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Mito | Revista Cultural
Sociedad 0

Las nueve mentiras más usadas para justificar la homofobia

Por Jonathan Cueto Escobedo el 13 septiembre, 2016 @JonathanCuetoE
Desmitificando la diversidad sexual

Por Jonathan Cueto Escobedo y Omar R. Regalado Fernández

Por mucho tiempo la homosexualidad ha sido un tema tabú. Aunque hoy en día es mucha más la aceptación de un sector que representa una minoría cada vez más grande (que crece conforme el público se familiariza con nuevas manifestaciones de la sexualidad), la lucha por los derechos de este grupo a lo largo del globo, como en cualquier otra minoría, ha sido lenta y llena de prejuicios. Los argumentos falsos para rechazar la homosexualidad como un fenómeno natural han contaminado amplios sectores de la población, y en muchos países se disfrazan como hechos científicos varios perjuicios en su contra (principalmente cuando se cuestiona su calidad de natural). Por esa razón, en este artículo desmentimos los nueve argumentos pseudocientíficos más comunes en contra de la diversidad sexual.

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1. La homofobia no es discriminación

La homosexualidad se divide en dos grandes grupos: la femenina y la masculina. Históricamente la homosexualidad femenina no ha sido tan estigmatizada como la masculina. Que dos mujeres compartan la misma cama no desafía tanto los cánones sociales como el que lo hagan dos varones. Los investigadores han relacionado el origen de este prejuicio con el hecho de que ser varón en la mayoría de las sociedades es un privilegio, el cual de alguna manera se ve mancillado al preferir a otro varón como pareja, sobre todo si uno juega un rol pasivo en la relación, negando en cierta forma el «privilegio» de nacer varón.

Para muestra basta un botón, he aquí un extracto del blog de Sabina Berman publicado en proceso:

«En mi novela El dios de Darwin narro la historia verídica de una mujer transgénero y su novio musulmán que fueron secuestrados por los hermanos de Mahoma en la ciudad de Dubái. En una oficina del piso 68 de un rascacielos se les sometió a una terrible indagatoria ¿Quién metía el pene y quien lo recibía en el ano durante el coito? La pregunta no era banal. Según la ley coránica, el que mete el pene merece el desprecio de la comunidad de los creyentes, pero el que recibe el pene en el ano, merece la muerte, porque está comportándose como una mujer, oh, infinito pecado nacer varón y tomar el lugar de una hembra».

En la antigua cultura clásica la homosexualidad no era tan estigmatizada, y bajo ciertas condiciones sociales y culturales era vista como algo perfectamente normal. El cambio de paradigma se estableció mediante las culturas y religiones judeocristianas, que habitaban principalmente en el desierto, donde la procreación es extremadamente importante para la supervivencia de la comunidad, y se castigaba la homosexualidad y cualquier otro desperdicio de semen. Recordemos el caso de Onan, que realizaba el coito interrumpido para evitar embarazar a su nueva esposa y viuda de su hermano, con la finalidad de no perder su línea de sucesión. La Biblia cuenta que ante estas acciones Dios decidió matar a Onan. Esta prohibición se extendió a la masturbación, de ahí que se le conociera como onanismo. Hoy se intenta justificar este prejuicio con la desobediencia de Onan.

Cuando dejó de ser costumbre casarnos con la viuda de nuestros hermanos, se justificó atacando el desperdicio de semen, práctica que se extendió cuando surgieron los anticonceptivos que evitaban la procreación (como si no fuéramos ya un planeta sobrepoblado). Dado que no vivimos bajo las condiciones de las tribus de los desiertos y que el uso de los anticonceptivos no sólo es aceptado si no recomendado por cuestiones de planeación familiar y evitar enfermedades de transmisión sexual, el estigma contra la comunidad homosexual carece de argumentos culturales válidos, es prejuicioso, machista y perteneciente a épocas de una sociedad menos desarrollada. Estos criterios son peligrosos si se aplican a nuestra actualidad, como en el caso de los religiosos que irresponsablemente prohíben en su discurso el uso de condones en África, un continente azotado por el sida.

el-comediante-actor-y-director-britanico-stephen-fry-en-la-marcha-del-orgullo-de-londres-el-7-de-julio-de-2012El comediante, actor y director británico Stephen Fry en la Marcha del Orgullo de Londres el 7 de julio de 2012 | Tablet eraser

