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Mito | Revista Cultural
Culturas

Los Mosuo, las mujeres de los márgenes del lago Lugu

Por Rubén Blasco Ruiz el 12 marzo, 2014 @rblasco1985

De la peste negra al lago madre

Durante el siglo XIV Europa fue arrasada por la Peste Negra, tal vez la pandemia más devastadora de toda la historia de la humanidad, llevándose por delante a más de 65 millones de personas entre Europa y Asia. La Muerte Negra, como también se la conoce, fue introducida en Europa por la ruta de Crimea, punto de acceso a la colonia genovesa de Caffa. Esta fue asediada por los mongoles, los cuales según cuentas las crónicas lanzaban cadáveres infestados dentro de las murallas de la ciudad mediante una catapulta (cabe reseñar para desgracia de la estrategia mongola que el tiempo demostró que la peste no se contagiaba al contacto con los muertos).

El origen de la peste, según diversas investigaciones posteriores, parecer situarse en la provincia de Yunnan, suroeste de China. Sin embargo, esta provincia es capaz de albergar el origen de uno de los episodios más funestos de la humanidad así como uno de los paisajes más bellos de todo el planeta, pues entre esta región y la de Sichuan se encuentra el lago Lugu.

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Vista del lago Lugu, NIUDADDY

La belleza de este lago reside en que está envuelto por la cordillera del Hengduan, y pese a que es territorio chino está situado muy cerca de las fronteras con Tíbet y Myannmar.  Rodeado de una gran variedad de flora y fauna, cabe citar que esta región es el hábitat de uno de los animales más característicos de toda Asia: el oso panda gigante.

Podría decirse que el lago tiene forma de herradura, pese a que en la región se le suele asociar a una pata de oso. Formado por una falla geológica durante el cenozoico tardío, se encuentra a 2.685 metros de altitud. Es, pues, un lago alpino. En su interior podemos encontrar nada más y nada menos que cinco islas, cuatro penínsulas, catorce bahías y diecisiete playas distribuidas a lo largo de una longitud de 9,4 kilómetros y un ancho de 8 kilómetros con una profundidad media de 45 metros, alcanzando un máximo de 93,5, y está custodiado en todo momento por montañas escarpadas y frondosos bosques.

El clima de la región es templado durante todo el año, sin embargo, y pese a su buena temperatura, hay dos periodos de bonanza en su clima que van de Abril a Mayo y de Septiembre a Octubre, fechas en las que cesan las lluvias.

Este no es sólo uno de los sitios más idílicos del planeta si no el hogar, además del oso panda, de una de las etnias más peculiares y asombrosas de la tierra, la cual tiene en este lago  una diosa a la que denominan Shinami, el lago madre, y la montaña que lo rodea como la diosa Gammo (o Gemu): los Mosuo.

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Mujer sobre una barcaza, Rhea Lee

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Un pueblo de tradición milenaria

Este pueblo cuenta con entre 30.000 y 40.000 miembros organizados en 50 pueblos diferentes. Debido a que se localizan en una región que no había sido descubierta hasta los años 70 debido a su inaccesibilidad, para acceder a esta región se necesita un viaje de 9 horas en jeep. Debido a ello los Mosuo no adoptaron en ningún momento los patrones culturales chinos ni tampoco fueron obligados a ello, algo que está cambiando en los últimos tiempos como se verá más adelante, incluso en los tiempos del más encarnizado comunismo y pese a haber tenido la presencia de vecinos patriarcales muy fuertes como el régimen teocrático-feudal de los lamas tibetanos y el omniabarcante imperio chino. Por ello tienen su propia tradición, costumbres, idioma y música.

Pese a que tienen claras diferencias respecto a los Naxi, otra de las etnias que habitan la zona, el gobierno chino considera que ambas conforman el mismo pueblo. Los Mosuo son una tradición que ha perdurado desde hace miles de años cuando en la China rural de la época era normal el matriarcado. Pues era bastante normal que los hombres fallecieran en guerras, que se dieran a una vida nómada e incluso que iniciaran una nueva vida como monjes budistas y accediesen a firmar voto de castidad y por lo tanto no reconocerían la descendencia que habían tenido. Es por ello que estaba extendido el matrimonio ambulante y las mujeres daban un paso al frente para hacerse cargo de sus familias. Sin embargo, en el único rincón de toda China que parece aún quedar algo de este modo de organización ancestral es en los márgenes del lago Lugu.

