Una primera aproximación a vivir democráticamente [1]
La democracia generalmente se asocia a los sistemas políticos y a cuestiones sociales a un nivel macro. Sin embargo, es posible expandir el pensamiento democrático a las instituciones en las que nos vemos inmersos a diario.
En términos generales, cuando uno piensa en la palabra “democracia”, una de las primeras ideas que le vienen a la cabeza es la de un régimen político con elecciones recurrentes, libertad de expresión y participación ciudadana en los asuntos políticos. Esto contrasta con los regímenes autoritarios, los cuales se caracterizan por una concentración del poder en una persona o un grupo reducido de personas, represión de la oposición y de la libertad de expresión, y hostilidad hacia aquellas “amenazas” al poder político. Y aunque en términos de la ciencia política estas descripciones podrían ser atribuibles a las democracias y a las dictaduras, respectivamente, es importante señalar que la lógica que sostiene esos regímenes también se encuentra en una variedad de contextos que no tienen que ver únicamente con los regímenes políticos.
El pensamiento democrático y autoritario, de hecho, están presentes detrás de varias estructuras e instituciones sociales. Como nacemos, crecemos, y nos educamos en este tipo de instituciones, es fácil que aquellas prácticas que generan relaciones desiguales de poder pasen desapercibidas. La lógica democrática, entonces, puede desentrañar la manera en que algunas instituciones se sostienen y reproducen con desigualdades e injusticias, así como puede revelar oportunidades para lograr una verdadera armonía y minimizar las relaciones desiguales de poder.
Este artículo tiene la intención de introducir algunos principios del pensamiento democrático que pueden aplicarse a varios contextos sociales, y después se describirá brevemente el panorama social y cómo puede combinarse la lógica de la democracia con instituciones educativas, cuestiones laborales, relación paciente-médico en el ámbito de salud y, finalmente, en el desarrollo comunitario.
Crowd, por Nemo
Para entender el pensamiento democrático, resulta conveniente contrastarlo con las lógicas del pensamiento autoritario. De esta manera, también se podrán apreciar cómo estos tipos de pensamiento se manifiestan en las instituciones sociales. Por ejemplo, en el autoritarismo se maneja la concentración exclusiva del poder en un individuo o en un grupo pequeño de individuos. Esto implica que las decisiones dentro de un régimen autoritario quedan a cargo de estos individuos, pero el impacto de estas decisiones repercute en todos aquellos que vivan en dicho régimen y cuyos intereses se vean afectados. La justificación detrás de este tipo de pensamiento varía en su naturaleza, con algunos ejemplos mencionando la ignorancia o falta de inteligencia de aquellos que están siendo gobernados, o bien, usando la presencia de alguna amenaza externa que solo los individuos que tienen el poder pueden enfrentar. Otra característica de las lógicas autoritarias es el uso arbitrario de las normas legales. Es decir, la ley se usa como mejor le conviene a aquellos que tienen el poder, y se puede modificar a su gusto. Esto, asimismo, le facilita incumplir con las promesas que se hayan hecho a aquellos grupos que los apoyan. Se podría también mencionar la incapacidad de remover a estas personas de su puesto en la toma de decisiones. Ya sea porque existe represión o porque no se plantea ninguna otra alternativa para sustituir a esos individuos o grupos pequeños, el cambio de dirigente resulta muy difícil y es poco probable que ocurra naturalmente.
Si este es el pensamiento autoritario, veamos cómo se contrasta con el pensamiento democrático. Robert Dahl (1989)[2] planteó que el principio fundamental de la democracia es, en lo referente a decisiones vinculatorias (es decir, que tienen obligación de cumplirse) que afectan a una colectividad, es que cada persona o miembro de esa comunidad política tiene el mismo derecho de que su opinión y voz sean considerados en la misma medida. Esto, sin embargo, no implica que las decisiones tomadas y las acciones ejecutadas deban satisfacer en la misma medida a todas las partes (esto sería prácticamente imposible, porque en el mundo social siempre van a existir intereses esencialmente conflictivos). Lo que sí es importante señalar es que en la democracia, todos aquellos afectados por un asunto en disputa deberían tener la misma voz y capacidad de acción que cualquier otro miembro en esa colectividad. El poder, en este caso, no está concentrado en una minoría, sino que está difuso entre varios grupos. Otra característica que se le puede atribuir al pensamiento democrático es la necesidad de que exista una deliberación[3], es decir, que se genere una discusión en la cual cada persona afectada expresa su postura al respecto y busca contribuir a una decisión conjunta que tome en cuenta los intereses de cada afectado. En este sentido, no es suficiente simplemente buscar un voto mayoritario, sino que lo ideal sería crear espacios de diálogo donde las decisiones se tomen de manera conjunta por todos, incluso si no todos están igualmente satisfechos. Otra contribución adicional es que el ejercicio de la democracia puede servir para vislumbrar las relaciones desiguales de poder que antes no se veían. Esto ocurre porque la democracia permite que exista el disenso y puntos de vista diferentes, como los de aquellos de grupos marginados o subordinados a otros que, en regímenes autoritarios, no tendrían oportunidad de hablar.