2. La homosexualidad no es natural

Este es uno de los argumentos casi canónicos y se fundamenta en la presencia de órganos sexuales. En parte, el razonamiento detrás de este argumento tiene sus raíces en el pensamiento teleológico, donde cada parte de un organismo tiene un propósito predestinado y del que no puede disociarse: los ojos sirven para ver, la nariz sirve para oler, las manos están hechas para agarrar y el pene está diseñado para entrar en una vagina. Sin embargo, el desarrollo del concepto de la evolución a lo largo del siglo XIX y el descubrimiento de los mecanismos detrás de ella han desterrado del quehacer científico a las ideas teleológicas de que cada cosa tiene un propósito; así pues, se desvinculó el acto sexual de un propósito reproductor.

Estos pensamientos teleológicos derivan en que existe un «orden natural» que no puede ser transgredido, puesto que los varones tienen un propósito que no se satisface con otros varones, y viceversa para las mujeres. Esta imposición teleológica de la sexualidad comenzó a ser establecida en conjunto con los dogmas de las religiones abrahámicas en Europa y Medio Oriente, y los colonialismos europeo y musulmán exportaron estas ideas hacia todos los rincones del mundo. Sin embargo, en varias culturas y civilizaciones humanas, la homosexualidad fue ampliamente reconocida y aceptada. Por ejemplo, los evangelizadores y conquistadores españoles se escandalizaron por lo natural y abierto que se practicaban las relaciones homosexuales entre los mexicas, los pueblos mayas, los zapotecas y los quechuas. La homosexualidad en China tiene registros escritos tan antiguos como 600 años antes de Cristo, mientras que en Japón se llegó a asociar con la vida monástica budista y la tradición samurái, siendo considerado un comportamiento milenario.

elevados-niveles-de-testosterona-de-la-madre-en-el-utero-pueden-incrementar-los-niveles-de-agresividad-de-la-hiena-moteadaLos elevados niveles de testosterona de la madre en el ùtero pueden incrementar los niveles de agresividad tanto en machos como hembras de la hiena moteada (Crocuta crocuta); estos individuos pueden montar a otros de su mismo sexo, producto quizás de menor exposición a la testosterona in utero | Dawson

Desde finales del siglo XX se comenzó a retirar el tabú sobre el estudio de la homosexualidad en otras especies animales, y el comportamiento homosexual ha sido reportado en un gran número de especies de todas las clases. Entre los vertebrados, por ejemplo, las especies de jirafas (Giraffa) son de los animales con comportamiento homosexual más pronunciado, siendo más frecuentes los encuentros entre el mismo sexo que los heterosexuales. En junio de 2009 se publicó una revisión exhaustiva de comportamiento homosexual en el reino animal, por el Departamento de Biología en la Universidad de California Riverside. Una de las principales conclusiones es que la zoología bien puede estar sesgada en denominar bajo «comportamiento homosexual» a una gran variedad de fenómenos cualitativamente diferentes. Por ejemplo, mientras que en las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster) parece asociarse con la falta de un gen para discriminar entre sexos, en los delfines nariz de botella (Tursiops sp.) es parte importante para reforzar los lazos sociales.

Así pues, los estudios etológicos modernos se enfocan en entender la verdadera diversidad sexual. La homosexualidad en los humanos es, por ende, una manifestación asociada a la existencia de reproducción sexual en los seres vivos.

el-autodesprecio-no-es-terapiaEl autodesprecio no es terapia | Daniel Tobias

3. La homosexualidad es una enfermedad

Si se acepta la homosexualidad como un fenómeno natural, aún así se corre el riesgo de catalogarla como una enfermedad mental. Sin embargo, la homosexualidad no es un trastorno mental. El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM por sus siglas en inglés para Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) es uno de los criterios diagnósticos más utilizados por psicólogos y psiquiatras alrededor del mundo; en éste no se considera la homosexualidad como un trastorno mental.