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Mujer Mosuo, Rhea Lee

La religión de los mosuo es panteísta; veneran a Mu de Gan, y como ya hemos dicho a la montaña sagrada Gammo, la diosa del amor, y a Shinami, el lago sagrado, la diosa madre. Todo el universo mosuo está ligado a lo femenino.

 

Una tradición muy “femenina” (o no)

Entre los Mosuo, la herencia se transmite de madres a hijas. Ellas son las únicas propietarias y por lo tanto no hay hombres con pertenencias, ni casa propia.  Debido a esto se mantiene desde algunos puntos de vista que se trata de una de las tribus del mundo donde aún pervive el matriarcado pese a que, como se verá, esto no puede afirmarse con rotundidad.

Si bien es cierto que los lazos de parentesco están determinados por el apellido materno, el padre en esta sociedad no es relevante y ni siquiera se le conoce como tal, y que de entre los miembros de cada pueblo se elige a una mujer de un grupo de hermanas para ejercer la labor de “matriarca”, la cual, con la ayuda de estas administran las posesiones; casa, campo, ganado, alimento. Casi como norma general los hombres permanecen siempre  en casa, zuwu, de su madre  a la que ayudan a criar a los hijos de sus hermanas aunque ellos mismos hayan sido padres. Las mujeres también se encargan de los caballos, animal de capital importancia para la producción, sin embargo estos son utilizados principalmente por los hombres. Por lo tanto en cada familia hay una matriarca del clan, siendo la figura de más alto nivel, y todos los miembros de la familia viven dentro de la familia de la madre, con abuelas, tías y tíos.

La mujer tiene el rol de mayor importancia dentro de la comunidad, y cuando esta muere el control es tomado por la hija de más edad o en su defecto la que muestra mayores capacidades para desarrollar esta labor de entre todas las hijas de la matriarca.

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Mujer mosuo trabajando la tierra, Zoharby

Sin embargo habría que tomar en consideración la idea de matriarcado principalmente por dos aspectos. Por una parte es muy común la adopción y en ocasiones una hija adoptiva puede ser ella misma matriarca interrumpiendo así la matrilinealidad según los esquemas de parentesco. Mientras que por otro lado el poder político descansa sobre los hombres por lo que no se puede definir como una ginecocracia pese a que sean ellas las que lo elijen para mantener el orden y actuar de portavoz de la comunidad. Por lo que como sucede en otras muchas sociedades que se pretendió catalogar como matriarcados, el poder de las mujeres se encuentra en la esfera de lo privado mientras el poder político es cosa de hombres. Sin embargo en esta reciprocidad se encuentra el equilibrio de la comunidad Mosuo, el hombre sirve a la comunidad porque se siente parte de ella. Cuando se le pregunta a los Mosuo porqué son ellas las que manejan este tipo de cosas siempre responden: “son mucho más capaces y no gastan en cualquier cosa”. Además pese a que da la sensación de que los hombres carecen de responsabilidades y tienen una menor carga de trabajo y pasan la mayor parte del tiempo reunidos o llevando a cabo aquellas tareas puntuales que han sido encomendadas por la matriarca, a la que deben de pedir dinero cuando lo necesitan, o a sus hermanas, han de encargarse de la pesca, la agricultura, la carnicería, y la conservación de esta misma carne para el invierno. Tareas que aprenden directamente de su tío materno.

El resultado de todo ello parece ser una estructura familiar mucho más estable debido entre otras cosas a que no hay dispustas por la repartición de las herencias ni por la redistribución de los bienes materiales, dando lugar a núcleos de poder con muy poca movilidad.