People, por OpenClips
Aunque las características mencionadas son claramente insuficientes para describir a profundidad el pensamiento democrático, para propósitos del artículo, sirven como fundamentos para analizar cómo pueden contribuir a un mejoramiento de los contextos sociales que se van a mencionar.
El ámbito educativo es uno donde la democracia puede beneficiar significativamente a los estudiantes en su proceso de aprendizaje. Aunque el paradigma educativo ha cambiado en las últimas décadas y la enseñanza no es igual para todas las áreas de estudio, tradicionalmente se contemplaba al instructor como aquel que tiene la palabra final y el que puede decidir cómo preparar el curso a su manera, así como las reglas del curso y qué sanciones impartir. Si bien reconozco que tener esto como plan base es una estrategia para organizar un curso, no es difícil ver el autoritarismo en esta práctica. Aquí la concentración del poder es exclusivamente en el instructor, quien tiene a su disposición las reglas del curso para usar a su favor y las puede cambiar conforme sea conveniente. Tampoco permite libertad de expresión al exigir atención completa a su exposición, y el disenso con sus opiniones puede resultar en un castigo. Este método de enseñanza puede resultar perjudicial para el alumno por evitar el debate, así como podría permitir favoritismos y no contempla las fortalezas de los estudiantes, que no necesariamente aprenden de manera homogénea.
¿Qué mecanismos democráticos pueden ayudar a darle mejores resultados al alumno? Primero, fomentar el debate y la discusión. Aunque esto quizá sea más aplicable para las áreas de negocios, ciencias sociales y humanidades, en áreas como tecnologías computacionales y ciencias duras es posible que se innoven métodos nuevos o más eficientes de llevar a cabo procedimientos específicos de esas áreas si se permite a los estudiantes aportar a la clase. Otro mecanismo democrático es flexibilizar el formato de los métodos de evaluación. Ejemplo concreto de esto es el sistema de una de mis profesoras, Gabriela de la Paz, quien deja a discreción del alumno las actividades que debe realizar siempre y cuando el valor de las mismas sea igual a 100 (la escala de calificación es de 0 a 100). En este sistema, un alumno puede escoger hacer una exposición, un trabajo escrito, un examen y un trabajo en línea (o cualquier combinación de actividades disponibles) según sus habilidades y preferencias, en lugar de estar forzado a un sistema de exámenes o trabajos escritos que podrían perjudicarlo. De cualquier manera, los temas necesarios se ven cubiertos; lo único que cambia es la forma de evaluación, y esto ofrece un equilibrio para quienes no tengan la mayor confianza en los exámenes o en las presentaciones orales. Finalmente, y creo yo fundamental, es la capacidad del alumno de dar retroalimentación al profesor y sugerir modificaciones a la estructura del curso con cierta periodicidad. De esta manera, si los alumnos han encontrado dificultades durante la primera parte del curso o las explicaciones del profesor no son claras, la retroalimentación puede servir para modificar el curso y asegurarse que los estudiantes obtengan una mejor experiencia educativa.
Headshift business card discussion, por Lars Plougmann
Otra área donde se pueden, y deberían, aplicarse los principios democráticos es en el ámbito laboral. Empresas medianas y grandes con estrictas jerarquías que mandan directrices sobre los proyectos y acciones a realizar son ejemplos claros de lógicas autoritarias, donde mientras más arriba se esté ubicado en la jerarquía, mayor poder dentro de la empresa se tiene y, por ende, también mayor control sobre los empleados en los niveles más bajos de la jerarquía. Este tipo de gestión de empresas corre con algunos riesgos: 1) No se admite la diversidad de ideas, por lo que algunos proyectos pueden fallar gravemente en el mercado; 2) se asignan tareas según las necesidades de la empresa, lo cual puede resultar en empleados con una sobrecarga de trabajo y puede disminuir la calidad de los resultados alcanzados.
