«Deseo muy poco, y lo que deseo lo deseo muy poco». San Agustín
Calaca flaca, fea y moribunda.
Las horas aniquilan siempre los sueños, la fe y la esperanza.
Tomo tragos de recuerdos
sobre la lápida del muerto que nadie reconoce.
Siento murmullos en la panza.
La muerte prepara al mundo.
El cambio llega desde un árbol, y al
caer el otoño, los niños celebran con la carne de
la vaca más desenamorada del planeta.
Cagando me siento mejor, mejor que cuando canto vomitando.
Estornudo el orgullo que me ha mantenido y caigo en una lenta enfermedad romántica.
Han pasado los días, mis hijos gotean el chocolate de la abuela en el jardín con ayuda del cotorro de mi padre.
Estallan cada mañana los bombardeos del día cotidiano. El mundo se puso de cabeza.
(Decidí quitarme el bigote.
Me tiño el pelo de hastío,
no pasa nada)
Si pasa mucho, ayer mientras veía pasar por la ventana el insomnio de la soledad atormentada.
Los celos de cacahuate me han dado gastritis, tengo miedo.
(2 minutos
Mutis
Hip hop)
Burbujas fucsias inundan la habitación.
Tristemente me pongo una camisa blanca agujereada para ir a la entrevista.
Al salir de la entrevista, ya está nevando.
(Éxtasis con jugo de limón,
una bebida para la espera)
Una semana después: Tafil me viene bien.
Perpleja, me levantó. Salgo. Pasa el iluso nevero que me chifla y me grita ¡guapa!
¡Ahhh ahhh auxilio me vine en mis calzones baratos de Liverpool!
Claro, es parte de mi gran día.
Caigo en un letargo fatídico
Todo es fatídico
Jazz,
dame una copa de vino.
Auchhh me dormí mordiéndome la chichi izquierda.
Me levanto con un derrame chichonal.
Los mosquitos me rodean,
Quiero morir del todo,
Quiero morir completa.
Sentirme aparte.