La masculinidad y México
“Ser más macho que Jorge Negrete” es una expresión internacionalmente común. El macho, el machismo, es una de los estereotipos culturales más extendidos de México, que se puede ampliar incluso a toda identidad hispanoamericana. Sin embargo, no deja de ser un estereotipo que no hace más que dejar ver la imposición de una masculinidad hegemónica, blanca, heterosexual, protestante, joven y opresora.
El folklorista Vicente T. Mendoza ya estudió el machismo por los años 60, a través de los corridos y cantares mexicanos de fines del siglo XIX y principios del XX. Tras explicar el fenómeno por causas como la influencia del clima o la herencia heredada de los andaluces, establece una distinción entre dos clases de machismo. El primero y auténtico se caracteriza por el valor, la generosidad y el estoicismo, y el segundo, la cobardía y la falsedad.(1) Otros autores como Samuel Ramos y Octavio Paz se decantan por la teoría de que el machismo mexicano tiene sus orígenes en la Conquista, cuando los invasores llegaron al país y maltrataron a las mujeres. De aquí nació el mestizo que sigue la senda del machista español y desprecia a la mujer «india».
El folklorista Américo Paredes, de hecho, relaciona estrechamente el origen del estereotipo del machismo mexicano, el nacionalismo, el racismo y las relaciones internacionales. Paredes descubre que en el folklor mexicano que ya analizó Mendoza, no aparecen las palabras ni macho ni machismo antes de los años treinta y cuarenta.(2) El filósofo Samuel Ramos, en los años 30, fue uno de los primeros críticos del machismo mexicano, que lo tildaba como producto del sentimiento de inferioridad con respecto a otras culturas, pero tampoco hacía uso de las palabras macho ni machismo. Y es que en la época anterior a los años treinta y cuarenta, existía la palabra macho, pero como una grosería o vulgarismo hacia la varonía y virilidad de alguien. Otras expresiones sí eran mucho más comunes en tiempo de la Revolución Mexicana: muy hombre y hombre de verdad, hombría… vinculándolo a la valentía, y se utilizaba indistintamente tanto para los hombres como para las mujeres.
Colourful Cops, Mexico City. Geraint Rowland
A partir de los años cuarenta, los ataques en contra del machismo empiezan a representar críticas del nacionalismo cultural mexicano.
Con el tiempo, fue «un estereotipo «descubierto» por gringos y utilizado para categorizar a los varones hispanohablantes en general y a los varones mexicanos en particular» afirma el antropólogo Matthew C.Gutmann.
Gutmann, norteamericano, aborda en su trabajo de campo en el barrio de Santo Domingo, temáticas como la paternidad, la vida doméstica, el trabajo y la bebida, con el fin de dejar atrás los estereotipos sobre el machismo en este país. También hace un recorrido histórico por los autores anteriormente mencionados, verificando la tesis de Paredes y rastreando el mismo origen etimológico de las palabras machismo y macho. Una de las hipótesis es el origen de las palabras latinas y portuguesas para macho, “muacho”, que a su vez viene de “mulus”, mula, animal terco y estéril por el cruce de especies diferentes como el caballo y el burro. Cabe mencionar un apunte que también aporta este antropólogo. «En Costa Rica y otras partes de América central, el término a veces significa rubio, de tez clara, el equivalente a «güero» en México. En Nicaragua, la palabra tiene una historia particular: cuando Augusto César Sandino habló en los años veinte y treinta de los machos, se refería a los invasores yanquis. Un historiador de Nicaragua encuentra las raíces de macho en los verbos «machar» y «machacar». Él vincula, entonces, estos verbos con las violaciones (invasiones)- por los EEUU- a México y a Nicaragua.» (3)
Lo que es indudable, es que no existe ni un solo espacio en el mundo donde no rige el machismo, y México no es ninguna excepción. Lo característico del caso de México es que el macho y el machismo fue considerado de carácter exclusivamente nacional, “lo que resulta irónico” puntualiza Gutmann, “pues representa el producto de una invención cultural nacionalista: uno se da cuenta de que algo (el machismo) existe y en el proceso, ayuda a fomentar su existencia.” (4)
De igual manera, en Estados Unidos, el término “machismo” está muy vinculado a su historia racista con respecto a México, tanto que recuerda al barniz de liberalismo que se utiliza también con los países mayoritariamente musulmanes con el fin de “blanquear” su opresión. Bajo la bandera del feminismo, se ocultan medidas represivas o atropellos contra los derechos humanos de estos “Otros”, aquellos y aquellas que se presupone que no tienen tal nivel deseado o normativizado de civilización, liberalismo ni democracia.