¿Cómo se puede aplicar la lógica de la democracia en el empleo? En las pequeñas empresas, la democracia directa y el debate general son posibles debido al tamaño del colectivo. Esto implicaría que cada empleado tuviera voz y voto sobre la decisión final sobre un proyecto a ejecutar. En empresas más grandes, los proyectos asignados deberían discutirse en equipos de trabajo sobre las maneras más efectivas de llevarlos a cabo, con cada miembro del equipo teniendo el mismo poder de decisión. De esta manera, se asegura la diversidad de ideas que podrían contribuir al éxito del proyecto. Asimismo, la apertura de canales de comunicación entre los empleados y los supervisores en todos los niveles de la jerarquía facilitaría el flujo de ideas. En algunas empresas, los empleados deberían tener una fracción de las acciones para darles un incentivo en asegurarse que la empresa funcione. En este sentido, éxito para la empresa significa éxito para el empleado. Otro aspecto democrático muy importante sería la implementación de un sistema de evaluación bidireccional, en la que no solo los supervisores evalúan a los empleados, sino que también los empleados evalúan a sus supervisores. Para que esto funcione, los supervisores no deben tener libertad y discreción de despedir a los empleados. En su lugar, esto debería manejarse por medio de un departamento de Recursos Humanos. Así, los empleados podrían expresarse libremente sobre las acciones de sus supervisores sin temor a represalias.
Patient + Clinician Looking Together, por Juhan Sonin
En el ámbito del sector salud, hay dos visiones alternas de democracia que valen la pena explorarse. La primera es la que llamaré lógica paciente-elección. En contraste con visiones tradicionales de la relación paciente-médico, donde el médico visualizaba el problema y elegía a su criterio el mejor tratamiento para el problema de su paciente sin consultarlo, con el sistema de paciente-elección el médico lo que hace es explicarle, en palabras que el paciente pueda entender, las opciones de tratamiento y los costos involucrados. Con base en ello, el paciente sería entonces capaz de decidir lo que más le convenga.
Este sistema, sin embargo, tiene deficiencias. Aunque más democrático por considerar la opinión del paciente, deja la responsabilidad en sus manos y, por lo tanto, también las consecuencias del tratamiento recaerían en él. Aquí es cuando debe considerarse la segunda lógica democrática, la cual llamaré de cuidado-integrado[4]. La lógica del cuidado-integrado va más allá de la lógica del paciente-elección por dos razones. La primera es que la responsabilidad la comparten plenamente paciente y médico. El médico no sólo debe poner sobre la mesa las opciones disponibles sino que además debe estar atento al estilo de vida del paciente y a las necesidades económicas, laborales y sociales del mismo. El paciente puede, de esta manera, debatir varias opciones y entre los dos llegar a un acuerdo sobre el tratamiento más apropiado según la visión de ambos, paciente y médico. La segunda razón es que los problemas generados por la enfermedad pueden, en cualquier momento, superar la voluntad del paciente de ir por un determinado tratamiento, lo cual tiene el potencial de ser un evento desestabilizador de sus planes y vida. El médico y paciente tienen allí que trabajar en planes de ajuste y adaptación del paciente a su enfermedad y al entorno laboral. El médico deberá tener la obligación de dar seguimiento al paciente no únicamente en consulta y con respecto al problema de salud, sino también coordinar esfuerzos para que la calidad de vida del paciente se vea afectada en la menor medida posible por la enfermedad. Esto implica recomendaciones desde terapia integral hasta recomendaciones sobre los cambios abruptos o graduales que debe realizar en su vida.
Living Mosman Community Gardening, por Mosman Council
Finalmente, es importante abordar la cuestión del desarrollo comunitario. El desarrollo comunitario en sí puede ser visto tanto como una ocupación profesional como una manera de trabajar con y desde las comunidades. La razón por la que el desarrollo comunitario es democrático es que, en esencia, mantiene los principios de justicia, igualdad y respeto mutuo en las dinámicas que desarrolla, y dichos principios son también asociados a la democracia. El desarrollo comunitario involucra cambiar las relaciones de poder entre personas ordinarias y personas en posiciones de poder, con la finalidad en que cada uno pueda tomar parte en las decisiones que afectan sus vidas. Se inicia con la idea principal de que dentro de cada comunidad, hay una riqueza de conocimiento y experiencia que, si se usa de maneras creativas, puede ser canalizada en la acción colectiva necesaria para lograr las metas de la comunidad (Gilchrist y Taylor, 2011)[5].