Parte de la confusión podría deberse a que en el DSM se menciona el desorden de disforia de género para referirse al estrés que puede causar en una persona que su cuerpo no corresponda con su identidad sexual, personas conocidas como transgénero. El hecho de que los transgénero se consideren pacientes de un desorden mental convence a más de uno de que la homosexualidad también es una enfermedad, pero debe tenerse claro que la inclusión de este diagnóstico se hizo para asegurar el acceso a los servicios de salud que los transgénero pudieran necesitar. En palabras simples, este criterio diagnóstico no dice que están enfermos por creer que son de otro género diferente al de su cuerpo, si no que la enfermedad estriba en que su cuerpo está equivocado para su identidad sexual y bajo este diagnóstico se le ayuda al paciente a disminuir el estrés que esto le ocasiona mediante apoyo psicológico o incluso mediante terapia hormonal y cirugía de reasignación de sexo, que al ser considerado un tratamiento ante un problema de salud puede asimismo ser costeado por los servicios médicos gubernamentales en algunos países.

La comunidad homosexual y transgénero son dos cosas muy diferentes, pero quien intente encajonar a ambos en el mismo costal de «enfermedades» tendrá que estar consiente que la disforia de género es un diagnostico que se establece para garantizar la ayuda profesional a las personas que tienen el cuerpo equivocado, no la identidad equivocada, de forma que pueda mejorar su calidad de vida y bajo ninguna circunstancia para discriminarlos.

microfotografia-con-meb-de-vih-1-en-liberacion-en-verde-en-un-cultivo-de-linfocitosMicrofotografía con MEB de VIH-1 en liberación (en verde) en un cultivo de linfocitos. Esta imagen ha sido coloreada para resaltar las características importantes. Las múltiples protuberancias redondeadas sobre la superficie celular representan los sitios de ensamblado y gemación de viriones | C. Goldsmith

4. La homosexualidad atenta contra la salud humana

Desde que se instauró la visión teleológica del cuerpo humano, donde cada parte desempeñaba una función, la homosexualidad ha sido catalogada desde una actividad de riesgo hasta una enfermedad o problema de salud pública. La noción de la homosexualidad como actividad de riesgo es más un producto de la aparición del sida y no se le consideraba como tal antes de esto.

Este estigma se creó cuando al sida se le conoció primero como GRID (por sus siglas en inglés gay-related inmune deficiency, deficiencia inmune relacionada con los gais), nombre que tuvo después de haberse conocido como la enfermedad de las 4H, pues afectaba a heroinómanos, homofílicos, haitianos y homosexuales. Estos nombres se dieron en el intervalo de un año, entre 1981 y 1982, cuando el Centro para Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos comenzó a estudiar la enfermedad tras sus primeros brotes en el país, sin embargo, si bien en 1982 el CDC concluyó que la enfermedad afectaba a la población en general y acuñó el nombre actual de sida, por síndrome de inmunodeficiencia humana, el estigma se pegó a los demás estigmas contra la homosexualidad de una sociedad conservadora.

Las enfermedades de transmisión sexual han estado presentes en los seres humanos desde siempre. La aparente restricción de la homosexualidad en varios países del mundo no ha disminuido la transmisión de enfermedades venéreas y el surgimiento de nuevas enfermedades venéreas tampoco tiene una relación con las prácticas homosexuales. Las enfermedades venéreas incrementan su presencia en una población cuando los niveles de promiscuidad sin protección son elevados. Las epidemias de enfermedades de transmisión sexual que tenemos en la actualidad se asocian con la falta de concientización o la prohibición de la práctica de relaciones sexuales seguras, como el uso de condón aun en parejas estables.

Si bien se asocia a las personas no heterosexuales con altos niveles de promiscuidad, desde la década de los ochentas se han conducido estudios en Estados Unidos y Europa que demostraron que la promiscuidad no se relacionaba ni con el género ni con las preferencias sexuales. Estudios comparativos de varias sociedades en todo el mundo concluyeron que el incremento de la promiscuidad y las enfermedades de transmisión sexual se explicaban mejor en el contexto de la pobreza, la privación a la educación o los servicios médicos y el desempleo. La adversidad económica es una de las principales causas de que los individuos no puedan tener control sobre su salud sexual.

Además, las normas socioculturales también predicen mejor la prevalencia de enfermedades de transmisión sexual: mientras que en Brasil los condones se pueden obtener de manera gratuita por los jóvenes en las escuelas, en Indonesia la posesión de condones es una ofensa criminal. Aunado a esto, la marginación de la homosexualidad en varias sociedades modernas obliga a mantener en secreto las interacciones sexuales, reduciendo el poder que un individuo puede tener sobre su sexualidad (tener relaciones en lugares poco salubres o con extraños motivados por la urgencia de vivir su sexualidad con libertad).