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Mujer mosuo tejiendo. Gisling

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Encuentros amorosos

Al contrario de lo que sucede en otras sociedades para un Mosuo el día de su boda no es el más importante de sus vidas, ni siquiera existen los matrimonios para ellos. El día más importante para un Mosuo es cuando cumplen 13 años y celebran la ceremonia de la llegada de la edad que ya son considerados mayores de edad. Las chicas desde ese día cuentan con una habitación separada dentro de la casa familiar, la cual se compone de salas comunes, y ya puede recibir visitantes nocturnos y llevar falda. Cuando comienza la ceremonia de mayoría de edad, se colocan en el suelo del salón principal, un cerdo seco y un saco de arroz, símbolos de buena fortuna para la vida futura. “Ponen el pie izquierdo sobre la bolsa de arroz y el derecho sobre el cerdo seco. El arroz significa una buena cosecha y una buena vida y el cerdo representa dinero y prosperidad.” Para los Mosuo, antes de los 13 años las personas no tienen alma. Al cumplirlos se convierten en una persona real, en un ser humano real. Por primera vez, es el día de buscar amantes e iniciar las relaciones sexuales. Al principio hombres y mujeres mantienen la distancia, pero pronto los hombres se acercan a las mujeres que los atraen, esperando atraerles también a ellas.  Se cogen de la mano en una danza especial, y un ligero toque de la mano femenina es señal de que la mujer lo ha elegido para que entre esa noche en su habitación e inicien un matrimonio ambulante. Una mujer, si lo desea,  puede elegir un compañero diferente cada noche.

Como ya se ha dicho no existe el matrimonio como tal, al menos así como lo entendemos en occidente, en el núcleo familiar la única presencia masculina adulta es la del tío, hermano de la madre. No existen los maridos, y es que los hombres y las mujeres nunca viven juntos; el hombre se limita a hacer visitas nocturnas a su amada. En su lenguaje ni siquiera hay un término definido como el de “padre” en nuestro idioma, es por eso que dentro de esta etnia todos saben perfectamente quien es la madre, pero muchos desconocen al padre pese a que viva en el mismo pueblo que ellos. Sin embargo, cuando este es reconocido visita ocasionalmente a su prole, los que tratan con profundo respeto. A los hombres y a las mujeres sólo les une el afecto que puedan tenerse, ni siquiera lo hace los bienes materiales, factores políticos o religiosos ni como ya se ha dicho los hijos,  por ello cuando este desaparece ya no hay nada que los una y se separan sin más.

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Vista del lago Lugu, NIUDADDY

La unión más común puede denominarse según términos occidentales como “matrimonio de paso”; el hombre y la mujer únicamente comparten sus encuentros amorosos nocturnos hasta que amanece y el hombre ha de volver a su hogar materno de modo irremediable. Estos encuentros pueden producirse únicamente de noche, en los que el amante entra en la habitación de la amada por la ventana y ha de salir del mismo modo. De día las relaciones se diluyen y nadie cuenta sus intimidades. Las relaciones furtivas son, pues, lo normal dentro de los mosuo; una mujer de alrededor de 30 años puede superar normalmente los cincuenta amantes, y en el caso de ser muy atractiva no es difícil que haya tenido relaciones con todo el grupo de hombres de su edad. Cuando una mujer mosuo quiere poner fin a una relación simplemente deja la ventana de su habitación cerrada, el amante lo va a entender.

Según términos del new wave de los setenta podría decirse que practican el amor libre. Conceptos como fidelidad o celos no son tenidos en cuenta para esta comunidad. Los niños que nacen fruto de estas relaciones poliandríacas son criados en la casa familiar materna como ya se ha indicado. En este entorno los niños crecen aparentemente sin angustias, preocupaciones o sensación de inseguridad, el entorno familiar es tan grande que se sienten bastante protegidos. La única figura masculina que cobra relevancia en la educación de los niños mosuo es el tío, como dice un proverbio “en el cielo el más importante es el águila, en la tierra el tío”. Sin embargo, los niños corresponden al tío cuidándole cuando le llega la vejez. Es por esto que las familias extendidas muestran una amplia red de apoyo, siempre hay adultos disponibles, con tiempo para prestarles atención a los niños cuando se ponen difíciles. En la sociedad Mosuo no existen mujeres y niños abandonados, porque si los amantes se separan, este hecho no tiene trascendencia en la vida de los niños ni en la personal, en términos de vivienda, de recursos ni de dinero disponible. “Siempre se es parte del mismo hogar, de la familia a la que siempre se ha pertenecido.” Comenta la Doctora Walsh.