“Cuando México envía a su gente (…) están trayendo drogas, están trayendo crimen, son violadores y algunos asumo que son buenas personas”, aseguró el magnate y político estadounidense Donald Trump, y con el fin de respaldar sus acusaciones, añadió que “el 80% de mujeres y jovencitas centroamericanas son violadas cruzando a los EEUU» . Y prometió que, en caso de ser elegido como presidente, construiría un «gran, gran muro en la frontera del sur». «Y haré que México pague por este muro». (5)(6)
Mariachi. Angel Morales Rizo
Hay muros altisonantes en las fronteras, pero también los hay invisibles. Uno de estos muros es el que se forma con una definición única de lo que es ser un hombre “hecho y derecho”. O lo que Trump asumiría que es ser un buen hombre. El sociólogo Erving Goffman escribió que en Estados Unidos, hay sólo “un varón completo, íntegro”:
“Un joven, casado, blanco, urbano, heterosexual norteño, padre protestante de educación universitaria, empleado a tiempo completo, de buen aspecto, peso y altura, con un récord reciente en deportes. Cada varón estadounidense tiende a observar el mundo desde esta perspectiva… Todo hombre que falle en calificar en cualquiera de esas esferas, es probable que se vea a sí mismo… como indigno, incompleto, e inferior.” (7)
El sociólogo Michael Kimmel explica claramente que “La definición hegemónica de la virilidad es un hombre en el poder, un hombre con poder, y un hombre de poder. Igualamos la masculinidad con ser fuerte, exitoso, capaz, confiable, y ostentando control. Las propias definiciones de virilidad que hemos desarrollado en nuestra cultura perpetúan el poder que unos hombres tienen sobre otros, y que los hombres tienen sobre las mujeres.” (8)
El hombre que no pase cualquiera de estos requisitos, afirma, se verá a sí mismo como devaluado, incompleto e inferior. Y el machismo es una consecuencia psicológica de esta sensación. Por eso, esta ideología de la masculinidad también se aplica contra los «otros»: las mujeres, los ancianos, los gays, los negros, los latinos… a los que se les ve o violentos y bestias, o bien débiles y feminizados. Y algunos, se asume, quizás sean buenas personas.
Qualis pater, talis filius. Sari Dennise
«Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.» – León Felipe. (9)
Para saber más…
(1) MENDOZA, Vicente T. El corrido mexicano.
(2) PAREDES, Américo. Estados Unidos, México y el Machismo.
(3) GUTMANN, Matthew C. Los hijos de Lewis: la sensibilidad antropológica y el caso de los pobres machos.
(4) GUTMANN, Matthew C. El machismo. Texto incluido en “Masculinidades y equidad de género en América Latina”.
(5) Trump: «Mexicanos traen crimen y drogas y son violadores». CNN en español.
(6) Donald Trump contra los mexicanos: «¿Quién viola a las mujeres?» Trome.
(7) GOFFMAN, Erving. Estigma, la identidad deteriorada.
(8) KIMMEL, Michael. Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina.
(9) FELIPE, León. Nueva antología rota. (Introducción al poema «Un signo… ¡Quiero un signo!»)
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