El director belga de ascendencia turca celebró el estreno mundial de su segundo largometraje (tras Turquaze, 2010), Marry me (Trouw Met Mij), en la sección Punto de Encuentro de la Seminci de Valladolid, a finales de octubre. Se trata de una comedia con trasfondo dramático que gira en torno a la boda de Jurgen, un chico belga, y Sibel, una joven de origen turco; un cóctel que, aderezado con los peculiares comportamientos de sus allegados, que encarnan tradiciones culturales dispares y se oponen al enlace, y grandes dosis de realidad, saca a la luz las chispas que desprende el contacto de dos comunidades que conviven día a día en la misma ciudad europea. Un juego en el que las piezas se mueven por el tablero poniendo en liza la propia felicidad y al que ponen cara varios intérpretes noveles, razón por la cual la película hubo de rodarse en orden cronológico.
Tanto Kadir Balci como Sirin Zahed (Sibel en el filme) atendieron a Mito | Revista Cultural durante su estancia en la ciudad castellana.
Sirin Zahed y Karin Balci (en el centro) posan en la Seminci de Valladolid junto a otros dos miembros del equipo de ‘Marry me’
Revista Mito. La película mezcla porciones de amor y de prejuicios. ¿Contiene un mensaje moralizante o está concebida como un divertimento?
Kadir Balci. Hay una combinación de ambos ingredientes: se trata de una pieza que hace sonreír pero conlleva un mensaje más profundo, aunque no intenta ser demasiado moralizante ni enseñar lecciones a nadie. Nos encanta contar esta historia, en ella hay más de lo que parece a simple vista. De alguna manera, toda buena historia contiene un mensaje.
R.M. ¿Por qué una boda como motivo central del argumento?
K.B. Jean Claude Van Rijckeghem (quien coescribe el guion) estuvo dando vueltas a la idea durante bastante tiempo. Se le ocurrió porque en Bélgica, y más concretamente en Gante, existe una comunidad turca muy numerosa. De una u otra manera, nos gusten o no las bodas, la imagen que todos tenemos de ellas varía en función de cómo las hemos vivido en nuestra infancia, por lo que las diferencias culturales se hacen más evidentes o nos chocan más.
Jurgen y Sibel bailan durante la boda, elemento alrededor del cual gira la trama de la cinta
R.M. La comedia no suele gozar del favor de la crítica. ¿A qué se debe la elección de este género?
K.B. Es verdad, pero creo que siempre debes ser honesto con tu historia, y esta requería tanto comedia como drama, lo que resulta muy similar a la vida real. La vida es divertida y trágica. Me encanta ver películas dramáticas y no me importaría dirigir una, pero en el caso de Marry me esta mezcla de géneros con predominio de lo cómico es lo que pedía la historia.
R.M. Muchas partes del guion están confeccionadas a partir de entrevistas previas con parejas mixtas. ¿La película pretender ser un fiel reflejo de la realidad? ¿Tiene la realidad elementos suficientes para la risa?
K.B. Entrevistar a estos matrimonios supuso para mí una forma diferente de trabajar un guion: la idea partió también de Jean Claude Van Rijckeghem; y sí, creo que buscábamos acercarnos más a algunas realidades. Las historias que oímos de estas parejas fueron a veces muy tristes y otras muy felices; pero, sobre todo, de ellas queda un motivo para la esperanza. Es algo en lo que coincidieron todas: tuvieron éxito al hacer que su matrimonio funcionara.
El equipo de ‘Marry me’, con Karin Balci (1i) y Sirin Zahed (3i), posa en el ‘photocall’
R.M. Es tan solo su segunda película y en la Seminci ha competido ya con una candidata al Oscar de habla no inglesa (Cowboys, Tomislav Mrsic, Croacia). ¿Se plantea la posibilidad de llegar hasta Hollywood?
K.B. De momento estoy muy centrado en mi carrera aquí en Bélgica. Antes de cruzar fronteras deseo convertirme en un mejor director, un narrador de las historias que existen en mi terreno. Pero ir al extranjero más adelante sería algo agradable.
R.M. Variety señaló la existencia de una “angustia étnica” en su primer filme; en este también están presentes los choques raciales. ¿Puede hablarse de una constante en su cine?
K.B. No es deliberado, pero creo que de algún modo siempre escribes y trabajas sobre las cosas que mejor conoces. Siendo belga con raíces turcas y con los conflictos de identidad que he tenido a lo largo de la vida, creo que siempre acabo reflejando lo que dices. Creo que sobre lo que realmente versan mis historias es sobre la identidad.
R.M. Sirin no tenía ninguna experiencia previa en la interpretación. ¿Por qué la elige? ¿Qué aporta al personaje?
K.B. Conocí a Sirin unos años antes de ponerme a trabajar con Jean Claude en la idea de esta película. De alguna manera, no se borró de mi mente y pensé en ella al escribir la historia. Aunque le encanta su trabajo como peluquera, pensé que al ser una mujer con inquietudes no rechazaría propuestas diferentes, como participar en una película. Así que organizamos algunos talleres de interpretación, a los que la invitamos, y resultó que yo no estaba equivocado. Mis sensaciones sobre ella eran reales; de todas las personas que acudieron al seminario, ella era la única que se aproximaba de verdad a nuestra protagonista: natural, espontánea y llena de energía. Cuanto más conocíamos de ella, más convencidos estábamos de que su historia era muy similar a la del personaje de nuestra cinta, Sibel.
Fotograma de la película estrenada en la pasada Seminci
Sirin Zahed: “No importa lo que nadie espere de ti; hay que luchar por la propia felicidad”
R.M. Que el debut no ya en el cine, sino también en la interpretación, sea con un papel protagonista no es lo más habitual. ¿Le agobia llevar el peso de la trama?
S.Z. Fue realmente abrumador. El primer día de rodaje, todo el mundo estaba a mi alrededor: los cámaras, los técnicos de sonido, los actores, el director… Me sentía muy intimidada. ¡Yo tan solo estaba acostumbrada a cortar el pelo! Notaba el mundo temblando bajo mis pies. Sentí pánico en aquel momento en el que me di cuenta de que estaba trabajando en una película, de que era real.
R.M. ¿Cómo se preparó para el personaje?
S.Z. Pensé mucho en quién es Sibel y en lo que ella quería contar. La comprendí muy rápido, como si hubiera una parte de Sibel en mí. Entendí su manera de amar, de preocuparse por sus propias necesidades. Ese momento en el que sientes que estás tomando las riendas de tu propia vida, que decides por ti misma si quieres la felicidad o elegir una vida confortable pero aburrida. No importa lo que tu cultura, identidad o educación esperen de ti. Sibel elige al final del día lo que a ella le hace feliz.
Portada: Fotograma de ‘Marry Me‘