Sin embargo pese a que tener varios amantes y descendencia de diferentes hombres, la mayoría de las mujeres suele decidirse por relaciones monógamas. La doctora en estudios chinos Eileen Walsh llegó a afirmar: “parte de la propaganda de los mosuo alrededor de los medios es que practican el amor libre y para muchos de los turistas que llegan a conocerlos esto significa que pueden acercarse a una mujer, chasquear los dedos, y ella saltará a la cama con ellos. Eso es absurdo.”  

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Hombre mosuo, Rhea Lee

A pesar de ello en los últimos años ha surgido el estereotipo de las mujeres mosuo como ninfómanas, alimentada principalmente por los operadores de turismo que quieren promover el turismo sexual en los márgenes del lago Lugu. Nada más lejos de la realidad,  pues a la zona acuden prostitutas de Asia sudoriental vestidas con la ropa tradicional mosuo con el fin de aumentar su número de clientes.

  Al atardecer, turistas locales y extranjeros visitan las calles cerca del lago lugu en busca de sexo. Las prostitutas de fuera de la región atienden a los turistas. Para los Mosuo este negocio ilegal de sexo menoscaba su cultura. ”Los forasteros vienen en busca de sexo y pagan por ello. Mujeres de diferentes grupos étnicos llegan aquí para trabajar como prostitutas, propagan enfermedades, y eso es malo para los vecinos locales. Esto arruinará la cultura tradicional porque es sencillamente prostitución.” Dice un vecino nativo.

Los turistas pueden creer que los matrimonios ambulantes estimulan la promiscuidad, pero para los Mosuo estas relaciones se basan en el amor y el respeto mutuo.

 

Los Mosuo hoy día

Entre los mosuo más jóvenes cada día hay más ansia por conocer la vida al otro de las montañas. Algunos de ellos abandonan sus casas para probar fortuna fuera de su pueblo y conocer el mundo lejos del lago Lugu, muchos de ellos regresan tras pasar unos años fuera de casa. “Cuanto más vivimos fuera de casa, apreciamos mas nuestra cultura, pues entre los amantes no existen disputas sobre la propiedad y esas cosas. La vida aquí es más simple y feliz”.

Este pueblo actualmente presenta una manufactura artesanal entre la que destacan sus coloridos trajes, a ello se añade el incipiente etno-turismo.

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Padre e hija, Rhea Lee

Pero la vida para los Mosuo está cambiando, las relaciones empiezan a ser monógamas. “En el pasado todas las personas tenían varios compañeros sexuales, pero la influencia de los chinos Han, ha llevado a la gente a ser monógama”. El gobierno Chino presiona a los Mosuo a aceptar las normas del resto del país, y a acoger el matrimonio monógamo.

Los Mosuo pueden estar presionados por el mundo exterior para que cambien sus tradiciones, pero ellos se sienten muy orgullosos de su cultura. “Los Mosuo no son tan ricos en comparación con las gentes de otras partes, pero tienen más en otros sentidos al vivir en una familia grande.”

 

Una sociedad de amor y respeto

Los mosuo adoran a la mujer, como ya se ha visto, antiguamente ellas eran su dios. Por lo que en esta sociedad, la igualdad y el respeto entre hombres y mujeres es total tanto emocionales como sexuales.

Uno de los primeros aspectos que más chocan de esta sociedad es la ausencia de violencia; no hay violaciones, ni robos, ni asesinatos. De hecho, siquiera hay un concepto para designar este tipo de cosas, así como tampoco para guerra o cárcel. No sólo no hay violencia sino que el buen trato y la hospitalidad parecen ser la norma general. No hay lucha por el poder, cada quien trabaja según su capacidad y los bienes son repartidos según las necesidades de cada cual. Gracias al ambiente tolerante, pacífico y de respeto mutuo, cualquier problema puede resolverse mediante las conversaciones y las consultas.

Podríamos decir que en los márgenes del lago Lugu se encuentra uno de los últimos paraísos de este planeta.

Portada: Mujer musuo sobre el lago Lugu, Rhea Lee.

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Rubén Blasco Ruiz

Diplomado en Logopedia (UCM). Grado en Antropología Social y Cultural (UNED). Logopeda. Proyecto de antropólogo, devorador de libros y escritor vocacional.

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© 2019 MITO | REVISTA CULTURAL. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido protegido por derechos de autor. ISSN 2340-7050. NOVIEMBRE 2019.

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