El director de Drive vuelve a los cines con Only God Forgives
¿Cómo comunicar sin palabras? Nicolas Winding Refn destapa el mundo criminal y narcotraficante de Bangkok con escasos diálogos y muchos colores.
Por Elisabeth Sörgel
Dicen que el porcentaje de comunicación no verbal es mucho más grande que la parte verbal. Es decir, importa menos lo que se diga que el modo en el que se presente esa información. Only God Forgives es una película de escasas palabras. Incluso a veces, el director enmudece los diálogos. Al parecer, lo que se dice no tiene tanta importancia.
Billy (Tom Burke) y Julian (Ryan Gosling) son dos hermanos norteamericanos que viven en Bangkok. Oficialmente dirigen un club de thai-boxeo, el cual les sirve de tapadera para traficar con narcóticos. Son jóvenes, ricos e influyentes pero no parecen tener la vida que desean. Julian se siente sólo e incomprendido mientras que Billy se comporta como un niño caprichoso que no sabe muy bien lo que quiere. El puro antojo le lleva a cometer crímenes que pagará caro.
Julian no es hombre de palabras, él mira. Mientras que Billy muestra una mínima expresión facial, las miradas de Julian lo dicen todo: expresan melancolía, vulnerabilidad, afecto, frustración, soledad, sinceridad. Incluso con la cara magullada es capaz de evidenciar decepción ante su madre. Pero Nicolas Winding Refn trabaja con mucho más que con diálogos escasos y expresiones faciales. Utiliza gestos como arrodillarse ante alguien o enseñar las manos de manera clara y lenta, como si le explicara al público algo muy evidente para que todo el mundo lo entendiera. Una de las primeras escenas muestra una lucha de thai-boxeo desde arriba. Aquí es donde se avispa una especie de mirada divina, desde el cielo. El espectador se sitúa en una posición vigilante, beatífica. El juego de planos no se queda aquí. Hay una composición típica de Nicolas Winding que ya se conoce de Drive (2011). El espectador se encuentra con una perspectiva-fotografía en la que siempre acaba ocurriendo una escena violenta. En esta, siempre hay un público formado mayormente por mujeres anónimas, perfectamente aderezadas y arregladas, que no se mueven pero miran o escuchan lo que ocurre. Y lo más llamativo es que no reaccionan ante nada. Siendo por ejemplo la tortura una de las situaciones más emotivas que una persona pueda presenciar, dicho público apenas parece estar impresionado. A la vez, la cámara se acerca o se aleja moviéndose lentamente, marcando el tiempo y dejando que el espectador interiorice lo que ocurre. Con este tipo escenificación en la que no hay emociones, el director pretende conmocionar e intensificar la sensibilidad del espectador, a la vez que hace resaltar las miradas emotivas de Julian.
Esa manera de expresar y narrar tan clara y tan obvia funciona para la temática que concierne Only God Forgives: la honra, el derecho a custodiar, proteger a la familia, mostrar vulnerabilidad o fuerza ante alguien superior y la cadena infinita de crímenes que se cometen por venganza.
En Only God Forgives, el director recoge elementos que ya se conocen de Drive, entre otros la composición fotográfica o la banda sonora de Cliff Martínez, y los combina de manera más madura y extrema, narrando de forma lenta, cortante y brutal a la vez que simple. Nicolas Winding Refn se construye así un lenguaje característico y reconocible en el que prioriza lo estético, lo simbólico ante lo que se dice, creando un diálogo visual más que verbal.
El 1 de noviembre, Only God Forgives saldrá en los cines españoles con el título Sólo Dios perdona.