Finalmente, la marginación de la homosexualidad y su estigmatización son en sí un atentado contra la salud pública, puesto que los pacientes homosexuales, bisexuales y transgénero suelen tener problemas mentales asociados al rechazo social. Por ejemplo, la depresión y el suicidio son más comunes en personas no heterosexuales debido a la presión por la aceptación social o familiar. El abuso de sustancias también es mayor debido a la marginación. Incluso la creencia de que las mujeres lesbianas no pueden desarrollar cáncer cervico-uterino ha incrementado la incidencia de este tipo de cáncer en lesbianas.

5. La homosexualidad se puede y se debe curar

Durante décadas pasadas el estudio de las bases biológicas de la homosexualidad se enfocó principalmente en cómo revertirla. Investigadores serios y expertos en el área de la sexualidad a nivel biológico y psicológico de varios países utilizaron experimentos que involucraban terapias de supresión o restitución hormonal y condicionamientos aversivos (asociar las conductas y pensamientos homosexuales a potentes estímulos desagradables, como choques eléctricos) con la finalidad de suprimir la homosexualidad. Prácticamente se trataba de torturarlos de manera voluntaria, aunque siempre presionados y motivados por la culpa que les generaba ser como eran en una sociedad que los consideraba abominaciones, enfermos y depravados.

Todos estos experimentos no funcionaron de forma permanente; el cambio, si es que se producía, era sólo temporal o mínimo. Al no ser una enfermedad, la homosexualidad no puede ser curada y cualquiera que actualmente asegure lo contrario está mintiendo. Toda la terapia actual realizada por verdaderos profesionales se basa en aceptarse, no en corregir.

Al respecto, se reproduce a continuación un fragmento del divulgador de la ciencia Pere Estupinya, autor de libros como el «Ladrón de cerebros» y «S=EX2»:

«Lo que todos los estudios siguiendo a pacientes en terapias psicológicas reparativas concluyen es que efectivamente alguien puede evitar comportarse como homosexual, pero no dejar de serlo. Y lo más importante: este proceso puede venir acompañado de un enorme daño psicológico…

«…Los índices de depresión y suicidios son abrumadoramente mayores entre adolescentes gais viviendo entre familias y entornos hostiles que no aceptan su homosexualidad…

«…si una madre o padre quiere lo mejor para su hijo homosexual, lo peor que puede hacer es seguir los nefastos consejos de quienes sugieran intentar corregir la tendencia sexual de su hijo. Porque, además de no conseguirlo, le generarán muchísimo daño…

«… Lo perjudicial no es la homosexualidad sino la homofobia. Quienes deben cambiar son los homófobos, no los homosexuales.»

andrew-the-human-brainThe human brain | Andrew

6. El sexo biológico es hombre o mujer y debe determinar nuestras preferencias y comportamientos, sin cabida para la homosexualidad

Este argumento también está ligado con la teleología de las partes del cuerpo humano. En parte, se restringe la sexualidad a los órganos reproductores, de manera tal que no solamente se excluyen las manifestaciones homosexuales de la diversidad, sino todas las múltiples formas de vivir la sexualidad de cualquier individuo. Pero la sexualidad no se restringe a la reproducción, y esto se observa en comportamientos sexuales en otros animales.

La asociación de que en la naturaleza los animales siempre se agrupan en parejas heterosexuales proviene de la inferencia de que los órganos sexuales sirven para reproducirse únicamente y no de evidencias empíricas. Por ejemplo, un cuarto de las parejas de cisnes negros (Cygnus atratus) es de machos; estas parejas suelen ocupar o robar nidos con huevos, o forman tríos temporales con hembras, de las que se deshacen una vez que la hembra deposita los huevos. Los polluelos de parejas homoparentales suelen sobrevivir con más frecuencia a la adultez si son criados por parejas de machos, posiblemente porque son más territoriales. Una tendencia similar se ha observado en flamingos (Phoenicopteros).

