La historia de algo que pudo ser, pero no fue y al final no importará.
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Desde tiempos inmemoriales el hombre ha hecho al progreso parte de su vida, siempre ha buscado cambios y mejoras a implementar en cada una de sus actividades y para ello se ha hecho de herramientas, técnicas y demás artilugios que en conjunto le faciliten realizar sus labores diarias.
En nuestro día a día utilizamos un sinfín de dispositivos que facilitan nuestras tareas, muchos de ellos tienen una historia detrás, pues no siempre han sido lo que son, ni fueron creados para las funciones que desempeñan, si miramos a nuestro alrededor podemos encontrar más de un ejemplo: la conexión a internet que utilizamos en este mismo momento, fue creada con fines de comunicación meramente militares y de investigación; la radio tiene sus orígenes en el telégrafo, utilizado generalmente para la transmisión de mensajes en morse; e incluso el teclado de nuestra computadora tiene una larga historia que contar .
Su antecesor y el primer aparato que tuvo como fin facilitar la comunicación verbal escrita, fue la máquina de escribir, su primer rastro se encuentra en 1714, fue el británico Henry Mill, quien patentó una máquina que de acuerdo a la descripción “escribía” aunque no hay mayor información ni vestigio alguno de dicha invención. Es en Italia en 1808 que Pellegrino Turri construyó una máquina para que la condesa Carolina Fantoni pudiera escribirle cartas con letra entendible, pues había quedado ciega en plena juventud. Pero todo lo anterior puede ser calificado como anécdotas, pues si bien existe documentación que describe el funcionamiento de dichos dispositivos, no existen ilustraciones que nos permitan apreciar su aspecto.
Más de uno construyó su máquina de escribir, así que dependiendo de la fuente que consultemos o incluso el país, el padre de este invento será alguien distinto. Internacionalmente se considera el padre del teclado QWERTY al estadounidense Christopher Latham Sholes, quien se dedicaba a la imprenta, y basándose en un diseño inglés la adaptó a su máquina numeradora creando así la primera máquina de escribir en 1867. Shole no contaba con los recursos económicos para la comercialización de su invento, así que vendió los derechos a la E. Remington & Sons en 1873.
Pero existía un inconveniente, pues en un principio las teclas estaban posicionadas de forma alfabética y al alcanzar determinada velocidad las varillas que golpeaban los caracteres chocaban unas con otras, ralentizando el proceso de escritura, es por ello que las letras más utilizadas en la escritura inglesa (DHIATENSOR) fueron separadas para evitar el atasque entre ellas. Desde sus inicios la funcionalidad de QWERTY ha sido cuestionada, y surgieron varios modelos competidores, uno de los principales contendientes fue el diseñado por August Dvorak en 1932, un dato curioso es que la mayoría de records de mecanografía rápida los han conseguido mecanógrafos Dvorak y no Qwerty.
Remington Typewriter. Get directly down
Entonces, ¿por qué QWERTY ganó la partida y predomina en nuestros días? Esto se debe a una serie de eventos afortunados, pues con el auge de esta nueva industria surgieron las primeras escuelas de mecanografía, la mayoría utilizaba el método de buscar y pulsar. En 1882, miss Longley, fundadora del Instituto de Taquigrafía y Mecanografía de Cincinnati, desarrolló y empezó a enseñar el tecleo a ocho dedos y sus clases eran impartidas con máquinas QWERTY. Louis Traub otro profesor de mecanografía en Cincinnati retó a miss Longley a probar su método contra el suyo de cuatro dedos utilizado en un teclado no QWERTY, así que Longley se alió con Frank E. McGurrin quien utilizaba el métodos de escritura a ocho dedos pero con una gran diferencia, él había memorizado el teclado QWERTY lo cual le dio el triunfo, escribiendo 8709 palabras contra las 6938 de Traub en 90 minutos. Este evento fue tan publicitado por la prensa, que QWERTY se convirtió en un estándar de mecanografía en Estados Unidos.
Con el avance tecnológico fueron apareciendo las primeras máquinas de escribir eléctricas, y fue IBM quién logró abarcar gran parte de este mercado con su línea Selectric introduciendo el primer modelo en 1961. Otro paso decisivo para la aparición del teclado tal y como lo conocemos, fue la fusión de la máquina de escribir eléctrica y el ordenador, esto sucedió en 1964 con un proyecto liderado por Fernando Corbató del MIT y en colaboración con General Electrics y los laboratorios Bell, quienes desarrollaron el sistema Multics y como interfaz con el usuario implementaron una pantalla de rayos catódicos y una máquina de escribir eléctrica. Después surgieron los teclados electrónicos, mismos que encuentran su origen en los modelos diseñados por IBM en la década de los 80´s, aunque dichos dispositivos fueron desplazados por los teclados USB e inalámbricos que actualmente utilizamos.
Pero el QWERTY no sólo ha encontrado cabida en el área de cómputo, sino también en la reciente tecnología móvil. El primer celular en incorporarlo fue el Nokia 9000 lanzado en 1996, la misma compañía vuelva a anotarse un hit al ser la primera en incluir la función de texto predictivo en su Nokia 3210, pero es Apple quien revoluciona el marcado con el Iphone y su pantalla táctil.
¿Cuánto tiempo seguirá en el mercado el teclado tal y como lo conocemos? Algunas de las innovaciones que se han hecho incluyen los teclados ergonómicos, los flexibles, y aunque no tan comercializados, también se apuesta por los virtuales que se proyectan en cualquier superficie plana a través de pequeños dispositivos. Si bien QWERTY no ha podido ser desbancado tal vez el teclado si pueda ser remplazado por alguna tecnología emergente, como las funciones de voz a texto o el reconocimiento de escritura, mismas que ya existen en diferentes dispositivos y que por el momento esperan su golpe de suerte para evitarnos preguntas tan triviales como la distribución de las teclas y la rapidez con la que escribimos.
Portada: Qwerty. Hejwazzup
Para saber más…
- Montes López, Evelio (2000). Integración: Revista sobre ceguera y deficiencia visual, ISSN 0214-1892, Nº. 34, pags. 57-59
- Stephen J. Gould (2004). Gould Obra Esencial, El pulgar del panda de la tecnología. Editorial Crítica