Habiendo aclarado la relación entre desarrollo comunitario y democracia, se presentan dos ejemplos que destacan sus contribuciones. Por ejemplo, un caso estudiado por Cameron y Gibson (2005)[6] expuso la situación de trabajadores que, tras sufrir un despido masivo debido a un proceso de restructuración empresarial, se vieron obligados a generar una nueva forma de empleo para ellos mismos que tuviera un enfoque comunitario para minimizar las consecuencias negativas del proceso de restructuración. Uno de sus proyectos fue la de crear un centro comunitario en el que se llevaban a cabo distintas actividades, entre las cuales estaba un jardín comunitario y clases de computación, y además servía como centro de interacción para las personas de la comunidad. Esto fortaleció a la comunidad porque generaba transferencia de conocimientos pero también un fortalecimiento del capital social. El otro caso, expuesto en Gilchrist y Taylor (2011), es el de Jatinder, quien usó sus experiencias como tesorera en el grupo de padres de familia de la escuela a donde asistía su hija mayor para luego hacerse cargo del negocio familiar, y ya con suficiente experiencia en el manejo de sistemas contables, trabajar en una empresa donde puede mejorar sus habilidades y obtener un título como contadora. Finalmente, decidió crear su propia empresa, y además se dedica a la asesoría y consejería de grupos comunitarios, a los cuales les enseña cómo manejar adecuadamente sus finanzas y cómo recaudar fondos para sus proyectos.
De estos diferentes ámbitos, como la educación, el trabajo, la salud y el desarrollo comunitario, podemos ver que los principios democráticos son aplicables también a otros aspectos de la vida social cotidiana. En el caso de la educación, tiene que ver con la posibilidad de ajustar los métodos de enseñanza para que se genere un intercambio de ideas y haya mecanismos de evaluación para el profesor. Lo mismo ocurre en el ámbito laboral, tanto en los mecanismos de evaluación bidireccional como en canales de comunicación abiertos. En el ámbito de salud, esto se manifiesta con dos lógicas: la del paciente-elección y la del cuidado-integrado, siendo el segundo el cual permite un manejo más adecuado de la enfermedad del paciente. Finalmente, el desarrollo comunitario mostró las posibilidades de generar capital social e intercambiar conocimiento, lo cual puede contribuir a mejorar las condiciones de vida de la comunidad. Como reflexión final, es importante señalar que la aplicación de los principios democráticos es algo que se debe aplicar día a día, y sin duda es un reto para sociedades y contextos donde la costumbre es manejarse con prácticas autoritarias. Sin embargo, los principios democráticos ayudarán a resolver problemas entre los participantes, y pueden mejorar el funcionamiento de las instituciones. La educación y práctica democrática, al final, puede igualar todas las voces, permitiendo que ocurra un debate y se generen propuestas que lleven a mejores resultados.
Imagen de portada: Democracia Amplia, por Joshua Hurtado
[1] Le dedico este artículo a Gabriela de la Paz, Cintia Smith, y Nicolás Foucras por todo lo que me han enseñado sobre las prácticas democráticas.
[2] Dahl, R. (1989). Democracy and its Critics. New Haven: Yale University Press.
[3] Esta perspectiva deriva de la visión de democracia deliberativa de Jürgen Habermas.
[4] Ambas lógicas son traducciones vagas de las logics of choice y las logics of integrated care, que aparecieron en Mol, A. (2008). The Logic of Care: Health and the Problem of Patient Choice, London: Routledge. En dicha obra, la lógica del cuidado-integrado tiene una valoración positiva, mientras que la lógica del paciente-elección tiene una connotación negativa asociada al neoliberalismo.
[5] Gilchrist, A., y Taylor, M. (2011). The short guide to community development. Bristol: Policy Press.
[6] Cameron, J. and Gibson, K. (2005) ‘Participatory Action Research in a Poststructuralist Vein’, Geoforum 36: 315-331
¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO? http://revistamito.com/ampliando-la-democracia-en-la-vida-cotidiana/ : «Ampliando la democracia en la vida cotidiana». Publicado el 9 de junio de 2015 en Mito | Revista Cultural, nº.22 – URL: |
1 Comentario
Joshua, es facil hablar de democracia sin tomar en cuenta los mas apremiante «la democracia» es el poder del pueblo. Se dice que las dictaduras son aquellas donde se concentra el poder en una o pequeños grupos, muy cierto veamos como al democracia es mancillada, estrangulada y limitada a estos grupos de poder. Quien gobinerna la economia mundial? Unos cuantos grupos que amasan fortunas a costa del sudor de millones de obreros y campesinos. Quienes militarizan sus riquezas para que los pobres no las recuperen? Los monopolios de la informacion, monopolios militares, monopolios petrleros, monopolios alimenticios, estos concentran y defienden el poder a sangre y fuego. Cuando la democracia desvirtuada por las grandes corporaciones que se adeñan de la riqueza del pueblo y saquean sus recursos naturales los pueblos tienen que levantarse e instalar la verdadera democracia. No es tan simple los gobiernos que protegen intereses economicos, que concentran la riqueza en unos pocos son Dictadores, Criminales y Apatridas. Los pueblos reaccionan a semejante esclavitud en pleno siglo XXI.