En elefantes, tanto africanos (Loxodonta africana y Loxodonta cyclotis) como asiáticos (Elephas maximus) se han observado fenómenos similares. En los elefantes africanos, los machos suelen ser excluidos de las manadas, por lo que establecen relaciones de compañía con hasta dos machos, usualmente uno viejo con otro u otros jóvenes; el comportamiento sexual es importante en estas dinámicas sociales. Mientras que los encuentros heterosexuales son esporádicos, las relaciones entre dos machos pueden durar años.

elefantes-africanos-en-keniaElefantes africanos en Kenia | Ikiwaner

En ovejas domésticas (Ovis aries) se ha determinado que entre un 8 y 10% de los individuos son homosexuales, mientras que entre el 18 y 22% son bisexuales. Un estudio publicado en 2003 por Roselli et al., determinó que la orientación sexual de las ovejas estaba determinada por la estructura cerebral, el núcleo sexualmente dimórfico ovino, que alteraba la producción de estrógenos en las hembras.

El sexo anal, que usualmente está rodeado por el prejuicio, no es una actividad inventada por los seres humanos, sino que está ampliamente documentada en los mamíferos. En muchas culturas nativas americanas, la homosexualidad e intersexualidad han sido siempre observadas y apreciadas. Por ejemplo, la nación Mandan tiene un ritual donde replica la monta de dos machos de bisontes americanos para asegurar que el animal regresará la siguiente estación, ceremonia que es una réplica del comportamiento observado en los bisontes. Al estudiar los aspectos culturales de muchas de estas sociedades indígenas se ha encontrado que la aceptación de la diversidad sexual proviene de una observación más objetiva de la naturaleza que no intenta ligar la sexualidad con la reproducción, ni el sexo con el comportamiento de las personas o animales.

Los comportamientos sexuales están regulados por el cerebro y el sistema endocrino, del que las gónadas son parte, por lo que restringir la sexualidad a la posesión de un pene o una vagina es simplificarla para mal. La importancia de la estructura cerebral en el desarrollo de los comportamientos individuales ha sido estudiada en humanos también: un estudio publicado este año fue el primero en confirmar que no era posible clasificar los cerebros ni siquiera en masculinos y femeninos.

7. Los niños pueden confundirse fácilmente si carecen de un padre y de una madre

La idea de que la heterosexualidad, por ser la vía de la reproducción, es la única forma de constituir una familia carece de un fundamento científico. Esto puede comenzar a demostrarse mediante una reducción al absurdo: si suponemos que tener dos padres o dos madres puede influenciar el comportamiento homosexual en los niños, la homosexualidad debería ser rara o inexistente, ya que todos los niños son conscientes de que se necesita un hombre y una mujer para procrear. Dado que las familias homoparentales son relativamente nuevas, este argumento no explica tampoco el origen de la homosexualidad ¿de dónde provino la influencia?

Debemos entonces retomar las evidencias que hemos mencionado anteriormente: 1) la sexualidad no depende únicamente de los genitales, sino de toda la dinámica hormonal y cerebral; 2) no hay forma de dividir los cerebros en masculino y femenino, de tal modo que la idea de un cerebro de mujer o un cerebro de hombre; 3) los términos hombre y mujer corresponden únicamente a la posesión de órganos sexuales diferentes, que son parte de una dinámica compleja entre el sistema endocrino, el sistema reproductor y el cerebro; 4) los roles asignados a hombres o mujeres, así como los roles asignados a una madre y a un padre, que son los roles que se inculcan en los niños, son un constructo social occidental.

Finalmente, la capacidad de aprender es mucho mayor en las etapas tempranas de la niñez, cuando la plasticidad neuronal es mayor y las conexiones entre neuronas cambian constantemente. La sociedad actual en la que vivimos hace de la sexualidad un tema escabroso, oculto y misterioso que se va revelando con la edad. Sin embargo, este tipo de temas también deberían ser explicados gradualmente desde la niñez, de modo que cuando los niños comiencen a entrar a la adolescencia y a desarrollar su sexualidad, puedan ser individuos capaces de tomar el control de su salud sexual.

Los roles que se le asignan a la madre son perfectamente desempeñados por un padre y estos conceptos no son nuevos. Las sociedades medievales, por ejemplo, sustentaban sus familias en niñas de 12 años convirtiéndose en madres, que daban a nodrizas, mujeres más grandes, a sus hijos para que les alimentaran al no ser ellas capaces de hacerlo. Las altas de tazas de mortandad hacían que padres y madres enviudaran y tuvieran que desempeñar ambos roles. Los niños no necesitan saber que hay un individuo que la hace de padre y otro de madre; los niños necesitan ser criados en un ambiente sano, no hostil y en las mejores condiciones para alcanzar su máximo potencial como personas adultas.

