabilidad de que se dé ese tipo de concordancias, dado que no va a haber necesidad de traspasar la cualidad denotada por la subordinada al agente de la acción de la principal. Así, será altamente complejo que una frase como Las medicinas que tomas no son apropiadas, se transforme en *Las medicinas que toman (refiriéndose a medicinas) no son apropiadas, porque el que que representa a medicinas nunca será aquí sujeto.

La segunda condición es igualmente esencial para comprender el funcionamiento interno de la estructura que nos ocupa. Si en la oración Soy una chica de 21 años que he estudiado Educación Infantil y busco trabajo como canguro es posible que los verbos estudiar y buscar concuerden con la primera persona del singular (yo), es porque esta coincide con la persona del verbo principal (soy), algo que podría darse en cualquier otra persona ([Tú] eres una chica de 21 años que has estudiado Educación Infantil y buscas trabajo como canguro; [nosotros] somos unas chicas de 21 años que hemos estudiado Educación Infantil y buscamos trabajo como canguros), con la peculiaridad de que en tercera del singular siempre sería “correcto”, por coincidir con la concordancia exigida por el pronombre relativo que ([ella] es una chica de 21 años que ha estudiado Educación Infantil y busca trabajo como canguro).

Sin embargo, esto difícilmente podrá darse si la persona del verbo principal no es la misma que la persona del verbo subordinado, es decir, lo esperable en un caso como (Ellos/ellas/ustedes) buscan una chica de 21 años que haya estudiado Educación Infantil nunca sería (o sería poco probable) convertido en *(Ellos/ellas/ustedes) buscan una chica de 21 años que hayan estudiado Educación Infantil, puesto que esto rompería la condición i), a saber, que que dejaría de ser sujeto de la subordinada para convertirse en objeto.

Clase con portatiles. CeDeCClase con portatiles. CeDeC

Vemos, de este modo, que el anacoluto comentado tenderá a aparecer, esencialmente, cuando el verbo ser funcione como verbo principal, siendo un subtipo de estructura ecuacional, cuyo principal objetivo es dar énfasis a una parte de la oración. En Yo soy la chica que he estudiado Educación Infantil se está poniendo el foco informativo sobre el hecho de que la hablante es quien ha realizado la acción de estudiar Educación Infantil, y dada toda la carga pragmática de esa información y la necesidad de que eso quede clarísimo al interlocutor, el verbo de la subordinada va en primera persona, porque ponerlo en tercera podría ir en contra de lo que se pretende expresar, es decir, podría causar malentendidos acerca de quién es el agente responsable de haber estudiado Educación Infantil.

En efecto, al añadir una proposición subordinada de relativo que complemente al núcleo del sujeto, el hablante deja de sentir que ese que tiene sentido por sí mismo –quizá por la lejanía sintáctica que lo separa del sujeto originario, marcado al principio de la oración principal– y se ve obligado, por así decirlo, a dotar de un nuevo significado a la subordinada, insistiendo en la persona a la que pretende referirse (yo, en el ejemplo visto Soy una chica de 21 años que he estudiado Educación Infantil y busco trabajo como canguro). Es decir, como el antecedente se siente demasiado lejos del pronombre que supuestamente lo sustituye, tiene que salir de nuevo a la superficie a quién alude lo dicho en las proposiciones subordinadas, y la mejor manera de hacerlo es recuperar morfológicamente esa información, repitiendo así en la forma verbal quién es el sujeto causante de la acción. No sorprende, entonces, que este tipo de oraciones se utilicen para enfatizar lo que está dentro de la subordinada, como bien puede demostrar que en otros de los dos ejemplos expuestos el sujeto sea explícito (tú, en el caso de Eres tú el que tiene que demostrárselo a ella, y yo en Fui yo la que dijo que haría la comida mañana); que se encuentre el orden sintáctico de la oración invertido por cuestiones pragmáticas (el orden de esas oraciones no es sujeto-verbo [tú eres, yo fui], sino verbo-sujeto [eres tú, fui yo]), y que aparezca la estructura el que, que obliga a pensar en que el núcleo de la oración sea el o se encuentre elidido (persona, hombre, mujer, individuo…), pero siempre con un referente, que es el sujeto del verbo principal (ser). Ahora entendemos, también, por qué a estas oraciones se las llama estructuras ecuacionales (funcionalmente, lo que hay a la derecha [sujeto o atributo] puede ser lo mismo que lo que hay a la izquierda [atributo o sujeto], puesto que ser actúa como mera cópula) y son enfáticas (contiene un foco informativo sobre el que recae la fuerza locutiva).

Por tanto, si estamos hablando de enfatizar, de cambiar el orden lógico de la oración, de saltarnos las reglas sintácticas para crear unas nuevas concordancias, es porque la fuerza semántica de lo que se pretende transmitir está por encima de todo ello. Saber quién realiza la acción de la subordinada (es decir, quién cumple con el rol semántico de agente, dentro de la información que se considera nueva) se convierte, así, en el foco comunicativo de la estructura adjetiva vista. Y, en el fondo, el reconocimiento del sujeto es una de las bases lógicas más primitivas del éxito comunicativo, esencial en cualquier tipo de interacción en la que tenga cabida la lengua hablada, pues no otra función tiene esta, más que la de servir de vehículo al diálogo humano.

Portada: Grupo con su profesor. CeDeC


 Para saber más…

  • Lozano Jaén, G. (2012): Cómo enseñar y aprender sintaxis. Modelos, teorías y prácticas según el grado de dificultad, Madrid: Cátedra.
  • Gómez Torrego, L. (2010): Análisis sintáctico. Teoría y práctica, Madrid: SM.
  • Moreno Cabrera, J. C. (2004): Introducción a la lingüística. Enfoque tipológico y universalista, Madrid: Síntesis.
Anacolutoénfasis pragmáticoestructura ecuacional
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Patricia Fernández Martín

Doctora en Lengua Española (UCM). Licenciada en Filología Hispánica (UCM), Lingüística (UAM) y Antropología Social y Cultural (UNED). Profesora de lengua española y de español para extranjeros.

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