Es evidente que el modelo de familias heterosexuales tiene aciertos y fallas gravísimas, así que podemos esperar lo mismo de familias homoparentales: aciertos y fallas; ambas producto de la relación entre los miembros de la familia. Pero ningún modelo de familia está condenado o predestinado al fracaso o al éxito.

quema-del-caballero-de-hohenberg-y-de-su-sirviente-condenados-a-morir-en-la-hoguera-por-sodomia-junto-a-la-muralla-de-zurich-1482Quema del caballero de Hohenberg y de su sirviente, condenados a morir en la hoguera por sodomía junto a la muralla de Zúrich (1482)

8. La homosexualidad se debe ocultar

Hay quienes consideran que no hay ningún problema en ser homosexual siempre y cuando permanezca como un secreto, algo privado y vergonzoso, el famoso closet. Piensan que esta represión es lo más natural y mejor para todos; y que de ninguna manera es discriminación y que no afecta la vida del ser humano al que le pedimos que no exprese abiertamente su sexualidad. Permítanos, querido lector, compartirle una anécdota de un reconocido científico, Oliver Sacks, cuando sus padres se enteraron de su preferencia homosexual:

«Mi madre bajó con una expresión de horror y me gritó: “eres una abominación. Ojalá no hubieras nacido.” (Sin duda recordaba el versículo de Levítico que reza: “si un hombre se acuesta con varón como hace con mujer, ambos han cometido una abominación: morirán sin remedio, su sangre caerá sobre ellos.”

«Aquella cuestión nunca se volvió a mencionar, pero las duras palabras de mi madre me hicieron detestar la capacidad de la religión para fomentar el fanatismo y la crueldad.»

Décadas más tarde Oliver viajó a Jerusalén a visitar a un familiar delicado de salud. Para Oliver imponía cierto respeto visitar a su familia ortodoxa acompañado de su pareja, “las palabras de su madre aún resonaban en su cabeza”, sin embargo, fue recibido con gran afecto. En Jerusalén también cenó con el científico Robert John Aumann ganador del Premio Nobel, quien asegura que si hubiera tenido que viajar el sábado hubiera rechazado el premio para honrar el sabbat. Oliver y su pareja compartieron la primera comida del sabbat con Robert en un ambiente de gran paz. Unos meses después, al enterarse que padecía cáncer, Oliver escribió su sentir:

«Me alegro, por primera vez en mi vida, de haber hablado de mi sexualidad de manera plena y abierta, afrontando sin tapujos lo que pudieran pensar los demás, sin guardar en mi interior más secretos ni sentimientos de culpa.»

Esta anécdota aparece en el ensayo «Sabbat» que forma parte del libro Gratitud, escrito por Oliver Sacks y publicado póstumamente. No es necesario explicar los estragos que pueden causar en un ser humano el vivir en un ambiente homofóbico y hostil que reprime la expresión plena de su identidad. Algo que ningún ser humano debería experimentar.

pinguinos-adelaida-en-cabo-adare-mar-de-ross-antartidaPingüinos adelaida en Cabo Adare, Mar de Ross, Antártida | Brocken Inaglory

9. La homosexualidad es una ideología nueva o una moda

Lo que está de moda es la idea de que la homosexualidad es nueva. Basta redondear todo lo que hemos discutido anteriormente con la noción de que la homosexualidad es, al menos, un fenómeno tan viejo como lo es la sexualidad animal. No es, en efecto, una moda del siglo XXI o producto de la revolución sexual de los setentas.

La homosexualidad ha sido siempre escondida y marginada. La diversidad sexual siempre ha sido disfrazada y relegada a las sombras; no solamente en el ámbito sociocultural, sino en los anales de la ciencia misma. En 2012, el Museo de Historia Natural de Londres encontró uno de los manuscritos perdidos del científico británico George Murray Levick, quien participó en la expedición antártica del Capitán Robert Scott entre los años 1910 y 1913. Su artículo titulado Hábitos sexuales de los pingüinos adelaida. La expedición fue fatal, y Levick fue uno de los pocos sobrevivientes de la expedición. A su regreso a Gran Bretaña, Levick publicó un libro en 1914 titulado Historia Natural del Pingüino Adelaida, pues hasta la fecha Levick es el único científico que ha estudiado un ciclo de reproducción completo en Cabo Adare.

Sin embargo, los hallazgos sobre la sexualidad de los pingüinos, que describían comportamientos homosexuales y necrofílicos, fueron considerados demasiado perturbadores y depravados para la época, de modo que fueron censurados. El capítulo, Hábitos sexuales de los pingüinos adelaida fue separado del libro y repartido a ornitólogos expertos de manera privada. Este manuscrito permaneció perdido por 50 años hasta que el curador de aves del Museo de Historia Natural de Londres, Douglas Russell, lo reencontró y publicó en Polar Record en el año 2012.

La diversidad sexual ha estado con los seres humanos desde los comienzos de la civilización misma. No es una moda, ni es una tendencia social, ni es algo que se deba penalizar, ni restringir, ni revertir. Las sociedades actuales padecen de un sesgo de confirmación: al creer que la gente puede elegir su sexualidad, la declaración de que una persona resulta ser homosexual, bisexual, transexual o transgénero pareciera una confirmación de la creencia de que más y más gente adopta un estilo de vida no convencional. Sin embargo, las personas no eligen un día comenzar un nuevo estilo de vida; la gente elige un día que lo que la sociedad les impone no los deja ser ni plenos ni felices.

Epílogo

El matrimonio entre personas del mismo sexo en México era legalmente reconocido en algunos estados, entre ellos la Ciudad de México, pero no era efectivamente realizado en todos los juzgados. Para ello, las parejas debían utilizar la ruta del amparo, un recurso jurídico que permite la protección de todos los derechos fundamentales que no se encuentran regulados. La situación de esta controversia en el país se acentuó aún más cuando varias universidades mexicanas católicas y cristianas publicaron el 29 de agosto de este año un comunicado donde instaban a la creación de un diálogo, argumentando que «la propuesta de reforma del matrimonio igualitario, amenaza la existencia de la familia tradicional. Los nueve puntos anteriores tratan modestamente de revelar cómo, a la luz de pensamiento científico y ético, la diversidad sexual no es una ideología, no es algo que se pueda elegir y no es algo que se pueda ni deba esconder. En un estado laico las decisiones sobre qué es legal, y qué no, deben utilizar el consenso científico como directriz, y la idea de que la homosexualidad es antinatural no es parte de ese consenso.


Para saber más:

  • Bailey, Nathan W., Zuk, Marlene (2009) Same-sex sexual behaviour and evolution. Cell press. Trends in Ecology and Evolution 24(8): 439-446.
  • Daphna Joel, Z. Berman, I. Tavor, N. Wexler, O. Gaber, Y. Stein, N. Shefi, J. Pool, S. Urchs, D. S. Margulies, F. Liem, J. Hänggi, L. Jäncke, and Y. Assaf (2015) Sex beyond the genitalia: The human brain mosaic. Proceedings of the National Academy of Sciences. 2015 : 1509654112v1-201509654.
  • Oliver Sacks. Sabbat. Publicado en: Oliver Sacks. Gratitud. Editorial Anagrama. Barcelona 2015.
  • Pere Estupinyà. Quienes deben curarse son los homófobos, no los homosexuales. Publicado en el blog: Apuntes científicos desde el MIT. Entrada del 20 de enero de 2014. Última revisión septiembre de 2016.
  • Regalado Fernández, Omar R.: El fallido intento de la normalidad. Publicado el 19 de diciembre de 2015 en Mito | Revista Cultural, nº.28.
  • Sabina Berman. El ano y el Arzobispo. Publicado en Proceso el 11 de enero de 2016. Última revisión septiembre de 2016.

¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO?

CUETO ESCOBEDO, JONATHAN Y REGALADO FERNÁNDEZ, OMAR R.: «Las nueve mentiras más usadas para justificar la homofobia». Publicado el 13 de septiembre de 2016 en Mito | Revista Cultural, nº.37 – URL: http://revistamito.com/las-nueve-mentiras-mas-usadas-justificar-la-homofobia/

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Jonathan Cueto Escobedo

Licenciado en Química Farmacéutica Biológica y Maestro en Neuroetología por la Universidad Veracruzana, Candidato a doctor en Psicología en el área de neurociencias por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es profesor en la Universidad de Xalapa y asistente de investigador en el Instituto de Neuroetología de La Universidad Veracruzana.

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